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Nuevo documento de la Secretaría General del Sínodo: «Hacia octubre de 2024»

La Secretaria general del Sínodo ha hecho público un documento en el que se recogen las indicaciones sobre los pasos a dar en estos meses «que nos separan de la Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal (octubre de 2024), para continuar el camino deseado y lanzado por el Santo Padre el 9 de octubre de 2021: Por una Iglesia sinodal. Comunión, participación, misión».

 

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¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión? Directrices para los trabajos de la Asamblea de 2024

La Secretaria del Sínodo también ha hecho púbica una nota en la que explica que al término de su reunión del 5 de diciembre, los miembros del Consejo Ordinario del Sínodo de los Obispos adoptaron un Documento para el trabajo de la Iglesia católica hasta la celebración de la Segunda Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (octubre de 2024).

Se trata de orientaciones, explica la nota, con una verdadera hoja de ruta en la que la profundización de la sinodalidad en clave misionera y la ampliación de las experiencias de sinodalidad a nivel local son las piedras angulares sobre las que las comunidades locales están llamadas a reflexionar, a partir del Informe de Síntesis aprobado al final de la Primera Sesión de la XVI Asamblea el 28 de octubre. Como recordó el Santo Padre al aprobar estas líneas de trabajo, «el Sínodo es sobre la sinodalidad y no sobre tal o cual tema… Lo importante es cómo se hace la reflexión, es decir, de manera sinodal».

 

 

 

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Fuente: conferenciaepiscopal.es

Carta al Pueblo de Dios: «La sinodalidad es el camino de la Iglesia del tercer milenio»

Foto: Participantes en la asamblea del Sínodo / Vatican Media

 

Poco antes de que salga a la luz la síntesis de los trabajos que ha supuesto la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de la sinodalidad,  nos llega esta «Carta al Pueblo de Dios» que fue aprobada por la Asamblea Sinodal.

En esta Carta se destacan varios elementos: la experiencia de sinodalidad que se ha vivido en los trabajos; destacan la necesidad de caminar juntos bajo la guía del Espíritu Santo y viviendo como discípulos misioneros siguiendo a Jesucristo…etc.

Merece la pena leerla y dejarse contagiar por este clima de comunión y renovación eclesial que se respira en ella.

Compartimos el texto íntegro de esta “Carta al Pueblo de Dios”:

 

CARTA AL PUEBLO DE DIOS (descargar pdf)

 

Queridas hermanas, queridos hermanos:

Cuando se acerca la conclusión de los trabajos de la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, queremos, con todos vosotros, dar gracias a Dios por la hermosa y rica experiencia que acabamos de vivir. Este tiempo bendecido lo hemos vivido en profunda comunión con todos vosotros. Hemos sido sostenidos por vuestras oraciones, llevando con nosotros vuestras expectativas, vuestras preguntas y también vuestros miedos.

Han pasado ya dos años desde que, a petición del Papa Francisco, se inició un largo proceso de escucha y discernimiento, abierto a todo el pueblo de Dios, sin excluir a nadie para “caminar juntos”, bajo la guía del Espíritu Santo, discípulos misioneros siguiendo a Jesucristo.

La sesión que nos ha reunido en Roma desde el 30 de septiembre constituye una etapa importante en este proceso. Por muchos motivos, ha sido una experiencia sin precedentes. Por primera vez, por invitación del Papa Francisco, hombres y mujeres han sido invitados, en virtud de su bautismo, a sentarse en la misma mesa para formar parte no solo de las discusiones, sino también de las votaciones de esta Asamblea del Sínodo de los Obispos. Juntos, en la complementariedad de nuestras vocaciones, de nuestros carismas y de nuestros ministerios, hemos escuchado intensamente la Palabra de Dios y la experiencia de los demás. Utilizando el método de la conversación en el Espíritu, hemos compartido con humildad las riquezas y las pobrezas de nuestras comunidades en todos los continentes, tratando de discernir lo que el Espíritu Santo quiere decir a la Iglesia hoy.

Así hemos experimentado también la importancia de favorecer intercambios recíprocos entre la tradición latina y las tradiciones del Oriente cristiano. la participación de delegados fraternos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales ha enriquecido profundamente nuestros debates. Nuestra asamblea se ha llevado a cabo en el contexto de un mundo en crisis, cuyas heridas y escandalosas desigualdades han resonado dolorosamente en nuestros corazones y han dado a nuestros trabajos una gravedad peculiar, más aún cuando algunos de nosotros venimos de países en los que la guerra se intensifica.

Hemos rezado por las víctimas de la violencia homicida, sin olvidar a todos a los que la miseria y la corrupción les han arrojado a los peligrosos caminos de la emigración. Hemos garantizado nuestra solidaridad y nuestro compromiso al lado de las mujeres y de los hombres que en cualquier lugar del mundo actúan como artesanos de justicia y de paz.

Por invitación del Santo Padre, hemos dado un espacio importante al silencio, para favorecer entre nosotros la escucha respetuosa y el deseo de comunión en el Espíritu. Durante la vigilia ecuménica de apertura, experimentamos cómo la sed de unidad crece en la contemplación silenciosa de Cristo crucificado. “La cruz es, de hecho, la única cátedra de Aquel que, dando su vida por la salvación del mundo, encomendó sus discípulos al Padre, para que ‘todos sean uno’ (Jn 17,21). Firmemente unidos en la esperanza que nos da Su Resurrección, Le hemos encomendado nuestra Casa común, donde resuenan, cada vez con mayor urgencia, el clamor de la tierra y el clamor de los pobres: ‘¡Laudate Deum!’”, recordó el Papa Francisco precisamente al inicio de nuestros trabajos. Día tras día, hemos sentido el apremiante llamamiento a la conversión pastoral y misionera. Porque la vocación de la Iglesia es anunciar el Evangelio no concentrándose en sí misma, sino poniéndose al servicio del amor infinito con el que Dios ama el mundo (cf. Jn 3,16).

