El arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Francisco Prieto, recibe el palio arzobispal bendecido por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro

 

El arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Francisco Prieto, ha recibido esta mañana el palio arzobispal bendecido por el Papa Francisco, en la Solemne Eucaristía que se ha celebrado en la Basílica de San Pedro. En el día que se celebra la solemnidad de los apóstoles, San Pedro y San Pablo, el Papa ha pedido a estos arzobispos que sean apóstoles a su imagen, “sed discípulos en el seguimiento, y apóstoles en el anuncio, del seguimiento de Cristo y del anuncio de su Palabra. Llevad la belleza del Evangelio a todas partes, junto con todo el Pueblo de Dios”.

El palio arzobispal es una faja de lana blanca hecha de dos corderos criados por las religiosas del convento romano de San Lorenzo, en Panisperna. Estos animales son bendecidos el día 21 de enero, día en que se conmemora el martirio de santa Inés, y el palio es tejido por las religiosas benedictinas de Santa Cecilia del Trastevere. Una vez elaborados, se colocan en un cofre de plata junto al sepulcro de san Pedro, en el llamado nicho de los palios, donde se custodian durante un año, por lo que se consideran reliquias de tercer grado, por contacto.

La faja mide entre 4 y 6 centímetros de ancho y está adornada con seis cruces negras, que simbolizan las heridas del Cordero de Dios, y dos orlas de seda negra. A diferencia del del Papa, no es circular, sino que tiene un rectángulo anterior y posterior. El palio lleva tres alfileres por los tres clavos usados en la crucifixión de Jesucristo. Se colocan en las tres cruces que se encuentran debajo del cuello, en el hombro izquierdo y en el hombro derecho, con las cabezas hacia el lado derecho miradas desde el frente.

En la solemnidad de san Pedro y san Pablo, durante la Eucaristía en la basílica de San Pedro, lo palios son portados por varios diáconos desde el nicho hasta la sede de Pedro y son bendecidos por el Sucesor de Pedro —«que quienes por tu don lleven estos palios se reconozcan como pastores de tu rebaño»—. Los arzobispos nombrados durante el año, presentes en la basílica, pronuncian su juramento de fidelidad y obediencia a la Iglesia y al Papa. En definitiva, el palio representa la presencia de Cristo en el trabajo del arzobispo; es un ornamento litúrgico signo de comunión con el Santo Padre y de la misión del arzobispo de ser buen pastor.

Este palio se le impondrá solemnemente a mons. Prieto el día 25 de julio, Día del Apóstol, en la Catedral de Santiago de manos del Nuncio de Su Santidad en España, mons. Bernardito Cleopas Auza.

Junto a monseñor Prieto han recibido el palio de manos del Papa, al final de la celebración, otros 31 arzobispos, entre ellos los españoles monseñor Enrique Benavent, nuevo arzobispo de Valencia; monseñor José María Gil Tamayo, de Granada, y monseñor Francisco José Cobo, de Madrid.

 

 

 

Fuente: archicompostela.es

Presentación del instrumentum laboris para el próximo Sínodo sobre la sinodalidad

 

El próximo mes de octubre tendrá lugar en Roma el Sínodo convocado por el papa Francisco. Se trata de la fase final de un largo proceso de escucha del pueblo de Dios en las Iglesias locales y de las posteriores etapas desarrolladas por parte de las Conferencias Episcopales y Asambleas Continentales.

Fruto de este trabajo, se presenta este martes 20 junio el INSTRUMENTUM LABORIS, un instrumento de trabajo para el el discernimiento de los participantes de la etapa de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo. No se trata de un resumen del camino recorrido hasta ahora, sino el resultado de lo que se ha aprendido sobre la naturaleza de la Iglesia sinodal. El documento consta de un texto y quince fichas de trabajo. Juntas reúnen las claves del camino sinodal realizado hasta ahora.

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INSTRUMENTUM LABORIS
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El instrumentum laboris se presenta como una herramienta para el discernimiento de quienes participan en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en octubre de 2023. Este documento invita a profundizar proporcionando algunas intuiciones que han surgido a lo largo del proceso. También pretende favorecer la metodología de la asamblea.

Una consulta al pueblo de Dios en el rango local fue el punto de partida de este documento. Posteriormente, las diócesis recogieron las conclusiones y las hicieron llegar a las Conferencias Episcopales o Sínodos de las Iglesias Católicas Orientales. Éstas las sintetizaron y las enviaron a la Secretaría General del Sínodo en agosto de 2021. Una vez analizadas los expertos elaboraron el Documento de Trabajo para la Etapa Continental (DTC) y dicho documento regresó a las Iglesias locales para poder confrontarlo creando espacios de diálogo en las siete Asambleas Continentales.

La finalidad era identificar las instituciones y tensiones prioritarias de cada continente con el propósito de abordarlas en la Asamblea del Sínodo de octubre de este año. A partir del material que se recogió durante la fase de escucha inicial y los Documentos Finales de las Asambleas Continentales, se redactó el instrumentum laboris que hoy se presenta.

Los tres temas centrales que estarán en el centro de los trabajos de la Asamblea sinodal de octubre de 2023 se relacionan con las tres palabras que constituyen el tema del Sínodo: la cuestión de cómo crecer en comunión acogiendo a todos, en fidelidad al Evangelio; la cuestión de los modos concretos de corresponsabilidad, reconociendo y valorando la aportación de cada bautizado con vistas a la misión común; y la identificación de estructuras y dinámicas de gobierno a través de las cuales articular en el tiempo la participación y la autoridad en una Iglesia sinodal misionera.

El instrumentum laboris consta de un texto y quince fichas de trabajo, que recorren la experiencia de estos dos años del camino sinodal.

En el centro de los trabajos estarán las tres cuestiones prioritarias que constituyen el tema del Sínodo: comunión, misión y participación. En este sentido, se desarrollará cómo crecer en comunión; la aportación de cada bautizado con vistas a la misión común y la identificación de estructuras a través de las cuales articular la participación de todos en la Iglesia misionera.

Cada ficha presenta una breve reflexión, fruto del discernimiento realizado a lo largo del proceso sinodal. Seguirá una pregunta básica para el discernimiento que se llevará a cabo en las distintas sesiones de trabajo y algunas sugerencias para la oración y la reflexión preparatoria de cada miembro de la asamblea. El IL en su conjunto, pretende que, con estas fichas, cada participante pueda crecer como Iglesia sinodal misionera que anuncia el Evangelio.

 

Fuente: CEE

Mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores

 

«Su misericordia se extiende de generación en generación» (Lc 1,50) es el lema que propone el papa Francisco para la III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, que se celebrará el 23 de julio, aunque la Santa Sede ya ha hecho público el Mensaje del Santo Padre para esta Jornada.

 

«Su misericordia se extiende de generación en generación» (Lc 1,50)
(texto íntegro)

 

Queridos hermanos y hermanas:

«Su misericordia se extiende de generación en generación» (Lc 1,50): este es el tema de la III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. Es un tema que nos reconduce a aquel encuentro bendito entre la joven María y su pariente anciana Isabel (cf. Lc 1,39-56). Esta, llena del Espíritu Santo, se dirige a la Madre de Dios con palabras que, a distancia de milenios, acompasan nuestra oración cotidiana: «Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre» (v. 42). Y el Espíritu Santo, que ha descendido ya sobre María, la impulsa a responder con el Magníficat, en el que proclama que la misericordia del Señor se extiende de generación en generación. El Espíritu Santo bendice y acompaña cada encuentro fecundo entre generaciones distintas, entre abuelos y nietos, entre jóvenes y ancianos. Efectivamente, Dios desea que, como hizo María con Isabel, los jóvenes alegren el corazón de los ancianos, y que adquieran sabiduría de sus vivencias. Pero, sobre todo, el Señor desea que no dejemos solos a los ancianos, que no los releguemos a los márgenes de la vida, como por desgracia sucede frecuentemente.

