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El Papa en el Ángelus del cuarto domingo de Adviento: «Ante lo inesperado, confiar en la vía de la misericordia»

 

 

Cuarto y último domingo de Adviento, el Papa reflexiona como siempre, sobre el Evangelio de este domingo que ve a san José en su discernimiento sobre la paternidad del hijo de Dios en el vientre de su prometida María. El Pontífice entra en las tribulaciones de un hombre que sueña para el futuro “una hermosa familia, con una esposa afectuosa, muchos hijos buenos y un trabajo digno; sueños simples y buenos.”, pero que se rompen ante la noticia del embarazo de su prometida, María.

 

“¡María, su prometida, espera un niño, y ese niño no es suyo! ¿Qué pudo haber sentido José? Desconcierto, dolor, desorientación, quizá también enojo y desilusión… ¡El mundo se le vino encima! ¿Qué podía hacer?”

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La encrucijada

Una cuestión que según la Ley judía ofrecía dos posibilidades. La primera. – dijo Francisco – denunciar a María y hacerle pagar el precio de una presunta infidelidad. La segunda. – agregó – anular su compromiso en secreto, sin exponer a María al escándalo y a graves consecuencias, tomando sobre sí el peso de la vergüenza.

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El camino de la misericordia

José escoge esta segunda vía: la vía de la misericordia”, subraya el Pontífice, pues en el centro de esa crisis, precisamente mientras piensa y evalúa todo esto, Dios enciende en su corazón una luz nueva, porque la maternidad de María no procede de una traición, sino que es obra del Espíritu Santo, y el niño que nacerá es el Salvador (cfr. v. 20-21).

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María será la madre del Mesías y él será su custodio. Al despertar, José comprende que el mayor sueño de todo pío israelita -ser el padre del Mesías- se está haciendo realidad en él de modo absolutamente inesperado».

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Confianza en Dios

Ante esta desconcertante noticia, y más allá de la Ley, José confía en Dios “por encima de todo, acoger a María y a su hijo.

 

“En otras palabras, José deberá renunciar a sus confortantes certezas, a sus planes perfectos, a sus legítimas expectativas, y abrirse a un futuro enteramente por descubrir. Y a Dios, que estropea sus planes y le pide que se fíe de Él, José responde sí.

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Una valentía heroica

El Papa describe esta elección como una “valentía heroica” y en “silencio”, es decir,  “José se fía, acoge, se hace disponible, no pide más garantías”. Entonces, Francisco plantea una interrogante: ¿qué nos dice José hoy a nosotros?.

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“ También nosotros tenemos nuestros sueños, y quizá en Navidad pensamos más en ellos, los discutimos juntos. Quizá añoramos algunos sueños rotos, y vemos que las mejores esperanzas a menudo deben enfrentarse a situaciones inesperadas, desconcertantes. Cuando esto sucede, José nos indica el camino: no hay que ceder a los sentimientos negativos, como la rabia y la cerrazón, ¡este es un camino equivocado! Por el contrario, debemos acoger las sorpresas de la vida, incluidas las crisis, teniendo en cuenta que cuando se está en crisis no hay que decidir apresuradamente, según el instinto, sino que, como José, es preciso “considerar todas las cosas” (cfr. v. 20) y apoyarse en el criterio principal: la misericordia de Dios”.

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No ceder a la cerrazón y la rabia

El Santo Padre asegura que cuando se habita la crisis sin ceder a la cerrazón, a la rabia y al miedo, teniendo la puerta abierta a Dios, Él puede intervenir.

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Él es experto en transformar las crisis en sueños: sí, Dios abre las crisis a perspectivas nuevas, quizá no como nosotros nos esperamos, sino como Él sabe. Son los horizontes de Dios: sorprendentes, pero infinitamente más amplios y hermosos que los nuestros

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Francisco, junto a los fieles, antes del rezo mariano, pide a la Virgen María  que nos ayude a vivir abiertos a las sorpresas de Dios.