Ante la pregunta de qué esperan de la Iglesia con ocasión de este sínodo, algunas personas sin hogar que viven en los alrededores de la Plaza de San Pedro respondieron: “¡Amor!” Este amor debe seguir siendo siempre el corazón ardiente de la Iglesia, amor trinitario y eucarístico, como recordó el Papa, evocando el 15 de octubre, en la mitad del camino de nuestra asamblea, el mensaje de Santa Teresa del Niño Jesús. “Es la confianza” lo que nos da la audacia y la libertad interior que hemos experimentado, sin dudar en expresar nuestras convergencias y nuestras diferencias, nuestros deseos y nuestras preguntas, libremente y humildemente.

¿Y ahora? Esperamos que los meses que nos separan de la segunda sesión, en octubre de 2024, permitan a cada uno participar concretamente en el dinamismo de la comunión misionera indicada en la palabra “sínodo”.  No se trata de una ideología, sino de una experiencia arraigada en la Tradición Apostólica. Como nos recordó el Papa al inicio de este proceso: “Si no se cultiva una praxis eclesial que exprese la sinodalidad […] promoviendo la implicación real de todos y cada uno, la comunión y la misión corren el peligro de quedarse como términos un poco abstractos” (9 de octubre de 2021). Los desafíos son múltiples y las preguntas numerosas: la relación de síntesis de la primera sesión aclarará los puntos de acuerdo alcanzados, evidenciará las cuestiones abiertas e indicará cómo continuar el trabajo”.

Para progresar en su discernimiento, la Iglesia necesita absolutamente escuchar a todos, comenzando por los más pobres. Eso requiere, por su parte, un camino de conversión, que es también un camino de alabanza: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños” ( Lc 10,21). Se trata de escuchar a aquellos que no tienen derecho a la palabra en la sociedad o que se sienten excluidos, también de la Iglesia. Escuchar a las personas víctimas del racismo en todas sus formas, en particular en algunas regiones de los pueblos indígenas cuyas culturas han sido humilladas. Sobre todo, la Iglesia de nuestro tiempo tiene el deber de escuchar, con espíritu de conversión, a aquellos que han sido víctimas de abusos cometidos por miembros del cuerpo eclesial, y de comprometerse concretamente y estructuralmente para que eso no vuelva a suceder.

La Iglesia necesita también escuchar a los laicos, a las mujeres y a los hombres, todos llamados a la santidad en virtud de su vocación bautismal: el testimonio de los catequistas, que en muchas situaciones son los primeros en anunciar el Evangelio; la sencillez y la vivacidad de los niños, el entusiasmo de los jóvenes, sus preguntas y sus peticiones; los sueños de los ancianos, su sabiduría y su memoria. La Iglesia necesita escuchar a las familias, sus preocupaciones educativas, el testimonio cristiano que ofrecen en el mundo de hoy. Necesita acoger las voces de aquellos que desean ser involucrados en ministerios laicales o en organismos participativos de discernimiento y de decisión.  La Iglesia necesita particularmente, para progresar en el discernimiento sinodal, recoger todavía más las palabras y la experiencia de los ministros ordenados: los sacerdotes, primeros colaboradores de los obispos, cuyo ministerio sacramental es indispensable en la vida de todo el cuerpo; los diáconos, que a través de su ministerio representan la preocupación de toda la Iglesia por el servicio a los más vulnerables. Debe también dejarse interpelar por la voz profética de la vida consagrada, centinela vigilante de las llamadas del Espíritu. Y debe también estar atenta a aquellos que no comparten su fe, pero que buscan la verdad, y en los que está presente y activo el Espíritu, Él que ofrece “a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual” (Gaudium et spes 22).

“El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio” (Papa Francisco, 17 de octubre de 2015). No debemos tener miedo de responder a esta llamada. La Virgen María, primera en el camino, nos acompaña en nuestro peregrinaje.  En las alegrías y en los dolores Ella nos muestra a su Hijo y nos invita a la confianza. ¡Es Él, Jesús, nuestra única esperanza!

 

Ciudad del Vaticano, 25 de octubre de 2023

 

 

Fuente: vaticannews.va

Especial de la CEE sobre el Sínodo

 

Durante todo el mes de octubre se celebra en Roma la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo. El tema de esta Asamblea es la sinodalidad, el modo de ser y el modo de hacer de la Iglesia en este tercer milenio.

La web de la Conferencia Episcopal Española ofrece un ESPECIAL sobre el Sínodo, en su apartado «Interesa». En él se puede acceder a las noticias diarias sobre el Sínodo; a preguntas y respuestas sobre este acontecimiento para la Iglesia; las fases del proceso sinodal; los participantes y los materiales y recursos audiovisuales.

Santa Misa de apertura del Sínodo (4-10-23)

El papa Francisco ha abierto la primera Congregación General del Sínodo sobre la Sinodalidad en Roma y ha recordado a todos los participantes reunidos en el Aula Pablo VI que la asamblea «no es un parlamento, ni un encuentro entre amigos». El Papa ha pedido que sea objeto de un prolongado discernimiento en toda la Iglesia.

La Basílica de San Pedro acompañará la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos con iniciativas diarias de oración. Los peregrinos podrán unirse a la oración por el Sínodo en las Misas celebradas en la Basílica y con la Adoración vespertina.

 

 

Fuente: conferenciaepiscopal.es

Seguimos orando por el Sínodo de la Sinodalidad

 

La primera sesión de la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos, dedicado al tema de la sinodalidad, tendrá lugar en Roma del 4 al 29 de octubre de 2023. El papa Francisco ha dedicado la intención de oración del mes de octubre a rezar por este acontecimiento.

«Sin oración no habrá Sínodo», nos recuerda el papa. Su Eminencia el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, ha recordado en una reciente carta a todo el episcopado la importancia de una oración que tiene cuatro dimensiones: escucha, adoración, intercesión y acción de gracias.

A pocas semanas de comenzar los trabajos de la Asamblea General del Sínodo, hemos recibido materiales de oración que ha preparado la Comisión Episcopal de Liturgia de la CEE para tenerlos presente en las parroquias, congregaciones, movimientos y asociaciones laicales en los domingos previos a la celebración de la Asamblea del Sínodo y durante el mes de octubre.

Dichos textos pueden servir para la oración comunitaria a las puertas de este gran acontecimiento para la Iglesia universal y así tomar conciencia de que el proceso sinodal no ha concluido y debe seguir después de la primera sesión del Sínodo, porque se refiere a un estilo y modo de ser Iglesia.

El camino sinodal no ha terminado y «ha venido para quedarse»

 

ORACIÓN POR EL SÍNODO antes de la apertura de la XVI Asamblea General

 

ORACIÓN ADSUMUS

 

También te puede interesar el documento  «Síntesis sobre el Instrumentum Laboris»  que han realizado desde el Equipo Sinodal de la CEE, fruto de las aportaciones que han recibido de las distintas diócesis españolas, entre ellas la archidiócesis de Santiago.

 

SÍNTESIS SOBRE INSTRUMENTUM LABORIS. 21 Septiembre 2023

 

INSTRUMENTUM LABORIS

 

 

El Papa Francisco: «Es hora de que laicos y pastores caminen juntos, en la Iglesia y en el mundo»

El Papa Francisco recibió en el Vaticano a los presidentes y referentes de las Comisiones para los laicos de las Conferencias Episcopales, señalándoles el camino a recorrer juntos para llegar a "un Pueblo de Dios en misión", recordando que "para ser misionera la Iglesia está llamada a ser sinodal". Del Papa el llamamiento para que se valore más a los laicos, especialmente a las mujeres
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«Dios está mostrando a la Iglesia el camino de la comunión, de caminar juntos«, una invitación a «superar las vías paralelas que nunca se encuentran». Lo dijo el Papa Francisco cuando recibió el pasado 18 de febrero en el Aula del Sínodo a los responsables de las Comisiones Episcopales para el laicado que participaban en el Congreso sobre laicado en Roma con el lema «Pastores y fieles laicos llamados a caminar juntos»  promovido por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Al hacerlo, Francisco recordó que «la necesidad de valorar a los laicos no depende de alguna novedad teológica», sino que se basa en «una correcta visión de la Iglesia«, la de «la Iglesia como Pueblo de Dios, del que los laicos forman parte de pleno derecho junto con los ministros ordenados«. Del Papa la invitación a los cerca de doscientos presentes a «recuperar una eclesiología integral», que ponga el acento en la unidad y no en la separación, donde «el laico no es el no religioso, sino el bautizado», y se le aplique el término «discípulo, hermano», como se aplicaba en el Nuevo Testamento a todos, «fieles laicos y ministros ordenados».

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Superar los modos autónomos de actuar

Francisco comenzó recordando a los presentes que «todavía queda mucho camino por recorrer para que la Iglesia viva como un cuerpo, como un verdadero Pueblo«, pero es Dios quien muestra el camino a seguir, ese «vivir más intensa y concretamente en comunión». Así, el Obispo de Roma habla de las muchas «vías paralelas que nunca se encuentran» y que estamos llamados a superar:

El clero separado de los laicos, los consagrados separados del clero y de los fieles, la fe intelectual de ciertas élites separada de la fe popular, la Curia romana separada de las Iglesias particulares, los obispos separados de los sacerdotes, los jóvenes separados de los ancianos, los cónyuges y las familias poco implicados en la vida comunitaria, los movimientos carismáticos separados de las parroquias, etcétera. Esta es la tentación más grave en este momento. 

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Un pueblo unido en la misión

El Papa subrayó que todo el Pueblo de Dios está unido por una única fe, no es «ni populismo ni elitismo, sino el santo Pueblo fiel de Dios», que está «animado por el mismo Espíritu santificador y orientado a la misma misión de anunciar el amor misericordioso de Dios Padre». Este último aspecto, estar unidos en la misión, es decisivo:

La sinodalidad encuentra su fuente y su fin último en la misión: nace de la misión y está orientada a la misión. Compartir la misión, en efecto, acerca a pastores y laicos, crea comunión de intenciones, manifiesta la complementariedad de los distintos carismas y, por tanto, suscita en todos el deseo de caminar juntos.

No faltan ejemplos, empezando por Cristo, pasando por san Pablo y llegando hasta los «grandes momentos de impulso misionero en la Iglesia»:

Lo vemos en el mismo Jesús, que se rodeó, desde el principio, de un grupo de discípulos, hombres y mujeres, y vivió con ellos su ministerio público. Nunca solo. Y cuando envió a los Doce a anunciar el Reino de Dios, los envió «de dos en dos». Lo mismo vemos en San Pablo, que siempre evangelizó junto con colaboradores, incluidos laicos y parejas casadas. No solo. Y así fue en los momentos de gran renovación e impulso misionero en la historia de la Iglesia: pastores y fieles laicos juntos. No individuos aislados, ¡sino un pueblo que evangeliza! El Pueblo santo de Dios. 

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Todos somos discípulos

Tras recordar la importancia de la formación de los laicos, «indispensable para vivir la corresponsabilidad» siempre que no sea «escolástica, limitada a ideas teóricas», sino «también práctica», el Pontífice invitó a todos a recuperar una eclesiología integral, «como en los primeros siglos, en la que todo se unifica en la pertenencia a Cristo», superando así «una visión sociológica que distingue clases y rangos sociales y que se basa fundamentalmente en el poder asignado a cada categoría»:

El acento debe ponerse en la unidad y no en la separación. El laico, más que como «no clérigo» o «no religioso», debe ser considerado como bautizado, como miembro del pueblo santo de Dios, es el sacramento que abre todas las puertas. La palabra «laico» no aparece en el Nuevo Testamento, sino que habla de «creyentes», «discípulos», «hermanos», «santos», términos aplicados a todos: fieles laicos y ministros ordenados.

El pensamiento del Papa se dirige después a la Carta a la Iglesia de Laodicea, «cuando Jesús dice estoy a la puerta y llamo». Pero «hoy el drama de la Iglesia es que Jesús sigue llamando a la puerta, ¡pero desde dentro porque no le dejamos salir! Tantas veces la Iglesia está aprisionada, no logra dejar salir al Señor. El Señor vino para la misión y quiere que seamos misioneros».

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Mayor colaboración

Esta corresponsabilidad vivida entre laicos y pastores permitirá «superar dicotomías, miedos y diferencias recíprocas». Para Francisco, «es hora de que pastores y laicos caminen juntos, en todos los ámbitos de la Iglesia y en todas las partes del mundo». De ahí la llamada a una mayor valoración de los laicos, pensando especialmente en las mujeres:

Los fieles laicos no son «huéspedes» en la Iglesia, están en su casa, por lo que están llamados a cuidar de su propia casa. Los laicos, y especialmente las mujeres, deben ser más valorados en sus competencias y en sus dones humanos y espirituales para la vida de las parroquias y de las diócesis. Pueden llevar el anuncio del Evangelio en su lenguaje «cotidiano», comprometiéndose en diversas formas de predicación. Pueden colaborar con los sacerdotes en la formación de niños y jóvenes, ayudar a los novios en su preparación al matrimonio y acompañarles en su vida conyugal y familiar. Deben ser siempre consultados en la preparación de nuevas iniciativas pastorales a todos los niveles, local, nacional y universal. Deben tener voz en los consejos pastorales de las Iglesias particulares. Deben estar presentes en las oficinas de las diócesis. Pueden ayudar en el acompañamiento espiritual de otros laicos y también aportar su contribución en la formación de seminaristas y religiosos. 

A continuación, el Pontífice recuerda una pregunta que le hicieron, a saber, si un laico puede ser director espiritual. La respuesta es que se trata de «un carisma laical, no sacerdotal», depende de «si el Señor te da la capacidad para hacerlo». De ahí la importancia del papel de los laicos también en ambientes seculares:

Y, junto con los pastores, deben llevar el testimonio cristiano en los ambientes seculares: el mundo del trabajo, de la cultura, de la política, del arte, de la comunicación social.

Finalmente, del Papa una advertencia: no caer en el clericalismo. «Los laicos clericalizados -dice- son una plaga en la Iglesia».

 

DISCURSO INTEGRO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN EL CONGRESO SOBRE LAICADO ORGANIZADO POR EL DICASTERIO PARA LOS LAICOS, LA FAMILIA Y LA VIDA EN ROMA

 

 

Fuente: vaticannews.va

Mensaje del Papa Francisco para esta Cuaresma 2023: «El camino cuaresmal es sinodal».

Una invitación a ponerse en camino siguiendo a Jesús para profundizar y acoger su misterio de salvación, desprendiéndose de la mediocridad y de la vanidad. Es lo que aborda el Papa en su mensaje para la Cuaresma 2023, en el que destaca la relación entre el camino cuaresmal y el camino sinodal

 

Ya se ha publicado el MENSAJE PARA LA CUARESMA 2023 del Papa Francisco. Inspirado en el episodio evangélico de la Transfiguración en el monte Tabor, el Pontífice nos invita en esta Cuaresma, orientada a la Pascua, a  “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular y sinodal de ascesis.

En palabras del Papa «esta ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz«. «Un «retiro» que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección», y para ello, “debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades«. Pero además, nos resalta Francisco, «nuestro camino cuaresmal debe ser “sinodal”, porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro. sabiendo que Él mismo es el Camino»

Este camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Una transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús. Para que esta transfiguración pueda realizarse en nosotros, este año el Papa Francisco en su mensaje nos propone dos “caminos” a seguir junto a Jesús para llegar con Él a la meta. El  primer sendero: Escuchar a Jesús, en su Palabra pero también a través de nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia, como corresponde al estilo de la Iglesia sinodal. El segundo sendero: afrontar sin miedo la realidad con sus luchas cotidianas, sus dificultades y contradicciones sin refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas.

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Texto íntegro del Mensaje del Papa para la Cuaresma 2023

 

 

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2023

Ascesis cuaresmal, un camino sinodal

 

 

Queridos hermanos y hermanas:

Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas concuerdan al relatar el episodio de la Transfiguración de Jesús. En este acontecimiento vemos la respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando estos manifestaron incomprensión hacia Él. De hecho, poco tiempo antes se había producido un auténtico enfrentamiento entre el Maestro y Simón Pedro, quien, tras profesar su fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, rechazó su anuncio de la pasión y de la cruz. Jesús lo reprendió enérgicamente: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres» (Mt 16,23). Y «seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado» (Mt 17,1).

El evangelio de la Transfiguración se proclama cada año en el segundo domingo de Cuaresma. En efecto, en este tiempo litúrgico el Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis.

La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Era precisamente lo que necesitaban Pedro y los demás discípulos. Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña. Estos requisitos también son importantes para el camino sinodal que, como Iglesia, nos hemos comprometido a realizar. Nos hará bien reflexionar sobre esta relación que existe entre la ascesis cuaresmal y la experiencia sinodal.

En el “retiro” en el monte Tabor, Jesús llevó consigo a tres discípulos, elegidos para ser testigos de un acontecimiento único. Quiso que esa experiencia de gracia no fuera solitaria, sino compartida, como lo es, al fin y al cabo, toda nuestra vida de fe. A Jesús hemos de seguirlo juntos. Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año litúrgico y, en él, la Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje. Análogamente al ascenso de Jesús y sus discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es “sinodal”, porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador.

Y llegamos al momento culminante. Dice el Evangelio que Jesús «se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz» (Mt 17,2). Aquí está la “cumbre”, la meta del camino. Al final de la subida, mientras estaban en lo alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les concedió la gracia de verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz que no procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo. La belleza divina de esta visión fue incomparablemente mayor que cualquier esfuerzo que los discípulos hubieran podido hacer para subir al Tabor. Como en cualquier excursión exigente de montaña, a medida que se asciende es necesario mantener la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga la pena. También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino.

La experiencia de los discípulos en el monte Tabor se enriqueció aún más cuando, junto a Jesús transfigurado, aparecieron Moisés y Elías, que personifican respectivamente la Ley y los Profetas (cf. Mt 17,3). La novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas; es inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido profundo. De manera similar, el camino sinodal está arraigado en la tradición de la Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La tradición es fuente de inspiración para buscar nuevos caminos, evitando las tentaciones opuestas del inmovilismo y de la experimentación improvisada.

El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Una transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y se realiza mediante la gracia de su misterio pascual. Para que esta transfiguración pueda realizarse en nosotros este año, quisiera proponer dos “caminos” a seguir para ascender junto a Jesús y llegar con Él a la meta.

El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos en el Tabor, mientras contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: «Escúchenlo» (Mt 17,5). Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, que la Iglesia nos ofrece en la liturgia. No dejemos que caiga en saco roto. Si no podemos participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada día, incluso con la ayuda de internet. Además de hablarnos en las Escrituras, el Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda. Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal.

Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo» (Mt 17,6-8). He aquí la segunda indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”. La Cuaresma está orientada a la Pascua. El “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección. De igual modo, el camino sinodal no debe hacernos creer en la ilusión de que hemos llegado cuando Dios nos concede la gracia de algunas experiencias fuertes de comunión. También allí el Señor nos repite: «Levántense, no tengan miedo». Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.

Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo nos anime durante esta Cuaresma en nuestra escalada con Jesús, para que experimentemos su resplandor divino y así, fortalecidos en la fe, prosigamos juntos el camino con Él, gloria de su pueblo y luz de las naciones.

Roma, San Juan de Letrán, 25 de enero de 2023, Fiesta de la Conversión de san Pablo

Francisco

 

 

 

Fuente: vatican.va

Comunicado Asamblea Continental Europea del Sínodo

 

Conclusiones de la Asamblea continental europea del Sínodo que ha reunido en Pragadel 5 al 9 de febrero, a 200 delegados en representación de las distintas Conferencias Episcopales de Europa. Además de las conclusiones que se hacen públicas ahora, próximamente se conocerá el documento final definitivo. Tras esta primera fase de la Asamblea, continúan reunidos, hasta el 12 de febrero, los presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa.

 

 

El secretario del Equipo sinodal de la Conferencia Episcopal Española, Luis Manuel Romero, y la presidenta del Foro de Laicos y también miembro de este equipo, Dolores García Pi, han sido los encargados de presentar en Praga la Síntesis de la Iglesia en España para esta asamblea continental.

 

Presentación de la Síntesis de la Iglesia española en Praga

 

Texto íntegro de las conclusiones:

 

Hemos vivido cuatro días de escucha y diálogo a partir de las resonancias suscitadas por el Documento de Trabajo para la Etapa Continental en las Iglesias de las que venimos. Como Asamblea Continental Europea, nos damos cuenta de que hemos tenido una experiencia profundamente espiritual a través del método sinodal.

Damos gracias al Espíritu que nos guió por el don recibido y aquí queremos compartirlo. Profundizamos en las intuiciones que las comunidades eclesiales de nuestro continente han adquirido a través del proceso sinodal, así como en las tensiones e interrogantes que enfrentan las Iglesias europeas [1] . Sobre todo, volvimos a sentir el dolor de las heridas que marcan nuestra historia reciente, comenzando por las que la Iglesia ha infligido a través de los abusos perpetrados por personas que estaban ejerciendo un ministerio u oficio eclesial. Hemos mencionado varias veces la violencia despiadada de la guerra de agresión que desfigura a Ucrania. Pensamos en las víctimas del terremoto que asoló Turquía y Siria.

Nuestro trabajo ha sido rico y apasionanteaunque no exento de problemas y dificultades. Nos ha permitido mirar a los ojos a la Iglesia en Europa, con todos los tesoros de las dos grandes tradiciones latina y oriental que la componen. Con una conciencia que ha ido creciendo a lo largo de la Asamblea, sentimos hoy que podemos afirmar que nuestra Iglesia es hermosa, mostrando una variedad que es también nuestra riqueza. Sentimos que la amamos aún más, a pesar de las heridas que ha infligido, por las que necesita pedir perdón para poder avanzar en la reconciliación, la curación de la memoria y la acogida de los heridos. Estamos convencidos de que estos sentimientos también llenan el corazón de todas las personas que se han involucrado en el camino del Sínodo 2021-2024 desde septiembre de 2021.

A lo largo de los días de Asamblea pasamos por una experiencia espiritual de que es posible encontrarse, escucharse y dialogar a partir de nuestras diferencias y más allá de los muchos obstáculos, muros y barreras que nuestra historia pone en nuestro camino. Necesitamos amar la variedad dentro de nuestra Iglesia y apoyarnos unos a otros en la estima mutua, fortalecidos por nuestra fe en el Señor y el poder de su Espíritu.

Por eso queremos seguir caminando en estilo sinodal: más que una metodología, la consideramos un modo de vida de nuestra Iglesia, de discernimiento comunitario y de discernimiento de los signos de los tiempos. En concreto, queremos que esta Asamblea Continental no se quede en una experiencia aislada, sino que se convierta en una cita periódica, basada en la adopción general del método sinodal que impregne todas nuestras estructuras y procedimientos a todos los niveles. En este estilo, será posible abordar los temas en los que nuestros esfuerzos necesitan madurar e intensificarse: el acompañamiento de los heridos, el ‘protagonismo’ de los jóvenes y mujeres, el aprendizaje de las personas marginadas, etc.

El estilo sinodal también nos permite abordar las tensiones desde una perspectiva misionera, sin dejarnos paralizar por el miedo, pero sacando de ellas la energía para continuar el camino. Dos en particular han surgido en nuestro trabajoEl primero favorece la unidad en la diversidad, escapando a la tentación de la uniformidad. El segundo vincula la disponibilidad para acoger como testimonio del amor incondicional del Padre por sus hijos con la valentía de anunciar la verdad del Evangelio en su totalidad: es Dios quien promete “El amor y la verdad se encontrarán” (Sal 85, 11). .

Sabemos que todo esto es posible porque lo hemos experimentado durante esta Asamblea, pero más aún porque la vida de las Iglesias de las que venimos da testimonio de ello. Estamos pensando aquí en particular en el diálogo ecuménico, que ha tenido un fuerte eco en nuestro trabajo, y también en el diálogo interreligioso. Pero, sobre todo, creemos que es posible porque se trata de la gracia: construir una Iglesia cada vez más sinodal es un camino para concretar la igualdad en dignidad de todos los miembros de la Iglesia, fundada en el bautismo. Nos configura como hijos de Dios y miembros del cuerpo de Cristo, corresponsables de la única misión de evangelización encomendada por el Señor a su Iglesia.

Confiamos en que la continuación del Sínodo 2021-2024 pueda apoyarnos y acompañarnos, en particular abordando a nivel de Asamblea Sinodal algunas prioridades:

  • profundizar la práctica, la teología y la hermenéutica de la sinodalidad. Tenemos que redescubrir algo que es antiguo, pertenece a la naturaleza de la Iglesia y es siempre nuevo. Esta es una tarea para nosotros. Estamos dando los primeros pasos de un camino que se abre a medida que lo recorremos;
  • abordar la cuestión de una Iglesia todo ministerial, como horizonte de una reflexión sobre los carismas y ministerios (ordenados y no ordenados) y las relaciones entre ellos;
  • explorar las formas de un ejercicio sinodal de la autoridad, es decir, el servicio de acompañar a la comunidad y salvaguardar la unidad;
  • aclarar los criterios de discernimiento sobre el proceso sinodal y qué decisiones pertenecen a qué nivel, desde lo local hasta lo universal.
  • tomar decisiones concretas y valientes sobre el papel de la mujer dentro de la Iglesia y sobre su mayor participación a todos los niveles, también en la toma de decisiones y en los procesos de toma de decisiones;
  • considerar las tensiones en torno a la liturgia, para volver a comprender sinodalmente la Eucaristía como fuente de comunión;
  • promover la formación para la sinodalidad de todo el Pueblo de Dios, con especial atención al discernimiento de los signos de los tiempos con vistas al cumplimiento de la misión común;
  • renovar un sentido vivo de misión, salvando la brecha entre fe y cultura para llevar el Evangelio de vuelta al sentir de las personas, encontrando un lenguaje capaz de articular tradición y aggiornamento, pero sobre todo, caminando con las personas en lugar de hablar de ellas o para ellas. El Espíritu nos pide que escuchemos el grito de los pobres y de la tierra en Europa, y en particular el grito desesperado de las víctimas de la guerra que reclaman una paz justa.

Amar a la Iglesia, la riqueza de su diversidad, no es una forma de sentimentalismo por sí mismo. La Iglesia es bella porque el Señor quiere que lo sea en vista de la tarea que le ha encomendado: anunciar el Evangelio e invitar a todas las mujeres y hombres a entrar en la dinámica de comunión, participación y misión que constituye su razón de ser, animados por la vitalidad perenne del Espíritu. Construir nuestra Iglesia europea significa, pues, renovar nuestro compromiso de realizar esta misión, también en nuestro continente, en una cultura marcada por las múltiples diversidades que conocemos.

¡Encomendamos la continuación de nuestro camino sinodal a los Santos Patronos y mártires de Europa!

 ¡Adsumus Sancte Spiritus !

[1] De este trabajo se dará cuenta de un documento más articulado que será enviado a la Secretaría General del Sínodo como contribución a los próximos pasos del proceso sinodal, y principalmente a la redacción del Instrumentum laboris de la Asamblea sinodal que se está llevando a cabo. en octubre. Junto con mucha información sobre nuestro trabajo y grabaciones en video de todas las sesiones plenarias, este documento estará disponible en el sitio web de la Asamblea Continental de Praga, https://prague.synod2023.org, y en los sitios web de las Conferencias Episcopales. que deseen hacerlo público en los diferentes idiomas nacionales.

 

Nota: Traducción no oficial.

 

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Fuente: conferenciaepiscopal.es

Jornadas de Apostolado Seglar. «El primer anuncio en clave de sinodalidad»

 

Las Jornadas de delegados de Apostolado Seglar y responsables de movimientos y asociaciones tendrán lugar en Madrid, los días 22 y 23 de octubre, en torno al tema, «El primer anuncio en clave de sinodalidad». 

Reflexionar sobre la importancia del primer anuncio desde las claves de la sinodalidad y el discernimiento; diseñar la hoja de ruta teniendo presente el proceso sinodal y el Congreso de Laicos; y hacer experiencia de sinodalidad (comunión) entre las delegaciones, movimientos y asociaciones, son los objetivos de este encuentro.

La Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, que convoca este encuentro, invita a participar online de la ponencia inaugural en la que el presidente del Dicasterio para la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, hablará sobre la importancia y prioridad pastoral del primer anuncio en el actual contexto social.

 

 

El horario previsto es de las 10.15 a las 13.30 horas y para participar solo será necesario inscribirse en:

Antes de esta ponencia, abriendo la sesión inaugural, intervendrán el presidente y el director del secretario de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, Mons. Carlos Escribano y Luis Manuel Romero.

Después se tocará el tema del primer anuncio en claves prácticas con las intervenciones del consiliario nacional de Acción Católica General (ACG), José A. Cano, y el responsable del proyecto cuatro40 de ACG, Francisco Ramírez.

Para la sesión de la tarde se ha programado un taller sobre «El primer anuncio en diversos contextos», se expondrá la propuesta de trabajo para este nuevo curso y se debatirá en tertulia sobre ¿Cómo evangelizar en el contexto actual?

La jornada del domingo, sólo en sesión de mañana, se dedicará al tema «Un proceso global: la complementariedad de los 4 Itinerarios». Además, se compartirán informaciones prácticas de la Comisión.

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Fuente: https://laicos.conferenciaepiscopal.es/

El Papa Francisco amplía el proceso sinodal para disponer de mayor tiempo de discernimiento

 

El Papa anunció que los frutos del camino sinodal son muchos y, por tanto, deben madurar. De ahí la decisión de celebrar dos sesiones del Sínodo, en octubre de 2023 y en octubre de 2024.

El camino sinodal de la Iglesia está en el corazón de Francisco, pero requiere «no tener prisa». Lo subrayó el Papa durante el Ángelus, recordando que el 10 de octubre del año pasado se abrió la primera fase de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, sobre el tema «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión». «Desde entonces – explicó – la primera fase del Sínodo ha tenido lugar en las Iglesias particulares, con la escucha y el discernimiento. Los frutos del proceso sinodal iniciado son muchos» y esto exige un momento de maduración.

«Por ello, para disponer de un tiempo más amplio de discernimiento, he decidido que esta Asamblea Sinodal se celebre en dos sesiones. La primera del 4 al 29 de octubre de 2023 y la segunda en octubre de 2024»- señaló Francisco- «Confío en que esta decisión favorezca la comprensión de la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia, y ayude a todos a vivirla como hermanos y hermanas que dan testimonio de la alegría del Evangelio.

 

El anuncio del Papa y el rostro de una Iglesia cada vez más misionera gracias a la implicación de todos

Para la Secretaría General del Sínodo, esta decisión “nace del deseo de que el tema de la Iglesia sinodal, por su amplitud e importancia, sea objeto de un prolongado discernimiento no solo por parte de los miembros de la Asamblea Sinodal, sino de toda la Iglesia”.

Además, esta elección está en continuidad con el actual camino sinodal, al que el propio Papa ha querido referirse esta mañana. El Sínodo no es un acontecimiento, sino un proceso, en el que todo el Pueblo de Dios está llamado a caminar juntos hacia lo que el Espíritu Santo le ayuda a discernir como voluntad del Señor para su Iglesia.

Por ello, la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos asumirá también una dimensión procesal, configurándose como “un viaje dentro de un viaje”, para favorecer una reflexión más madura para el mayor bien de la Iglesia.

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Escucha y discernimiento

Desde el principio, la Secretaría General del Sínodo ha optado por el camino de la escucha y el discernimiento, incluso en la fase de planificación y realización del proceso sinodal. Así, han indicado que “en las próximas semanas, continuaremos nuestro discernimiento para definir mejor la celebración de las dos sesiones de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y el tiempo intermedio. Lo comunicaremos a su debido tiempo.”

Este proceso de escucha comenzó en 2021 por las Iglesias locales, es decir, por el Pueblo de Dios reunido en torno a sus Pastores; convocó a las Conferencias Episcopales y a los Sínodos de las Iglesias Católicas Orientales. Hasta 112 de las 114 Conferencias Episcopales de todas las Iglesias Católicas Orientales realizaron un discernimiento a partir de lo que surgió de las Iglesias particulares. Ahora, continúa con una Etapa Continental que culminará con la celebración de Asambleas Sinodales Continentales, entre enero y marzo de 2023, convocadas para revisar el camino recorrido, para continuar la escucha, el discernimiento a partir del Documento de la Etapa Continental y según las especificidades socioculturales de sus respectivas regiones con el objetivo de lograr una etapa final en este camino espiritual.

 

Camino en el camino

Como dice Andrea Tornielli: “El camino se ha iniciado. No sin esfuerzo, pero ha comenzado. El sueño es transformar la vida ordinaria de la Iglesia gracias a la participación e implicación de todos, para renovar su rostro y hacer que las comunidades cristianas sean cada vez más fieles al Evangelio y, por tanto, más misioneras.

Partir de la mirada enamorada de Dios, y de la alegría que supone sentirse amados, acogidos y acompañados por Él, es también la clave para entender el Sínodo. La Iglesia existe para anunciar el Evangelio: sus estructuras, siempre sujetas a reformas, sólo existen para ello.

El anuncio del Papa Francisco en el Ángelus nos dice que la sinodalidad en la Iglesia es un proceso y no un maquillaje, es decir, un ajuste apresurado de alguna estructura eclesial para que nada cambie realmente. Prolongar el tiempo de la asamblea ordinaria del Sínodo, llevándolo de uno a dos años, significa, en definitiva, considerar el método más importante que los temas individuales que han surgido hasta ahora, que también deben ser abordados. (…) Es un comienzo en el signo de la esperanza.”

 

 

Vídeo del Papa. Octubre 2022. Por una Iglesia más sinodal, que sea un lugar de solidaridad, fraternidad y acogida para todos.

Recemos para que la Iglesia, fiel al Evangelio y valiente en su anuncio, viva cada vez más la sinodalidad y sea un lugar de solidaridad, fraternidad y acogida.

Papa Francisco – Octubre 2022

 

¿Qué significa “hacer sínodo”? Significa “caminar juntos, en la misma dirección, escuchar juntos.
Y esto es lo que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”

 

El Vídeo del Papa comparte la intención de oración que Francisco confía a toda la Iglesia Católica a través de la Red Mundial de Oración del Papa. Este mes de octubre el Papa Francisco marca la necesidad de una Iglesia cercana y abierta y pide rezar “para que la Iglesia, fiel al Evangelio y valiente en su anuncio, viva cada vez más la sinodalidad y sea un lugar de solidaridad, de fraternidad y de acogida”.

Esta intención llega en un punto de inflexión en el camino sinodal que comenzó en el 2021 y concluirá en 2023. Finalizada la etapa inicial en la que las Iglesias particulares, Conferencias Episcopales y otras realidades eclesiales reflexionaron a partir del Documento Preparatorio enviado por Roma, se inaugura la etapa continental, cuyo énfasis se enmarca en la escucha, el discernimiento y el diálogo a nivel regional, a partir de las aportaciones realizadas por las Iglesias particulares.

El camino sinodal que estamos recorriendo entra en su segunda etapa. En esta etapa el objetivo es el mismo: “hacer sínodo”. Es decir, “caminar juntos”. “No se trata de recoger opiniones, ni hacer un parlamento”, sino “escucharse entre sí en nuestra diversidad y abrir puertas a los que están fuera de la Iglesia”. Y con la escucha del “protagonista, que es el Espíritu Santo”, lo que supone orar, el Sínodo se puede convertir en una “oportunidad para ser una Iglesia de la cercanía, que es el estilo de Dios”..

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Saber escuchar y abrir puertas

En el Video, Francisco recuerda que una Iglesia con este estilo sinodal “es una iglesia de la escucha, que sabe escuchar más que oír” y precisa:

Es escucharse entre sí en nuestra diversidad y abrir puertas a los que están fuera de la Iglesia. No se trata de recoger opiniones, ni hacer un parlamento. El sínodo no es una encuesta; se trata de escuchar al protagonista, que es el Espíritu Santo, se trata de rezar. Sin oración, no habrá Sínodo.

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Hacer sínodo: la Iglesia del tercer milenio

Para el Papa Francisco, caminar juntos en la misma dirección “es lo que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Que retome la conciencia que es un pueblo en camino y que debe hacerlo junto”.

Con este ánimo comenzó hace un año el Sínodo 2021-2023,Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, y este mes se da inicio a su segunda etapa. Es un proceso constante de escucha y discernimiento en todo el mundo. Ahora, en la etapa continental, a partir del trabajo de escucha que han hecho las Iglesias particulares y el discernimiento de los Pastores en las Conferencias Episcopales, la Secretaría General del Sínodo está elaborando un Documento de Discernimiento del Pueblo de Dios tras una cuidadosa reflexión sobre los frutos de la etapa anterior.

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Contribuir con la oración personal y comunitaria

El Secretario General del Sínodo, Cardenal Mario Grech, comentó a propósito del proceso sinodal: “La respuesta del Pueblo de Dios en la primera etapa del proceso sinodal fue simplemente extraordinaria, ¡sin precedentes en la historia! Todas las Conferencias Episcopales enviaron su contribución. ¡Esto nunca había ocurrido y muestra claramente cómo actúa el Espíritu! Hoy en día, muchos creyentes se preguntan cómo seguir el camino que han iniciado. Además de las actividades implementadas localmente o a nivel de cada continente, invito a todos a contribuir con la oración personal y comunitaria para apoyar a quienes serán llamados al ejercicio de la escucha y el discernimiento en las próximas asambleas continentales”.

Se ha de entender, a partir de esto, que el proceso actual no termina con la etapa diocesana, ni con la etapa continental, ni con la celebración de la Asamblea del Sínodo; estos son acontecimientos que se integran en el continuo y único dinamismo de conversión sinodal de la Iglesia. Y en esa escucha recíproca —como el Santo Padre explicó en la Conmemoración del 50 Aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos—“cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, colegio episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo”.

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Abrir las puertas: “Sin oración, no habrá Sínodo”

El P. Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, agregó que el Papa Francisco ha iniciado un ciclo de catequesis sobre el discernimiento. “No tiene que sorprendernos, que en este mes en el cual celebramos un año del inicio del camino sinodal, y en el cual Francisco nos invita a rezar por una Iglesia abierta a todos, nos ayude a entender lo que significa discernir. Para que el camino sinodal en curso sea un verdadero proceso espiritual requiere escucha, diálogo, oración y discernimiento. No hay discernimiento sin oración. Sin oración se pueden compartir bonitas reflexiones y experiencias, pero difícilmente estar a la escucha del Espíritu Santo, actor principal del Sínodo. Recordemos pues, como dice Francisco, que ‘sin oración, no habrá Sínodo’”.

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Fuente: thepopevideo.org