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El Papa en el Ángelus: «Cristo no es un recuerdo del pasado, está vivo y camina con nosotros»

 

 

«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Es la pregunta que Jesús hace a sus discípulos y que hoy nos dirige a nosotros.

 

El Papa Francisco comentó antes de rezar el Ángelus el pasaje del Evangelio de Mateo que propone la liturgia de este domingo.

En general, dijo Francisco, la gente piensa bien de Jesús, para muchos es «un gran maestro», una persona «buena, justa, coherente, valiente».  Pero todo esto es demasiado poco. Verlo como un personaje del pasado sería simplemente tener «un bonito recuerdo de un tiempo pasado – dijo – y eso no le conviene a Jesús». De hecho, poco después también hace la misma pregunta a los discípulos: «Pero, ¿quién dicen ustedes que soy yo?», y a nosotros nos repite: «¿Quién soy yo ahora para ustedes?».

 

“Jesús no quiere ser protagonista de la historia, sino que quiere ser protagonista de tu hoy, de mi hoy; no un profeta lejano, ¡Jesús quiere ser el Dios cercano! Cristo no es un recuerdo del pasado, sino el Dios del presente”.

 

Si fuera sólo un personaje histórico, imitarlo hoy sería imposible: nos encontraríamos ante el gran foso del tiempo y, sobre todo, ante su modelo, que es como una montaña muy alta e inalcanzable; querríamos escalarla, pero careceríamos de la capacidad y de los medios necesarios. En cambio, Jesús está vivo: recordémoslo, Jesús está vivo, Jesús vive en la Iglesia, Jesús vive en el mundo, Jesús nos acompaña, Jesús está a nuestro lado.

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Jesús acoge nuestras fragilidades y camina con nosotros

Su Palabra y su gracia – prosiguió diciendo el Sant Padre – nos acompañan «en los caminos más difíciles». En la vida, por tanto, no estamos solos. El apóstol Pedro llama a Jesús «el Cristo, el Hijo de Dios vivo», no un héroe del pasado, sino el que vino a «compartir las alegrías y las fatigas de nuestro camino».

 

No nos desanimemos si a veces la cima de la vida cristiana nos parece demasiado alta y el camino demasiado empinado. Miremos a Jesús, siempre; miremos a Jesús que camina a nuestro lado, que acoge nuestras fragilidades, comparte nuestros esfuerzos y apoya su brazo firme y suave sobre nuestros hombros débiles.

 

“Con Él cerca, tendámonos también la mano unos a otros y renovemos nuestra confianza: con Jesús, ¡lo que parece imposible por nosotros mismos ya no lo es!”

 

¿Jesús está realmente vivo para mí?

El Papa Francisco propuso hacernos hoy esa misma pregunta: «¿Quién dicen que soy yo?», preguntarnos quien es Jesús para mí, «un gran personaje, un punto de referencia, un modelo inalcanzable» ¿O si es el Señor quien puede llevarme «donde no puedo llegar por mí mismo?».

Y concluyó proponiendo una especie de «examen de conciencia» que pide respuestas:

 

“¿Jesús está realmente vivo en mi vida?, y me pregunto: ¿Vive Jesús conmigo? ¿Es mi Señor? ¿Me encomiendo a Él en los momentos difíciles? ¿Cultivo su presencia a través de la Palabra y de los Sacramentos? ¿Me dejo guiar por Él, junto con mis hermanos y hermanas, en la comunidad?”

 

 

 

 

Fuente: vaticanews.va

El Papa en el Ángelus: «Buscar, encontrar y abrazar a Jesús con todo nuestro ser»

 

Este domingo, 30 de julio, el Santo Padre en su alocución antes de rezar la oración del ángelus invitó a reflexionar sobre los tres gestos que realiza el “comerciante de perlas finas” y pidió a la Virgen María “que nos ayude a buscar, encontrar y abrazar a Jesús con todo nuestro ser”.

 

El Papa Francisco ante los miles de fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro, referente al Evangelio (Mt 13,44-52) que la liturgia presenta este XVII Domingo del Tiempo Ordinario dijo:

 

“¿Cuál es esa perla por la que se puede renunciar a todo, de la que nos habla el Señor? ¡Es Él mismo, Jesús! Él es la perla preciosa de la vida, que hay que buscar, encontrar y hacer propia. Merece la pena invertirlo todo en Él, porque, cuando uno encuentra a Cristo, la vida cambia”.

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Los gestos del “comerciante de perlas finas”

Al comentar este Evangelio, el Santo Padre invitó a reflexionar sobre los gestos que realiza el “comerciante de perlas finas” al encontrar “una perla de gran valor”: “primero busca, luego encuentra y finalmente compra”. Al referirse al primer gesto que realiza el comerciante, el Pontífice dijo que, él sale a buscar la novedad del Señor.

 

“Es un comerciante emprendedor, que no se queda quieto, sino que sale de su casa y se pone a buscar perlas preciosas. No dice: ‘Me conformo con las que tengo’, sino que busca otras más bellas. Y esto nos invita a no encerrarnos en la costumbre, en la mediocridad de los que se contentan, sino a reavivar el deseo de buscar: para que el deseo de ir adelante no se apague; a cultivar los sueños de bien, a buscar la novedad del Señor, porque el Señor no es repetitivo, siempre trae novedad, la novedad del Espíritu, siempre hace nuevas las realidades de la vida. Y nosotros debemos tener esta actitud: buscar”.