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Fuente: vaticanews.va

Adviento, #GenteQueCambia. Cuarta semana: «¿Prefieres sumar o restar?»

 

 

Este domingo 18 de diciembre entramos ya en el cuarto y último domingo de Adviento, que va a ser ya un pregón de la Navidad. Todavía te queda una semana para cambiar. Es una semana para tener confianza.

El vídeo de esta cuarta semana de la campaña de Adviento #GenteQueCambia nos habla de extremos. La apariencia, en los medios y en las redes, es que triunfan los que gritan. Tienen éxito las personas que restan más que las que suman.

El adversario es el enemigo, no alguien con quien se puede dialogar. Las apariencias lo pueden todo. Vivimos en un mundo de intolerancia, odio, amenazas ¿Quieres vivir en una sociedad así? ¿o prefieres un cambio?

 

 

¿Prefieres sumar o restar?

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🕯️🕯️🕯️🕯️ Un viaje hacia la libertad que no consiste en hacer lo que te da la gana, sino en hacer lo que tienes que hacer, porque te da la gana. Él ya nos dijo cómo: cambiando tu corazón. Sin cambios, sin tu cambio, no hay verdadera vida nueva. Adviento, #GenteQueCambia

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Fuente: conferenciaepiscopal.es

Adviento, #GenteQueCambia. Tercera semana.

 

 

La tercera semana de Adviento, que ha dado comienzo este año este domingo 11, es la semana de la alegría, el domingo “Gaudete”, que significa ¡Alégrate! Estamos llenos de alegría ante la cercana venida del Señor en la Navidad.

El vídeo de esta semana de #GenteQueCambia propone una carrera. Una carrera para estar más alegres. Una carrera que exige cambios y que será importante para ti. No te la querrás perder. Será la carrera de tu vida.

Hay carreras que no sabes dónde te llevan o que te hacen parecer mejor. Carreras que dejan atrás a los más vulnerables. Te proponemos otra diferente.

 

¿Te apuntas? ¿Te animas a participar?

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En la carrera del progreso, sin cambios, también sin tus propios cambios, no se podrá cantar una victoria total si su meta no la cruzamos todos juntos, al mismo paso los últimos con los primeros.

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Fuente: conferenciaepiscopal.es

El Papa en el Ángelus del tercer domingo de Adviento: «Adviento, tiempo para salir de ciertos esquemas y prejuicios»

 

El Santo Padre pronunció su reflexión sobre el Evangelio del día en el tercer domingo de Adviento, invitándonos a no encerrar a Dios en nuestros esquemas, a reconocer la novedad del Señor y a dejarnos sorprender por la misericordia de Dios

 

«Adviento es un tiempo en el que, preparando el pesebre para el Niño Jesús, aprendemos de nuevo quién es nuestro Señor; un tiempo en el que salir de ciertos esquemas y prejuicios hacia Dios y los hermanos”, lo dijo el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del Ángelus, de este 11 de diciembre, III Domingo de Adviento, ante los fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro para rezar a la Madre de Dios.

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«¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?»

Al comentar el Evangelio que la liturgia presenta este III Domingo de Adviento, el Santo Padre señaló que, el evangelista Mateo nos habla de Juan Bautista y de la crisis que atraviesa sobre la figura del Mesías, mientras estaba en la cárcel; por ello, manda a sus discípulos a preguntar a Jesús: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?».

 

“De hecho, Juan, al oír hablar de las obras de Jesús, le asalta la duda de si realmente es Él el Mesías o no. Efectivamente, él pensaba en un Mesías severo que, al llegar, haría justica con poder castigando a los pecadores. Ahora, sin embargo, Jesús tiene palabras y gestos de compasión hacia todos, en el centro de su acción está la misericordia, por lo que «los ciegos ven y los cojos caminan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva»”.

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No encerrar a Dios en nuestros esquemas

El Papa Francisco además indicó que, el Evangelio subraya que Juan se encuentra en la cárcel, y con ellos hace pensar no sólo al lugar físico, sino también a la situación interior que está viviendo: “en la cárcel hay la oscuridad, falta la posibilidad de ver claro y ver más allá”. De hecho, El Bautista ya no logra reconocer en Jesús al Mesías esperado y, asaltado por la duda, envía a los discípulos a verificar.