Es hermosa, este año, la cercanía entre la celebración de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores y la de la Juventud; ambas tienen como tema la “prisa” de María para ir a visitar a Isabel (cf. v. 39), y de ese modo nos llevan a reflexionar sobre el vínculo entre los jóvenes y los ancianos. El Señor espera que los jóvenes, al encontrarse con los ancianos, acojan la llamada a custodiar la memoria y reconozcan, gracias a ellos, el don de pertenecer a una historia más grande. La amistad con una persona anciana ayuda al joven a no reducir la vida al presente y a recordar que no todo depende de sus capacidades. Para los más ancianos, en cambio, la presencia de un joven les da esperanza de que todo lo que han vivido no se perderá y que sus sueños pueden realizarse. En definitiva, la visita de María a Isabel y la conciencia de que la misericordia del Señor se transmite de una generación a la otra revelan que no podemos avanzar —y mucho menos salvarnos— solos y que la intervención de Dios se manifiesta siempre en el conjunto, en la historia de un pueblo. Es María misma quien lo dice en el Magníficat, exultando en Dios que ha obrado maravillas nuevas y sorprendentes, fiel a la promesa hecha a Abrahán (cf. vv. 51-55).

Para acoger mejor el estilo de actuar de Dios, recordemos que el tiempo tiene que ser vivido en su plenitud, porque las realidades más grandes y los sueños más hermosos no se realizan en un momento, sino a través de un crecimiento y una maduración; en camino, en diálogo, en relación. Por ello, quien se concentra sólo en lo inmediato, en conseguir beneficios para sí rápida y ávidamente, en tener “todo enseguida”, pierde de vista el actuar de Dios. Su proyecto de amor, por el contrario, atraviesa pasado, presente y futuro, abraza y pone en comunicación las generaciones. Es un proyecto que va más allá de nosotros mismos, pero en el que cada uno de nosotros es importante, y sobre todo está llamado a ir más allá. Para los más jóvenes se trata de ir más allá de esa inmediatez en la que se confina la realidad virtual, la cual muchas veces distrae de la acción concreta; en el caso de las personas mayores se trata de no hacer hincapié en las fuerzas que decaen y de no lamentarse por las ocasiones perdidas. Miremos hacia adelante. Dejémonos plasmar por la gracia de Dios que, de generación en generación, nos libra del inmovilismo en el actuar y de los remordimientos del pasado.

En el encuentro entre María e Isabel, entre jóvenes y ancianos, Dios nos da su futuro. El camino de María y la acogida de Isabel abren las puertas a la manifestación de la salvación. A través de su abrazo, la misericordia de Dios irrumpe con una gozosa mansedumbre en la historia humana. Quisiera pues invitar a cada uno de ustedes a pensar en aquel encuentro, más aún, a cerrar los ojos y a imaginar, como en una foto, aquel abrazo entre la joven Madre de Dios y la madre anciana de san Juan Bautista; a representarlo en la mente y a visualizarlo en el corazón, para fijarlo en el alma como un luminoso icono interior.

Y los invito además a pasar de la imaginación a la realización de un gesto concreto para abrazar a los abuelos y a los ancianos. No los dejemos solos, su presencia en las familias y en las comunidades es valiosa, nos da la conciencia de compartir la misma herencia y de formar parte de un pueblo en el que se conservan las raíces. Sí, son los ancianos quienes nos transmiten la pertenencia al Pueblo santo de Dios. Tanto la Iglesia como la sociedad los necesita. Ellos entregan al presente un pasado necesario para construir el futuro. Honrémoslos, no nos privemos de su compañía y no los privemos de la nuestra; no permitamos que sean descartados.

La Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores quiere ser un pequeño y delicado signo de esperanza para ellos y para toda la Iglesia. Renuevo por ello mi invitación a todos —diócesis, parroquias, asociaciones y comunidades— a celebrar esta Jornada, poniendo en el centro la alegría desbordante de un renovado encuentro entre jóvenes y ancianos. A ustedes, jóvenes, que se están preparando para ir a Lisboa o que vivirán la Jornada Mundial de la Juventud en sus lugares de origen, quisiera decirles: antes de ponerse en camino vayan a encontrar a sus abuelos, hagan una visita a un anciano que esté solo. Su oración los protegerá y llevarán en el corazón la bendición de ese encuentro. A ustedes ancianos les pido que acompañen con la oración a los jóvenes que van a celebrar la JMJ. Estos muchachos son la respuesta de Dios a sus peticiones, el fruto de lo que sembraron, el signo de que Dios no abandona a su pueblo, sino que siempre lo rejuvenece con la fantasía del Espíritu Santo.

Queridos abuelos, queridos hermanos y hermanas mayores, que la bendición del abrazo entre María e Isabel los alcance y colme de paz vuestros corazones. Los bendigo con afecto. Y ustedes, por favor, recen por mí.

 

Roma, San Juan de Letrán, 31 de mayo de 2023, Fiesta de la Visitación de la Bienaventurada Virgen María.

 

Fuente: conferenciaepiscopal.es

Mensaje del papa Francisco para la VII Jornada Mundial de los Pobres 2023: «No apartes tu rostro del pobre»

 

La Santa Sede hace público este martes 13 de junio el MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO para la VII JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES 2023 que este año se celebrará el 19 de noviembre.

«No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7) es el lema que el Santo Padre propone para este año.  En su mensaje para la séptima Jornada Mundial de los Pobres, Francisco exhorta a no apartar la mirada de los que están en dificultad, como los niños que viven en zonas de guerra, los que no llegan a fin de mes, los que son explotados en el trabajo y los jóvenes prisioneros de una cultura que les hace sentirse fracasados: todos son nuestros prójimos, necesitamos un compromiso político y legislativo serio y eficaz.

 

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«No apartes tu rostro del pobre» (Tb 4,7)
(texto íntegro)

 

1. La Jornada Mundial de los Pobres, signo fecundo de la misericordia del Padre, llega por séptima vez para apoyar el camino de nuestras comunidades. Es una cita que la Iglesia va arraigando poco a poco en su pastoral, para descubrir cada vez más el contenido central del Evangelio. Cada día nos comprometemos a acoger a los pobres, pero esto no basta. Un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades y se hace cada vez más grande hasta desbordarse; ese río parece arrastrarnos, tanto que el grito de nuestros hermanos y hermanas que piden ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada vez más fuerte. Por eso, el domingo anterior a la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, nos reunimos en torno a su Mesa para recibir de Él, una vez más, el don y el compromiso de vivir la pobreza y de servir a los pobres.

«No apartes tu rostro del pobre»(Tb 4,7). Esta Palabra nos ayuda a captar la esencia de nuestro testimonio. Detenernos en el Libro de Tobías, un texto poco conocido del Antiguo Testamento, fascinante y rico en sabiduría, nos permitirá adentrarnos mejor en lo que el autor sagrado desea transmitir. Ante nosotros se despliega una escena de la vida familiar: un padre, Tobit, despide a su hijo Tobías, que está a punto de emprender un largo viaje. El anciano teme no volver a ver a su hijo y por ello le deja su “testamento espiritual”. Tobit había sido deportado a Nínive y se había quedado ciego, por lo que era doblemente pobre, pero siempre había tenido una certeza, expresada en el nombre que lleva: “El Señor ha sido mi bien”. Este hombre, que siempre confió en el Señor, como buen padre no desea tanto dejarle a su hijo algún bien material, cuanto el testimonio del camino a seguir en la vida, por eso le dice: «Acuérdate del Señor todos los días de tu vida, hijo mío, y no peques deliberadamente ni quebrantes sus mandamientos. Realiza obras de justicia todos los días de tu vida y no sigas los caminos de la injusticia» (4,5).

 

2. Como se puede apreciar inmediatamente, lo que el anciano Tobit pide a su hijo que recuerde no se limita a un simple acto de memoria o a una oración dirigida a Dios. Se refiere a gestos concretos que consisten en hacer buenas obras y vivir con justicia. La exhortación se hace aún más específica: a todos los que practican la justicia, «da limosna de tus bienes y no lo hagas de mala gana» (4,7).

Las palabras de este sabio anciano no dejan de sorprendernos. En efecto, no olvidemos que Tobit había perdido la vista precisamente después de realizar un acto de misericordia. Como él mismo cuenta, su vida desde joven estuvo dedicada a hacer obras de caridad: «Hice muchas limosnas a mis hermanos y a mis compatriotas deportados conmigo a Nínive, en el país de los Asirios. […] Daba mi pan a los hambrientos, vestía a los que estaban desnudos y enterraba a mis compatriotas, cuando veía que sus cadáveres eran arrojados por encima de las murallas de Nínive» (1,3.17).

