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La caravana del duelo vuelve a Pontevedra para escuchar a quienes atraviesan una pérdida

La UNIDAD MÓVIL DE INTERVENCIÓN EN CRISIS Y DUELO (UMI) se desplazará esta semana a la ciudad de Pontevedra, otra vez, a fin de prestar un servicio confidencial, aconfesional y gratuito de acompañamiento a personas en duelo, promovido por el Centro de Escucha San Camilo de Pontevedra, dentro de la Red de Centros de Escucha del Centro de Humanización de la Salud de los Padres Camilos en Tres Cantos, en Madrid.

La caravana del duelo quedará instalada en la Plaza Alonso de Fonseca, junto a la Real Basílica de Santa María la Mayor, al igual que en las anteriores ocasiones. El horario de atención será entre el miércoles 2 y el jueves 3 de junio, desde las 10:00 hasta las 14:00 horas, y desde las 17:00 hasta las 21:00 h. Puede acudir cualquier persona herida que esté atravesando una situación de duelo complicado y que necesite ser escuchada y acompañada, a consecuencia de la pérdida de un ser querido. Con los voluntarios, comprometidos y formados, las personas en duelo podrán expresar lo que están viviendo incondicionalmente: con total libertad, sintiéndose escuchados, comprendidos y no juzgados.

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Dolientes y confinados:

sufrir un duelo en los tiempos del Covid

 

Con el regreso de la UMI a Pontevedra, también volverá a la ciudad del Lérez el psicólogo Valentín Rodil Gavalaorientador educativo, teólogo y máster en duelo. Es profesor del Centro de Humanización de la Salud, voluntario del Centro de Escucha San Camilo en Tres Cantos (Madrid) y responsable de la Unidad Móvil de Intervención en Crisis y en Duelo. Este miércoles, 2 de junio, Rodil Gavala ofrecerá una CHARLA sobre cómo está afectando la pandemia a las personas que perdieron a un ser querido y no pudieron despedirse por el estado de alarma. Será en la Real Basílica de Santa María la Mayor de Pontevedra, a las 20:30 h.

 

 

Jornadas de formación sobre acompañamiento en tiempos de pandemia

El Centro de Escoita de Vigo y la Asociación Stella Maris organizan unas jornadas de formación sobre acompañamiento tituladas: «ACOMPAÑAMIENTO A LOS MARINOS EMBARCADOS EN TIEMPOS DE PANDEMIA», impartidas por Valentín Rodil, psicólogo experto en acompañamiento en crisis y duelo y formador del Centro de Humanización de la Salud.

Estas jornadas tendrán lugar en el edificio de sesiones de la Autoridad Portuaria de Vigo,  el viernes 4 de junio (de 17:00 a 20:00 h.) y el sábado 5 de junio (de 10:00 a 13:00 h.) y se realizarán modo presencial y en streaming.

Es una formación gratuita. Se requiere previa inscripción en el correo electrónico: direccion@stellamarisvigo.com o en el teléfono: 986 202 944.

Colabora el «Centro Diocesano de Escucha San Camilo» de la Archidiócesis de Santiago de Compostela.

 

 

La celebración del sacramento de la penitencia en estos tiempos de pandemia

Vistas las llamadas a vicaría general del Arzobispado que están llegando acerca de aplicar la ABSOLUCION GENERAL con motivo de celebrar los preceptos pascuales en el entorno de la SEMANA SANTA, se pasa la siguiente comunicación:

1.- Forma Ordinaria.

La doctrina tradicional y la praxis de la Iglesia con relación a la celebración del sacramento de la penitencia están bien expuestas en el c. 960 del vigente Código de Derecho Canónico:

“La confesión individual e íntegra y la absolución constituyen el único modo ordinario con el que un fiel consciente de que está en pecado grave se reconcilie con Dios y con la Iglesia; sólo la imposibilidad física o moral excusa de esta confesión, en cuyo caso la reconciliación se puede también obtener por otros medios”. La preparación del penitente para esta celebración puede hacerse: de modo personal, o bien en preparación comunitaria.

La NOTA publicada por la Penitenciaría Apostólica el 19 de marzo del año 2020, en el apartado 7 reseña: “… en la presente emergencia pandémica, corresponde por tanto al Obispo Diocesano/Eparquial indicar a los sacerdotes y penitentes las prudentes atenciones que deben adoptarse en la celebración individual de la reconciliación sacramental, tales como la celebración en un lugar ventilado fuera del confesionario, la adopción de una distancia adecuada, el uso de mascarillas protectoras, sin perjuicio de la absoluta atención a la salvaguardia del sigilo sacramental y la necesaria discreción”. Con fecha del 5 de mayo del año 2020 y como aplicación a nuestra diócesis, Mons. D. Jesús Fernández González, entonces Obispo Auxiliar de nuestra diócesis, luego de oír a los Sres. Vicarios y a la Delegación Diocesana de Liturgia, volvía a recordar lo dispuesto por la Penitenciaría Apostólica.