 

“Pero esto significa que también el creyente más grande atraviesa el túnel de la duda. Y no es un mal, es más, a veces es esencial para el crecimiento espiritual: nos ayuda a entender que Dios es siempre más grande de como lo imaginamos; las obras que realiza son sorprendentes respecto a nuestros cálculos; su acción es diferente, supera nuestras necesidades y nuestras expectativas; y por eso no debemos dejar nunca de buscarlo y de convertirnos a su verdadero rostro”.

 

Y citando a Henri de Lubac, el Pontífice afirmó que, a Dios «es necesario redescubrirlo a etapas… a veces creyendo perderlo». Así hace El Bautista: ante la duda, le busca una vez más, le interroga, “discute” con Él y finalmente le descubre.

 

“Juan, definido por Jesús el mayor entre los nacidos de mujer (cfr Mt 11,11), nos enseña a no encerrar a Dios en nuestros esquemas

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Incapaces de reconocer la novedad del Señor

En ese sentido, el Santo Padre indicó que también nosotros a veces podemos encontrarnos en la misma situación del Bautista, es decir, en una cárcel interior, incapaces de reconocer la novedad del Señor, que quizá tenemos prisionero de la presunción de saber ya mucho sobre Él.

 

“Quizá tenemos en la cabeza un Dios poderoso que hace lo que quiere, en vez del Dios de humilde mansedumbre, de la misericordia y del amor, que interviene siempre respetando nuestra libertad y nuestras elecciones. Quizá nos surge también a nosotros decirle: ‘¿Eres realmente Tú, tan humilde, el Dios que viene a salvarnos?’. Y puede sucedernos algo parecido también con los hermanos: tenemos nuestras ideas, nuestros prejuicios y ponemos a los demás -especialmente a quien sentimos diferente de nosotros– etiquetas rígidas”.

Existe siempre el peligro, la tentación: de hacernos un Dios a nuestra medida, un Dios para usarlo. Y Dios es otra cosa …”

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Un tiempo para sorprendernos por la misericordia de Dios

Antes de concluir su alocución, el Papa Francisco recordó que, el Adviento, es un tiempo de inversión de perspectivas, un tiempo donde podemos dejarnos sorprender por la grandeza de la misericordia de Dios.

 

Un tiempo en el que, preparando el pesebre para el Niño Jesús, aprendemos de nuevo quién es nuestro Señor; un tiempo en el que salir de ciertos esquemas y prejuicios hacia Dios y los hermanos; un tiempo en el que, en vez de pensar en regalos para nosotros, podemos donar palabras y gestos de consolación a quién está herido, como hizo Jesús con los ciegos, los sordos y los cojos”.

 

Y a los miles de fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro, y a todos aquellos que seguían el Ángelus a través de los medios de comunicación, el Santo Padre los invitó a dejarse guiar en este tiempo de Adviento por la Madre de Jesús. “La Virgen nos tome de la mano en estos días de preparación a la Navidad y nos ayude a reconocer en la pequeñez del Niño la grandeza de Dios que viene”.

 

 

 

Fuente: vaticanews.va

Adviento. #GenteQueCambia. Segunda semana.

 

 

El domingo 4 de diciembre comenzaba la segunda semana de Adviento y con ella se lanza el segundo vídeo de la campaña #GenteQueCambia.

Es un buen momento, en esta segunda semana de este tiempo litúrgico, para recordar la carta encíclica «Laudato si» del Papa Francisco. En ella nos descubría que «existe un desafío urgente de proteger nuestra casa común que incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar».

 

¿Por qué no cambias? ¿Por qué no te cambias?

