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22 octubre 2023. DOMUND: Jornada Mundial de las Misiones

 

El Domund es el día en que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y colabora con las misiones. Se celebra en todo el mundo el penúltimo domingo de octubre, el “mes de las misiones”.

 

“No es posible encontrar verdaderamente a Jesús resucitado sin sentirse impulsados por el deseo de comunicarlo a todos”

(Mensaje del Papa Francisco para el Domund 2023)

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“Corazones ardientes, pies en camino”

 

Solo el encuentro con el Resucitado ilumina nuestra vida y hace arder nuestro corazón. Lo han experimentado los misioneros y misioneras, quienes, con su corazón ardiente, nos muestran el camino hacia los hermanos más pobres y necesitados, y la presencia del Señor vivo en medio de ellos.

Ese encuentro personal con Cristo hace que los ojos de las personas se abran y mueve a la acción. Así, los misioneros se ponen en camino y entregan su vida para que el Evangelio llegue a todos los rincones del mundo.

 

 

 

 

 

 

El Papa: «La vocación, don de la gracia y compromiso misionero para todos»

 

En su mensaje para la 60ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el domingo 30 de abril, Francisco ilustra el tema "Vocación: gracia y misión", y recuerda que el cristiano "se deja interpelar por las periferias existenciales y es sensible a los dramas humanos". Una misión que es siempre "obra de Dios" y que no se lleva a cabo solos, “sino en comunión eclesial".

 

La vocación, llamada del Señor para «cada uno en el mundo de hoy», es gracia, un «don gratuito», y al mismo tiempo un compromiso a ponerse en camino, a salir, para llevar el Evangelio», una tarea que es «fuente de vida nueva y de alegría verdadera». Lo escribe el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará por 60ª vez el domingo 30 de abril. Una iniciativa «providencial», recuerda, instituida por san Pablo VI en 1964, durante el Concilio Vaticano II, en la que este año el Papa invita a reflexionar sobre el tema «Vocación: gracia y misión».

 

 

«Llevar la vida a todas partes», para dilatar los espacios del amor de Dios

Esperando que todas las iniciativas previstas «puedan reforzar la sensibilidad vocacional en nuestras familias, en las comunidades parroquiales y en las de vida consagrada, en las asociaciones y en los movimientos eclesiales«, Francisco espera también «que el Espíritu del Señor resucitado nos quite la apatía y nos conceda simpatía y empatía, para vivir cada día regenerados como hijos del Dios Amor». Capaces, prosigue, «de llevar la vida a todas partes, especialmente allí donde hay exclusión y explotación, indigencia y muerte. Para que se dilaten los espacios del amor y Dios reine cada vez más en este mundo». Estamos llamados, aclaró el Pontífice, adentrándose en el tema elegido para la Jornada, «a la fe que se haga testimonio«, que une con fuerza «la vida de la gracia, a través de los Sacramentos y la comunión eclesial, y el apostolado en el mundo«. Así, el cristiano, animado por el Espíritu Santo, «se deja interpelar por las periferias existenciales y es sensible a los dramas humanos”,  recordando siempre «que la misión es obra de Dios y y no la llevamos a cabo solos, sino en la comunión eclesial«.

 

La fantasía de Dios para llamarnos es infinita

Como escribe el Apóstol Pablo en la Carta a los Efesios, continúa el mensaje, Dios «nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor», por eso «nos ‘concibe’ a su imagen y semejanza, y nos quiere hijos suyos: hemos sido creados por el Amor, por amor y con amor, y estamos hechos para amar». Y el Papa Francisco recuerda aquí su llamada, el 21 de septiembre de 1953, cuando, «mientras iba a la fiesta anual del estudiante, sentí el impulso de entrar en la iglesia y confesarme. Ese día cambió mi vida y dejó una huella que perdura hasta hoy”. Pero «la fantasía de Dios para llamarnos es infinita«, subraya. Puede ser «encontrarnos con una situación de pobreza, en un momento de oración, gracias a un testimonio límpido del Evangelio, a una lectura que nos abre la mente, cuando escuchamos la Palabra de Dios y la sentimos dirigida directamente a nosotros, en el consejo de un hermano o una hermana que nos acompaña, en un tiempo de enfermedad o de luto».

 

No hay vocación sin misión

Y la iniciativa de Dios espera nuestra respuesta, porque la vocación es «el entramado entre elección divina y libertad humana». Una llamada que nos abre a Dios y a los demás: «Dios llama amando y nosotros, agradecidos, respondemos amando». Pero la llamada, aclara el Papa, «incluye el envío», porque «no hay vocación sin misión. Y no hay felicidad y plena realización de uno mismo sin ofrecer a los demás la vida nueva que hemos encontrado». A continuación, cita la exhortación apostólica Evangelii gaudium, en la que explica que todos los bautizados pueden decir: «Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo».