2.- Forma Extraordinaria

El c. 961.1 se expresa del siguiente modo: “No puede darse la absolución a varios penitentes a la vez sin previa confesión individual y con carácter general a no ser que “(1º.- amenace un peligro de muerte y 2º.- haya una necesidad grave)”.

El Papa san Juan Pablo II en la c. a. en forma de “motu proprio” MISERICORDIA DEI, en el apartado 4 se expresa así:

*“La absolución a más de un penitente a la vez, sin confesión individual previa, prevista en el c. 961 del CIC, ha de ser entendida y aplicada rectamente a la luz y en el contexto de las normas precedentemente enunciadas. En efecto, dicha absolución “tiene un carácter de excepcionalidad” y no puede impartirse “con carácter general a no ser que: 1º) amenace un peligro de muerte, y el sacerdote o los sacerdotes no tengan tiempo para oír la confesión de cada penitente. 2º) haya una grave necesidad, es decir, cuando, teniendo el número de penitentes, no haya bastantes confesores para oír debidamente la confesión de cada uno dentro de un tiempo razonable, de manera que los penitentes, sin culpa por su parte, se verían privados durante notable tiempo de la gracia sacramental o de la sagrada comunión; pero no se considera suficiente necesidad cuando no se puede disponer de confesores a causa sólo de una gran concurrencia de penitentes, como puede suceder en una gran fiesta o peregrinación”.

*“Juzgar si se dan las condiciones requeridas según el c. 961&1, 2º, no corresponde al confesor sino al Obispo diocesano, “el cual, teniendo en cuenta los criterios acordados con los demás miembros de la Conferencia Episcopal, puede determinar los casos en que se verifica esa necesidad”… (núm. 5).

*En el núm. 4.2º dice el Papa: “Sobre el caso de grave necesidad” precisa cuanto sigue: a) Se trata de situaciones que, objetivamente son excepcionales, como las que pueden producirse en territorios de misión o en comunidades de fieles aisladas. b) Las dos condiciones establecidas en el c. 961 para que se dé la grave necesidad  son inseparables.

*La Conferencia Episcopal Española, el año 1989, se ha pronunciado del siguiente modo: “Estima que, en el conjunto de su territorio, no existen casos generales y previsibles en los que se den los elementos que constituyen la situación de necesidad grave en la que puede recurrir a la absolución sacramental general (c. 961&1) (BOCEE 22, 1989, 59-60).

3.- La Vía  o Camino de la Contrición Perfecta”.

*El Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por san Juan Pablo II el año 1992, en el número 1452 y sus concordantes, trata del perdón de los pecados, y se expresa de la siguiente forma:

“Cuando brota el amor de Dios amado sobre todas las cosas, la contrición se llama “contrición perfecta” (contrición de caridad). Semejante contrición perdona las faltas veniales; obtiene también el perdón de los pecados mortales, si comprende la firme resolución de recurrir tan pronto como sea posible a la confesión sacramental”.

*Con fecha 19 de marzo de 2020 la Penitenciaría Apostólica publicó una “NOTA sobre el Sacramento de la Penitencia en la actual situación de pandemia” y en el apartado 10 contempla:

“Cuando el fiel se encuentra en la dolorosa imposibilidad de recibir la absolución sacramental, debe recordarse que la contrición perfecta, procedente del amor del Dios amado sobre todas las cosas, expresada por una sincera petición de perdón (la que el penitente pueda expresar en ese momento) y acompañada de votum confessionis, es decir, del firme propósito de recurrir cuanto antes a la confesión sacramental, obtiene el perdón de los pecados, incluso mortales” (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1452).

Esta vía merece ser analizada y usada. Para ello, en el marco de una adecuada celebración de la Palabra, debe decirse con claridad a los fieles que no se acude a la “vía excepcional” de la absolución general en sintonía con el Magisterio de la Iglesia, sino que se recupera en estos tiempos de pandemia la “vía tradicional de la contrición perfecta”, acudiendo a la conciencia del fiel para el encuentro con el Dios del Perdón, mediante la oración de la Iglesia.