 

No perdamos tiempo y libertad en cosas triviales

“Encontrar”, es el segundo gesto que realiza el comerciante de perlas finas, y sobre este gesto, el Papa Francisco dijo que, es una persona prudente, que «tiene ojo» y sabe reconocer una perla de gran valor. Y para explicar esta segunda actitud, el Pontífice puso como ejemplo “los fascinantes bazares orientales”, donde si uno se detiene a mirar con atención, puede descubrir tesoros: cosas muy valiosas. Pero el comerciante de la parábola tiene buen ojo y sabe encontrar, «discernir» la perla.

 

“Esto también es un aprendizaje para nosotros: cada día, en casa, en la calle, en el trabajo, de vacaciones, tenemos la oportunidad de vislumbrar el bien. Y es importante saber encontrar lo que vale la pena: entrenarnos para reconocer las gemas preciosas de la vida y distinguirlas de las baratijas. ¡No perdamos tiempo y libertad en cosas triviales, pasatiempos que nos dejan vacíos por dentro, mientras la vida nos ofrece cada día la perla preciosa del encuentro con Dios y con los demás! Es necesario saber reconocerla: discernir para encontrarla”.

 

Jesús es la perla preciosa de la vida

El último gesto que realiza el comerciante de la parábola, afirmó el Santo Padre, es comprar la perla. Al darse cuenta de su inmenso valor, vende todo, sacrifica todos sus bienes para tenerla. Según el Pontífice, el comerciante cambia radicalmente el inventario de su almacén; no queda nada más que esa perla: es su única riqueza, el sentido de su presente y de su futuro.

 

“Esto también es una invitación para nosotros. Pero, ¿cuál es esa perla por la que se puede renunciar a todo, de la que nos habla el Señor? ¡Esa perla es Él mismo, es el Señor. Buscar al Señor y encontrar al Señor, vivir con el Señor. La perla es Jesús! Él es la perla preciosa de la vida, que hay que buscar, encontrar y hacer propia. Merece la pena invertirlo todo en Él, porque, cuando uno encuentra a Cristo, la vida cambia”.

 

Buscar, encontrar y abrazar a Jesús con todo nuestro ser

Finalmente, el Papa Francisco invitó a no perder de vista los tres gestos que realiza el comerciante de la parábola – buscar, encontrar, comprar – y a hacernos algunas preguntas que pueden ayudarnos en nuestra vida cotidiana; pidiendo a la Virgen María que “nos ayude a buscar, encontrar y abrazar a Jesús con todo nuestro ser”.

 

Buscar: ¿yo, en mi vida, estoy en búsqueda? ¿Me siento bien, conforme, o entreno mi deseo por el bien? ¿Estoy en jubilación espiritual? Cuántos jóvenes estan en la jubilación espiritual. Segundo gesto, encontrar: ¿me ejército en discernir lo que es bueno y viene de Dios, sabiendo renunciar a lo que me deja poco o nada? Por último, comprar: ¿sé gastarme por Jesús? ¿Está Él en primer lugar para mí, es Él el mayor bien de la vida? Sería bonito decirle hoy: Jesús, Tú eres mi mayor bien”.

 

 

 

 

Fuente: vaticanews.va

El Papa en el Ángelus: «Sembrar el Evangelio en la cotidianidad, los frutos llegarán»

 

"¿Yo siembro el bien? ¿Me preocupo solo por recoger para mí o también de sembrar para los otros? ¿Lanzo algunas semillas del Evangelio en la vida de todos los días: estudio, trabajo, tiempo libre? ¿Me desanimo o, como Jesús, sigo sembrando, también si no veo resultados inmediatos?" Son las preguntas que nos hizo el Papa Francisco en su alocución previa al Ángelus, hablando sobre la parábola del sembrador.

 

En su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, desde la Plaza de San Pedro, el Papa, hablando de la parábola del sembrador, dijo que la imagen de la “siembra” con la que Jesús describe el don de su Palabra, es muy hermosa.

 

“Imaginemos una semilla: es pequeña, casi no se ve, pero hace crecer plantas que dan frutos. La Palabra de Dios es así; pensemos en el Evangelio, un pequeño libro, sencillo y al alcance de todos, que produce vida nueva en quien lo acoge”.

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Cada uno puede recibir o no la semilla del Evangelio

Y si la Palabra es la semilla, dijo Francisco, nosotros somos el terreno: podemos recibirla o no.

 

Jesús, “buen sembrador”, no se cansa de sembrarla con generosidad. Conoce nuestro terreno, sabe que las piedras de nuestra inconstancia y las espinas de nuestros vicios (cfr vv. 21-22) pueden sofocar la Palabra, y sin embargo siempre espera que nosotros podamos dar fruto abundante”.

 

El Pontífice nos aconseja, que, así como el Señor no se cansa de sembrar, tampoco nosotros. Estamos llamados a sembrar sin cansarnos.

 

Ejemplos de quienes van sembrando en la vida.

El Santo Padre cita algunos ejemplos de quienes van sembrando en su vida:

 

“En primer lugar los padres: ellos siembran el bien y la fe en los hijos, y están llamados a hacer sin desanimarse si a veces estos parecen no entenderlos y no apreciar sus enseñanzas, o si la mentalidad del mundo “rema en contra”. La semilla buena se queda, esto es lo que cuenta, y echará raíces en el momento adecuado”.

 

Y aconseja, que nosotros padres de familia, no debemos ceder a la “desconfianza”, no debemos renunciar a sembrar y dejar “a los hijos a merced de las modas y del móvil, sin dedicarles tiempo, sin educarles, entonces el terreno fértil se llenará de malas hierbas”, dijo.

 

También los jóvenes pueden sembrar

El Santo Padre dijo que también los jóvenes pueden sembrar el Evangelio en los surcos de la vida cotidiana.