Por su testimonio de caridad, el rey lo había privado de todos sus bienes, dejándolo completamente pobre. Pero el Señor aún lo necesitaba; habiendo recuperado su puesto como administrador, no tuvo miedo de continuar con su estilo de vida. Escuchemos su relato, que también nos habla hoy a nosotros: «En nuestra fiesta de Pentecostés, que es la santa fiesta de las siete Semanas, me prepararon una buena comida y yo me dispuse a comer. Cuando me encontré con la mesa llena de manjares, le dije a mi hijo Tobías: “Hijo mío, ve a buscar entre nuestros hermanos deportados en Nínive a algún pobre que se acuerde de todo corazón del Señor, y tráelo para que comparta mi comida. Yo esperaré hasta que tú vuelvas”» (2,1-2). Sería muy significativo si, en la Jornada de los Pobres, esta preocupación de Tobit fuera también la nuestra. Invitar a compartir el almuerzo dominical, después de haber compartido la Mesa eucarística. La Eucaristía celebrada sería realmente criterio de comunión. Por otra parte, si en torno al altar somos conscientes de que todos somos hermanos y hermanas, ¡cuánto más visible sería esta fraternidad compartiendo la comida festiva con quien carece de lo necesario!

Tobías hizo como le había dicho su padre, pero regresó con la noticia de que habían asesinado a un pobre y lo habían abandonado en medio de la plaza. Sin vacilar, el anciano Tobit se levantó de la mesa y fue a enterrar a aquel hombre. Al volver a su casa, cansado, se durmió en el patio; sobre los ojos le cayó estiércol de unos pájaros y se quedó ciego (cf. 2,1-10). Ironía de la suerte: haces un gesto de caridad y te sucede una desgracia. El hecho nos lleva a pensar así; pero la fe nos enseña a ir más en profundidad. La ceguera de Tobit será su fuerza para reconocer aún mejor las numerosas formas de pobreza que le rodeaban. Y el Señor se encargará a su tiempo de restituir al anciano padre la vista y la alegría de volver a ver a su hijo Tobías. Cuando llegó ese día, Tobit «lo abrazó llorando y le dijo: “¡Te veo, hijo mío, luz de mis ojos!”. Y añadió: “¡Bendito sea Dios! ¡Bendito sea su gran Nombre! ¡Benditos sean todos sus santos ángeles! ¡Que su gran Nombre esté sobre nosotros! Benditos sean los ángeles por todos los siglos! Porque él me había herido, pero […] ahora veo a mi hijo Tobías”» (11,13-15).

 

3. Podemos preguntarnos: ¿de dónde le vienen a Tobit la valentía y la fuerza interior que le permiten servir a Dios en medio de un pueblo pagano y de amar al prójimo hasta el punto de poner en peligro su propia vida? Estamos frente a un ejemplo extraordinario: Tobit era un esposo fiel y un padre atento; fue deportado lejos de su tierra y sufría injustamente; fue perseguido por el rey y por sus vecinos. A pesar de tener un alma tan buena, fue puesto a prueba. Como a menudo nos enseña la Sagrada Escritura, Dios no les evita las pruebas a los que hacen el bien. ¿Cómo es posible? No lo hace para humillarnos, sino para afianzar nuestra fe en Él.

Tobit, en el momento de la prueba, descubre su propia pobreza, que lo hace capaz de reconocer a los pobres. Es fiel a la Ley de Dios y observa los mandamientos, pero esto no le es suficiente. La atención efectiva hacia los pobres le era posible porque había experimentado la pobreza en su propia carne. Por lo tanto, las palabras que dirige a su hijo Tobías son su auténtica herencia: «No apartes tu rostro de ningún pobre» (4,7). En definitiva, cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otra parte, porque eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús. Y fijémonos bien en esa expresión «de ningún pobre». Cada uno de ellos es nuestro prójimo. No importa el color de la piel, la condición social, la procedencia. Si soy pobre, puedo reconocer quién es el hermano que realmente me necesita. Estamos llamados a encontrar a cada pobre y a cada tipo de pobreza, sacudiendo de nosotros la indiferencia y la banalidad con las que escudamos un bienestar ilusorio.

 

4. Vivimos un momento histórico que no favorece la atención hacia los más pobres. La llamada al bienestar sube cada vez más de volumen, mientras las voces del que vive en la pobreza se silencian. Se tiende a descuidar todo aquello que no forma parte de los modelos de vida destinados sobre todo a las generaciones más jóvenes, que son las más frágiles frente al cambio cultural en curso. Lo que es desagradable y provoca sufrimiento se pone entre paréntesis, mientras que las cualidades físicas se exaltan, como si fueran la principal meta a alcanzar. La realidad virtual se apodera de la vida real y los dos mundos se confunden cada vez más fácilmente. Los pobres se vuelven imágenes que pueden conmover por algunos instantes, pero cuando se encuentran en carne y hueso por la calle, entonces intervienen el fastidio y la marginación. La prisa, cotidiana compañera de la vida, impide detenerse, socorrer y hacerse cargo de los demás. La parábola del buen samaritano (cf. Lc 10,25-37) no es un relato del pasado, interpela el presente de cada uno de nosotros. Delegar en otros es fácil; ofrecer dinero para que otros hagan caridad es un gesto generoso; la vocación de todo cristiano es implicarse en primera persona.

 

5. Agradecemos al Señor porque son muchos los hombres y mujeres que viven entregados a los pobres y a los excluidos y que comparten con ellos; personas de todas las edades y condiciones sociales que practican la acogida y se comprometen junto a aquellos que se encuentran en situaciones de marginación y sufrimiento. No son súper-hombres, sino “vecinos de casa” que encontramos cada día y que en el silencio se hacen pobres y con los pobres. No se limitan a dar algo; escuchan, dialogan, intentan comprender la situación y sus causas, para dar consejos adecuados y referencias justas. Están atentos a las necesidades materiales y también espirituales, a la promoción integral de la persona. El Reino de Dios se hace presente y visible en este servicio generoso y gratuito; es realmente como la semilla caída en la tierra buena de estas personas que da fruto (cf. Lc 8,4-15). La gratitud hacia tantos voluntarios pide hacerse oración para que su testimonio pueda ser fecundo.

 

6. En el 60 aniversario de la Encíclica Pacem in terris, es urgente retomar las palabras del santo Papa Juan XXIII cuando escribía: «Observamos que [el hombre] tiene un derecho a la existencia, a la integridad corporal, a los medios necesarios para un decoroso nivel de vida, cuales son, principalmente, el alimento, el vestido, la vivienda, el descanso, la asistencia médica y, finalmente, los servicios indispensables que a cada uno debe prestar el Estado. De lo cual se sigue que el hombre posee también el derecho a la seguridad personal en caso de enfermedad, invalidez, viudedad, vejez, paro y, por último, cualquier otra eventualidad que le prive, sin culpa suya, de los medios necesarios para su sustento» (n. 11).

Cuánto trabajo tenemos todavía por delante para que estas palabras se hagan realidad, también por medio de un serio y eficaz compromiso político y legislativo. Que pueda desarrollarse la solidaridad y la subsidiariedad de tantos ciudadanos que creen en el valor del compromiso voluntario de entrega a los pobres, no obstante los límites y en ocasiones las deficiencias de la política en ver y servir al bien común. Se trata ciertamente de estimular y hacer presión para que las instituciones públicas cumplan bien su deber; pero no sirve permanecer pasivos en espera de recibir todo “desde lo alto”; quienes viven en condiciones de pobreza también han de ser implicados y acompañados en un proceso de cambio y de responsabilidad.

 

7. Lamentablemente, debemos constatar una vez más nuevas formas de pobreza que se suman a las que se han descrito anteriormente. Pienso de modo particular en las poblaciones que viven en zonas de guerra, especialmente en los niños privados de un presente sereno y de un futuro digno. Nadie podrá acostumbrarse jamás a esta situación; mantengamos vivo cada intento para que la paz se afirme como don del Señor Resucitado y fruto del compromiso por la justicia y el diálogo.

Tampoco puedo olvidar las especulaciones que, en diversos sectores, llevan a un dramático aumento de los costes que vuelven a muchísimas familias aún más indigentes. Los salarios se acaban rápidamente, obligando a privaciones que atentan contra la dignidad de las personas. Si en una familia se debe elegir entre la comida para subsistir y las medicinas para recuperar la salud, entonces debe hacerse escuchar la voz del que reclama el derecho de ambos bienes, en nombre de la dignidad de la persona humana.

¿Cómo no llamar la atención, además, sobre el desorden ético que marca el mundo del trabajo? El trato deshumano que se reserva a tantos trabajadores y trabajadoras; la retribución que no corresponde al trabajo realizado; el flagelo de la precariedad; las excesivas víctimas de accidentes, provocadas a menudo por una mentalidad que prefiere el beneficio inmediato en detrimento de la seguridad. Vuelven a la mente las palabras de san Juan Pablo II: «El primer fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo. […] El hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, el trabajo está “en función del hombre” y no el hombre “en función del trabajo”» (Carta enc. Laborem exercens, 6).