La motivación que se debe hacer al pueblo fiel que desea participar en la Eucaristía, se hará acudiendo a los textos bíblicos de carácter penitencial y recordando el amor de Dios nuestro Señor en el marco de una Celebración de la Palabra.

*El “Ritual de la Penitencia”, promulgado el 25 de enero de 1975 por la Congregación para el Culto Divino, en aplicación de las disposiciones emanadas de la Constitución Sacrosanctum Concilium, tiene unos Prenotandos en la edición típica, que son una hermosa reflexión teológica y unas consideraciones pastorales emanadas de la Conferencia Episcopal Española del año 1978. En la parte expositiva el Ritual recoge diversos textos bíblicos que se pueden usar para las celebraciones de la Palabra. También recordar: que la celebración de la Palabra que acompañe a la motivación pastoral para acudir a la vía de la contrición perfecta no se imparte en ella la absolución sacramental.

Santiago, 26 de marzo de 2021.

EL VICARIO GENERAL

 

 

Noticia extraída de: archicompostela.es

 

Nota sobre las celebraciones de Semana Santa en 2021

Después de un año entero, nuestro mundo sigue afrontando la lucha contra la pandemia del COVID-19 y sus consecuencias, auténtico drama que ha afectado a casi todas las dimensiones de la vida de las personas.

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos nos recuerda que la pandemia también ha influido en la vida litúrgica de la Iglesia, y que “las normas y directrices contenidas en los libros litúrgicos, concebidas para tiempos normales, no son enteramente aplicables en tiempos excepcionales de crisis como estos”[1].

De cara a las celebraciones de la Semana Santa y del Triduo Pascual, en este año 2021, que por segunda vez se desarrollan estas circunstancias difíciles, la Comisión Episcopal para la Liturgia de la Conferencia Episcopal Española quiere acoger las indicaciones de la Congregación para dichas celebraciones, publicadas en la Nota para los Obispos y las conferencias episcopales sobre la Semana Santa 2021, del pasado 17 de febrero.

Se ha hecho un esfuerzo para adaptarlas a la realidad y circunstancias de nuestro país, y ofrecerlas a los Obispos de España, máximos responsables y moderadores de la vida litúrgica en sus respectivas diócesis, como instrumento y orientación para vivir el momento central del Año Litúrgico y de la vida de la Iglesia.

Con esa finalidad, y teniendo en cuenta la situación de la pandemia en España en este año 2021, se proponen a continuación las siguientes observaciones de carácter general y las de cada una de las celebraciones de la Semana Santa y del Triduo Pascual.

a) Observaciones de carácter general.

  1. Siempre que sea posible, desde un discernimiento responsable que ha de hacer cada fiel, se recomienda la participación presencial en la celebración, formando parte activa de la asamblea.
  2. Aquellos fieles que, por razón de edad, enfermedad, o de prudencia sanitaria, no puedan participar presencialmente en las celebraciones, síganlas por los medios de comunicación[2].
  3. En todas las celebraciones se deberán respetar las normas emanadas de las autoridades sanitarias en la lucha contra el virus: el aforo de los templos, las recomendaciones sanitarias e higiénicas para hacer de los lugares de culto espacios sanos y seguros, el uso de la mascarilla, disponibilidad de gel hidroalcohólico, distancia social, ventilación de los espacios, etc.
  4. Prepárense con sumo cuidado las celebraciones, eligiendo bien las alternativas que propone la Liturgia y acogiendo de buen grado las indicaciones para adaptarlas a este tiempo de pandemia.
  5. En las distintas celebraciones se ha de reducir al mínimo necesario el número de ministros que intervienen –acólitos, lectores, etc.–, sin que ello desdiga de la dignidad de la celebración.
  6. El canto no está prohibido, siempre y cuando no exista alguna indicación expresa de las autoritarias sanitarias y se haga con las medidas de precaución adecuadas –uso de mascarilla en todo momento y distancia de seguridad entre las personas–. No es aconsejable el canto o la música grabados.
  7. Evítese la distribución de subsidios para el canto en soporte de papel, o cualquier tipo de folleto explicativo de la celebración, por el riesgo que conllevan ante un posible contagio.
  8. Instrúyase a los fieles para recibir la comunión de manera segura y ordenada, atendiendo a las disposiciones del Obispo diocesano, procurando que este gesto central de la celebración se haga de la mejor manera posible.
  9. Para el bien de los fieles, en el caso de que los aforos permitidos en las iglesias sean un grave problema para la participación, el Obispo diocesano puede autorizar a que se hagan varias celebraciones en el mismo templo en horas sucesivas, siempre y cuando esto se haga verdaderamente para utilidad de los fieles y en circunstancias de real necesidad.
  10. De cara a que los enfermos y las personas en confinamiento o de alto riesgo puedan seguir las celebraciones desde sus casas, se anima a que sean retransmitidas las presididas por el Obispo en la catedral, como signo de unidad de la diócesis. Procúrese que estas celebraciones sean verdaderamente ejemplares en su preparación y desarrollo. Se excluyen, en cualquier caso, las grabaciones en diferido de las mismas.
  11. Cuando no se puedan realizar las celebraciones con participación del pueblo, ofrézcase a los fieles la posibilidad de celebrar la Liturgia de las Horas, especialmente las Laudes y las Vísperas de cada día y el Oficio de Lectura. A tal efecto el subsidio La Hora de Jesús, que contiene los textos de las celebraciones de la Semana Santa y que incluye también la Liturgia de las Horas para estos días, puede ser un instrumento muy útil. También se recuerda que se puede hacer uso de la aplicación oficial de la Liturgia de las Horas para dispositivos móviles, recientemente publicada por la Conferencia Episcopal.
  12. Los sacerdotes que estén afectados por el virus y estén confinados procuren también celebrar los distintos ritos, en la medida de lo posible y si su salud se lo permite.
  13. Se recomienda vivamente que se cuide y fomente el Sacramento de la Penitencia. Se ruega a los sacerdotes una mayor disponibilidad para que los fieles puedan celebrar este Sacramento, con todas las medidas de precaución, distancia social y discreción.