 

“Por ejemplo, con la oración: es una pequeña semilla que no se ve, pero con la cual se encomienda a Jesús todo lo que se vive, y así Él puede hacerlo madurar. Pero pienso también en el tiempo para dedicar a los otros, a quien lo necesita más: puede parecer perdido, sin embargo, es tiempo santo, mientras las satisfacciones aparentes del consumismo y del hedonismo dejan manos vacías.

 

También mientras los chicos estudian, que es cansado y no es inmediatamente satisfactorio, como cuando se siembra, dijo Francisco, pero es esencial para construir un futuro mejor para todos.

 

Los sembradores del Evangelio

Por último, Francisco citó a los sembradores del Evangelio, «muchos buenos sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos en el anuncio, que viven y predican la Palabra de Dios a menudo sin registrar éxitos inmediatos«. Y nos recuerda:

 

«No olvidemos nunca, cuando anunciamos la Palabra, que también donde parece que no sucede nada, en realidad el Espíritu Santo está trabajando y el reino de Dios ya está creciendo, a través y más allá de nuestros esfuerzos. Por eso, ¡adelante con alegría! Recordemos a las personas que han puesto la semilla de la Palabra de Dios en nuestra vida: quizá ha brotado años después de que hayamos encontrado sus ejemplos, ¡pero ha sucedido precisamente gracias a ellos!»

 

¿Yo siembro bien?

Y el Pontífice concluye su alocución interpelándonos:

 

«A la luz de todo esto, podemos preguntarnos: ¿yo siembro el bien? ¿Me preocupo solo por recoger para mí o también de sembrar para los otros? ¿Lanzo algunas semillas del Evangelio en la vida de todos los días: estudio, trabajo, tiempo libre? ¿Me desanimo o, como Jesús, sigo sembrando, también si no veo resultados inmediatos?«

 

Y pidió a María, que hoy veneramos como Virgen del Monte Carmelo, que nos ayude a ser sembradores generosos y alegres de la Buena Noticia..

 

 

 

Fuente: vaticanews.va

El Papa en el Ángelus: «Nosotros, ¿Dónde buscamos al Resucitado?»

 

El Papa Francisco en su alocución previa al Regina Coeli, recuerda el Evangelio de Hoy, domingo de la Divina Misericordia, que narra dos apariciones de Jesús resucitado a los discípulos y en particular a Tomás, el “apóstol incrédulo”. Tomás pide una señal extraordinaria y Jesús le muestra sus llagas, yendo delante de todos, en la comunidad.

 

El Papa Francisco reflexionó ante los fieles convocados en la plaza de san Pedro este domingo de la Divina Misericordia, sobre como Jesús, ante la incredulidad de Tomás, quien para creer, pide una “señal extraordinaria: tocar las llagas”, le muestra sus llagas, pero de forma ordinaria, yendo delante de todos, en la comunidad. Como diciéndole,- afirma el Papa- : “si quieres encontrarme no busques lejos, quédate en la comunidad, con los otros; no te vayas, reza con ellos, parte con ellos el pan”.

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Le muestra sus llagas. Las pruebas de su amor. 

Jesús complace a Tomás, aparece de nuevo en medio de sus discípulos y le muestra sus llagas, las pruebas de su amor, los canales siempre abiertos de su misericordia. En la comunidad, porque es allí donde se le encuentra a Jesús, señaló el Papa.

 

Es en la comunidad donde Tomás descubrirá su rostro, mientras con los hermanos Tomás comparte momentos de oscuridad y de miedo.

 

Nosotros, ¿dónde buscamos al resucitado?

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“Queridos hermanos y hermanas, la invitación hecha a Tomás es válida también para nosotros. Nosotros, ¿Dónde buscamos al Resucitado? ¿En algún evento especial, en alguna manifestación religiosa espectacular o sorprendente, únicamente en nuestras emociones o sensaciones?”

 «¿O en la comunidad, en la Iglesia, aceptando el desafío de quedarnos, aunque no sea perfecta? una comunidad con todos sus límites y sus caídas, que son nuestros límites y nuestras caídas.  Nuestra Madre Iglesia es el Cuerpo de Cristo; y está ahí, en el Cuerpo de Cristo, que se encuentran impresas, todavía y para siempre, las señales más grandes de su amor”.

 

Luego, nos pregunta el Pontífice, si cada uno de nosotros, en nombre de este amor, en nombre de las llagas de Jesús, estamos dispuestos a abrir los brazos a quien está herido por la vida, sin excluir a nadie de la misericordia de Dios, sino acogiendo a todos, señaló, cada uno como un hermano, como una hermana.

 

No siempre es fácil creer

En su alocución, el Santo Padre, afirma que, como Tomás, también cada uno de nosotros, siente la dificultad en creer.

 

“De hecho, no siempre es fácil creer, especialmente cuando, como en su caso, se ha sufrido una gran decepción. Tomás ha seguido a Jesús durante años, corriendo riesgos y soportando penalidades, pero el Maestro fue crucificado como un delincuente y nadie lo ha liberado, ¡nadie ha hecho nada! Ha muerto y todos tienen miedo. ¿Cómo fiarse todavía?”

 

Cuando Tomás se aleja, Jesús se aparece por primera vez a los discípulos la noche de Pascua, y puede recuperar esa ocasión volviendo con los otros, volviendo allí, afirmó Francisco, en esa familia que ha dejado asustada y triste. Cuando lo hace, cuando vuelve, le dicen que Jesús ha venido, pero a él le cuesta creer; quisiera ver sus llagas. Y Jesús le complace.

 

Sus llagas canales abiertos de su misericordia

En la comunidad, podemos encontrar a Jesús, es ahí, dijo el Papa, que Jesús nos muestra, “impresas en su cuerpo, las señales de las llagas: las señales del Amor que vence el odio, del Perdón que desarma la venganza, de la Vida que derrota la muerte”.