 

8. Esta enumeración, ya de por sí dramática, describe sólo parcialmente las situaciones de pobreza que forman parte de nuestra cotidianidad. No puedo pasar por alto, en particular, un modo de sufrimiento que cada día es más evidente y que afecta al mundo juvenil. Cuántas vidas frustradas e incluso suicidios de jóvenes, engañados por una cultura que los lleva a sentirse “incompletos” y “fracasados”. Ayudémosles a reaccionar ante estas instigaciones nefastas, para que cada uno pueda encontrar el camino a seguir para adquirir una identidad fuerte y generosa.

Es fácil, hablando de los pobres, caer en la retórica. También es una tentación insidiosa la de quedarse en las estadísticas y en los números. Los pobres son personas, tienen rostros, historias, corazones y almas. Son hermanos y hermanas con sus cualidades y defectos, como todos, y es importante entrar en una relación personal con cada uno de ellos.

El Libro de Tobías nos enseña cómo actuar de forma concreta con y por los pobres. Es una cuestión de justicia que nos compromete a todos a buscarnos y encontrarnos recíprocamente, para favorecer la armonía necesaria, de modo que una comunidad pueda identificarse como tal. Por tanto, el interés por los pobres no se agota en limosnas apresuradas; exige restablecer las justas relaciones interpersonales que han sido afectadas por la pobreza. De ese modo, “no apartar el rostro del pobre” conduce a obtener los beneficios de la misericordia, de la caridad que da sentido y valor a toda la vida cristiana.

 

9. Nuestra atención hacia los pobres siempre está marcada por el realismo evangélico. Lo que se comparte debe responder a las necesidades concretas de los demás, no se trata de liberarse de lo superfluo. También en esto es necesario el discernimiento, bajo la guía del Espíritu Santo, para reconocer las verdaderas exigencias de los hermanos y no nuestras propias aspiraciones. Lo que de seguro necesitan con mayor urgencia es nuestra humanidad, nuestro corazón abierto al amor. No lo olvidemos: «Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 198). La fe nos enseña que cada uno de los pobres es hijo de Dios y que en él o en ella está presente Cristo: «Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40).

 

10. Este año se conmemora el 150 aniversario del nacimiento de santa Teresa del Niño Jesús. En una página de su Historia de un alma escribió: «Sí, ahora comprendo que la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no extrañarse de sus debilidades, en edificarse de los más pequeños actos de virtud que les veamos practicar. Pero, sobre todo, comprendí que la caridad no debe quedarse encerrada en el fondo del corazón: Nadie, dijo Jesús, enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Yo pienso que esa lámpara representa a la caridad, que debe alumbrar y alegrar, no sólo a los que me son más queridos, sino a todos los que están en la casa, sin exceptuar a nadie» (Ms C, 12r°: Obras completas, Burgos 2006, 287-288).

En esta casa que es el mundo, todos tienen derecho a ser iluminados por la caridad, nadie puede ser privado de ella. Que la perseverancia del amor de santa Teresita pueda inspirar nuestros corazones en esta Jornada Mundial, que nos ayude a “no apartar el rostro del pobre” y a mantener nuestra mirada siempre fija en la faz humana y divina de nuestro Señor Jesucristo.

 

Roma, San Juan de Letrán, 13 de junio de 2023, Memoria de san Antonio de Padua, patrono de los pobres.

 

 

Fuente: conferenciaepiscopal.es

Vídeo del Papa. Junio 2023. Por la abolición de la tortura: «¡Paremos este horror de la tortura!»

Oremos para que la comunidad internacional se comprometa concretamente en la abolición de la tortura, garantizando el apoyo a las víctimas y sus familias.

Papa Francisco – Junio 2023

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La tortura. ¡Dios mío, la tortura! ¡Paremos este horror de la tortura!

 

El Vídeo del Papa comparte la intención de oración que el Santo Padre confía a toda la Iglesia Católica a través de la Red Mundial de Oración del Papa. En este mes de junio, con este mensaje, el Santo Padre hace un enérgico llamamiento a la abolición de la tortura, en todas sus formas y en todo el mundo.

 “¿Cómo es posible que la capacidad humana para la crueldad sea tan grande?”, se pregunta con horror el Papa Francisco al comienzo de este Video del Papa. “Es imprescindible poner la dignidad de la persona por encima de todo”, señala el Sumo Pontífice. El Papa denuncia no solo las formas más violentas de tortura, sino también aquellas “más sofisticadas, como el trato degradante, la anulación de los sentidos o las detenciones masivas en condiciones inhumanas”. Horrorizado por cómo sigue siendo una práctica actual, pide a la comunidad internacional “que se comprometa concretamente en el apoyo a las víctimas y sus familias”.

 

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Historia de ayer, historia de hoy

“La tortura no es una historia de ayer”, explica Francisco en el video. “Desgraciadamente, es parte de nuestra historia de hoy”. Y lo subraya en las palabras que acompañan a su intención de oración: además de “formas muy violentas de tortura”, existen en el mundo actual “otras más sofisticadas, como el trato degradante, la anulación de los sentidos o las detenciones masivas en condiciones que no son humanas, que quitan la dignidad de la persona”.

El momento de la denuncia, y de la propia intención de la oración, no es casual: el próximo 26 de junio se conmemorará el Día Internacional de las Naciones Unidas en Apoyo de las Víctimas de la Tortura, debido a la fecha de 1987 cuando entró en vigencia la Convención de la ONU contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (convención ratificada por 162 países) que se aprobó en 1984.

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Ecce homo (He aquí el hombre)

Imágenes de presos en condiciones inhumanas —amarrados a una silla, encapuchados, con las manos atadas— abren el Video del Papa de este mes, que reconstruye lugares y prácticas de tortura vigentes en diversas partes del mundo. Cubos de agua con trapos, cuerdas, baterías eléctricas, alicates, martillos, machetes… Este inquietante inventario de una hipotética sala de tortura acompaña las palabras de Francisco, y subraya que quien intenta reducir al hombre a una “cosa” pierde, ante todo, su humanidad. Es lo que les ocurrió también a los torturadores de Jesús, cuando lo flagelaron, le pegaron y se burlaron de él. Jesús experimentó la tortura durante su Pasión y murió llevando sus señales: las heridas de las espinas y los látigos, los moretones por los golpes, las muñecas hinchadas por las cuerdas. Los detalles del Ecce homo del santuario homónimo de Mesoraca, en la provincia de Crotone (Italia), impresionantes por su realismo, dan cuenta de ello en el video.

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Una práctica prohibida que sigue vigente en la sombra del derecho internacional

La tortura es una práctica que data desde la antigüedad. En los siglos XVIII y XIX, los países occidentales abolieron el uso oficial de la tortura en el sistema judicial y hoy su uso está totalmente prohibido por el derecho internacional. Sin embargo, es una realidad que sigue teniendo lugar en muchos países.

El Fondo de Contribuciones Voluntarias de las Naciones Unidas para las Víctimas de la Tortura ha ayudado cada año, desde 1981, a una media de 50.000 víctimas de la tortura en países de todas las regiones del mundo. Esto suele ocurrir, naturalmente, en zonas de conflicto, como la agresión rusa contra Ucrania, donde ha habido informes sobre actos de tortura perpetrados por soldados rusos contra militares y civiles ucranianos. Pero también, y en parte tras la aparición de las nuevas tecnologías, ha aumentado el uso de prácticas de tortura no cruentas, como las psicológicas. El agravante, además, es que existe una brecha persistente en la rendición de cuentas por tortura y malos tratos en todo el mundo, causada en parte por la negación sistémica, la obstrucción y la evasión deliberada de la responsabilidad por parte de las autoridades públicas; este escenario dificulta contabilizar y llevar un registro de las víctimas.

 

El llamamiento de Francisco

He aquí, pues, el llamamiento del Papa a toda la comunidad internacional, “para que se comprometa concretamente en la abolición de la tortura, garantizando el apoyo a las víctimas y a sus familias”. Ya en un discurso del 2014, Francisco había señalado que “estos abusos se podrán detener únicamente con el firme compromiso de la comunidad internacional en reconocer […] la dignidad de la persona humana sobre todas las cosas”.

