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Comienza la campaña 2024 contra el Hambre de Manos Unidas: «El efecto ser humano – La única especie capaz de cambiar el planeta»:

 

 

«El Efecto Ser Humano» es el lema que propone Manos Unidas para la Campaña 2024 contra el hambre en el mundo que comienza con el  Día del Ayuno Voluntario, el viernes 9 de febrero, y que celebra su Jornada mundial y colecta de la campaña el domingo 11 de febrero.

Manos Unidas busca en esta nueva campaña concienciar a la sociedad de cómo la crisis medioambiental está afectando a millones de personas, sobre todo del Sur global, perjudicando sus derechos más básicos como el derecho a la alimentación, al agua potable, a la salud, a una vida digna, a un entorno saludable, generando una gran injusticia climática.

 

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¿Qué significa el lema de la campaña?

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Con el lema «El Efecto Ser Humano», Manos Unidas quiere subrayar que «somos «la única especie capaz de cambiar el planeta». En este sentido, destaca, además, que el maltrato al planeta tiene consecuencias mayores al otro lado del mundo, que son los que «poco han participado en originar el problema».

Manos Unidas alza la voz por el cuidado del planeta porque es el camino para luchar por la dignidad de las personas y reclaman «una implicación de la política global en la lucha contra el cambio climático que, para ser justa, debe centrarse en los más vulnerables«.

«Las políticas climáticas -explican desde la ONG católica- centradas en compensación de emisiones de carbono, que permiten que los países más ricos puedan seguir creciendo económicamente están provocando más hambre en los países más pobres«. «Ni todos contaminamos igual ni a todos nos afecta esta crisis de la misma manera», añaden.

Para visibilizar aún más la campaña proponen este Hashtag para redes sociales: #EfectoSerHumano y ofrece materiales informativos para su difusión.

 

 

 

El próximo viernes, 9 de febrero, Manos Unidas convoca a los españoles a la jornada de Ayuno Voluntario. Una actividad con la que la ONG de la Iglesia católica pide a nuestra sociedad un gesto simbólico de apoyo a los 735 millones de personas que pasan hambre en el mundo.

 

 

Cada segundo viernes del mes de febrero, desde hace más de 50 años, generaciones de españoles han practicado el Ayuno Voluntario apuntándose a ese pequeño gesto tan simbólico como cargado de sentido: un café menos puede transformarse en material escolar para escolarizar a una niña; una comida menos puede haber proporcionado semillas para algún huerto de mujeres… Y la suma de todas las colaboraciones se ven materializadas en centenares de proyectos de desarrollo en decenas de países, que Manos Unidas apoya cada año.

 

Infórmate más 

 

 

 

Carta Pastoral de nuestro arzobispo D. Julián en la Campaña de Manos Unidas

 

La desigualdad se ha convertido en la mayor amenaza y el mayor desafío a nivel mundial. Para muchas personas, pensar en desigualdad y en hambre es pensar en un reto imposible, un problema sin solución ante el que no se puede hacer nada.

Contra esa desigualdad trata de luchar año tras año Manos Unidas que cada mes de febrero pone en marcha su Campaña de Manos Unidas que se celebra el segundo domingo del mes de febrero.

El lema elegido para este año es «Frenar la desigualdad está en tus manos» y quiere ser un llamamiento a la sociedad para luchar por la dignidad y promover un mundo donde todos valgamos lo mismo y nadie se quede atrás.

Y como cada año con motivo de esta Campaña el arzobispo de Santiago, D. Julián Barrio, ha publicado una Carta Pastoral en la que recuerda que el número de personas que pasan hambre y viven en la pobreza, va aumentando cada vez más lo que debe golpear nuestra conciencia: “¿Qué sociedad es esta nuestra en la que tan poco cuenta la dignidad de la persona y tantas cualidades buenas se están perdiendo? Cada uno de nosotros podría ser esa persona que tiene que resignarse a la herida de la desigualdad provocada”.