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Es posible crear nuevos hábitos, reducir consumos innecesarios

Muchas cosas van mal en nuestro planeta. Hambre, sequía, contaminación. Con la amenaza constante de guerras, que generan numerosas pobrezas, es posible crear hábitos nuevos, reducir consumos innecesarios, incluso desintoxicarnos de adicciones. Es posible cambiar y trabajar por estructuras sociales justas. Es posible crear fraternidad. Es necesario cambiarlo todo para ser más sostenible.

En Adviento ese cambio es una oportunidad. La vida nueva es capaz de emerger en medio del dolor, de la tristeza o de las necesidades. Cambiarte a ti mismo es el primer paso: dejar tus egoísmos, tus adicciones…retomar aquello que dejaste, empezar una vida nueva. Adviento, #GentequeCambia

 

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Fuente: conferenciaepiscopal.es

El Papa en el Ángelus del segundo domingo de Adviento. «El Adviento es un tiempo de gracia para iniciar una nueva vida»

 

El Santo Padre pronunció su reflexión sobre el Evangelio del día en el segundo domingo de Adviento, instándonos a aprovechar la ocasión de la gracia del Adviento para convertirnos a una vida nueva, siguiendo el camino de la humildad. "Con Jesús siempre hay una oportunidad de volver a empezar". "¡Él nos espera y no se cansa jamás de nosotros!

 

Para acoger a Dios no importa la destreza, sino la humildad; hay que bajar del pedestal y sumergirse en el agua del arrepentimiento”. Fue la indicación del Papa a los miles fieles y peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, en su breve alocución antes de rezar la oración del Ángelus, este segundo domingo de Adviento. El Santo Padre centró su reflexión en el pasaje del Evangelio de Mateo (Mt. 3,1-12) propuesto por la liturgia del día, que describe la figura de Juan Bautista, “hombre alérgico a la duplicidad”.

De hecho, el texto evangélico relata que “llevaba un vestido de pelo de camello», que «su comida era langostas y miel silvestre» (Mt 3,4) y que invitaba a todos a la conversión: «¡Conviértanse, porque el reino de los cielos está cerca!».

Es decir, explica Francisco, “un hombre austero y radical, que a primera vista puede parecernos incluso duro e infundir cierto temor”, y que nos lleva a preguntarnos porqué la Iglesia lo propone cada año como principal compañero de viaje durante el tiempo de Adviento. “¿Qué se esconde detrás de su severidad, detrás de su aparente dureza? ¿Cuál es el secreto de Juan? ¿Cuál es el mensaje que la Iglesia nos da hoy con Juan?

En realidad, el Bautista, más que un hombre duro, es un hombre alérgico a la duplicidad. Por ejemplo, cuando fariseos y saduceos, conocidos por su hipocresía, se acercan a él, ¡su «reacción alérgica» es muy fuerte! Algunos de ellos, de hecho, – precisa el Papa – probablemente acudían a él por curiosidad o por oportunismo, porque Juan se había hecho muy popular. Ellos se sentían satisfechos “y ante la llamada apremiante del Bautista, se justificaban diciendo: ‘Abraham es nuestro padre’”.

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El grito de amor del Bautista para volver a Dios

“Así, entre duplicidad y presunción, no aprovecharon la ocasión de la gracia, la oportunidad de comenzar una nueva vida: estaban encerrados en la presunción de ser justos”, comenta el Santo Padre. Por eso Juan les dice: “¡Muestren los frutos de una sincera conversión!«. Se trata de “un grito de amor como el de un padre que ve a su hijo arruinarse y le dice: ‘¡No desperdicies tu vida!’”.

De hecho, la hipocresía es el peligro más grave, porque puede arruinar incluso las realidades más sagradas. Por eso el Bautista -como luego también Jesús- es duro con los hipócritas, para sacudirlos, afirma el Santo Padre. En cambio, los que se sentían pecadores «acudían a él, confesaban sus pecados y Él los bautizaba en el Jordán».

 

Es así: para acoger a Dios no importa la destreza, sino la humildad; hay que bajar del pedestal y sumergirse en el agua del arrepentimiento.