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Fuente: vaticanews.va

El Papa en el Ángelus: «Pidamos la gracia de sorprendernos cada día por los dones de Dios»

 

Ver las diferentes circunstancias de la vida, también las más difíciles de aceptar, como ocasiones para obrar el bien. Fue la exhortación de Francisco, este cuarto domingo de Cuaresma, al meditar sobre el Evangelio del día, que narra el episodio de Jesús que devuelve la vista a un ciego de nacimiento

 

“¿Sabemos ver el bien y ser agradecidos por los dones que recibimos?” Fue una de las preguntas que el Papa Francisco dejó este cuarto domingo de Cuaresma para la reflexión a los fieles que, como cada domingo, se convocaron en la plaza de san Pedro para escuchar su comentario sobre el Evangelio del Día y rezar la oración mariana del Ángelus.

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Corazones cerrados

El Evangelio del día – comenzó diciendo el Santo Padre – muestra a Jesús que devuelve la vista a un hombre ciego de nacimiento (cfr Jn 9,1-41). Pero este prodigio no es bien recibido por varias personas y grupos: los discípulos buscan un “culpable”, los vecinos se muestran “escépticos” y los padres del hombre sanado “temen a las autoridades religiosas y no se pronuncian”. El Evangelio de hoy muestra «cómo procede Jesús» y cómo procede «el corazón humano»: el corazón humano bueno, el corazón humano tibio, el corazón humano timorato, el corazón humano valiente. 

 

En todas estas reacciones, emergen corazones cerrados frente al signo de Jesús, por varios motivos: porque buscan un culpable, porque no saben sorprenderse, porque no quieren cambiar, porque están bloqueados por el miedo. Y tantas situaciones se parecen a esto hoy. Ante algo que realmente es un mensaje de testimonio de una persona, es un mensaje de Jesús, caemos en esto: buscamos otra explicación, no queremos cambiar, intentamos buscar una salida más elegante que aceptar la verdad.

 

El testimonio sencillo y libre

El único que reacciona bien – continuó diciendo Francisco – es el ciego: feliz de ver, testimonia lo que le ha sucedido de la forma más sencilla: “Era ciego y ahora veo”. Primero se veía obligado a pedir limosna y sufría los prejuicios de la gente: “es pobre y ciego de nacimiento, debe sufrir, debe pagar por sus pecados o por los de sus antepasados”. Ahora, libre en el cuerpo y en el espíritu, da testimonio de Jesús: no inventa nada y no esconde nada. 

 

No tiene miedo de lo que dirán los otros: el sabor amargo de la marginación ya lo ha conocido durante toda la vida, ya ha sentido sobre él la indiferencia y el desprecio de los transeúntes, de quien lo consideraba como un descarte de la sociedad, útil a lo sumo para la piedad de alguna limosna. Ahora, curado, ya no teme esas actitudes de desprecio, porque Jesús le ha dado plena dignidad: en sábado, delante de todos, le ha liberado y le ha donado la vista sin pedirle nada, ni siquiera un gracias, y él da testimonio. Ésta es la dignidad de una persona noble, de una persona que se sabe sanada y renace.

 

¿Y nosotros?

He aquí que el Papa invitara a los fieles a preguntarse qué posición tomamos ante esta escena del Evangelio, qué hubiéramos dicho entonces, y, sobre todo, qué hacemos “hoy”:

 

Como el ciego, ¿sabemos ver el bien y ser agradecidos por los dones que recibimos? Me pregunto: ¿cómo es mi dignidad? ¿Cómo es tu dignidad? ¿Testimoniamos a Jesús o difundimos críticas y sospechas? ¿Somos libres frente a los prejuicios o nos asociamos a los que difunden negatividad y chismes? ¿Estamos felices de decir que Jesús nos ama y nos salva o, como los padres del ciego de nacimiento, nos dejamos enjaular por temor a lo que pensará la gente? Los tibios de corazón no aceptan la verdad y no tienen el coraje de decir: «No, esto es así».  Y también, ¿cómo acogemos las dificultades de los demás? ¿Cómo acogemos a las personas que tienen tantas limitaciones en la vida, ya sean físicas que sociales, como los mendigos que viven en la calle? ¿como maldiciones o como ocasiones para hacernos cercanos a ellos con amor? 

 

La exhortación final de Francisco en el día en que la Iglesia recuerda a San José, padre de Jesús, fue a “pedir la gracia de sorprendernos cada día por los dones de Dios y de ver las diferentes circunstancias de la vida, también las más difíciles de aceptar, como ocasiones para obrar el bien, como hizo Jesús con el ciego”.

 

“La Virgen nos ayude en esto, junto a San José, hombre justo y fiel.”

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Fuente: vaticanews.va

El Papa en el Ángelus: ¿Buscamos a nuestro alrededor la luz del amor de Dios?

 

En este segundo domingo de Cuaresma, el Papa reflexionó sobre el relato evangélico de la Transfiguración, que nos enseña la importancia de estar con Jesús: "Estando con Él, de hecho, aprendemos a reconocer, en su rostro, la belleza luminosa del amor que se entrega, incluso cuando lleva las marcas de la cruz".

 

¿En qué consiste la belleza como Hijo de Dios con la que Jesús se revela en el monte, junto a Pedro, Santiago y Juan? ¿Qué ven los discípulos? Son preguntas que el Papa Francisco planteó a los miles de fieles y peregrinos reunidos este segundo domingo de Cuaresma para la oración mariana del Ángelus. El Pontífice los invitó a detenerse un momento en la escena del Evangelio del día (Mt 17, 1-9) que narra la Transfiguración de Cristo.

