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Mons. Julián Barrio nos invita a todos los diocesanos a unirnos a la Jornada de oración por la paz para Ucrania

 

El arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Julián Barrio, invita a la Iglesia diocesana a unirse a la Jornada de oración para invocar la paz para Ucrania, que tendrá lugar en toda Europa el próximo miércoles, 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la cruz.

La forma común de oración será la adoración eucarística silenciosa.

Esta iniciativa está convocada por el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) Bajo el lema “Arrodillados ante la eucaristía para invocar la paz”, como expresión de cercanía y solidaridad con la Iglesia en Europa.

 

Adoración eucarística por la paz en todas las Iglesias de Europa

 

Obispos de las Conferencias Episcopales y fieles se encontrarán de rodillas ante el Santísimo para invocar del Señor la paz para Ucrania, haciendo suyo el llamamiento del Papa Francisco que pide “a todos ser constructores de paz y a rezar para que los pensamientos se propaguen por todo el mundo, así como proyectos de concordia y reconciliación”.

Los obispos europeos, en varias ocasiones, han unido su voz a la del Papa para que callen las armas y para poner fin de inmediato a la guerra en Ucrania y para trabajar por la paz.

Asimismo, desde el CCEE se han realizado numerosos llamamientos a los líderes de las naciones y a la comunidad internacional para que hagan todo lo que esté a su alcance para poner fin a la guerra actual que está destruyendo vidas y causando un sufrimiento incalculable.

Esta iniciativa, llamada «cadena eucarística», está concebida como signo de la cercanía de la Iglesia y una oportunidad para rezar por las víctimas de la guerra e invocar la paz en Ucrania.

 

Del 1 de septiembre al 4 de octubre es el «Tiempo de la creación», ¿lo sabias?

 

“Escucha la voz de la creación” es el tema y la invitación del Tiempo de la Creación de este año. Este período ecuménico comienza el 1 de septiembre con la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación y termina el 4 de octubre con la fiesta de san Francisco.

«Es un momento especial -explica el Santo padre- para que todos los cristianos recemos y cuidemos juntos nuestra casa común» y «una oportunidad para cultivar nuestra <conversión ecológica>». Y puntualiza que esta conversión fue alentada por san Juan Pablo II como respuesta a la “catástrofe ecológica” anunciada por san Pablo VI ya en 1970, en su discurso con motivo del 25º aniversario de la FAO.

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Mensaje de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social

La Conferencia Episcopal se une a esta Jornada a través de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social. «Crisis energética, paz y cuidado de la creación» es el título que encabeza el texto que firman los obispos de esta Subcomisión.

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CRISIS ENERGÉTICA, PAZ Y CUIDADO DE LA CREACIÓN

El día 1 de septiembre celebramos la Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la Creación. Es un momento especial en la vida de las naciones y en la vida de la Iglesia.

Vivimos el Tiempo de la Creación, que finaliza el 4 de octubre, día de san Francisco de Asís, en un contexto de conflicto bélico de gran repercusión en la vida de Europa y especialmente en Ucrania. Es el momento oportuno para renovar nuestra fe y nuestra oración, pues se ha puesto en cuestión la paz internacional y se están provocando graves daños a la casa común.

La guerra en Europa nos ha sorprendido a todos y ha puesto sobre la mesa la profunda interconexión entre la seguridad energética, el riesgo de un conflicto armado y el peligro de destrucción de toda forma de vida, que ya diagnosticó hace casi 60 años San Juan XXIII (1). Incluso, vuelven de nuevo amenazas y riesgos que parecían ya olvidados, pues en esta encrucijada emerge de nuevo con fuerza la “cuestión nuclear”, tanto en el caso del conflicto entre Rusia y Ucrania, como en otras partes del mundo.

La Carta encíclicaPacem in terris de San Juan XXIII hacía ya una llamada a “todos los hombres de buena voluntad” (2) a no sembrar el miedo en la humanidad y a no destruir la vida, una llamada que, desgraciadamente, sigue siendo actual en un tiempo como el nuestro, marcado por la guerra y la degradación medioambiental: “Los pueblos viven bajo un perpetuo temor, como si les estuviera amenazando una tempestad que en cualquier momento puede desencadenarse con ímpetu horrible. No les falta razón, porque las armas son un hecho” (3).

En la década de 1960 fue precisamente cuando emergió también la preocupación por la cuestión medioambiental; fue la época en la que las primeras voces científicas alertaron de la importancia del cuidado de la naturaleza y del profundo vínculo entre ese cuidado, la salud humana y la paz.

El Consejo Mundial de la Iglesias inició, poco después, la iniciativa ecuménica “Justicia, Paz e Integridad de la Creación” con la que la Iglesia Católica, con el paso del tiempo, se ha identificado (4).

Crisis energética y crisis alimentaria

Hay una interdependencia evidente entre los atentados contra la paz y su incidencia en la casa común, en el orden de la Creación. Cuando ya estaba naciendo un cierto consenso para afrontar los problemas de fondo de la humanidad en el orden energético y en el orden alimentario, con la guerra se ha puesto en peligro el equilibrio en la disponibilidad de recursos alimentarios para numerosas poblaciones que dependen de los graneros sometidos a la violencia del conflicto y, sobre todo, están en riesgo alimentario importantes poblaciones de los países más pobres, pues son preferentemente esos países los que se están viendo especialmente afectados por las múltiples crisis sanitarias, geopolíticas y climáticas. También los expertos, en su reciente Informe sobre Desarrollo Sostenible del año 2022, confirman el camino para superar el delicado momento actual: paz, diplomacia y cooperación internacional son las condiciones necesarias para que el mundo progrese hacia la consecución de los objetivos de la Agenda 2030. La guerra de Ucrania y otros conflictos militares son tragedias humanitarias que tienen un gran impacto en la prosperidad y en las sociedades del mundo entero, especialmente en los pobres, y tienen la capacidad de ampliar las crisis climáticas y de biodiversidad (5).