b) Domingo de Ramos en la Pasión del Señor.

  1. Para la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén se evitará la forma primera descrita por el Misal –procesión–.
  2. En las catedrales se utilizará la forma segunda –entrada solemne–, al menos en la misa principal. Los fieles permanecerán en sus lugares y se hará la bendición y la proclamación del evangelio desde un lugar, dentro de la iglesia, en el que los fieles puedan ver el rito. En la procesión al altar puede participar una representación de los fieles junto con el Obispo y los ministros.
  3. En las parroquias y demás lugares de culto se utilizará la forma tercera –entrada simple–.

c) Misa crismal.

  1. A juicio del Obispo la fecha de la Misa crismal puede trasladarse al día que parezca más adecuado.
  2. Si las normas sobre aforos no permiten la asistencia de todos los sacerdotes de la diócesis y es necesario también limitar el número de fieles, procure el Obispo que al menos pueda hacerlo una representación del presbiterio –por ejemplo, el consejo episcopal, o el consejo presbiteral, o los arciprestes– y un grupo de fieles, y que la celebración sea retransmitida, de modo que quienes hubiesen querido asistir, muy en particularmente el resto del clero, puedan al menos seguirla por estos medios.

d) Jueves Santo.

  1. De forma excepcional, al igual que el año pasado, los sacerdotes tienen la facultad de celebrar este día la Misa sin el pueblo, si concurren circunstancias que así lo aconsejen –por ejemplo, el contagio con el virus del propio sacerdote o el confinamiento de una población–. Quienes no tengan la posibilidad de celebrar la Misa rezarán preferentemente las Vísperas.
  2. Ha de omitirse el rito del lavatorio de los pies.
  3. Dado que este año la celebración se hará, en la mayor parte de los casos, con alguna participación del pueblo, no se omita la procesión y la reserva del Santísimo Sacramento para la adoración y la comunión al día siguiente. Facilítese, en la medida de lo posible, que los fieles puedan dedicar un tiempo de adoración, respetando siempre los horarios de restricción de la libre circulación de los ciudadanos que se establezcan en cada lugar.
  4. Si se van a celebrar varias Misas de la Cena del Señor en la misma iglesia, háganse siempre por la tarde, y omítase, salvo en la última, la reserva solemne del Santísimo.
  5. Si no se va a celebrar el Triduo completo en alguna iglesia, no se haga la reserva eucarística solemne. Además, si no se ha celebrado la Misa vespertina de la Cena del Señor, evítese una adoración eucarística desvinculada de dicha celebración.
  6. Si la celebración es sin participación del pueblo, se omite la procesión, y la reserva se hace en el sagrario habitual.

e) Viernes Santo.

  1. Se ha de asegurar la celebración de la Pasión del Señor, por lo menos, en la Catedral, en los templos parroquiales, al menos en los principales, y en aquellos de mayor capacidad dentro de las zonas pastorales establecidas en cada Diócesis.
  2. En la oración universal se utilizará el formulario habitual con el añadido de la intención especial que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el pasado año (Decreto Prot. N. 155/20). El texto de la intención, que se añade entre la IX y la X, es el siguiente:
IXb. Por quienes sufren en tiempo de pandemia.