 

Jesucristo, torturado y crucificado

El P. Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, comentó acerca de esta intención: “Cualesquiera que sean las razones, no se puede legitimar la tortura. Francisco lo dijo muchas veces con claridad, por ejemplo: ‘¡Torturar a las personas es un pecado mortal! Que las comunidades cristianas se comprometan a sostener a las víctimas de la tortura’ (Tweet del 26 de junio 2018). Jesucristo, el rostro de Dios para los cristianos, se ha hecho cercano a todos los torturados a lo largo de la historia en su Pasión. Por eso, como nos dice Francisco en Fratelli Tutti: ‘Cada violencia cometida contra un ser humano es una herida en la carne de la humanidad’ (FT 227). Este mes de oración y acción por la abolición de toda forma de tortura, sea de los detenidos, prisioneros o secuestrados, es también un llamado a garantizar ‘el apoyo a las víctimas y sus familias’”.

 

 

 

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Fuente: thepopevideo.org

Carta de los Obispos de la Provincia Eclesiástica de Santiago de Compostela con motivo de la campaña de sensibilización para la matriculación en la asignatura de Religión Católica

 

 

Santiago de Compostela, 4 junio de 2023

 

Queridos padres y madres

Os saludamos de nuevo, a vosotros y a toda la comunidad cristiana, con motivo de la Jornada Diocesana sobre la Enseñanza Religiosa en la Escuela, en este tiempo en el que se abre el proceso de matriculación para el próximo curso escolar 2023/2024.

Como bien sabéis, todos los centros educativos tienen obligación de ofertar esta asignatura y, vosotros como padres, tenéis la opción de escogerla.

Siendo conscientes de que nuestra sociedad actual vive en una profunda crisis de valores y que la presencia de la Religión en el ámbito público se quiere silenciar cada día más, es especialmente importante que, como cristianos, hagamos valer nuestro derecho a estar presentes en las aulas, y eso solamente es posible si existe demanda de la asignatura.

La asignatura de Religión tiene como objetivo la educación integral del alumnado, tanto a nivel de cultura religiosa, como a nivel de valores. Así mismo, es importante su dimensión de acompañamiento personal, que ayuda al alumnado a crecer en todos sus ámbitos: humano, espiritual, cultural y ético.

La misión de la asignatura, así mismo, es ofrecer un conocimiento crítico y maduro de la fe cristiana, en el marco de un diálogo interdisciplinar entre el Evangelio y la cultura humana, a la población en edad escolar, pretendiendo que el mensaje cristiano, que es el que fragua nuestra cultura, forme parte de la formación que vuestros hijos e hijas reciben en el colegio y en el instituto.

Vosotros, como padres y madres, habéis asumido en el momento del bautismo de vuestros hijos la responsabilidad de educarlos en la fe. Para facilitaros este compromiso, además de la educación cristiana que les ofrecéis en casa, la Iglesia pone a vuestra disposición la enseñanza religiosa escolar, con un profesorado doctrinal y pedagógicamente formado, como complemento de vuestra irrenunciable responsabilidad educativa y expresión del derecho, como padres, a educar a vuestros hijos conforme a las propias convicciones y creencias.

Os animamos, pues, a que matriculéis a vuestros hijos en la asignatura de Religión, ya que no solamente les ayudará a crecer como cristianos, sino también como personas.

Con nuestro agradecimiento y apoyo a los padres y profesores que entregáis generosamente lo mejor de vosotros en la educación de vuestros hijos y alumnos, os bendecimos con afecto en el Señor y os encomendamos en nuestras oraciones.

 

+ Francisco José, Arzobispo de Santiago.
+ Luis, Obispo de Tui-Vigo.
+ Alfonso, Obispo de Lugo.
+ José Leonardo, Obispo de Ourense.
+ Fernando, Obispo de Mondoñedo-Ferrol.

 

Fuente: archicompostela.es

 

Mons. Francisco Prieto Fernández, nuevo arzobispo de Santiago de Compostela: “Con todos quiero caminar, como hermano en la fe, como vuestro pastor”

Cerca de treinta cardenales, arzobispos y obispos españoles, junto al nuncio apostólico, monseñor Bernardito Auza, acompañaron a mons. Francisco Prieto este sábado en la ceremonia de presentación y toma de posesión como nuevo arzobispo de Santiago de Compostela, tras suceder a monseñor Julián Barrio.

 

La ceremonia de toma de posesión de monseñor mons. Francisco Prieto Fernández, como nuevo arzobispo de la Archidiócesis de Santiago ha tenido lugar la mañana de este sábado tres de junio, en la Catedral compostelana. La Solemne Eucaristía trascurrió en medio de la presencia de cerca de treinta obispos procedentes de diversas diócesis de España, quienes, junto al nuncio apostólico, mons. Bernardito Azúa, acompañaron mons. prieto en el relevo de mons. Julián Barrio, como cabeza de la Iglesia que peregrina en Santiago de Compostela.

La ceremonia comenzó a las once de la mañana, cuando la comitiva compuesta por el nuncio, el Arzobispo electo y el Arzobispo Administrador Apostólico fue recibida en la Puerta de la Catedral por el Cabildo Metropolitano. El Deán presidente del Cabildo de la Catedral ofreció al Arzobispo electo el Lignum Crucis para que lo venere besándolo y, de igual modo, al Nuncio Apostólico y al Arzobispo Administrador Apostólico. A continuación, se dirigieron en procesión a la Capilla del Santísimo, donde oraron ante el Santísimo Sacramento unos momentos. Terminada la breve visita, se dirigieron a la sacristía, donde se revistieron para celebrar la Misa Estacional.

Ya en la Eucaristía, tras una breve alocución de monseñor Barrio, el nuncio presentó a monseñor Prieto, se mostraron y leyeron las letras apostólicas, con el nombramiento del arzobispo, firmadas por el Papa Francisco.

Tras esta lectura, monseñor Prieto ocupó la cátedra y recibió el báculo. Es entonces cuando se formalizó el relevo al frente de la Archidiócesis, y una representación de la misma formada por sacerdotes, religiosas y laicos subió al presbiterio para saludar y felicitar al nuevo arzobispo.

Acto seguido, la Eucaristía se siguió celebrando como de costumbre, pero ya bajo la presidencia de monseñor Francisco Prieto.

El Señor siempre nos precede, Él toma la iniciativa”, así iniciaba la homilía el nuevo arzobispo, en la que destacó que “seguir al Señor no consiste en, primer lugar, en sacrificios y renuncias. Es, ante todo, un encuentro transformador con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva que suscita nuevas relaciones con Dios y con los hombres, y así somos llamados a vivir gozosamente como hijos y hermanos”.

Mons. Prieto manifestó que en los dos años como Obispo Auxiliar ha podido apreciar, descubrir “el rostro mismo de Cristo” en los sacerdotes, en los miembros de la vida consagrada, en los fieles laicos: “Por el bautismo, compartimos la dignidad y la vocación común de participar en la vida y misión de la Iglesia, una misión común al servicio del Evangelio. Por el bautismo somos llamados, vocacionados, a caminar juntos, en la escucha de todos al Espíritu, que es el que nos conduce a la verdad completa, el maestro que nos ayuda a discernir y el que educa los oídos en el corazón, tomando la imagen agustiniana, para aprender el arte de la escucha y del acompañamiento del prójimo”.

El prelado compostelano destacó que la sinodalidad no sólo puede ser pensada, sino sobre todo vivida: “nos descubre que todo el pueblo de Dios es peregrino hacia la casa del Padre, un pueblo de muchos rostros y carismas, un pueblo de bautizados en el que, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar.” Y añadió: “El Sínodo Diocesano de 2016-2017 ha trazado un camino que debemos retomar sin dilación. No es momento de quejas, de resentimientos, de rendirse, sino de preguntarnos si estamos dispuestos a mirar el futuro en clave de Evangelio”.

En este sentido, mons. Prieto apeló a la actitud de “salida”: “La Iglesia “en salida” ha de ser un sueño hecho realidad, realidad de Evangelio en el corazón del mundo y de los hombres para mostrarles el camino de vida y salvación que Dios quiere para cada uno de nosotros. Eso fue lo que hizo Jesucristo, eso es lo que nos pide que sigamos haciendo”.

El arzobispo de Santiago invitó a trabajar en la tarea común de construir juntos espacios de convivencia y humanidad: “Los hombres y mujeres de este tiempo, especialmente los que más sufren los golpes de esta crisis y de las guerras que áun nos acechan, merecen todo nuestro esfuerzo y empeño. Comparto con vosotros el deseo de trabajar juntos, desde el respeto y el diálogo, en favor de bien común”.