¿Acaso los discípulos ven un efecto espectacular? “No, no es eso”, dijo el Pontífice, aclarando queven la luz de la santidad de Dios brillando en el rostro y en los vestidos de Jesús, imagen perfecta del Padre. Se revela la majestad de Dios, la belleza de Dios”.

“Pero Dios es Amor, continuó, y así los discípulos han visto con sus propios ojos la belleza y el esplendor del Amor divino encarnado en Cristo. Un anticipo del paraíso”. “¡Qué sorpresa para los discípulos!”, aseveró el Santo Padre, acotando:Hacía tanto tiempo que tenían ante sus ojos el rostro del Amor, ¡y nunca se habían dado cuenta de su belleza! Solo ahora se dan cuenta, con inmensa alegría”.

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Cristo, luz que ilumina el camino

El Papa Francisco observó que, “en realidad, Jesús les está formando con esta experiencia, los está preparando para un paso aún más importante”. “En efecto -añadió el Papa-, de pronto tendrán que saber reconocer en Él la misma belleza cuando suba a la cruz y su rostro quede desfigurado”.

 

“Pedro se esfuerza por comprender: le gustaría detener el tiempo, poner la escena en «pausa», quedarse allí y prolongar esta maravillosa experiencia; pero Jesús no se lo permite”. “Su luz, en efecto, no puede reducirse a un ‘momento mágico’. Se convertiría, entonces, en algo falso, artificial, que se disolvería en la niebla de los sentimientos pasajeros. Al contrario, Cristo es la luz que guía el camino, como la columna de fuego para el pueblo en el desierto (cf. Ex 13,21). La belleza de Jesús no aleja a los discípulos de la realidad de la vida, sino que les da fuerza para seguirle hasta Jerusalén, hasta la cruz”. «La belleza de Cristo no es alienante, te lleva siempre adelante, no te hace esconderte: ¡ve adelante!«

 

Llevemos a los demás la luz que hemos recibido

Para el Santo Padre, “este Evangelio también nos traza un camino: nos enseña lo importante que es estar con Jesús, incluso cuando no es fácil comprender todo lo que dice y hace por nosotros”. “Estando con Él, en efecto, aprendemos a reconocer, en su rostro, la belleza luminosa del amor que se entrega, incluso cuando lleva las marcas de la cruz”.

 

Y es en su escuela donde aprendemos a captar la misma belleza en los rostros de las personas que caminan a nuestro lado cada día: familiares, amigos, compañeros, aquellos que de las formas más diversas nos cuidan”. “¡Cuántos rostros luminosos, cuántas sonrisas, cuántas arrugas, cuántas lágrimas y cicatrices hablan de amor a nuestro alrededor!”,

 

Es lo que exclamó el Papa, invitando a aprender a reconocerlos y llenarnos nuestro corazón de ellos. También nos anima a ponernos en camino para llevar a los demás la luz que hemos recibido, con las obras concretas del amor (cf. 1 Jn 3, 18), sumergiéndonos más generosamente en nuestras ocupaciones cotidianas, amando, sirviendo y perdonando con más entusiasmo y disponibilidad.

 

«La contemplación de las maravillas de Dios, la contemplación del rostro de Dios, de la cara del Señor, nos debe empujar al servicio a los demás«

 

Entre la luz del Señor y la luz falsa 

De ahí la invitación del Pontífice a interrogarnos:

 

¿Reconocemos la luz del amor de Dios en nuestra vida? ¿Lo reconocemos con alegría y gratitud en los rostros de las personas que nos aman? ¿Buscamos a nuestro alrededor signos de esta luz, que llena nuestros corazones y los abre al amor y al servicio? ¿O preferimos los fuegos de paja de los ídolos, que nos alejan y nos encierran en nosotros mismos? ¿La gran luz del Señor y la luz falsa, artificial de los ídolos. ¿Qué prefiero yo?”.

 

Y, como es costumbre al final de sus alocuciones previas al Ángelus, el Santo Padre invocó a la Virgen María, para que Ella, “que conservó la luz de su Hijo en su corazón, incluso en la oscuridad del Calvario, nos acompañe siempre en el camino del amor”.

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Fuente: vaticanews.va

El Papa en el Ángelus nos explica los tres «venenos» con los que el diablo nos tienta

 

El Santo Padre en el Ángelus del primer domingo de Cuaresma nos habla sobre las tentaciones que sufrió Jesús en el desierto. Para tentar a Jesús el diablo intenta aprovecharse de su cansancio después de 40 días de ayuno con tres «venenos»: el apego, la desconfianza y el poder.

 

El Papa Francisco este domingo, previo al Ángelus, habló de la lucha espiritual en Cuaresma y reflexionó sobre el Evangelio correspondiente a ese día que recoge como Jesús fue tentado en el desierto por el diablo, que significa, dijo el Papa, «el que divide» y analiza  de quién lo quiere dividir, y de qué modo. «El diablo quiere separar a Jesús del Padre, quiere apartarlo de su misión de unidad para nosotros«, señala el Pontífice.

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Los tres venenos del diablo: apego, desconfianza y poder

Francisco dijo que el diablo, aprovechando la «condición humana de Jesús, que se encuentra débil porque ha ayunado durante cuarenta días y tiene hambre, intenta instilar en Él tres “venenos” potentes, para paralizar su misión de unidad»: Estos venenos son el apego, la desconfianza y el poder.

El diablo, afirmó, trata de sugestionar a Jesús con razonamientos persuasivos sobre el apego de las cosas y las necesidades, la desconfianza al Padre y sobre el poder.