Oremos también por todos los que sufren las consecuencias de la pandemia actual: para que Dios Padre conceda la salud a los enfermos, fortaleza al personal sanitario, consuelo a las familias y la salvación a todas las víctimas que han muerto.

Oración en silencio. Prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno,

singular protector en la enfermedad humana,

mira compasivo la aflicción de tus hijos

que padecen esta pandemia;

alivia el dolor de los enfermos,

da fuerza a quienes los cuidan,

acoge en tu paz a los que han muerto

y, mientras dura esta tribulación,

haz que todos

puedan encontrar alivio en tu misericordia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

  • En el momento de la adoración de la cruz el celebrante lo hará con una genuflexión o una inclinación profunda. El resto de la asamblea lo hará por medio de una genuflexión o inclinación profunda cuando la cruz sea mostrada, y lo harán cada uno sin moverse de su lugar. Se podría invitar, también, a todos los participantes a la liturgia a que hagan un momento de oración, en silencio, mientras se contempla la cruz. Se evitará, en cualquier caso, la procesión de los fieles en este momento de la celebración.

f) Vigilia Pascual

  1. Se procurará su celebración al menos en la Catedral y en las iglesias parroquiales principales, que posean un aforo suficiente para que puedan participar los fieles con seguridad.
  2. Dependiendo de las normas civiles que se hayan establecido en cada lugar sobre restricción de la libre circulación de los ciudadanos, elíjase una hora adecuada para el comienzo de la celebración que facilite a los fieles la participación en la misma y el regreso a sus casas al finalizar.
  3. El “inicio de la vigilia o lucernario” se puede hacer a la entrada del templo. El celebrante principal deberá estar acompañado por un número limitado de ministros, mientras todos los fieles se mantendrán en sus lugares. Se bendice el fuego, se hacen los ritos de preparación y se enciende el cirio tal como indica el Misal. El sacerdote y los ministros, manteniendo la distancia de seguridad, hacen la procesión por el pasillo central y se cantan las tres invocaciones “Luz de Cristo”. No es recomendable repartir entre los fieles las velas y que las vayan encendido del cirio y luego pasen la luz unos a otros. Después de las invocaciones se canta el Pregón Pascual.
  4. Sigue la “Liturgia de la palabra”. Por razones de brevedad puede acortarse el número de las lecturas, pero procúrese darle la relevancia adecuada a este momento de la celebración. En ningún caso se debería reducir a una Liturgia de la Palabra normal de un domingo, únicamente con tres lecturas.
  5. La “Liturgia bautismal” se celebra tal y como viene indicada en el Misal. La presencia de la asamblea aconseja no omitir el rito de la aspersión después de la renovación de las promesas bautismales. Tómese la precaución, sin embargo, de evitar el contacto con el agua que se va a bendecir cuando esta se prepare, y que el sacerdote higienice las manos con gel hidroalcohólico antes de la aspersión.
  6. No parece aconsejable, dadas las circunstancias, celebrar el bautismo de niños durante la Vigilia Pascual. Si se han de administrar los sacramentos de la Iniciación Cristiana a adultos o si al final se celebra el bautismo de algún niño, hágase con todas las medidas higiénicas y sanitarias que garanticen que los signos y ritos se hagan adecuadamente, pero de forma segura, especialmente los que implican el contacto, como las unciones.
  7. Quienes no puedan participar en la solemne Vigilia Pascual pueden rezar el Oficio de lectura indicado para el Domingo de Pascua en la resurrección del Señor, con el deseo de unirse a toda la Iglesia en la celebración del misterio pascual.

 

Esperando que estas orientaciones sean acogidas de buen grado en las Iglesias particulares que peregrinan en España, seguimos rezando por el fin de la pandemia, por los difuntos, los enfermos y sus familias, y por todos los que dedican su esfuerzo a paliar las consecuencias de esta crisis que estamos viviendo, esperando que la celebración de los días de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor sean un auténtico encuentro con Él, que fortalezca la fe, esperanza y caridad de todos los fieles.