En esta mañana hizo suyas aquellas palabras de san Agustín: “Yo os custodio por el oficio de gobierno, pero quiero ser custodiado con vosotros. Yo soy pastor para vosotros, pero soy oveja con vosotros bajo aquel Pastor. Desde este lugar soy como maestro para vosotros, pero soy condiscípulo vuestro en esta escuela bajo aquel único Maestro”.

Terminó la homilía pidiendo ayuda para ser obispo de todos y obispo con todos: “Con todos quiero caminar, como hermano en la fe, como vuestro pastor. Y Obispo para todos, en una Iglesia, esta que peregrina en Santiago de Compostela, que ha de ser hogar donde todos cabemos y en la que todos nos alegremos y demos gracias por vivir la unidad en la diversidad, ambas frutos del mismo Espíritu, y así busquemos y encontremos la verdad en la comunión con Dios y con las personas”.

 

Homilía íntegra mons. Francisco Prieto

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Autoridades eclesiástica

Cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes, miembros del Colegio de Consultores y del Cabildo metropolitano, vicarios episcopales, delegados episcopales y diocesanos, diáconos, seminaristas, miembros de vida consagrada, laicos… junto a sus familiares y amigos de su Ourense natal han rezado y acompañado a mons. Prieto en esta celebración.

 

Autoridades civiles

A la ceremonia de toma de posesión asistieron el Presidente da Xunta de Galicia, Alfonso Rueda; el Presidente del Parlamento, Miguel Ángel Santalices; así como el General del AMA, el Rector de la USC, el Teniente Alcalde de Santiago, el Portavoz Municipal del PP en Santiago, Jefe Superior Policía Nacional, General Jefe Guardia Civil, el Coronel del Aeródromo, el Director Escuela Naval de Marín, el Jefe Provincial de la Policía Nacional de A Coruña y el de Ourense, el Comisario de la Policía Nacional de Santiago, el Inspector de la Policía Local de Santiago, etc.

 

Biografía

La Santa Sede ha hecho público el sábado 1 de abril de 2023 el nombramiento de Mons. Francisco José Prieto Fernández como Arzobispo de la  Diócesis  de  Santiago de Compostela.

Mons. Francisco José Prieto Fernández fue ordenado obispo el día 10 de abril de 2021, en la Catedral de Santiago de Compostela, por el arzobispo Mons. Julián Barrio Barrio.

En la Conferencia Episcopal Española es miembro de la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales y de la Subcomisión Episcopal para el Patrimonio Cultural.

Nació en Ourense el 18 de agosto de 1968. Cursó estudios eclesiásticos en el Instituto Teológico “Divino Maestro” de Ourense, centro afiliado a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca (1986-1992) y  fue ordenado sacerdote el 26 de junio de 1993.

Es licenciado en Teología Patrística por la Facultad de Teología de la Universidad Gregoriana de Roma (1992-1994) y doctor en Teología Bíblica por la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca (2008).

Su ministerio pastoral lo ha desarrollado en la diócesis de Ourense. Ha sido capellán del monasterio de San José (Clarisas) (desde 2004) y vicario episcopal para la Nueva Evangelización de Ourense (desde 2012).

La actividad pastoral la ha compaginado con la docencia en el Instituto Teológico “Divino Maestro” de Ourense como profesor de Patrología y Orígenes del Cristianismo (desde el curso 1995-1996); de Metodología Científica (desde el curso 2007-2008); de Cristología (desde el curso 2009-2010) y de Mariología (desde el curso 2018- 2019). Es profesor invitado en el Instituto Teológico Compostelano (desde el curso 2017- 2018) y director del Centro de Ciencias Religiosas San Martín en Ourense, sección del Instituto Superior Compostelano de Ciencias Religiosas. Formación Permanente del Clero de la diócesis de Ourense (desde el año 1995).

Miembro de la Asociación Bíblica Española (desde 2002) y de la Comisión Teológica Asesora de la Conferencia Episcopal Española (desde 2013), es secretario del consejo de redacción de la revista Auriensia, publicación del Instituto Teológico “Divino Maestro” (desde 1998).

Anteriormente ha desempeñado los siguientes cargos pastorales: vicario parroquial de la parroquia de Santa Teresita (1994-1995); formador del seminario menor (1995- 1996); administrador parroquial de Chaguazoso, Manzalvos, Cádavos y Castromil (1996- 1997), de Vilar das Tres (1997- 2001) y de Carballeda (O Reino), Torrezuela, Corna y Coiras (2008-2009), además de vicario parroquial de San Pío X (2009).

 

 

 

Fuente: archicompostela.es

Entrevista a Monseñor Julián Barrio: “Cada vez que voy a la Catedral y la veo tan llena me pregunto si seguimos en Año Santo”

 

Monseñor Julián Barrio, ayer en el Palacio Arzobispal / JESÚS PRIETO

 

Manganeses de la Polvorosa (Zamora), 1946} Después de tres décadas desde su llegada a Compostela, monseñor Julián Barrio se despide este sábado como arzobispo. Lo hace con una sensación “agridulce”, como todas las partidas, pero también agradecido y satisfecho por haber mantenido en primera línea una Archidiócesis que es la meta de peregrinos de todo el mundo.

¿Cómo se siente en estas últimas horas como administrador apostólico de esta Archidiócesis que ha pastoreado durante treinta años?

La verdad es que es una situación esperada. Pero por otra parte, cuando llega, es también un momento agridulce. Son treinta años, media vida aquí. Ahora solo puedo desearle lo mejor a la Diócesis, para que siga peregrinando y respondiendo a las situaciones concretas que vive el hombre de nuestros días.

¿Se va satisfecho?

Yo he intentado, en la medida de mis posibilidades, de escuchar a la gente para dar respuestas a lo que se pregunta. Porque reconozco que muchas veces damos contestaciones a preguntas que nadie nos hace. Y, claro, luego lamentamos que la gente no nos escuche, que no esté pendiente. Hay que tratar de escuchar a la gente para no decirle aquello que le guste, sino en función de lo que preguntan. Y así ofrecer, siempre desde una lectura creyente, una respuesta sobre la realidad actual; sabiendo cuáles son las preocupaciones y las inquietudes tanto religiosas como pastorales del hombre de nuestros días.

Podemos decir que el broche de oro de su pontificado ha sido un doble Año Santo compostelano con unas cifras extraordinarias, ¿cree que seguirá el éxito de la peregrinación?

Creo que sí. Mi preocupación ha sido siempre cuidar mucho la acogida de los peregrinos. Materialmente, a través del nuevo Centro Internacional del Peregrino, y también en la Catedral, por supuesto. Pero pienso que debemos acoger lo mejor posible también desde la perspectiva espiritual; porque esa dimensión espiritual, lógicamente, no se va a convertir en una realidad inerte. Desde el primer momento que llegué a la Diócesis, he intentado, sobre todo, que el Camino de Santiago no pierda la dimensión espiritual, porque soy consciente de que si la perdiera los peregrinos no iban a venir en la medida en que están viniendo.

 

Monseñor Julián Barrio, Arzobispo administrador apostólico de Santiago / JESUS PRIETO

 

Están viniendo muchos, lo hemos visto en este Año Santo doble. 2021 estuvo muy marcado por la pandemia, pero aún así vinieron muchos peregrinos. No digamos ya en 2022, que realmente ha sido espectacular. Y por lo que ahora estamos viviendo… Yo me pregunto muchas veces cuando voy a la Catedral si es Año Santo o no porque sigue estando muy llena. Lo cual quiere decir que felizmente la realidad de la peregrinación a Santiago se va a mantener. Para todos nosotros tiene que ser un motivo de satisfacción y de alegría. Santiago, Jerusalén, Roma… Pero, Santiago es Santiago. Ya en la Divina Comedia se decía que la peregrinación a Santiago era la más importante que puede hacer un cristiano antes de morir. Y lo estamos viendo en estos momentos.

 

Finalmente, todas las invitaciones que se cursaron al papa Francisco para peregrinar a Compostela no surtieron el efecto esperado… 

Yo tenía confianza en que el papa pudiera venir. Ahora soy consciente de que, en ese sentido, nosotros no podemos quejarnos porque tuvimos aquí dos veces la visita de San Juan Pablo II. En el último Año Santo tuvimos la visita de Benedicto XVI. Aunque a mí me hubiera hecho mucha ilusión, por supuesto, como a tantas y tantas

personas, entiendo que el papa también tiene su programación pastoral. Yo me he dado cuenta de que él quiere estar en lugares donde no había estado nunca un papa y lógicamente en sitios llamados de la periferia. Es decir, en lugares que necesitan esa presencia del papa más que nosotros, lo cual no quiere decir que yo hubiera deseado que hubiera venido.