 

 

Carta Pastoral en la Campaña de “Manos Unidas”. Febrero 2023

“Frenar la desigualdad está en tus manos”

 

 

Queridos diocesanos:

La liturgia de la Iglesia reza así: “Padre nuestro que en los cielos estás, haz a los hombres iguales: que ninguno se avergüence de los demás; que todos al que gime den consuelo; que todos al que sufre del hambre la tortura le regalen en rica mesa de manteles blancos con blanco pan y generoso vino[1]. La Campaña de Manos Unidas llama de nuevo a nuestra conciencia, recordándonos que el número de personas que pasan hambre y viven en la pobreza, va aumentando cada vez más. El cristianismo nace precisamente como amor al hombre. Ayudar a los demás nos permite descubrir quién soy, por qué existo y lo mucho que puedo hacer. Esto suscita en nosotros una pregunta preocupante: ¿Qué sociedad es esta nuestra en la que tan poco cuenta la dignidad de la persona y tantas cualidades buenas se están perdiendo? Cada uno de nosotros podría ser esa persona que tiene que resignarse a la herida de la desigualdad provocada. Cuando sanitariamente preocupa el ponernos la vacuna de turno, nos damos cuenta de que para la pobreza, la desigualdad y el hambre no la tenemos porque son otros intereses humanos los que la dificultan. La pobreza y el hambre no son fruto de la fatalidad ni son culpables los pobres y los que pasan hambre como a veces se argumenta.

Siempre podremos hacer algo

El lema de la campaña de este año ha de inquietarnos: “Frenar la desigualdad está en tus manos”. Es un reto que hemos de asumir. Es posible que nos justifiquemos pensando que poco podemos hacer y que la solución a este problema depende de otras instancias que ostentan el poder. En todo caso esto nunca será excusa para que dejemos de hacer lo que esté en nuestras manos. Esperar a solucionarlo todo para actuar, será una forma de justificar nuestra inactividad.

Los cristianos y toda persona de buena voluntad encontrarán una orientación ética y moral en la Doctrina Social de la Iglesia que recoge el mensaje del Evangelio. Para superar la sima de la desigualdad necesitamos tener como puente un trabajo digno con un salario adecuado que evite el bucle de la dependencia. “Ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo[2]. El trabajo por la justicia y la paz es una realidad que nos incumbe a todos, reconociéndonos como hijos de Dios y hermanos los unos de los otros. La desigualdad no se aviene con la fraternidad. El momento de responder es ahora. Como dijo el papa Francisco refiriéndose al juicio final: “la respuesta es sólo una: el cuándo es ahora. Está en nuestras manos, en nuestras obras de misericordia: no en las puntualizaciones y en los análisis refinados, no en las justificaciones individuales o sociales. En nuestras manos y nosotros somos responsables”.

La sociedad puede cambiar

Es posible una sociedad en la que la dignidad humana con todos sus derechos y obligaciones sea el faro orientador. Necesitamos un esfuerzo global para superar las desigualdades, mirando al futuro con esperanza. Recordemos que cualquier cosa que hagamos por los demás, la hacemos a Cristo y superemos la pulsión por el tener que genera toda codicia. Más de 811 millones de personas están pasando hambre. Esta realidad no nos puede ser indiferente, aislándonos en nuestra visión pesimista de la vida. No hagamos dependientes a los demás, tratemos de ayudarles a salir de esa situación inhumana. Servir es posibilitar la igualdad. “Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país… Cuando este principio elemental no queda a salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad[3]. Hemos de atrevernos como Tomás, el incrédulo, a meter nuestras manos en las llagas del mundo y en las propias. Es atreverse a encontrar a Cristo para transformar la realidad.

Manos a la obra

La fe cristiana no es el sueño en el que se refugia quien calcula la carga de la vida. Los creyentes en Cristo “sufren con los que sufren” (Cf. 1Cor 12,26), toman en serio el dolor del prójimo y tratan de remediarlo. Se nos llama a trabajar por la realización integral de la persona. “El amor a la sociedad y el compromiso por el bien común son una forma excelente de caridad”[4].