 

Primer veneno, el apego: “Tienes hambre, ¿por qué tienes que ayunar? Escucha tu necesidad y satisfácela, tienes el derecho y el poder para ello: transforma las piedras en pan. Después, el segundo veneno, la desconfianza: “¿Estás seguro de que el Padre quiere tu bien? -insinúa el maligno-. ¡Ponlo a prueba, chantajéalo! Tírate desde el punto más alto del templo y haz que haga lo que tú quieres”. Por último, el tercer veneno, el poder: “¡No necesitas a tu Padre! ¿Por qué esperar sus dones? ¡Sigue los criterios del mundo, logra todo tú solo y serás poderoso!”. Terrible, ¿no es cierto? Pero es así, también para nosotros:»

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El diablo intenta instalar tres venenos en nosotros

El Santo Padre, nos recuerda, que el diablo trata de envenenarnos a cada uno con el apego a las cosas, la desconfianza y la sed de poder. Tres «tentaciones frecuentes y peligrosas que el diablo emplea con el fin de dividirnos del Padre«, y que trata de dividirnos, que no nos sintamos más hermanos entre nosotros, para llevarnos a la soledad y a la desesperación, dijo Francisco.

 

«¡Esto es lo que quiere hacer con Jesús, esto es lo que quiere hacernos a nosotros! Pero Jesús vence las tentaciones. ¿Cómo? Evitando discutir con el diablo y respondiendo con la Palabra de Dios».

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Vencer al diablo con la Palabra de Dios

Jesús, dijo el Papa, no dialoga con el diablo, no negocia con él, rechaza sus insinuaciones con «las Palabras benéficas de las Escrituras». Citando tres frases que hablan dijo Francisco, de libertad respecto a las cosas, de confianza y de servicio a Dios.  Tres frases opuestas a las tentaciones.

 

«Esto supone una invitación para nosotros: ¡con el diablo no se discute! No se le vence tratando con él, sino oponiéndole con fe la Palabra divina. De este modo, Jesús nos enseña a defender la unidad con Dios y entre nosotros, de los ataques del que divide. ¡Y necesitamos unidad!Esto es importante: con el diablo no se discute, con el diablo no se dialoga. Jesús se enfrenta a él con la Palabra de Dios». 

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¿Qué lugar tiene en mi vida la Palabra de Dios? 

El Pontífice nos cuestiona, qué lugar tiene en nuestras vidas la Palabra de Dios, nos pregunta si recurrimos a ella en nuestras luchas espirituales.

 

«Si tengo un vicio o una tentación que se repite, ¿por qué no busco, con la ayuda oportuna, un versículo de la Palabra de Dios que responda a ese vicio? Luego, cuando llegue la tentación, lo recito, lo rezo confiando en la gracia de Cristo. Probemos, nos ayudará en las tentaciones, porque, entre las voces que se agitan dentro de nosotros, resonará la voz benéfica de la Palabra de Dios».

 

Por último, una súplica a la Virgen María, que «ha acogido la Palabra de Dios y con su humildad ha derrotado la soberbia del que divide», que nos acompañe en la lucha espiritual de la Cuaresma.

 

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Fuente: vaticanews.va

El Papa en el Ángelus: «Libertad de los apegos, cultivar la virtud de hacernos a un lado»

 

El Santo Padre en el Ángelus de este domingo 15 de enero nos explica la importancia de dejar de lado los apegos, cultivar la virtud del hacernos a un lado en el momento oportuno, testimoniando que el punto de referencia de la vida es Jesús.

 

El Papa Francisco este domingo, previo al Ángelus, ha reflexionado sobre el Evangelio correspondiente a ese día que recoge el testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús después de haberlo bautizado en el río Jordán. Al respecto reflexionó sobre la importancia de ser libres de los apegos, de cultivar la virtud de hacerse a un lado.

Nos cuestionó si somos capaces de hacer sitio a los demás, de  escucharlos, de dejarlos libres, de no atarlos a nosotros pretendiendo gratitud. Francisco nos preguntó si somos capaces de atraer a los demás hacia Jesús o hacia nosotros mismos. Y siguiendo  el ejemplo de Juan, nos preguntó si sabemos  alegrarnos de que las personas emprendan su propio camino y sigan su llamada, incluso si eso implica un poco de desapego respecto a nosotros, si nos alegramos de sus logros, ¿con sinceridad y sin envidia?

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Juan el Bautista

Juan el Bautista hablando de Jesús dice: «A Él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo» (vv. 29-30). Al respecto, Francisco, hablando de Juan el Bautista, explicó que esta declaración revela el espíritu de servicio de Juan. Él fue enviado a preparar el camino al Mesías, y lo hizo sin ahorrar esfuerzos, dijo el Papa.

 

“Humanamente, se podría pensar que le será entregado un “premio”, un puesto relevante en la vida pública de Jesús. En cambio, no. Una vez cumplida su misión, Juan sabe hacerse a un lado, se retira de la escena para dejar el sitio a Jesús. Ha visto al Espíritu descender sobre Él (cfr. vv.33-34), lo ha señalado como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y ahora se dispone a escucharlo humildemente”.

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El signo del verdadero educador

Juan el Bautista, afirmó el Papa, predicó y reunió discípulos, los formó, y, sin embargo, señaló Francisco, no ata a nadie a sí. Este es el signo del verdadero educador remarcó, no atar a las personas a uno mismo.

 

“Juan pone a sus discípulos sobre las huellas de Jesús. No está interesado a tener seguidores, a obtener prestigio y éxito, sino que presenta su testimonio y luego da un paso atrás para que muchos tengan la alegría de encontrar a Jesús.