 

Madrid, 3 de marzo de 2021

+ José Leonardo Lemos, obispo de Ourense. Presidente de la CEL

Antonio, Cardenal Cañizares, arzobispo de Valencia

+ Ángel Fernández, obispo de Albacete

+ Jesús Murgui, obispo de Orihuela-Alicante

+ Manuel Sánchez, obispo de Santander

+ Juan Antonio Aznárez, obispo auxiliar de Pamplona  y Tudela

+ Julián López, obispo emérito de León

+ Ángel Rubio, obispo emérito de Segovia


[1] Nota para los Obispos y las conferencias episcopales sobre la Semana Santa 2021 (Prot. N. 96/21)

[2] cf. Carta del Cardenal Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos a los Presidentes de las Conferencias Episcopales ¡Volvamos con alegría a la Eucaristía!, 15 de agosto de 2020, Prot. N. 432/20.

 

Fuente: Conferencia Episcopal Española

Nota medidas adoptadas en Galicia o 21/10/2020 polo Covid-19

A nota da Vigaria Xeral sobre as medidas de prevención publicadas no DOG do día 21-10-2020 podese ler no seguinte enlace:

 

 

 

Fuente: archicompostela.es

Talleres de Oración y Vida nos invita a su nuevo retiro espiritual virtual: «FRANCISCO DE ASÍS»

Para conocer y profundizar en la vida de San Francisco de Asis, uno de los santos más humildes y grandes en la fe, Talleres de Oración y Vida nos invita a un nuevo retiro espiritual virtual de 6 días por whatsApp dedicado a este santo, para que, alimentados de su espiritualidad, podamos tener un estímulo en nuestro peregrinar en la vida.

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Publicado Nº 39 Revista Diocesana “Barca de Santiago”

Conscientes do momento histórico que atravesamos por mor da covid-19, neste número da Barca de Santiago queremos achegarnos a ese “monotema” que nos afectou nos últimos meses, ás diversas maneiras de vivir e planter esta nova realidade ou nova normalidade e alviscar a nova etapa pastoral que, dalgún xeito, tamén terán que verse renovada.

Porque esta situación removeu as nosas vidas e, posiblemente, a nosa maneira de situarnos diante da realidade, tamen no plano pastoral. A principal pregunta que nos facemos moitos sería… “E agora, que?” “Como afrontamos estas novas circunstancias?”

Primeiro, toca botar unha ollada atrás e ter un recordo para as persoas que perderon a vida ou sufriron a enfermidade e para as suas familias. Tamén cómpre agradecer o labor desinteresado de tantas persoas que se solidarizaron cos máis desfavorecidos, a través de Caritas e doutras institucións. Sen esquecer a oración calada que tantas persoas elevaban ao noso Pai Creador no recollemento das súas casas.

Entre todos formamos esa Igrexa peregrina que non estaba oculta senón presente doutra maneira e unida en comunión. “E agora, que?” Transfigurar as nosas vidas, recordando a nosa fraxilidade e, coma crentes, replantexar a nova evangelización, que necesita de persoas de verdadeira fe, presentes no mundo para dar testemuño de Cristo Resucitado coa sua vida. Facelo presente na Comunidade unida que anuncia, celebra e se compromete nesta nova normalidade. Aquí e agora temos que seguir construindo o reino de Deus.

Xuntos, temos que dar cabida a tódalas realidades que xurdiron e xorden para levar a Vida e a Palabra de Xesucristo aos homes e mulleres de boa vontade que a queiran acoller no seu corazón. Non queremos esquecernos de Don Xesus, o noso Bispo auxiliar ata fai pouco, e desexarlle que sexa un bo pastor fiel e solícito na súa nova diocese de Astorga.

 

 

Página web de la Revista Diocesana “Barca de Santiago”

Barca de Santiago Nº 39 (PDF)

Una gran prueba y una gran oportunidad
por D. Julián Barrio

Editorial: Marcados por unha pandemia
por Josecho Moldes

Un programa para la post-crisis del Covid-19
por Mons. Jesús Fernández

Voces de Esperanza
por Delegación de Medios

Gracias por su testimonio y su tiempo
por Javier Aguado

Una mirada al mundo desde la pantalla
por Antonio Gutiérrez

La experiencia del COF diocesano durante el confinamiento
por COF

Coronavirus experience
por Roberto Freire

Centro de escucha: Recomenzar
por Mª Jesús Rodríguez

“Tiempo COVID”: un kairós
por Montse y Javier

El otro claustro: Benedictinas
por Monjas Benedictinas

El otro claustro: Carmelitas
por Monjas Carmelitas

El hombre del tiempo del COVID
por José Fdez. Lago

El rincón del cofrade
por José Luis Viña

Tiempo de esperanza esperanzada
por Fray Francisco Castro

El coronavirus no para la catequesis
por Delegación de Catequesis

Tres parámetros de planificación
por Fátima Noya

Principios de la campaña “la catequesisno se para, se queda en casa”
por Ana María Limes

Cáritas: Al servicio de los más necesitados
por Javier García

El día después
por Javier García

Economato: El primer salvavidas
por Pilar Farjas

Iglesia sirve: viento a favor
por Alfonso Fernández

La Capilla Virtual de la UP Milladoiro, Teo e Contorna
por Rafel Rodríguez

O traballo e a COVID-19
por Alfredo Losada

 

 

Fuente: www.archicompostela.es

 

«Cada anciano es tu abuelo»: luchando contra el aislamiento de los mayores en la pandemia.