Pongamos manos a la obra y hagámoslo con esperanza cristiana que “es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal… para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna. Caminemos en esperanza[5]. La verdadera sabiduría supone el encuentro con la realidad[6]. La campaña de Manos Unidas nos pide contagiar la solidaridad para acabar con las desigualdades, favoreciendo el bien común. Así se nos recuerda que “los más favorecidos deben renunciar a algunos de sus derechos para poner con mayor liberalidad sus bienes al servicio de los demás[7].

Os saluda con afecto y bendice en el Señor,

 

+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.

 

[1] Himno de Laudes, martes tercera semana de la Liturgia de las Horas.

[2] FRANCISCO, Fratelli tutti, 162.

[3] FRANCISCO, Fratelli tutti, 107.

[4] FRANCISCO, Laudato si’, 231.

[5] Ibid., 55.

[6] Cf. Ibid., 47.

[7] FRANCISCO, Evangelii gaudium, 190.

 

Fuente: archicompostela.es

Arranca la Campaña contra el hambre: «Frenar la desigualdad está en tus manos» de Manos Unidas, también en nuestra archidiócesis

 

«Frenar la desigualdad está en tus manos» es el lema que propone Manos Unidas para la 64º Campaña contra el hambre en el mundo que arranca esta semana: el viernes, 10 de febrero, con el Día del Ayuno Voluntario, y el domingo 12, con la colecta de la Campaña contra el hambre en el mundo.

Con la Campaña de este año, Manos Unidas comienza un quinquenio en el que va a centrar su trabajo en las brechas de desigualdad que siguen creciendo y comprometen la dignidad de todo ser humano. Porque para promover sociedades más justas, pacíficas e inclusivas, no basta con reducir la pobreza y el hambre, o mejorar la calidad de la educación o del medioambiente, sino que es necesario apostar decididamente por la eliminación de las inequidades que atentan contra la vida digna de millones de personas.

En nuestra archidiócesis, además  del ayuno voluntario y las colectas,  las delegaciones de Manos Unidas han organizado dos conferencias, en Santiago (9 de febrero) y Pontevedra (10 de febrero) impartidas por misioneras de Bolivia y Camerún, que nos acercarán a sus realidades y como los proyectos de Manos Unidas están reduciendo esas brechas de desigualdad en estos paises en vías de desarrollo.

 

 

Las cifras del hambre en el mundo siguen aumentando

Manos Unidas recuerda que las cifras de la pobreza y el hambre han aumentadoMás de 811 millones de personas pasan hambre en nuestro mundoy entre 5 y 11 personas mueren por minuto. En el Sur, el grupo humano más pobre y hambriento es el de las mujeres, porque el hambre tiene, también, rostro de mujer.

Ante estos datos, afirman que el desarrollo será inclusivo o no será. No vale un mundo dividido entre los del centro y los de la periferia, los integrados y los excluidos, los dignos necesarios y los sobrantes descartables. Hay que buscar un modelo económico que respete los derechos de todas las personas para reducir las desigualdades y superar el asistencialismo, y una gestión pública que ponga en el centro, empoderándolos, a los más vulnerables.

También destacan que como organización de cooperación católicadeben procurar que desaparezca la desigualdad de nuestro mundo. Así, nuestra lucha contra el hambre y la pobreza podrá ser efectiva y podremos empujar, junto a otros, hacia un mundo justo, inclusivo, sostenible y en paz.

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¿Por qué el lema y la imagen de esta Campaña?

 

«Frenar la desigualdad está en tus manos» es el lema de la Campaña 2023 de Manos Unidas.

Queremos que la sociedad una sus manos a las nuestras para terminar con la desigualdad y el hambre.

La desigualdad se ha convertido en la mayor amenaza y el mayor desafío a nivel mundial. Para muchas personas, pensar en desigualdad y en hambre es pensar en un reto imposible, un problema sin solución ante el que no se puede hacer nada.

Desde Manos Unidas quieren dar un giro a esta idea y dejar la solución en manos de cada uno de nosotros. Porque cuando hablamos de ayudar todos usamos un elemento común, las manos, un elemento muy poderoso y con mucha fuerza, tanto física como metafóricamente, que es símbolo principal y esencia de nuestra organización.