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La libertad respecto a los apegos

Con este espíritu de servicio, con su capacidad de dejar sitio, Juan el Bautista nos enseña una cosa importante, enfatizó Francisco: la libertad respecto a los apegos. Sí, porque es fácil apegarse a roles y posiciones, a la necesidad de ser estimados, reconocidos y premiados.

Sin embargo, para el Santo Padre, este apego, aunque si es natural, no es bueno, porque como dijo el Papa, el servicio implica la gratuidad, el cuidar de los demás sin ventajas para uno mismo, sin segundos fines.

 

“Nos hará bien cultivar, como Juan, la virtud del hacernos a un lado en el momento oportuno, testimoniando que el punto de referencia de la vida es Jesús”.

«Hacerse a un lado, aprender a despedirse: he cumplido esta misión, he tenido este encuentro, me hago a un lado y dejo lugar al Señor. Aprender a hacerse a un lado, a no tomar algo como una recompensa para nosotros».

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Crecer en espíritu de servicio 

Libertad de los apegos, esto dijo el Papa es importante, para un sacerdote “que está llamado a predicar y celebrar no por afán de protagonismo o por interés, sino para acompañar a los demás hacia Jesús”. O en los padres de familia, que educan a sus hijos con sacrificios y luego los dejan libres para que sigan su propio camino en la vida. Al respecto, el Pontífice dijo que es justo que “los padres sigan asegurando su presencia diciendo a los hijos: «no los dejamos solos»; pero con discreción, sin intromisión”.

Liberarse de los apegos y hacerse a un lado cuesta recordó Francisco, pero es importante hacerlo siempre, en todo momento, en la amistad, en la vida de pareja, en la vida comunitaria: es el paso decisivo para crecer en el espíritu de servicio.

 

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Fuente: vaticanews.va

El Papa en el Ángelus: “Caridad, Palabra y perdón”, las claves del testimonio cristiano

 

El Santo Padre en el Ángelus de este lunes 26 de diciembre, fiesta de San Esteban, protomártir, nos remarcó las tres claves del verdadero testimonio cristiano: crecer en la caridad, en el amor a la Palabra y en el perdón

 

“Pidamos a Jesús recién nacido la novedad de un corazón capaz de perdonar: la fuerza para rezar por quienes nos han hecho daño y para dar pasos de apertura y reconciliación” (Papa Francisco)

 

Con estas palabras lo dijo el Papa Francisco antes de rezar la oración mariana del Ángelus de este lunes, 26 de diciembre, fiesta de San Esteban, protomártir, al explicar lo que significa el testimonio cristiano, que está centrado en “la caridad hacia los hermanos, la fidelidad a la Palabra de Dios y el perdón”.

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Profundizar en el misterio de la Navidad.

Al saludar a los miles de fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre señaló que, la liturgia para ayudarnos a acoger y profundizar mejor la Navidad, prolonga la duración de esta fiesta por ocho días, hasta el 1 de enero. Sin embargo, sorprendentemente, en estos mismos días se conmemoran algunas figuras dramáticas de los santos mártires.

 

“Hoy, por ejemplo, San Esteban, el primer mártir cristiano; pasado mañana, los Santos Inocentes, los niños mandados a matar por el rey Herodes por miedo a que Jesús le arrebatara el trono (cf. Mt 2, 1-18). En resumen, la liturgia parece querer alejarnos del mundo de las luces, los almuerzos y los regalos en el que podemos estar algo entregados en estos días. ¿Por qué?”.

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La Navidad no es la fábula del nacimiento de un rey.

Al responder a esta pregunta, el Papa Francisco afirmó que, la Navidad no es la fábula del nacimiento de un rey, sino la venida del Salvador, que nos libra del mal tomando sobre sí nuestro mal: el egoísmo, el pecado, la muerte. Y en esto, indicó el Pontífice, los mártires son los más parecidos a Jesús.

 

“De hecho, la palabra mártir significa testigo: los mártires son testigos, es decir, hermanos y hermanas que, con su vida, nos muestran a Jesús, que venció el mal con la misericordia. E incluso, en nuestros días los mártires son numerosos. Hoy rezamos por estos hermanos y hermanas perseguidos que dan testimonio de Cristo. Pero intentemos preguntarnos: ¿damos nosotros testimonio? ¿Y cómo podemos mejorar en esto? Nos puede ayudar precisamente la figura de san Esteban”.

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Esteban el testigo de la caridad y el anuncio.

Y explicando la figura de San Esteban, el Santo Padre señaló que, los Hechos de los Apóstoles nos dicen que él era uno de los siete diáconos que la comunidad de Jerusalén había consagrado para el servicio de la caridad. “Esto significa – afirmó el Papa – que su primer testimonio no lo dio con palabras, sino a través del amor con el que sirvió a los más necesitados”. Pero Esteban no se limitaba a esta labor de asistencia. A los que encontraba les hablaba de Jesús: compartía su fe a la luz de la Palabra de Dios y de la enseñanza de los Apóstoles. “Esta es la segunda dimensión de su testimonio – indicó el Pontífice – acoger la Palabra y comunicar su belleza, contar cómo el encuentro con Jesús cambia la vida”.

 

“Esto era tan importante para Esteban que no se dejó intimidar ni siquiera por las amenazas de sus perseguidores, ni siquiera cuando vio que las cosas se le estaban complicando (cf. v. 54). Caridad y anuncio, este era Esteban. Sin embargo, su mayor testimonio es otro: es que supo unir la caridad al anuncio y al perdón. Y nos dio este testimonio cuando estaba a punto de morir, cuando, siguiendo el ejemplo de Jesús, perdonó a sus asesinos (cf. v. 60; Lc 23,34)”.

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La novedad de un corazón capaz de perdonar.