La comunidad internacional, y también nuestro país, se ha comprometido en estos últimos años, a realizar una transición hacia el uso de energía no contaminante y lograr una agricultura sostenible, pues “sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes – sobre todo el carbón, pero aún el petróleo y, en menor medida, el gas – necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora” (6).

Afrontar los problemas ambientales “es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma, que genera un determinado modo de relacionarse con los demás y con el ambiente. Hay una interacción entre los ecosistemas y entre los diversos mundos de referencia social” (7). Y, en este caso, las diversas crisis retroalimentan procesos de empobrecimiento, especialmente en las personas más vulnerables y con menos recursos, como ya hemos visto en nuestro país: problemas para los transportistas, para los pequeños negocios, una alta inflación a la que se llama “el impuesto de los pobres”. De hecho, la crisis alimentaria ha supuesto una presión fuerte para la alimentación de los más pobres, pues la escasez fomenta la elevación de precios, y forma una alianza trágica con la presión de los precios de la energía. Todo ello incide en las condiciones de vida digna de los más vulnerables.

Tanto el papa Francisco, como la doctrina social de la Iglesia nos muestran la necesidad de vincular el cuidado de la Creación y el fortalecimiento de la fraternidad en cuestiones que son esenciales para la vida de las familias y su supervivencia en bastantes ocasiones.

Se nos ha recordado que las soluciones son complejas y requieren no solo de la innovación tecnológica y la adecuada financiación, también del diálogo político: “Para afrontar los problemas de fondo, que no pueden ser resueltos por acciones de países aislados, es indispensable un consenso mundial que lleve, por ejemplo, a programar una agricultura sostenible y diversificada, a desarrollar formas renovables y poco contaminantes de energía, a fomentar una mayor eficiencia energética” (8).

Pensábamos hasta hace poco que ese diálogo se había conseguido y nos encaminábamos hacia un continente en el que la protección del medioambiente y la paz eran metas a conseguir. “Durante décadas parecía que el mundo había aprendido de tantas guerras y fracasos y se dirigía lentamente hacia diversas formas de integración” (9). Sin embargo, la situación en la que nos encontramos ahora, nos hace ser más cautos y nos empuja a recordar que tanto la paz como el cuidado de las relaciones personales y entre las naciones siempre están amenazadas. Es una tarea que requiere de una atención constante y de una profundidad espiritual para poder sostenerse en el tiempo. Quizás sea esta la contribución especial que los cristianos podemos hacer en el complejo panorama actual. En este tiempo de la creación pedimos al Creador que nos conceda la paz y nos ayude a vivir la fraternidad entre los pueblos.

Que sea nuestro compromiso como comunidad cristiana, en esta Jornada Mundial de Oración, alimentar una “espiritualidad que consiste en ampliar lo que entendemos por paz, que es mucho más que la ausencia de guerra. La paz interior de las personas tiene mucho que ver con el cuidado de la ecología y con el bien común” (10).

 

Los obispos de la Subcomisión de Acción Caritativa y Social

 


(1). Francisco en su alocución el 10 de julio de 2022: “He sentido vergüenza cuando leí que un grupo de Estados se comprometieron a gastar esta cantidad en comprar armas como respuesta a lo que está pasando. Es una locura.

(2). San Juan XXIII, Pacem in terris n. 166.

(3). San Juan XXIII, Pacem in terris n. 111

(4). Primera Asamblea Ecuménica Europea, Basilea, 1989.

(5). Association. Sustainable Development (SDSN) Report 2022, publicado el 2 de junio de 2022.

(6). Francisco, Laudato si´ n. 165.

(7). Francisco, Laudato si´ n. 141

(8). Francisco, Laudato si´, n. 164

(9). Francisco, Fratelli Tutti, n. 10.

(10). Francisco, Laudato si´, n. 225

 

Fuente: conferenciaepiscopal.es

La Iglesia reza por la paz en Ucrania: «que pueda ver florecer la fraternidad y supere las heridas, los miedos y divisiones”.

 

La Iglesia celebra hoy, miércoles 26 de enero de 2022, una Jornada de oración por la paz en Ucrania convocada por el Papa Francisco el pasado domingo tras el rezo del Ángelus.

El Santo Padre, tras reconocer que sigue «con preocupación el aumento de las tensiones que amenazan con infligir un nuevo golpe a la paz en Ucrania y cuestionan la seguridad en el continente europeo, con repercusiones aún más amplias». Hacía un «sentido llamamiento a todas las personas de buena voluntad, para que eleven oraciones a Dios omnipotente, para que cada acción e iniciativa política esté al servicio de la fraternidad humana, más que a los intereses de las partes. Quien persigue sus propios fines en detrimento de los demás, desprecia su propia vocación de hombre, porque todos hemos sido creados hermanos»

Ante esta situción, y «dadas las tensiones actuales», el papa Francisco proponía para este miércoles una jornada de oración por la paz.

«Que esa tierra pueda ver florecer la fraternidad y supere heridas, los miedos y divisiones»

Hoy, al final de la audiencia general, el Santo Padre ha elevado su plegaria por la paz en Ucrania, pidiendo “al Señor con insistencia que esa tierra pueda ver florecer la fraternidad y supere las heridas, los miedos y divisiones”.

 

 

Fuente: conferenciaepiscopal.es