Sí, efectivamente, y recuerdo que cuando estuvimos con él el presidente de la Xunta y yo, él nos dijo: lo vamos a ver, lo vamos a hablar.

 

Volviendo a la Archidiócesis, ¿en qué cree que ha cambiado su desde su llegada hace ya tres décadas hasta la actualidad? 

Han sido treinta años en los que hemos vividos cambios en lo político, en lo religioso y en lo cultural. La Diócesis no ha sido ajena a estos cambios y esto se ha reflejado en la forma de afrontar estas realidades pastoralmente. Hemos tratado de estar con los ojos bien abiertos y los oídos atentos con el objetivo de que los diocesanos trataran en todo momento de vivir la realidad. Le doy mucha importancia al Sínodo que hemos celebrado entre 2012 y 2016. Creo que nos ha ayudado a mover un poco las aguas de la piscina de la Diócesis para que se convirtieran en aguas curativas de todo aquello que realmente nos podría alejar de la realidad concreta que nos toca vivir y darle una respuesta al creyente.

 

Monseñor Julián Barrio / JESUS PRIETO

¿Qué trabajo queda por hacer? 

Estoy seguro de que es mucho. Pero me da paz saber que en la Iglesia nadie parte de cero y todos tenemos que tratar de realizar la misión encomendada en el momento que nos toca vivir.

 

¿Le daría algún consejo a su sucesor, monseñor Prieto? 

Los consejos suelen darse cuando alguien los pide porque cree necesitarlos. Mi sucesor sabe que en la medida de mis posibilidades estaré siempre encantado de, si necesita mi colaboración, dársela con todo gusto.

 

¿Qué impresiones le genera el cambio político que todo indica que se va a producir en la ciudad? 

Todavía se está empezando la negociación, pero yo creo que la persona que sea alcalde o alcaldesa tomará, sin duda, conciencia de lo que significa esta ciudad de Santiago.

 

Ahora quisiera preguntarle por usted. Este sábado se jubila, ¿qué planes tiene el arzobispo emérito? 

Lo iremos viendo día a día. De momento ya tengo algunos compromisos, como tandas de ejercicios espirituales; y después también trataré de revisar todo lo que he escrito sobre las peregrinaciones y las pastorales del Año Santo, para tratar lo que yo considero que es la antropología del peregrino. Es una idea que tengo.

 

Me imagino que durante estos años habría momentos gozosos pero también algunos dolorosos…. 

Ciertamente ha habido de todo. Recuerdo los momentos en que estuve en el hospital, la desaparición del Códice Calixtino, el accidente del Alvia, los funerales por pescadores que perdieron sus vidas en el mar… Y ha habido momentos gozosos como la venida del papa Benedicto XVI en el Año Santo del 2010, las ordenaciones sacerdotales, la celebración del Sínodo Diocesano y de los Años Santos compostelanos, el trabajo de Cáritas, la celebración del Congreso Eucarístico diocesano y la celebración aquí en Santiago del Congreso Eucarístico Nacional.

 

¿Cuál impresión general que se lleva un castellano de Zamora de las gentes gallegas y en qué medida se siente gallego? 

Me he sentido acogido, comprendido y ayudado. Mi impresión es muy positiva. Para mí el amar a la Iglesia en Galicia y a Galicia lo siento no como una obligación sino como una necesidad. Me siento gallego como no podía ser de otra forma. Siendo admirable esta comunidad gallega en su geografía, en sus aldeas, villas y ciudades, en su cultura, lengua y tradiciones, admiro su capacidad para mirar adelante con sentidiño.

 

¿Se mudará de casa?

Sí, claro. Ahora, de momento, voy a ir a mi pueblo. Y después, en otoño, en invierno, volveré aquí y viviré en el Seminario Menor de Belvís.

 

De la lluvia de Santiago al frío de Manganeses de la Polvorosa… 

Pasando por el frío de Manganeses, no voy a olvidar la lluvia de Santiago. Si Dios quiere, espero tener la posibilidad de alternar una cosa y la otra.

 

 

Fuente: Arturo Reboiras | El Correo Gallego

Entrevista a Monseñor Francisco Prieto en Religión Digital: «Ser arzobispo no es una tarea solitaria, sino misión compartida»

 

 

  • “Ser arzobispo no es una tarea solitaria en la que uno deba hacerlo y serlo todo ni mucho menos, sino misión compartida desde el ministerio y el carisma que el Señor ha dado a cada bautizado”
  • “Acojamos la llamada que Dios nos hace para ser una Iglesia que no se quede paralizada en las estructuras, en actitudes meramente ideológicas o en las inercias pastorales”
  • “Con paciencia y maestría, con gesto sobrio y palabra honda, me enseñó y ayudó a conocer y querer a esta Iglesia compostelana”
  • “Ante el evidente retroceso del uso del gallego en nuestras celebraciones todos los fieles, todos los agentes de pastoral debemos entonar un mea culpa, ya sea por descuido o por complejos y prejuicios”

 

Humilde, inteligente, bien preparado y buena persona, Francisco José Prieto Fernández (Ourense, 1968) tomará posesión, en unos días, de la Archidiócesis de Santiago de Compostela, que, a su juicio, es más que una diócesis: “Es como un gran mosaico”. Agradece a monseñor Barrio, que “me enseñó y ayudó a conocer y querer a esta Iglesia compostelana”. Quiere, sueña y desea una Iglesia entendida como “misión compartida”, abierta y en salida, como pide el Papa, y, además, encarnada: “Ante el evidente retroceso del uso del gallego en nuestras celebraciones todos los fieles, todos los agentes de pastoral debemos entonar un mea culpa”.

El nuevo arzobispo pide a sus fieles “sentidiño” (un término muy característico de la forma de ser y actuar de los gallegos) de cara a las próximas elecciones: “Creo sinceramente en la capacidad de nuestra gente que, con “sentidiño” y libertad, sabrá ejercer un voto coherente con su conciencia y sus creencias”. Y, como soñar no cuesta nada, monseñor Prieto cree que todavía es posible que el Papa Francisco visite Compostela “con motivo de la JMJ” o “en otra ocasión oportuna”.

 

 

¿Esperaba seguir la tradición compostelana de los auxiliares convertidos en arzobispos? ¿Qué sintió cuando se lo comunicaron?

En Santiago, en ocasiones, me hacían referencia a la tradición acerca del obispo auxiliar como sucesor del arzobispo. Había precedentes, pero eso no implicaba que fuese una regla fija. Mi tarea fundamental era centrarme en mis obligaciones como obispo auxiliar, y saber que el discernimiento para esa decisión era responsabilidad de la Santa Sede.

Cuando me comunicaron, a mediados de marzo, que el Papa había decidido nombrarme arzobispo de Santiago, además de guardar unos segundos de silencio tras lo que me acababan de decir, como reacción inmediata experimenté una mezcla emocional entretejida de desconcierto y confianza. Todo sucede tan rápido que resulta difícil describir el momento. Sólo horas después tomas conciencia de la misión encomendada y de la fragilidad que te acompaña y te pones en las manos del Señor.

 

¿Le abruma el peso de ser uno de los arzobispos más jóvenes de Compostela?

Más que la edad, abruma la responsabilidad que supone ser pastor y obispo de una Iglesia diocesana como es la archidiócesis compostelana. En estos dos años como obispo auxiliar he procurado conocer de cerca una extensa y diversa geografía social y religiosa: una abundancia fecunda de realidades pastorales en sus parroquias rurales y urbanas, de costa e interior, en sus grupos y movimientos, en la vida religiosa, en la acción socio-caritativa, en la entrega generosa de los sacerdotes.

 

 

Cuando veo el mapa de la archidiócesis y pones nombre y rostro a cada lugar (y aún me queda mucho por conocer), te das cuenta de que ser arzobispo no es una tarea solitaria en la que uno deba hacerlo y serlo todo ni mucho menos, sino misión compartida desde el ministerio y el carisma que el Señor ha dado a cada bautizado.

 

¿Cuál será su mayor ilusión como arzobispo de Compostela?