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Quitarnos las máscaras y reconocer nuestros pecados

El Pontífice evidencia entonces que Juan con sus «reacciones alérgicas», nos hace reflexionar y preguntarnos si no somos también nosotros, a veces, un poco como esos fariseos: “Tal vez miramos a los demás por encima del hombro, pensando que somos mejores que ellos, que tenemos nuestra vida en nuestras manos, que no necesitamos cada día de Dios, de la Iglesia, de nuestros hermanos, y olvidamos que solamente en un caso es lícito mirar a otro de arriba para abajo: cuando es necesario ayudarlo a levantarse”.

 

“El Adviento es un tiempo de gracia para quitarnos las máscaras – que cada uno tiene- y ponernos en fila con los humildes; para liberarnos de la presunción de creernos autosuficientes, para ir a confesar nuestros pecados, aquellos escondidos, y recibir el perdón de Dios, para pedir perdón a los que hemos ofendido. Así comienza una nueva vida”

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Seguir el camino de la humildad

Y para iniciar una nueva vida, el camino es uno solo, el de la “humildad”:

 

Purificarnos del sentido de superioridad, del formalismo y de la hipocresía, para ver en los demás a los hermanos y las hermanas, pecadores como nosotros, y en Jesús ver al Salvador que viene por nosotros, tal como somos, con nuestras pobrezas, miserias y defectos, sobre todo con nuestra necesidad de ser levantados, perdonados y salvados.

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Con Jesús siempre podemos volver a empezar

Concluyendo su reflexión, el Papa invita a recordar una cosa más:

 

Con Jesús siempre hay una oportunidad de volver a empezar. Nunca es demasiado tarde,  existe siempre la posibilidad de recomenzar, ¡Tengan coraje! Él está cerca de nosotros y este es un tiempo de conversión. Él nos espera y no se cansa jamás de nosotros. Escuchemos el llamado de Juan Bautista a volver a Dios y no dejemos pasar este Adviento como los días del calendario porque este es un tiempo de gracia, de gracia también para nosotros, ahora, aquí.

 

“Que María, la humilde sierva del Señor, nos ayude a encontrarnos con Él, Jesús, y con nuestros hermanos en el camino de la humildad” es la oración final del Pontífice.

 

 

 

 

Fuente: vaticanews.va

El Papa en el Ángelus del 1er domingo de Adviento: «¿Cómo reconocer y acoger al Señor?»

 

El Santo Padre pronunció su reflexión sobre el Evangelio del día en el primer domingo de Adviento, animando a sacudir nuestro letargo y estar atentos, vigilantes

 

“Vendrá tu Señor”. Este es el fundamento de la esperanza cristiana, contenida en el Evangelio que la Liturgia nos regala en el primer domingo de Adviento: según San Mateo: Mt 24, 37-44. Es “una hermosa promesa que nos introduce en el Tiempo de Adviento”. Así lo manifiesta el Papa en su alocución precedente al rezo mariano del Ángelus este domingo 27 de noviembre, desde la Plaza de San Pedro.

“Es lo que nos sostiene incluso en los momentos más difíciles y dolorosos de nuestra vida: Dios viene. ¡No lo olvidemos nunca!”, insiste el Santo Padre.

 

“Siempre el Señor viene, nos visita, se hace cercano, y volverá al final de los tiempos para acogernos en su abrazo. Ante esta palabra, nos preguntamos: ¿cómo viene el Señor? ¿Y cómo reconocerlo y acogerlo? Detengámonos brevemente en estas dos cuestiones”.

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¿Cómo viene el Señor?

Respecto a la primera pregunta, sobre el modo en el que llega el Señor, dice:

 

“Muchas veces hemos oído decir que el Señor está presente en nuestro camino, que nos acompaña y nos habla. Pero tal vez, distraídos como estamos por tantas cosas, esta verdad nos queda sólo en teoría; sí, sabemos que el Señor viene pero no lo vivimos, ¿verdad? O nos imaginamos que el Señor viene de una manera llamativa, tal vez a través de algún signo prodigioso.