Por eso, la imagen elegida para acompañarnos en 2023 muestra unas manos en blanco y negro: fuertes, que transmiten ternura y nos invitan, al mismo tiempo, a tender las nuestras a nuestros hermanos más vulnerables y descartados.

Y es que, para hacer frente a la desigualdadtodas las manos suman, todas cuentan y todas son necesarias y pueden ayudar a acabar con esta lacra.

Con el lema y la imagen de esta Campaña «Frenar la desigualdad está en tus manos«, queremos hacer un llamamiento a la sociedad para luchar por la dignidad y promover un mundo donde todos valgamos lo mismo y nadie se quede atrás.

Porque el combate contra la desigualdad solo es posible desde la convicción de que el futuro de las desigualdades no es cosa de otros, sino que depende de cada uno de nosotros, y está en nuestras manos.

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En datos

Con motivo de la Campaña, Manos Unidas hace públicos los datos de quiénes son, cómo se financia y sus campos de actuación.

Esta Asociación de la Iglesia Católica en España para la ayuda, promoción y desarrollo de los países en vías de desarrollo. Es, a su vez, una Organización No Gubernamental para el Desarrollo (ONGD), de voluntarios, católica y seglar.

Manos Unidas mantiene dos líneas de trabajo: dar a conocer y denunciar la existencia del hambre y de la pobreza, sus causas y sus posibles soluciones. Y reunir medios económicos para financiar los programas, planes y proyectos de desarrollo integral dirigidos a atender estas necesidades.

 

 

 

 

Fuente: manosunidas.org

Carta Pastoral de nuestro arzobispo en la Campaña de “Manos Unidas”. Febrero 2022

 

Con motivo de la Campaña de Manos Unidas contra el hambre de este año, nuestro arzobispo Monseñor Barrio nos ha escrito a todos los diocesanos su Carta Pastoral: «Indiferencia y Olvido».

La tarea que Manos Unidas se plantea para la Campaña de 2022, con el lema “Nuestra indiferencia los condena al olvido”, es evitar que el muro de la indiferencia y la desigualdad condenen al olvido a más de mil millones de personas empobrecidas y hambrientas.

A ello hace referencia en esta carta pastoral D. Julián: “el mes de febrero nos recuerda a través de Manos Unidas que son muchas las personas que incomprensiblemente pasan hambre en nuestro mundo”.  Incide el arzobispo en que “hemos de construir la historia verdaderamente humana a través de la solidaridad y la fraternidad” y que «nada que afecte a los demás nos puede ser ajeno. Ante los dramas de las personas y de sus miserias, la respuesta es vivir la fraternidad, la solidaridad y la amistad con los más desfavorecidos. Está prohibida la indiferencia

En esa línea Monseñor Barrio añade: “Hemos de mirar atentamente la realidad que nos toca vivir, superando la indiferencia que siempre la desdibuja porque No es posible construir un mundo diferente con gente indiferente y nos invita a todos los diocesanos a ser portadores de esperanzas: “En medio de tantas precauciones para evitar los contagios de la pandemia del coronavirus, la campaña de Manos Unidas nos pide contagiar la solidaridad para acabar con el hambre», ¡hagámoslo!

Texto íntegro de la Carta Pastoral:

 

 

Carta Pastoral en la Campaña de “Manos Unidas”. Febrero 2022

Indiferencia y olvido

 

Queridos diocesanos:

Hemos de construir la historia verdaderamente humana a través de la solidaridad y la fraternidad. El mes de febrero nos recuerda a través de Manos Unidas que son muchas las personas que incomprensiblemente pasan hambre en nuestro mundo. Mil trescientos millones viven en situación de pobreza a los que previsiblemente haya que añadir quinientos millones más por los efectos de la pandemia Covid 19. Comprobamos que la pobreza, la desigualdad y el hambre se globalizan y constatamos que no hay vacuna para remediar esta situación. La pobreza no es fruto de la fatalidad ni son culpables los pobres como a veces se argumenta.