Me acuerdo de aquellas palabras del papa Francisco en Evangelii Gaudium cuando afirma que sueña con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación (nº 27). Al comentarlas, suelo decir que el “sueño” no es ni una pesadilla ni una alucinación, sino el plan de Dios para cada uno, para cada Iglesia diocesana, para todo el pueblo de Dios. Soñar puede ser que todos – arzobispo, sacerdotes, consagrados, laicos – acojamos la llamada que Dios nos hace para ser una Iglesia que no se quede paralizada en las estructuras, en actitudes meramente ideológicas o en las inercias pastorales, sino dispuesta a recorrer juntos el camino del Evangelio. No es fácil pasar de las buenas intenciones y de los sueños a la realidad, pero tampoco excusarnos en nuestras comodidades y lamentos. Precisamos renovar una escucha con oídos en el corazón: a Dios y su Palabra, a los hermanos, a los hombres y mujeres de este tiempo tan complejo que nos ha tocado vivir. En la escucha se reconocen las preguntas que de verdad piden respuesta desde la fe, desde el Evangelio.

 

¿Qué ha aprendido de Don Julián y qué es lo que más le agradece?

Dos años como obispo auxiliar junto a don Julián me han permitido descubrir cómo vive su ministerio pastoral: con honda fe, hecho de palabras sabias y de gestos sencillos. Su entrega y dedicación a esta archidiócesis de Santiago ha sido plena en todos estos años, desde que llegó en 1993 como obispo auxiliar y todos los que estuvo al frente de la misma como arzobispo. Estoy convencido que el Señor, que ve en lo escondido, sabrá reconocerlo como corresponde. Personalmente, quiero agradecerle que, desde el primer momento, me acogió con afecto paterno y cercanía de hermano; y con paciencia y maestría, con gesto sobrio y palabra honda, me enseñó y ayudó a conocer y querer a esta Iglesia compostelana.

 

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¿El Camino convierte a Santiago en algo más que una diócesis?

Estos días, al recorrer alguna de las plazas que rodean la Catedral de Santiago, me llama la atención, no solo la cantidad, sino sobre todo la diversidad de rostros y lenguas que ves y oyes. Ya no es Año Santo, como lo fue en el 2021-2022, pero Santiago se muestra, una vez más, como una Iglesia diocesana con una especial vocación de acogida y universalidad, amante de sus raíces cristianas y sus tradiciones locales y, al mismo tiempo, meta de tantos caminos por los que llegaron y llegan peregrinos que buscan una “ultreia” de sentido y hondura, de fe y esperanza. Santiago es como un gran mosaico en el que el Camino muestra que, tras la meta que conduce a la tumba del Apóstol, hay una peregrinación más profunda que nos conduce a un horizonte de plenitud y trascendencia

 

¿Hizo alguna vez el Camino?

Lo hice con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud que tuvo lugar en Santiago en 1989. En aquel momento era seminarista en Ourense, y peregrinamos con el grupo diocesano de jóvenes. Tanto el camino desde Ourense como los días de la JMJ fueron una inolvidable experiencia.

 

¿Va a incrementar la presencia del gallego en la liturgia?

Ante el evidente retroceso del uso del gallego en nuestras celebraciones todos los fieles, todos los agentes de pastoral debemos entonar un mea culpa, ya sea por descuido o por complejos y prejuicios. La nueva edición de la Biblia en gallego (4ª, 2021) o la versión revisada del Misal Gallego que está ya muy avanzada, nos urgen a retomar un compromiso, personal y diocesano, en favor de la lengua gallega, tanto para hablar con Dios como entre nosotros en los espacios eclesiales. El gallego como lengua es un patrimonio vivo de todos los gallegos: con él expresamos lo que somos, lo que sentimos y también ha de expresar lo que creemos cuando celebramos la fe u oramos a Dios.

 

 

¿Cómo suplir la escasez de sacerdotes, especialmente en el mundo rural?

Toda crisis, y la escasez de sacerdotes y un mundo rural envejecido y disperso lo son, hemos de verla, no como una ocasión para lamentarnos, sino como una oportunidad, como una llamada a redescubrir realidades que quizás teníamos olvidadas. La vida pastoral de nuestras comunidades y parroquias, tanto rurales como urbanas, precisa una verdadera conversión pastoral, personal y comunitaria, desde la que descubramos que todos los bautizados (laicos, religiosos y sacerdotes) somos actores de la misión de la Iglesia, que todos somos llamados a ser discípulos misioneros. Dar el paso de ser “clientes” a ser creyentes supone dejar atrás rutinas e inercias pastorales y dar paso a una vivencia sinodal de la corresponsabilidad en la acción evangelizadora. Precisamos una renovada creatividad pastoral que, teniendo presente la realidad de nuestras parroquias, su importancia y sus carencias, y superando, al mismo tiempo toda forma de clericalismo y parroquialismo, nos conduzca a establecer unidades pastorales que integren a las parroquias y comunidades en una acción pastoral conjunta de equipos apostólicos de sacerdotes, religiosos y laicos. Ya sé que no es un camino fácil, pero es necesario recorrerlo sino queremos ver cómo nuestras parroquias se vuelven cada vez más pequeñas y empobrecidas en su vida de fe.

 

¿Se puede acabar con el clericalismo en la Iglesia, como pide el Papa?

En una ocasión dijo el papa Francisco que “cuando falta la profecía, el clericalismo ocupa su sitio”. Sea de sacerdotes o de laicos, el clericalismo deteriora el sentido genuino de cualquier ministerio y carisma en la vida de la Iglesia. El clericalismo es un ejercicio de narcisismo que nace cuando, en cualquier opción o acción cristiana, nos centramos en nosotros mismos (mundanidad espiritual), y nos constituimos en el eje sobre el que todo debe discurrir: desvirtuamos y olvidamos que somos llamados a servir, no a servirnos unos de otros. Erradicarlo en la vida de nuestras Iglesias y comunidades es una exigencia de una auténtica conversión pastoral.

 

 

¿Qué pide a los gallegos de cara a las elecciones municipales?

Me viene a la mente aquel principio que tantas veces invocamos los gallegos cuando tomamos una decisión: “facelo con sentidiño”. Votar es legalmente un derecho y moralmente un deber. Y hacerlo con “sentidiño” supone que no podemos excusarnos con la indiferencia ni el fatalismo, y menos con la desconfianza y la sospecha permanente hacia la necesaria acción política. Al tratarse de unos comicios municipales, estamos ante la elección de aquellos que gobernarán de modo más cercano nuestras vidas en las pueblos y ciudades; seguramente conocemos mejor a los candidatos y ello permite valorar su honestidad en la procura del bien común, y no intereses partidistas o personales, y su opción firme por políticas que promuevan la dignidad de las personas. Creo sinceramente en la capacidad de nuestra gente que, con “sentidiño” y libertad, sabrá ejercer un voto coherente con su conciencia y sus creencias.

 

¿Sueña con una eventual visita del Papa a Compostela? ¿Podría ser de camino o de vuelta de la JMJ de Lisboa?

Con ocasión del Año Santo 2021-2022 mi predecesor, don Julián Barrio, invitó al papa Francisco a visitar Santiago de Compostela. No fue posible, pero confío que pueda reiterarle la invitación para acudir a esta ciudad que alberga la tumba y la memoria del Apóstol Santiago, tal como hicieron Juan Pablo II en 1982 y 1989 y Benedicto XVI en 2010. Ya sea con ocasión de la JMJ de Lisboa – con cuyo motivo, por cierto, muchos y numerosos grupos de jóvenes se acercarán a Santiago este verano – , o en otra fecha oportuna, esta casa del Señor Santiago podría ser la oportunidad para lanzar un mensaje que, recordando las conocidas palabras de Dante, haga resonar de nuevo la esperanza para un mundo que, en medio de tantas crisis, necesita peregrinar por sendas que lo humanicen y le ofrezcan horizontes de trascendencia, de fe y de sentido.

 

 

 

Fuente: José Manuel Vidal | Religión Digital

¿Dónde seguir la inauguración del ministerio episcopal y toma de posesión de mons. Francisco Prieto como Arzobispo Metropolitano de Santiago de Compostela?

 

Este sábado 3 de junio, la Catedral de Santiago acoge la ceremonia de recepción en la catedral, inauguración del ministerio episcopal y toma de posesión de Monseñor Francisco José Prieto, nombrado por el Papa Francisco Arzobispo Metropolitano de Santiago de Compostela.

las 11:00 h, dará inicio la Misa Solemne, durante la cual se desarrollará la ceremonia de toma de posesión, en la cátedra episcopal.

El Canal de televisión 13TV y las radios Cadena Cope y Radio María retransmitirán en directo esta celebración.

 

Fuente: archicompostela.es