Dios está escondido en nuestra vida, siempre está, está escondido en las situaciones más comunes y corrientes de nuestra vida. No viene en eventos extraordinarios, sino en cosas cotidianas”. «El Señor viene en las cosas de cada día, porque Él está ahí, se manifiesta en las cosas de cada día.

«Él está ahí en nuestro trabajo diario, en un encuentro fortuito, en el rostro de una persona necesitada, incluso cuando afrontamos días que parecen grises y monótonos, justo ahí está el Señor, llamándonos, hablándonos e inspirando nuestras acciones».

 

“Existe el peligro de no darse cuenta de su venida”

En el segundo punto, el Pontífice reitera la necesidad de estar despiertos, ante el riesgo de no estar preparados para su visita, y cuenta que ha recordado, en otras ocasiones, lo que decía San Agustín: “Temo que el Señor pase y no lo reconozca”. En efecto, Francisco acota que “de aquellas personas de la época de Noé, Jesús dice que comían y bebían «y no se dieron cuenta de nada hasta que llegó el diluvio y arrastró a todos» (v. 39). “Prestemos atención a esto, repite el Sucesor de Pedro: ¡no se dieron cuenta de nada! Estaban absortos en sus cosas y no se dieron cuenta de que el diluvio se acercaba. De hecho, Jesús dice que cuando Él venga, «habrá dos hombres en el campamento: uno será llevado y el otro dejado» (v. 40)”.

 

“¿Cuál es la diferencia? ¿En qué sentido? Simplemente que uno estaba vigilante, esperaba, capaz de discernir la presencia de Dios en la vida cotidiana; el otro, en cambio, estaba distraído, «arrastrado», así como si nada, y no se daba cuenta de nada”.

 

¿Soy consciente de lo que vivo?

Hacia el cierre de su mensaje, Bergoglio exhorta a todos los fieles a preguntarse: “¿Estoy tratando de reconocer la presencia de Dios en las situaciones cotidianas, o estoy distraído y un poco abrumado por las cosas? Si no somos conscientes de su venida hoy, tampoco estaremos preparados cuando venga al final de los tiempos. Por lo tanto, ¡permanezcamos atentos!”.

 

«Por esto, hermanos y hermanas, ¡permanezcamos vigilantes! Esperando que el Señor venga, esperando que el Señor se nos acerque, porque Él está, pero esperando: atentos. Y que nos ayude la Virgen Santa, Mujer de la esperanza, que supo captar el paso de Dios en la vida humilde y oculta de Nazaret y lo acogió en su seno, nos ayude en este camino de estar atentos para esperar al Señor que está entre nosotros y pasa».

 

 

 

Fuente: vaticanews.va

Nuestro arzobispo D Julián en su Carta Pastoral para este Adviento nos invita a vivir cristianamente la Navidad saliendo al encuentro de Dios y del prójimo

 

El arzobispo de Santiago, mons. Julián Barrio, acaba de publicar una carta pastoral “Navidad: Condescendencia de Dios” en el que señala que el mensaje del Adviento es que Dios está en camino hacia nosotros: “Se nos llama a vivir este acontecimiento despertándonos de nuestro sueño, modorra e indiferencia, y a esperar al Señor con la cintura ceñida y con aceite en nuestras lámparas a ejemplo de las vírgenes prudentes”.

En su misiva D. Julián indica que “la oración, la caridad y la participación en los sacramentos son los pilares de este puente para que Dios venga a nosotros y nosotros vayamos hacia Él, siempre en actitud de vigilante espera”.

Asimismo señala el Sr. Arzobispo “Navidad  no es sólo el nacimiento de Dios hecho hombre, debe ser también nuestro nacimiento con Él, indicándonos que la vida cristiana es comunión, participación y misión en la Iglesia, esperando al Señor que viene y cumpliendo el mandamiento del amor”. Advierte  en esta carta Pastoral dirigida a todos los diocesanos que “el sentimentalismo de nuestra Navidad socio-religiosa puede distraernos y hacernos olvidar que el Hijo de Dios encarnado “se ha unido en cierto modo con cada hombre.”