 

Testimoniar con alegría lo que experimentamos estando con Jesús

La misión común a todos los cristianos, continúa Francisco, «es testimoniar con alegría, en toda situación, con actitudes y palabras, lo que experimentamos estando con Jesús y en su comunidad que es la Iglesia». Concretamente, esto se traduce en «obras de misericordia material y espiritual, en un estilo de vida abierto a todos y manso, capaz de cercanía, compasión y ternura, que va contracorriente respecto a la cultura del descarte y de la indiferencia». Porque el «núcleo» de la vocación cristiana es «imitar a Jesucristo, que vino a servir y no para ser servido».

 

JMJ, llamados a levantarnos y partir sin demora, con corazón ardiente

Una acción misionera que no nace sólo “de nuestras capacidades” o de nuestra voluntad, sino «de una profunda experiencia con Jesús». Sólo así podremos convertirnos en testigos, como los dos discípulos de Emaús, que con corazón ardiente escuchan a Jesús mientras les explica las Escrituras a lo largo del camino. El Pontífice desea que esto suceda también durante la JMJ de Lisboa, que espera con alegría y que tiene por tema “María se levantó y partió sin demora”. “¡Que cada uno y cada una se sienta llamado y llamada a levantarse e ir sin demora, con corazón ferviente!”

 

La Iglesia, «sinfonía» de vocaciones, unidas y distintas «en salida»

Finalmente, el Papa Francisco escribe que la Iglesia es «Ekklesía», término griego que significa «asamblea de personas llamadas, convocadas«, para formar la comunidad de los discípulos y discípulas misioneros de Jesucristo. En la Iglesia, recuerda, «todos somos servidores y servidoras, según diversas vocaciones, carismas y ministerios». De hecho, la vocación don de sí en el amor, común a todos, se realiza «en la vida de los cristianos laicos y laicas, comprometidos a construir la familia como pequeña iglesia doméstica y a renovar los diversos ambientes de la sociedad con la levadura del Evangelio«. Pero también «en el testimonio de las consagradas y de los consagrados, entregados totalmente a Dios por los hermanos y hermanas como profecía del Reino de Dios«; en los ministros ordenados, diáconos, presbíteros y obispos, «puestos al servicio de la Palabra, de la oración y de la comunión del pueblo santo de Dios». Y sólo en la relación con todas las demás, » cada vocación específica en la Iglesia se muestra plenamente con su propia verdad y riqueza», porque la Iglesia «con todas las vocaciones unidas y diversas, en armonía y a la vez “en salida” para irradiar en el mundo la vida nueva del Reino de Dios”.

 

 

Oración de la familia Paloni, misionera en Holanda

 

 

Fuente: vaticanews.va

Jornada de Infancia Misionera: «Uno para todos, todos para Él»

 

El domingo 15 de enero los niños españoles tienen una cita con la Jornada de Infancia Misionera -“el Domund de los niños”-, para ayudar a los misioneros en su trabajo con la infancia. Esta Jornada lleva este año por lema: «UNO PARA TODOS Y TODOS PARA ÉL» 

Esta Jornada es promovida por las Obra Misionales Pontificias. A través de ella, el Santo Padre implica a los niños del mundo para ayudar a otros pequeños como ellos en las misiones. Y cuenta también con adultos comprometidos, para que los misioneros sigan proporcionando educación, salud y formación cristiana a más de 4 millones de niños en 120 países, especialmente a los que no tienen lo necesario para vivir o no conocen a Dios. Somos misioneros, y nosotros vamos a ayudarles con nuestra oración y nuestro dinero.

 

“A los débiles, especialmente a los niños, debemos darles lo mejor que tenemos”
(Papa Francisco)

 

Este año, la Obra Pontificia de la Santa Infancia o de la Infancia Misionera, que lo mismo es, quiere que pongamos nuestro pensamiento en la comuniónen la unidad de todos los que creemos en Cristo. Ya lo dijo el Santo Padre Benedicto XVI la última vez que estuvo en España, para la JMJ de 2011: “Permitidme que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario (Homilía, 21-8-2011)…

Los niños en la Infancia Misionera deben disfrutar de esta experiencia de Iglesia. Experiencia de compartir, pero no solo los bienes materiales: también la fe, la alegría de saberse querido. La experiencia de saberse útiles, necesarios para los demás, ayudando a llevar la cruz, la dificultad, el peso del día a día a quienes, como nosotros, tienen deseos de ir al cielo.