Transformar la realidad

El lema de la campaña de este año nos interpela hondamente: “Nuestra indiferencia los condena al olvido”. En estos tiempos de pandemia nos hemos habituado a posponer o a suprimir proyectos que estaban programados. Hemos de mirar atentamente la realidad que nos toca vivir, superando la indiferencia que siempre la desdibuja y la coloca en el trastero de lo viejo. Nuestra preocupación pastoral debe ser transformarla con creatividad, escuchando, viendo y actuando. Nos preguntamos ¿qué nos dice el Señor del tiempo y de la historia, el Alfa y el Omega, a quienes peregrinan en esta tribulación?[1] También como al evangelista San Juan se nos responde hoy: “No temas; yo soy el Primero y el Último, el Viviente; estuve muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte y del abismo” (Ap 1,17-18). “Mira, hago nuevas todas las cosas… Estas palabras son fieles y verdaderas” (Ap 21,5).

Servir a las personas

No estamos llamados a servir ideologías sino a personas. Nada que afecte a los demás nos puede ser ajeno. Ante los dramas de las personas y de sus miserias la respuesta es vivir la fraternidad, la solidaridad y la amistad con los más desfavorecidos. Está prohibida la indiferencia: “No es posible construir un mundo diferente con gente indiferente”. La justicia y la caridad nunca deben mirar hacia atrás, sino hacia adelante, mientras las miserias presentes y futuras a los que hay que atender nos desbordan. Es relativamente fácil hacer estadísticas pero para transformar la realidad hay que comprometerse desde el amor a los pobres, acercándonos a ellos, y desde ese conocimiento buscar soluciones concretas a su lamentable situación. “En el mundo de hoy persisten numerosas formas de injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre. Mientras una parte de la humanidad vive en la opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados. ¿Qué dice esto acerca de la igualdad de derechos fundada en la misma dignidad humana?”[2].

Otro aspecto que debería hacernos reflexionar acerca de nuestras reacciones es que tales realidades parecen cuestionar nuestras convicciones sólo cuando las vivimos de cerca, mientras que nos dejan intelectualmente tranquilos cuando suceden a miles de kilómetros de nuestras sociedades modernas. Como si la fragilidad y la precariedad de la existencia fuesen circunstancias que damos por descontadas en los países “pobres”, pero retan a nuestras creencias cuando nos afectan a los países “ricos”.

Ser portadores de esperanzas

“Todavía, escribe el Papa Francisco, estamos lejos de una globalización de los derechos humanos más básicos. Por eso, la política mundial no puede dejar de colocar entre sus objetivos principales e imperiosos el de acabar eficazmente con el hambre. Porque cuando la especulación financiera condiciona el precio de los alimentos tratándolos como a cualquier mercancía, millones de personas sufren y mueren de hambre. Por otra parte, se desechan toneladas de alimentos. Esto constituye un verdadero escándalo. El hambre es criminal, la alimentación es un derecho inalienable”[3]. Nos recuerda que “la esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal… para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna. Caminemos en esperanza”[4]. La verdadera sabiduría supone el encuentro con la realidad[5]. En medio de tantas precauciones para evitar los contagios de la pandemia del coronavirus, la campaña de Manos Unidas nos pide contagiar la solidaridad para acabar con el hambre. Esto conlleva la renuncia personal para favorecer el bien colectivo. Así se nos recuerda que “los más favorecidos deben renunciar a algunos de sus derechos para poner con mayor liberalidad sus bienes al servicio de los demás”[6].

Os saluda con afecto y bendice en el Señor,

 

+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.

 

[1] Cf. Capítulos 2 y 3, 21 y 22 del Libro del Apocalipsis.

[2] FRANCISCO, Fratelli tutti, 22.

[3] Ibid., 189.

[4] Ibid., 55.

[5] Cf. Ibid., 47.

[6] FRANCISCO, Evangelii gaudium, 190.