Esta es la respuesta a nuestra pregunta, indicó el Papa Francisco, nosotros podemos mejorar nuestro testimonio mediante la caridad hacia los hermanos, la fidelidad a la Palabra de Dios y el perdón. Caridad, Palabra y perdón. “Es el perdón – subrayó el Pontífice – el que dice si realmente practicamos la caridad hacia los demás y si vivimos la Palabra de Jesús”.

 

El ‘per-dón’ es en realidad, como la propia palabra lo indica, un don más grande, un don que damos a los demás porque somos de Jesús, somos perdonados por Él. Pensemos en nuestra capacidad de perdonar, en estos días en los que nos podemos encontrar, entre otras muchas, algunas personas con las que no nos hemos llevado bien, que nos han herido, con las que nunca hemos arreglado nuestra relación. Pidamos a Jesús recién nacido una novedad, es decir, la novedad de un corazón capaz de perdonar: todos tenemos la necesidad de un corazón que perdona. Pidamos al Señor esta gracia: Señor, que yo aprenda perdonar. La fuerza para rezar por quienes nos han hecho daño, orar por las personas que me hann herido y para dar pasos de apertura y reconciliación”.

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Crecer en la caridad, el amor a la Palabra y el perdón

El Santo Padre concluyó su alocución invitando a los miles de fieles y peregrinos, a pedir a la Madre Dios que, en estos días de Navidad, el Señor nos de la gracia de ser testigos de su Hijo que viene a salvarnos.

 

“Que María, Reina de los mártires, nos ayude a crecer en la caridad, en el amor a la Palabra y en el perdón”.

 

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Fuente: vaticanews.va

El Papa en el Ángelus del cuarto domingo de Adviento: «Ante lo inesperado, confiar en la vía de la misericordia»

 

El Santo Padre recuerda en el Ángelus de este cuarto Domingo de Adviento que renunciar a las certezas, planes perfectos o legítimas expectativas, es abrirse al futuro y a la misericordia de Dios

 

Cuarto y último domingo de Adviento, el Papa reflexiona como siempre, sobre el Evangelio de este domingo que ve a san José en su discernimiento sobre la paternidad del hijo de Dios en el vientre de su prometida María. El Pontífice entra en las tribulaciones de un hombre que sueña para el futuro “una hermosa familia, con una esposa afectuosa, muchos hijos buenos y un trabajo digno; sueños simples y buenos.”, pero que se rompen ante la noticia del embarazo de su prometida, María.

 

“¡María, su prometida, espera un niño, y ese niño no es suyo! ¿Qué pudo haber sentido José? Desconcierto, dolor, desorientación, quizá también enojo y desilusión… ¡El mundo se le vino encima! ¿Qué podía hacer?”

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La encrucijada

Una cuestión que según la Ley judía ofrecía dos posibilidades. La primera. – dijo Francisco – denunciar a María y hacerle pagar el precio de una presunta infidelidad. La segunda. – agregó – anular su compromiso en secreto, sin exponer a María al escándalo y a graves consecuencias, tomando sobre sí el peso de la vergüenza.

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El camino de la misericordia

José escoge esta segunda vía: la vía de la misericordia”, subraya el Pontífice, pues en el centro de esa crisis, precisamente mientras piensa y evalúa todo esto, Dios enciende en su corazón una luz nueva, porque la maternidad de María no procede de una traición, sino que es obra del Espíritu Santo, y el niño que nacerá es el Salvador (cfr. v. 20-21).

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María será la madre del Mesías y él será su custodio. Al despertar, José comprende que el mayor sueño de todo pío israelita -ser el padre del Mesías- se está haciendo realidad en él de modo absolutamente inesperado».

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Confianza en Dios

Ante esta desconcertante noticia, y más allá de la Ley, José confía en Dios “por encima de todo, acoger a María y a su hijo.

 

“En otras palabras, José deberá renunciar a sus confortantes certezas, a sus planes perfectos, a sus legítimas expectativas, y abrirse a un futuro enteramente por descubrir. Y a Dios, que estropea sus planes y le pide que se fíe de Él, José responde sí.

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Una valentía heroica

El Papa describe esta elección como una “valentía heroica” y en “silencio”, es decir,  “José se fía, acoge, se hace disponible, no pide más garantías”. Entonces, Francisco plantea una interrogante: ¿qué nos dice José hoy a nosotros?.

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“ También nosotros tenemos nuestros sueños, y quizá en Navidad pensamos más en ellos, los discutimos juntos. Quizá añoramos algunos sueños rotos, y vemos que las mejores esperanzas a menudo deben enfrentarse a situaciones inesperadas, desconcertantes. Cuando esto sucede, José nos indica el camino: no hay que ceder a los sentimientos negativos, como la rabia y la cerrazón, ¡este es un camino equivocado! Por el contrario, debemos acoger las sorpresas de la vida, incluidas las crisis, teniendo en cuenta que cuando se está en crisis no hay que decidir apresuradamente, según el instinto, sino que, como José, es preciso “considerar todas las cosas” (cfr. v. 20) y apoyarse en el criterio principal: la misericordia de Dios”.

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No ceder a la cerrazón y la rabia

El Santo Padre asegura que cuando se habita la crisis sin ceder a la cerrazón, a la rabia y al miedo, teniendo la puerta abierta a Dios, Él puede intervenir.

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Él es experto en transformar las crisis en sueños: sí, Dios abre las crisis a perspectivas nuevas, quizá no como nosotros nos esperamos, sino como Él sabe. Son los horizontes de Dios: sorprendentes, pero infinitamente más amplios y hermosos que los nuestros

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Francisco, junto a los fieles, antes del rezo mariano, pide a la Virgen María  que nos ayude a vivir abiertos a las sorpresas de Dios.

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Fuente: vaticanews.va