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MATERIALES propios de esta Jornada.

Tríptico
Guión de Formación
Guión Litúrgico
Revista Iluminare
Cartel Jornada
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(Fuente: https://omp.es/infancia-misionera/)

Don Julián nos invita a los diocesanos a rezar por los misioneros y a colaborar pastoral y económicamente con las misiones

 

La Iglesia celebra este domingo día 23 de octubre el día del Domund, la tradicional fiesta misionera en la que se pide oración por los misioneros y apoyo económico a los fieles para la labor que desarrollan. En esta ocasión, el papa Francisco indica que los tres fundamentos de la vida y de la acción misionera son: “Para que seáis mis testigos”, “hasta los confines de la tierra” y “el Espíritu Santo vendrá sobre vosotros y recibiréis su fuerza”.

Con este motivo, el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, ha enviado una carta pastoral a los diocesanos en la que anima “ser misioneros y testigos, conscientes de que la identidad de la Iglesia es evangelizar, anunciando la vida, muerte y resurrección de Cristo por amor a Dios Padre y a los hombres”.

En su carta, el arzobispo compostelano recuerda que la oración, siendo la primera forma de misión, en la misión evangelizadora ha de estar acompañada por la acción caritativa-social “generando procesos de discernimiento cristiano sobre las condiciones de las pobrezas materiales y espirituales, y sobre los anhelos y reivindicaciones de los pobres, alentando el espíritu de caridad, proyectándonos hacia la sociedad con el anuncio y los gestos proféticos, como luz puesta en el candelero, y tratando de vivir un amor activo y concreto con cada ser humano”.

El arzobispo pide también conocer mejor la Sagrada Escritura “como Palabra de Dios para anunciar a Jesucristo con obras y palabras en la vida cotidiana”.

Las colectas que se hagan en los templos en este domingo se dedicarán a las Obras Misionales Pontificias.

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Carta pastoral para la Jornada del Domund 2022

 

Queridos diocesanos:

Cuando Jesús sube al cielo les dice a sus discípulos: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta el confín de la tierra” (Hech 1,8). El don del Espíritu Santo y el testimonio son la garantía de la Iglesia en su misión evangelizadora. Cristo estará donde su Iglesia dé testimonio de él y se entregue por él. Los Apóstoles comenzaron a anunciar a Cristo, acontecimiento que quienes forman la comunidad cristiana deben conocer poniendo su vida bajo esta nueva luz que le da sentido. La universalidad de la verdad de Cristo exige que sea anunciada.

El papa Francisco en su Mensaje para esta Jornada nos dice que los tres fundamentos de la vida y de la acción misionera son: “Para que seáis mis testigos”, “hasta los confines de la tierra” y “el Espíritu Santo vendrá sobre vosotros y recibiréis su fuerza”. Somos llamados a ser misioneros y testigos, conscientes de que la identidad de la Iglesia es evangelizar, anunciando la vida, muerte y resurrección de Cristo por amor a Dios Padre y a los hombres. En estos tiempos de incertidumbre, volvamos a Cristo, la Buena Noticia de la salvación, con alegría y dando testimonio. San Pablo VI escribió: “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escucha a los que enseñan,  es porque dan testimonio” (EN 41). Por esto en la evangelización el ejemplo de vida cristiana y el anuncio de Cristo van íntimamente unidos, siendo fundamental la acción del Espíritu Santo, con su fuerza e inspiración. “Recibir el gozo del Espíritu Santo, escribía el papa Francisco, es una gracia. Y es la única fuerza que podemos tener para predicar el Evangelio, para confesar la fe en el Señor” (Domund 2020).