El Dicasterio Vaticano para los Laicos, la Familia y la Vida lanza una campaña para superar el aislamiento de las personas mayores que tanto sufren la soledad en este tiempo de pandemia, respetando las normas sanitarias y utilizando la fantasía del amor: «¡llámales por teléfono o por video, escúchales!»

En esta campaña “CADA ANCIANO ES TU ABUELO”  se invita a los jóvenes de todo el mundo a hacer un gesto de ternura hacia las personas mayores que se sienten solas, porque “¡cada persona mayor sola es tu abuelo y tu abuela y te necesita!” Leer más

25 ó 26 de julio, Jornada por los afectados de la pandemia.

La iglesia en España celebra una Jornada por los afectados de la pandemia. Se trata de una propuesta de la Comisión Ejecutiva a las diócesis españolas. La fecha elegida, el domingo 26 de julio, fiesta de S. Joaquín y Sta. Ana, patronos de los ancianos, el grupo social más golpeado por la enfermedad, o el sábado 25, solemnidad de Santiago apóstol, patrón de España.

Esta jornada incluirá la celebración de la eucaristía, que se ofrecerá por el eterno descanso de todos los difuntos y el consuelo y esperanza de sus familiares. Se dará gracias por todo el trabajo y el sacrificio realizado por tantas personas durante el tiempo de la pandemia y se rezará de una manera especial por los mayores y las residencias de ancianos. Esta celebración desea además pedir la luz, comunión y entrega fraterna ante la crisis social y económica provocada por la pandemia y el confinamiento. Se ha editado una oración por nuestros mayores.

Mensaje para la Jornada de afectados por la pandemia

Además, la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Subcomisión de Familia y Defensa de la Vida han hecho público un mensaje conjunto con motivo de esta Jornada.

“El próximo día 26 de julio, la Iglesia celebra la festividad de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen, día que dedicamos de una forma especial a los mayores, puesto que son los patronos de los abuelos.

Desde el pasado mes de marzo que se decretó el estado de alarma en nuestro país, por motivo de la pandemia de la Covid- 19, hemos podido contemplar cómo los más afectados por este virus han sido los mayores, falleciendo un gran número de ellos en residencias, hospitales y en sus propios domicilios. También, nuestros mayores, debido a las circunstancias tan excepcionales, son los que más han sufrido el drama de la soledad, de la distancia de sus seres queridos. Todo esto nos debe llevar a pensar, como Iglesia y como sociedad, que “una emergencia como la del Covid es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad” (Pandemia y fraternidad universal, Nota sobre la emergencia Covid-19, Pontificia Academia para la Vida, 30/03/2020).

En una sociedad, en la que muchas veces se reivindica una libertad sin límites y sin verdad en la que se da excesiva importancia a lo joven, los mayores nos ayudan a valorar lo esencial y a renunciar a lo transitorio. La vida les ha enseñado que el amor y el servicio a los suyos y a los restantes miembros de la sociedad son el verdadero fundamento en el que todos deberíamos apoyarnos para acoger, levantar y ofrecer esperanza a nuestros semejantes en medio de las dificultades de la vida. Como afirma el papa Francisco: “la desorientación social y, en muchos casos, la indiferencia y el rechazo que nuestras sociedades muestran hacia las personas mayores, llaman no sólo a la Iglesia, sino a todo el mundo, a una reflexión seria para aprender a captar y apreciar el valor de la vejez (Audiencia del papa Francisco a los participantes en el Congreso Internacional “La riqueza de los años”, Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida, 31/01/2020).

Pero no basta contemplar el pasado, aunque haya sido en ciertos momentos muy doloroso, hemos de pensar en el futuro. No deberíamos olvidar nunca aquellas palabras del Papa Francisco en las que afirmaba que una sociedad que abandona a sus mayores y prescinde de su sabiduría es una sociedad enferma y sin futuro, porque le falta la memoria. Allí donde no hay respeto, reconocimiento y honor para los mayores, no puede haber futuro para los jóvenes, por eso hay que evitar que se produzca una ruptura generacional entre niños, jóvenes y mayores.

