Desde Pastoral de Santiago quieren proponernos este mes de Noviembre en su Peregrinación Virtual como itinerario CÁRITAS – CAMINO DE ENCUENTRO treinta hitos para delimitar esta ruta jacobea bajo la mirada del camino del encuentro más solidario.
Fátima Romar es trabajadora social de Cáritas diocesana en su sede santiaguesa. Inspirándose en algunos elementos de la Doctrina Social de la Iglesia y basada en la experiencia de los programas con que Cáritas afronta cada situación concreta, ha elaborado esta «Ruta Jacobea» muy práctica. Muestra, sin duda, el rostro más cercano de la caridad de la Iglesia; y también el mejor organizado para hacer frente a los grandes desafíos de una sociedad cada vez más excluyente y comodona pero con gran potencial solidario.
«Una promesa, un homenaje, superación personal, ganas de vivir una experiencia nueva, creencias religiosas… Son muchas las motivaciones y finalidades que pueden llevarme a ponerme en pie y emprender el Camino de Santiago. Pero en el fondo de todas ellas casi siempre está el sentimiento de búsqueda, de conseguir algo que no tengo y que la vida ordinaria tampoco me proporciona. Resultado de esa búsqueda es la realidad del encuentro: encuentro conmigo mismo, con los demás y con Dios…
…La vida también es un constante caminar. A veces creo que he llegado y de nuevo me pongo en camino. Dejo un punto de partida. Me marco una meta. Pienso en lo que tengo por delante. Miro hacia atrás con cierta nostalgia. Ante las pruebas, las dificultades, las luchas y los conflictos, muchas veces camino a tientas, cayéndome, levantándome, volviendo a caer y volviendo a caminar, con tentaciones, debilidades, desfallecimientos; pero también con alegrías, ilusiones, logros… y encuentros. No puedo caminar solo. Cuántas veces necesito a alguien a mi lado para no perderme, para no caer o para levantarme. En cuántas etapas me vuelvo mendigo, menesteroso, pobre… necesitado de una mano amiga. Y en cuántos momentos de mi vida me topo con personas que se encuentran en esa situación: descartadas, tiradas al borde del camino, olvidadas ante la mirada indiferente de tantos caminantes. Personas semejantes a mí, a quienes el sendero se les ha hecho cuesta arriba o se han dado con piedras tan grandes, que se sienten golpeadas e incluso aplastadas por ellas…
…Ahí donde estoy, en mi trabajo, en el quehacer cotidiano, ahí habita Dios, ahí ha puesto su aposento. Puede que ni me esté dando cuenta de ello, porque su rostro suele estar desfigurado. Cuesta verlo y sentirlo. Puedo dar el primer paso preguntándome si estoy percibiendo a Dios entre las personas con las que me relaciono, en las familias desestructuradas, los jóvenes que no encuentran un sentido a su vida, las personas sin hogar, los drogodependientes, los parados, los inmigrantes, los fracasados…
¿Empezamos a caminar?«
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Fuente: pastoralsantiago.org