Termina su mensaje invitando a llevar “a las personas necesitadas material y espiritualmente la Luz que brilló en Belén, ofreciéndoles nuestra ayuda”.

 

 

Navidad: Condescendencia de Dios

 

Queridos diocesanos:

Iniciamos el tiempo litúrgico del Adviento durante el cual la Iglesia nos acompaña para prepararnos a la celebración de la Navidad. El mensaje del Adviento es que Dios está en camino hacia nosotros. Se nos llama a vivir este acontecimiento despertándonos de nuestro sueño, modorra e indiferencia, y a esperar al Señor con la cintura ceñida y con aceite en nuestras lámparas a ejemplo de las vírgenes prudentes. Es preciso romper nuestras burbujas, siempre dispuestos a ponernos en camino para salir a su encuentro y servir a los demás en una sociedad herida espiritual y materialmente. La oración, la caridad y la participación en los sacramentos son los pilares de este puente para que Dios venga a nosotros y nosotros vayamos hacia Él, siempre en actitud de vigilante espera.  Sólo la conciencia de vivir en un Adviento constante da al hombre la medida de su vida ante Dios. Este tiempo litúrgico nos ofrece la oportunidad providencial de renovar nuestra fe y nuestra esperanza sabiéndonos elegidos en Cristo. Este convencimiento nos ayuda cada día a superar nuestra indigencia cristiana, conscientes de que el verdadero cristiano es el creyente que vive seria y serenamente su vocación a la santidad, su irrenunciable destino de eternidad, y su posibilidad cotidiana de conformar su vida con Cristo, edificando sobre él y no sobre arenas movedizas, nobles en propósitos pero minadas por la desilusión el cansancio y el pesimismo.

Misterio de la Navidad

Así hemos de adentrarnos en el misterio de la Navidad: “Encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2,12). Vemos que entre la gloria más esplendente de arriba y la pobreza más extrema de abajo hay correspondencia,  armonía y unidad. El Hijo de Dios encarnado desciende en la pobreza como preludio de lo que se consumará después en la cruz y en la Pascua: la salvación de la humanidad. Navidad no es sólo el nacimiento de Dios hecho hombre, debe ser también nuestro nacimiento con Él, indicándonos que la vida cristiana es comunión, participación y misión en la Iglesia, esperando al Señor que viene y cumpliendo el mandamiento del amor no sólo con los demás cristianos sino con todos los hombres de buena voluntad para que de este modo la Iglesia, más allá de sus propias fronteras, pueda brillar con el único mensaje que puede llegar al fondo del corazón de los hombres y convencerlos.

Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron” (Jn 1,11). El sentimentalismo de nuestra Navidad socio-religiosa puede distraernos y hacernos olvidar que el Hijo de Dios encarnado “se ha unido en cierto modo con cada hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado”[1]. El Dios hecho hombre nos recuerda que nada que afecte a los demás nos puede ser ajeno. Hemos de salir al encuentro del prójimo con nuestra ayuda y comprensión, acompañándole y dejándonos acompañar.

La Navidad es Cristo

La encarnación histórica del Hijo de Dios nos sorprende,  superando nuestras previsiones. El anonimato, el pesebre como cuna, la pobreza de unos vulgares pañales, la condición del hijo del carpintero, el hijo real de la Virgen María, el desprestigio humano de verse sin hogar en la convivencia social: estos aspectos no podemos ignorarlos si queremos transformar la realidad en que nos encontramos. Cristo constituye siempre el reto definitivo de la vocación a la autenticidad para el hombre según Dios y el fiel cumplimiento de la vocación a la que ha sido llamado para vivir la filiación y la fraternidad. “El Padre nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos para alabanza de la gloria de su gracia” (Ef 1,4-6).  Ciertamente sólo Él da la esperanza para que la vida no se vea diluida en la insignificancia. Pero la esperanza es inseparable del amor fraterno y solidario. “Vivir en la caridad es pues un gozoso anuncio para todos, haciendo creíble el amor de Dios que no abandona a nadie”. A esto nos compromete la Navidad con la alegría de los villancicos y sin el agobio de los reclamos consumistas.