La oración, “que es la primera forma de misión, porque es el Espíritu del Señor el que precede y permite nuestras buenas obras: la primacía es siempre de su gracia” (cf. EG 223), en la misión evangelizadora ha de estar acompañada por la acción caritativa-social, generando procesos de discernimiento cristiano sobre las condiciones de las pobrezas materiales y espirituales, y sobre los anhelos y reivindicaciones de los pobres, alentando el espíritu de caridad, proyectándonos hacia la sociedad con el anuncio y los gestos proféticos, como luz puesta en el candelero, y tratando de vivir un amor activo y concreto con cada ser humano. “No debe olvidarse, ciertamente, que nadie debe quedar excluido de nuestro amor, desde el momento que con la Encarnación del Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a cada hombre… Es la hora de una nueva imaginación que promueva no tanto y no sólo la eficacia de las ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para que el gesto de ayuda sea sentido no como limosna humillante, sino como un compartir fraterno” (NMI 49-50). El amor a los pobres es evangelio que acoge, abraza, y libera. En este sentido, la acción caritativa se conecta con las esperanzas históricas de la humanidad, y con las experiencias originarias de la fe porque derivan de una iniciativa de revelación y redención divinas. Hemos de percibir la amplia dimensión del compromiso caritativo en el anuncio de la obra salvadora y liberadora de Jesús. El pobre nos interpela, debe ser evangelizado y nos ayuda a evangelizarnos. No le podemos tratar de memoria ni por ordenador. La comunidad cristiana tiene el deber y la responsabilidad de ser el sujeto de la acción socio-caritativa, “que sin dejar de gozarse con las iniciativas de los demás, reivindica para si las obras de caridad como deber y derecho propio que no puede enajenar” (AA 8).

También necesitamos conocer mejor la Sagrada Escritura como Palabra de Dios para anunciar a Jesucristo con obras y palabras en la vida cotidiana[1]. El ministerio de la Palabra “tiene como misión iluminar, dar sentido, mostrar el verdadero significado de los acontecimientos. Sólo las Escrituras nos descubren la mirada y los designios de Dios y sólo desde ellas el hombre puede situarse ante la vida como un creyente. De lo contrario permanece ciego, en la obscuridad… La luz no es para ser contemplada ella misma, sino para poder ver la realidad sobre la que se proyecta. La lámpara se coloca sobre el candelero no para ser vista, sino para que vean los que habitan la casa (Mt 5,15)”[2]. Se trata de conocer el sentido de la vida a través de la Palabra de Dios.

Pidamos a la Virgen María, en quien la Palabra se hizo carne, y al Apóstol Santiago que derramó su sangre por el anuncio del Evangelio, intercedan ante el Señor para que fortalezca a todos los misioneros y misioneras en su labor misionera que necesita también de nuestra generosa ayuda económica.

Os saluda con afecto y bendice en el Señor,

 

+Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.

 

[1] Cf. CEE, La nueva evangelización desde la Palabra de Dios: “Por tu Palabra echaré las redes” (Lc 5,5). Plan Pastoral 2011-2015, Madrid 2012.

[2] F. ECHEVARRÍA, El camino, el pozo y la fatiga. Claves bíblicas para una nueva evangelización, Madrid 1991, 52-53.

 

 

Noticia extraída de: archicompostela.es

El DOMUND cumple 200 años al servicio de la misión

 

El domingo 23 de octubre se celebra el Domingo Mundial de las Misiones, más conocido como el DOMUND. Una Jornada mundial que sostiene el trabajo que la Iglesia realiza en los 1.117 territorios de misión, como señala José María Calderón, director nacional de Obras Misionales Pontificias (OMP), que es la encargada de la difusión del DOMUND en España.

Este año, además, está de aniversario. El Domingo Mundial de las Misiones cumple 200 años al servicio de la misión.

«Seréis mis testigos», lema del DOMUND 2022

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Este año, el DOMUND se celebra con el lema «Seréis mis testigos» para recordar que hoy Jesús sigue enviándonos a dar testimonio y que esta Jornada es la gran oportunidad para unirse y formar parte de la misión de la Iglesia. Una misión de la que se puede formar parte desde dónde estés pues se puede ser testigo con la oración, con el donativo o dedicando tu tiempo, como hacen los 1.689 voluntarios en las delegaciones diocesanas de misiones, y en las parroquias, trabajando en la sensibilización misionera. Además, cada año, desde España, unas 10.000 personas -especialmente jóvenes-, dedican el tiempo de sus vacaciones a hacer una experiencia misionera.

España es el segundo país que más colabora con el DOMUND

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Ser testigo con el donativo hace posible sostener económicamente a las 1.117 diócesis consideradas de misión en 139 países del mundo. Ha permitido que en los últimos 30 años la Iglesia haya abierto en las misiones 21.092 instituciones sociales y 72.295 instituciones educativas. Para hacerse una idea de la magnitud, es como si hubiera abierto 2 instituciones sociales y 6 instituciones educativas al día, precisa OMP.

En estas aportaciones, España es el segundo país que más colabora con el Domund. En el año 2021, con lo recaudado en 2020, se enviaron a las misiones 10.095.972,36 €. Una aportación con la que se han financiado 453 proyectos y se han beneficiado 74 países.

También la Iglesia en España es cuna de misioneros, con más de 10.000 misioneros por el mundo.

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Cartel: