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Vencer al cáncer y vivir para contarlo

La escritora asturiana Marta García de Castro (Avilés, 1966) presenta este jueves su libro La línea quebrada. Un libro en el que recoge los pensamientos y emociones que experimentó durante el tiempo que combatió contra el cáncer.

A través de sesenta reflexiones, la autora va desgranando sus vivencias en todo el largo proceso, desde las primeras sospechas, pasando por la confirmación médica, el miedo, el dolor y, finalmente, la esperanza y la alegría desbordada. Cada reflexión se acompaña de una fotografía realizada por la propia autora con la que se quiere resumir el espíritu del texto.

Marta García de Castro no ha querido escribir un libro de autoayuda. Tan solo ofrecer su personal visión de una enfermedad que todos tememos aún mucho. Y de paso, desdramatizar y, sobre todo, dar pistas sobre cómo acompañar a una persona diagnosticada de cáncer para evitar los comentarios improcedentes. Porque, como ella misma expresa, un enfermo no necesita remedios caseros ni acompañantes que estén llamando todos los días para interesarse por la evolución médica.

La autora reclama comprensión, no actitudes lastimeras. En este sentido, nos recuerda que “el dolor no se puede compartir”. También reclama discreción. Es decir, sólo el enfermo tiene derecho a contar su enfermedad a quien quiera y cuando crea oportuno.

La autora reconoce que la enfermedad le cambió la perspectiva del mundo y sus prioridades en la vida. Una vida que “nunca se recupera como antes porque es un trauma, y como todo trauma no se puede borrar. Solo se aprende a vivir con ello”.

La presentación será este jueves día 19 a las 19:30h en el aula magna del Seminario Mayor compostelano.

 

 

 

«La sinodalidad nos invita a dejarnos abrir a la novedad»

 

Testimonio de D. Luis Manuel Romero Sánchez, Representante de la Delegación Española en la Asamblea Continental Europea del Sínodo 2021 2024 en Praga.

 

En primer lugar, me gustaría afirmar que mi participación en la Asamblea Continental Europea en Praga (5-9 febrero 2023), ha sido una experiencia personal inolvidable, al tener la oportunidad de compartir la fe con personas (obispos, sacerdotes, vida consagrada y laicos) de otras iglesias de Europa.

Pienso que el solo hecho de habernos encontrado, conocido, escuchado, dialogado abiertamente y haber realizado un ejercicio de discernimiento comunitario, es la más importante puesta en práctica de sinodalidad.

Ahora bien, las aportaciones realizadas por las delegaciones, los trabajos en grupo y en las plenarias han sido sumamente interesantes y siento que han ido muy sintonía con la Síntesis que aportamos la delegación española.

En estos días, hemos descubierto que en Europa hay una gran diversidad, tensiones e interrogantes, que no deben ser interpretados de modo negativo, sino como una realidad que nos interpela para ir recorriendo un camino juntos, con el objetivo de subrayar la unidad frente a la diversidad, sin caer en la uniformidad.

 

El proceso sinodal no consiste en una lucha por imponer mis/nuestras ideas frente a otros, sino de que hagamos un camino con los otros, desde la escucha del Espíritu Santo, que nos da una gran libertad para dialogar, sin miedo, desde el respeto.

 

La sinodalidad es un modo de ser Iglesia, un estilo de vida, que debe atravesar todas nuestras acciones pastorales, y que nos llama a crecer en comunión, a ser una Iglesia más inclusiva, a vivir la corresponsabilidad de todos los que formamos parte del pueblo de Dios. De un modo particular, en estos días, se ha insistido en el hecho de que hay que superar el clericalismo y dar mayor participación a los laicos, a la mujer y a los jóvenes, en la toma de decisiones eclesiales. Y el fundamento de la corresponsabilidad es el sacramento del bautismo, por el que todos somos iguales en la Iglesia.

 

La iglesia europea ha reconocido “sus heridas” (destacando los abusos sexuales y de poder), desde el arrepentimiento sincero, pero con la convicción de que tenemos que seguir mirando hacia adelante, porque nuestro horizonte es la evangelización en un contexto caracterizado por la secularización.

 

Constatamos que nos falta el ardor misionero para transmitir una fe más atrayente, manteniendo la Tradición, pero con un espíritu renovado, porque existe una fractura entre fe y cultura actual, y como Iglesia no estamos respondiendo a los signos de los tiempos, que incluyen el grito de los más pobres y marginados.

 

 

En síntesis, me voy de Praga con ilusión y esperanza, porque he percibido en la Iglesia que peregrina en Europa un auténtico deseo de crecer en sinodalidad, aunque pienso que este camino no ha hecho más que comenzar.

 

No debemos tener miedo a morir a ciertas formas de ser Iglesia, que pueden estar caducas, y debemos abrirnos a la novedad, dejándonos sorprender por el Señor, que camina con nosotros, abiertos también a la sorpresa de los hermanos con los que compartimos la vocación bautismal y, por tanto, la misión evangelizadora.

 

 

Luis Manuel Romero Sánchez,

Representante de la Delegación Española en Praga

 

 

 

Noticia extraída de: religiondigital.org

 

Jóvenes voluntarios en Santiago, una experiencia de fe desde la acogida

 

Ana Sánchez de Puertas tiene 23 años y es universitaria en Sevilla. Pero desde hace un par de veranos “vive su experiencia de fe” como voluntaria en la acogida cristiana de peregrinos en Santiago de Compostela.

¿Cómo una joven sevillana acaba de voluntaria en Santiago? “A través de un voluntariado de la Compañía de Jesús que nos pone al servicio de la catedral y de un comedor social”, explica.

Ana, en la oficina del peregrino, ha descubierto que la acogida va unida al amor, la calidez y al cariño con que se recibe al que llega cansado de recorrer el camino. Por eso, confiesa, “la palabra acoger se ha convertido en un pilar fundamental de mi fe. Creo que no hay mejor manera de reflejar lo que Jesús quiso que hiciésemos con el mundo y en la vida”.

 

“Los jóvenes tenemos mucho en lo que reflejarnos y de lo que aprender, y también muchísimos que ofrecer”.


María Jesús Múgica, peregrina por devoción

 

María Jesús Múgica ha sido peregrina en Santiago de Compostela. Y en el Santuario de San Francisco Javier en Navarra; en la Real Basílica Santuario de la Vera Cruz en Caravaca; en el Santuario del Cerro de los Ángeles en Getafe; en el Santuario de la Virgen Monserrat en Barcelona; en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes en Francia; y en la ruta de Santa Teresa en Ávila.

Mª Jesús es feligresa de la parroquia de Zumárraga, en la diócesis de San Sebastián. Hace 15 años se inició en los andares de peregrina. Su primer destino fue el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, en Portugal. “Allí todo lo que llevaba dentro de mí se lo transmití a la Virgen”, rememora, y la Virgen “me miró” y “me entendió”. Por eso, de vuelta a casa, “decidí que asistiría a las peregrinaciones que se organizaran.” Lo ha cumplido, “para mí es muy enriquecedor y gratificante”. Desde entonces es peregrina por devoción.

 

“Para mí ha sido todo esto motivo para ir creciendo en la fe. Se lo aconsejo a cualquiera”.

 

Como Mª Jesús, son muchos los cristianos que peregrinan y fortalecen su fe en el camino. Al otro lado, voluntarios como Ana se “entregan» en la acogida cristina a los peregrinos, especialmente estos días en torno a la fiesta de Santiago Apóstol, el 25 de julio.

Santuarios, romerías, celebraciones y fiestas religiosas o populares son algunas muestras del arraigo de la vida cristiana en nuestro país y uno de los grandes tesoros de la fe de nuestros pueblos. Además son el testimonio de la presencia de la Iglesia entre nosotros desde hace más de veinte siglos.

La religiosidad popular, junto con el rico patrimonio de la Iglesia, contribuyen al beneficio de toda la sociedad tanto en términos cultures como económicos.

 

 

Fuente: www.conferenciaepiscopal.es

El testimonio de Consuelo…

¿Cómo decirle “ Dios te ama”, “ Dios es bueno” “ Dios te bendice” a alguien que ha perdido a su padre, muerto solo en la habitación de un hospital? ¿ a la familia de la mujer de 37 años embarazada, enferma de coronavirus, que falleció en el parto junto con su bebé? Cada vez pienso más que debemos hablar menos, aunque sea con palabras religiosas; que tenemos que pensar que, aun con la mejor intención, podemos hacer daño. “ Dios te ama” y te pueden decir, ( aunque casi nunca lo hagan), pues que te ame a ti y muérete tú. Pues que te bendiga a ti y te mande el coronavirus. Creo que es más importante acompañar, y muchas veces eso es en el silencio, con una presencia amable, con una mirada acogedora, con un abrazo desde el fondo del corazón, con una oración tal vez invisible, y no tantas veces con palabras.

En todo este aparente sinsentido del coronavirus, nuestra fe, nuestra paciencia, nuestro aguante, nuestro amor a Dios y a los demás.. se ponen a prueba. Y sin embargo, y así lo creo, “Dios te ama”, “Dios me ama”. Lo que pasa es que encontrar este amor en la situación que estamos viviendo no parece nada fácil. Me parece tan dura a veces. He dejado de ver los telediarios con tanta frecuencia porque me apenaba mucho lo que veía y escuchaba. ¿Cómo seguir anclada en el Amor de Dios en medio de esta situación, que tanto parece contradecirlo? Una manera donde yo veo su Amor es en el que se derrama a través de tantas personas buenas y altruistas, tantas iniciativas solidarías y que buscan ayudar a los demás, tantos gestos de cariño que están aflorando…. Eso sin duda ayuda mucho, pero podría no ser suficiente. Tal vez la forma más fuerte y radical de volver a ese amor primero sea de nuevo mirar la Cruz. Ahí está el sinsentido más cruel (¿Por qué tuvo que morir Jesús, el más inocente, y además con una muerte así?). Y también está la respuesta que realmente da sentido: “Porque Dios te ama” y la Cruz es la prueba más contundente de que ese Amor es real. Una locura de amor real. Cuando no entiendo nada de esto, cuando los días se hacen cuesta arriba y la cifra de contagiados y fallecidos no hace más que aumentar, pienso en Jesús en la Cruz y redescubro su Amor real. El sentido en el sinsentido. Y esa es, tal vez, la mirada que podemos ofrecer a los demás en medio de tanto dolor; decirles, “yo tampoco entiendo muchas cosas de esto que nos está pasando. Solo puedo mirar la Cruz” “Mira la Cruz, no digas nada; o dile lo que quieras a Jesús; muéstrale tus lágrimas, tu impotencia y tu dolor” . El lo entenderá todo porque todo se lo ha llevado a sus espaldas en esa Cruz. Pídele que te acompañe, que te conforte, que te lleve adelante.

Y no te olvides de que, aun en esta situación (o tal vez, sobre todo en esta situación), podemos ofrecer muchas cosas por los demás: la obediencia de quedarse en casa sin salir, sin ir a Misa…; la palabra cariñosa que nos cuesta decir cuando hay tantos días de convivencia por delante y a nuestras espaldas; el detalle de una llamada (no solo un wasap) a una persona que a lo mejor lo necesita… Hay mil cosas que se pueden ofrecer. En mi caso, a veces ofrezco la soledad de mi confinamiento por mi familia y seres queridos, pero también por tantas personas que están solas en este tiempo: ancianos que a su vejez suman su gran soledad de estos días sin contacto con nadie; los enfermos que tienen que pasar esta dura enfermedad solos en una habitación; los que mueren solos sin una mano que sostenga la suya; los que se sienten solos; los difuntos que solos esperan a que puedan ser enterrados y que solos, casi de puntillas, son despedidos. Todo esto me resulta muy doloroso de pensar, pero cuando la soledad de mi confinamiento me quiere plantar batalla, me acuerdo de todas esas personas por las que puedo ofrecer este momento y sé que tiene sentido, y doy gracias a Dios por poderlo hacer y porque El haya inspirado este deseo en mí. Y también le doy gracias por todas las personas que me quieren y me acompañan en este momento y por aquellas a las que yo quiero y puedo acompañar, aun en la distancia.

Cada día sigo adelante, con un corazón muy agradecido cada mañana por la vida que Dios me regala; siguiendo rutinas que organizan una vida que quiere volverse perezosa y caótica; escuchando la Misa, rezando algo más, leyendo la Biblia (algo siempre pospuesto y que ahora, inesperadamente, puedo hacer); teletrabajando y llevando adelante la tarea lo mejor posible; haciendo un mínimo ejercicio físico con la emisora Rock Fm, que me espabila y me pone a cantar y bailar; cocinando, y los domingos haciendo un postre, aunque sea para mí sola, que para algo es un día especial. Y vistiéndome con ropa bonita para ir a Misa en la tele. Y luchando con determinación para que la pereza no me venza, la rutina no me aplaste, el desánimo no me pueda… y, gracias a Dios, saliendo airosa porque Dios me sostiene y está a mi lado y no me deja.

No tengo duda de que de esta situación saldrán muchos frutos buenos. De hecho, ya están brotando algunos. Deseo que eso sea así a nivel social, pero también en la vida de cada uno. Sería horrible pasar por una situación de este tipo y al acabar, que nada hubiera cambiado o fuera a cambiar en el mundo; pero también en nosotros mismos. Ojalá esto nos ayude a ser mejores y a hacer un mundo mejor.

Pienso que esta Semana Santa, aunque distinta, puede ser muy especial y tremendamente religiosa. Creo que podemos estar más unidos que nunca a Dios y entre nosotros y deseo que podamos vivirla así. Y, tal vez, en estos tiempos, nos sea dado empezar a comprender lo que significa adorar a Dios “en espíritu y en verdad”, que es así como Dios desea ser adorado, como le dijo Jesús a la samaritana.

Testimonio de Consuelo Mahía Espiñeira.

 

 

 

 

 

 

 

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«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo, y que ha tenido misericordia de tí» (Mc 5,19)

¿Qué es el testimonio cristiano?… ¿Cómo puede hablar un laico de su experiencia de Dios?…

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