Conscientes de ese papel irremplazable de los ancianos, la Iglesia se convierte en un lugar donde las generaciones están llamadas a compartir el plan de amor de Dios, en una relación de intercambio mutuo de los dones del Espíritu Santo. Este intercambio intergeneracional nos obliga a cambiar nuestra mirada hacia las personas mayores, a aprender a mirar el futuro junto con ellos. Los ancianos no son sólo el pasado, sino también el presente y el mañana de la Iglesia

Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Subcomisión de Familia y Defensa de la Vida.

Fuente: www.conferenciaepiscopal.es

 

Porque sumamos por todos y para todos

Están siendo meses de mucho dolor, de mucho sufrimiento. Nadie esperaba que la prueba para este tiempo fuese esta y fuese tan dura. Podríamos haber imaginado una guerra, seguro el sufrimiento de otros al que, por cierto, nos hemos acostumbrado, veíamos unos nubarrones económicos en el horizonte, que hasta que no llegan no son tormenta. Siempre sufren los más débiles, los que menos tienen. Nadie podría aventurar la cruz que estamos todavía padeciendo.

En medio de tanta aflicción está la Iglesia. Todos los centros que ella ofrece habitualmente a la sociedad permanecen abiertos. No han cerrado sus puertas ni en los peores episodios.

En algún momento, en los primeros días de confinamiento y cuarentena, corrieron algunas imágenes por las redes sociales sobre el tipo de encierro, y dónde podría ser, de los “sin hogar”. No solo no tienen un techo donde cobijarse, no tienen el calor de abrir la puerta y poder decir: «Ya estoy aquí». Esos han sido acogidos por la Iglesia. Ellos han encontrado en ella su hogar, el lugar donde los esperaban. Eso significa que las decenas de miles de voluntarios también han continuado con su labor de generosidad.

Algunos se apartaron en el primer momento para evitar el posible contagio, pero otros han seguido. Ha habido diócesis que han tenido que pedir ayuda y pedir generosidad para que se incorporaran nuevos voluntarios. Tampoco ha cesado la atención cuidada y generosa en los centros de atención y acogida a drogodependientes. Son muy vulnerables, y de la atención que se les dispensa depende también su rehabilitación y su nueva integración en la sociedad. Es una dolorosa espada clavada en el corazón de nuestra sociedad la de las mujeres víctimas de la trata, de explotación sexual o de la violencia. Tampoco ahí la Iglesia se ha detenido.

Además de todo ello, ¡hay tanta gente necesitada de esperanza! Los sacerdotes y su entrega han brillado especialmente en este tiempo. Se ha puesto la creatividad a funcionar porque era necesaria, vital. Ha habido multitud de iniciativas para ofrecer la misa diaria utilizando las nuevas tecnologías. Se han creado infinidad de mensajes ofreciendo apoyo y esperanza. Es emblemática la imagen del sacerdote sentado en una silla, y circundado por unos conos de tráfico, es decir, manteniendo y cumpliendo las indicaciones de las autoridades, y cómo iba ofreciendo el sacramento de la confesión o un tiempo de escucha. Muchas iglesias han permanecido abiertas porque había que cuidar el cuerpo, pero también el alma, que, sin esperanza, muere. Hay una esperanza primera, la que nos dice que vamos a salir de esta situación y, después de ella, recuperaremos una vida normalizada, y la esperanza que va más allá, que nos asegura una vida en plenitud. Esa esperanza está bien fundada en Dios. Iglesias abiertas, sacerdotes al servicio de todos para seguir ofreciendo los sacramentos, para escuchar, para aconsejar, para, con humildad, ser luz y consuelo, apoyo y esperanza.

Solo hay una razón que hace posible toda esta labor: la generosidad. Generosidad de tantas personas como han ofrecido y siguen ofreciendo su tiempo, sus cualidades, lo poco o mucho que tienen. Miles de voluntarios laicos, religiosos y religiosas, sacerdotes, todos; y siempre más allá de lo que la razón humana nos puede señalar. El vértice ha sido nuestro sistema sanitario. Gracias. Pero, y con ellos, muchísimas más personas que han entregado su vida cuando la sociedad más lo estaba necesitando. Vamos a rezar y a dar gracias por tantas personas como nos han ofrecido el bello rostro de la humanidad. También vamos a rezar por los que han fallecido porque se han visto contagiados. Dios sabe ser buen pagador. En él confiamos.

(noticia extraida de www.conferenciaepiscopal.es)

 

 

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