 

Fuente:archicompostela.es

Mensaje de D. Julián: «La jornada del ayuno voluntario del 11 de febrero como un gesto fraterno, sencillo y sincero que nos conecta con los más necesitados»

 

Nuestro arzobispo D. Julián ha querido mediante un mensaje en vídeo dirigido a todos los diocesanos apoyar la Campaña contra el Hambre de Manos Unidas y concretamente el gesto del ayuno voluntario promovido por Manos Unidas para este viernes 11 de febrero.  Como nos dice D. Julián  «esta pequeña privación voluntaria conecta al cristiano con la necesidad acuciante que viven muchas personas en el planeta». Un gesto fraterno, sencillo pero sincero con el que nos acercamos a los más necesitados. 

Además ante las dificultades derivadas de la pandemia para celebrar las actividades relacionadas con el día Ayuno Voluntario de Manos Unidas, este año esta organización eclesial nos ofrece una iniciativa complementaria denominada “La hora del hambre”. En “La hora del hambre”, cada persona, familia o grupo detiene su actividad cotidiana para centrar su mente y su corazón en tomar conciencia del inmenso drama que significa el hambre para millones de personas.

¡Participa!

#ManosUnidasContraLaIndiferencia: Campaña 63 contra el hambre en el Mundo de Manos Unidas.

Con el LEMA "Nuestra indiferencia los condena al olvido"

 

#ManosUnidasContraLaIndiferencia

 

Cada día nos despertamos escuchando las cifras que arroja una pandemia que empezó a golpearnos hace casi dos años y que ha cambiado la realidad que nos toca vivir.

El coronavirus ha puesto en jaque al mundo, pero no solo en cuanto a salud se refiere, sino en algo mucho más grave: el auge de la desigualdad y aumento del número de personas que pasan hambre en el planeta.

La tarea que Manos Unidas se plantea para la Campaña de 2022 es evitar que el muro de la indiferencia y la desigualdad condenen al olvido a más de mil millones de personas empobrecidas y hambrientas ante las que nunca debemos volver la espalda.

Millones de personas ya afrontaban sus vidas como un desafío casi insalvable antes de la actual crisis social y sanitaria que padecemos. Pero la COVID-19 empujará a otros 500 millones de personas a la pobreza. Y lo peor es que, si no hacemos algo, y lo hacemos ya, el hambre podría alcanzar a más de mil millones de seres humanos en los próximos años.

 

Manos Unidas ALZA LA VOZ ANTE LA CRECIENTE INDIFERENCIA que se está instaurando en nuestro mundo, pues constituye uno de los mayores desafíos de nuestra Institución y queremos denunciarlo en esta Campaña. Queremos DESPERTAR CONCIENCIAS ANESTESIADAS para que nadie se quede atrás, porque no es posible construir un mundo diferente con gente indiferente.

 

No podemos permanecer impasibles ante la desigualdad que condena al olvido y a la marginación a mujeres, niños, ancianos, personas con discapacidad, minorías étnicas… que representan a los “desheredados” de la Tierra.

Si no reaccionamos, sin nuestra mirada, atención y apoyo, los más pobres del planeta serán olvidados y se harán invisibles. «Nuestra indiferencia los condena al olvido», como dice el lema de la Campaña 63, pero estamos a tiempo de actuar. Que la pobreza y el hambre no sean invisibles depende de ti. ¡Actúa!

 

Entra ya en la página WEB dedicada a la nueva Campaña.

 

 

Fuente: manosunidas.org

Manifiesto Campaña Manos Unidas 2021

Carta Pastoral de Monseñor Barrio para la campaña de Manos Unidas 2021 que nos pide contagiar la solidaridad para acabar con el hambre.

  • Carta del arzobispo para la Campaña de Manos Unidas que centra su atención en las consecuencias de la pandemia del coronavirus en las personas más vulnerables del planeta

En una Carta Pastoral con motivo del inicio de la 62 Campaña de Manos Unidas contra el hambre, el arzobispo de Santiago indica que “no podemos mirar para otro lado ante las injusticias que degradan la dignidad de la persona humana. Son muchos millones de personas que pasan hambre, no tienen las condiciones de higiene necesarias, sin un techo, sin la posibilidad de ser formados y sin acceso al cuidado de la salud”.