Exhortación para la Navidad

Os recuerdo que no debemos amortiguar las consecuencias del mensaje de Jesús sobre los almohadones de nuestros prejuicios y sentimentalismos. Llevemos a las personas necesitadas material y espiritualmente la Luz que brilló en Belén, ofreciéndoles nuestra ayuda. Por mi parte quiero llegar a vuestros hogares y proclamaros ese gran anuncio de esperanza cristiana: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. Pido al Niño Dios que bendiga a todas las familias, en especial a las que en estas fechas el recuerdo de las personas queridas se trasluce en tristeza y añoranza. ¡Feliz Navidad a todos!

Os saluda con afecto y bendice en el Señor,

 

+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.

 

[1] JUAN PABLO II, Redemptor hominis, 8.

 

Fuente:archicompostela.es

Material para vivir este Adviento de ACG

 

Ya está disponible el material para Adviento y Navidad de Acción Católica General. En esta ocasión con el lema «OS ANUNCIAMOS UNA GRAN ALEGRÍA… ¡VIENE EL SEÑOR!»

Con este material se pretende ayudar a las personas a que vivan ese tiempo de adviento preparando su corazón para la llegada de Jesús y aprendan a anunciar que Jesucristo viene a salvarnos, a traernos alegría, paz, justicia y cercanía de Dios.

Para jóvenes y adultos, hay un itinerario formativo y otro oracional, trabajando la alegría, la paz y la justicia, la salvación y la cercanía de Dios.

En Infancia, se propone una sencilla dinámica con el salmo de cada domingo y que se verá concretada en un compromiso semanal. Además, como gesto, cada domingo se presenta a un personaje o figura del Portal de Belén a través de una carta que nos escribe.

Lo puedes descargar pinchando sobre la imagen

 

 

 

Fuente: accioncatolicageneral.es

Adviento, #GenteQueCambia. Primera Semana.

 

 

El domingo 27 de noviembre de 2022 comienza el nuevo año litúrgico con el inicio del Adviento. Este tiempo litúrgico, que nos llevará hasta el 24 de diciembre, es el anuncio de la venida del Salvador.

El Adviento nos renueva cada año y nos introduce en la Navidad y en su Misterio. El Adviento, en los tiempos que vivimos, se hace especialmente imprescindible porque es un momento de espera y esperanzade reflexión y de conversión, de cambio de actitudes  y de vida nueva.

¿Te apetece un cambio? ¿Estás dispuesto a una trasformación?

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Primera semana, primer vídeo

La esperanza cristiana y nuestro cambio de actitudes, la conversión, debe manifestarse en el día a día. El Adviento es un tiempo privilegiado para empezar a cambiar. Para transformarnos por dentro, para cambiar los corazones.

Este año ofrecemos una campaña bajo el lema: #GenteQueCambia, con un vídeo cada una de las cuatro semanas, además de un especial con textos sobre el significado de este tiempo litúrgico, símbolos para vivir el Adviento, santos que se celebran en estas semanas y que pueden ser un ejemplo para nuestras vidas, comentarios de lecturas de domingos y festivos, libros y música católica y cine para pensar en esta época que precede a la Navidad.

 

 

En estos materiales se hablará de la esperanza cristiana y del cambio de actitudes que propone el Evangelio, de la conversión, de los pequeños cambios que se pueden realizar en el día a día, de la confianza, de ser capaces de detenernos, de estar preparados para lo que va a llegar.

El Adviento es un tiempo privilegiado para empezar a cambiar. El Adviento nos invita a esperar y contemplar, a transformarnos desde el corazón. Es una oportunidad para dar lo mejor que tenemos. Viene a estar con nosotros un Dios de encuentro. Su venida nos cambia y nos salva. Es el momento de la #GenteQueCambia.

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Fuente: conferenciaepiscopal.es