Además comenta monseñor Barrio “en medio de tantas precauciones para evitar los contagios de la pandemia del coronavirus, la campaña de Manos Unidas nos pide contagiar la solidaridad para acabar con el hambre. Esto conlleva la renuncia personal para favorecer el bien colectivo”, porque como dice el lema de la campaña sólo juntos lo conseguiremos.

  • Carta Pastoral en la Campaña de “Manos Unidas”. Febrero 2021.

 

“Corresponsabilidad del bien común”

Queridos diocesanos:

El Papa Francisco acaba de publicar una carta encíclica dedicada a la fraternidad y a la amistad social. Un contexto en que encuentra razón de ser la llamada a la corresponsabilidad del bien común en esta Campaña 62 de Manos Unidas, sabiendo que “no se sirve a ideas sino a personas” y que “como comunidad estamos conminados a garantizar que cada persona viva con dignidad y tenga las oportunidades adecuadas a su desarrollo integral”[1].

Promoción del bien común

“De la interdependencia cada vez más estrecha y extendida paulatinamente a todo el mundo se sigue que el bien común, esto es, el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección, se hace cada vez más universal y por ello implica derechos y deberes que se refieren a todo el género humano. Todo el grupo debe tener en cuenta las necesidades y aspiraciones legítimas de los demás grupos; más aún, debe tener en cuenta el bien común de toda la familia humana”[2]. Esta doctrina del Concilio Vaticano II es subrayada por el Catecismo de la Iglesia Católica que nos dice que el bien común supone el respeto a la persona, exige el bienestar social y el desarrollo del grupo mismo e implica la paz, es decir la estabilidad y la seguridad de un orden justo[3]. Estos mismos aspectos los recoge la Doctrina Social de la Iglesia. Todo progreso social debe estar subordinado al progreso personal.

Corresponsabilidad de todos

Con estos presupuestos doctrinales hemos de considerar que no podemos mirar para otro lado ante las injusticias que degradan la dignidad de la persona humana. Son muchos millones de personas que pasan hambre, no tienen las condiciones de higiene necesarias, sin un techo, sin la posibilidad de ser formados y sin acceso al cuidado de la salud.  Damos la impresión que esta dura realidad parece cuestionar nuestras convicciones sólo cuando la vivimos de cerca, mientras que nos dejan intelectualmente tranquilos cuando sucede a miles de kilómetros de nuestras sociedades modernas. Como si la fragilidad y la precariedad de la existencia fuesen circunstancias que damos por descontadas en los países “pobres”, pero retan a nuestras creencias cuando nos afectan a los países “ricos”.

Llamados a ser solidarios

Nuestra corresponsabilidad encuentra cauce de actuación a través de la caridad social. Esta “nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino también en la dimensión social que las une”[4]. “Todavía, escribe el Papa, estamos lejos de una globalización de los derechos humanos más básicos. Por eso, la política mundial no puede dejar de colocar entre sus objetivos principales e imperiosos el de acabar eficazmente con el hambre. Porque cuando la especulación financiera condiciona el precio de los alimentos tratándolos como a cualquier mercancía, millones de personas sufren y mueren de hambre. Por otra parte, se desechan toneladas de alimentos. Esto constituye un verdadero escándalo. El hambre es criminal, la alimentación es un derecho inalienable”[5]. En medio de tantas precauciones para evitar los contagios de la pandemia del coronavirus, la campaña de Manos Unidas nos pide contagiar la solidaridad para acabar con el hambre. Esto conlleva la renuncia personal para favorecer el bien colectivo. Así se nos recuerda que “los más favorecidos deben renunciar a algunos de sus derechos para poner con mayor liberalidad sus bienes al servicio de los demás”[6].

¡Pasemos de los dichos a los hechos!

Os saluda con afecto y bendice en el Señor,

+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.

 

[1] FRANCISCO, Fratelli tutti, 118.

[2] Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et Spes, 26.

[3] Catecismo de la Iglesia Católica, nos. 1906-1912.

[4] Fratelli tutti, 182.

[5] Ibid., 189.

[6] Evangelii gaudium, 190.

 

Fuente:archicompostela.es