Charla coloquio: «El sínodo universal: un camino de esperanza para la Iglesia» en Santiago

El próximo martes 16 de abril, a las 19:00 h. tendrá lugar en el ITC (Instituto Teológico Compostelano) en Santiago una interesantísima charla-coloquio titulada: «El Sínodo Universal: Un camino de esperanza para la Iglesia», sobre un tema que sigue siendo de gran actualidad y necesidad en nuestra Iglesia.

Intervendrán nuestro arzobispo D. Francisco Prieto, y Dª Eva Fernández, presidenta nacional de ACG, que participó como invitada especial en la fase universal del sínodo de la sinodalidad 2021-2024 que tuvo lugar en el Vaticano en octubre de 2023.

¡Totalmente recomendable!

 

 

 

 

Conferencia: ¿Qué Sínodo pide la Iglesia? en A Coruña

Seguimos en el Sínodo 2021-2024 y este lunes 15 de Abril a las 20:15 h. en el salón de actos del Centro Fonseca en A Coruña, reflexionaremos sobre ello en la conferencia  titulada «¿Qué sínodo pide la Iglesia?», que impartirá Dª Cristina Inogés Sanz.

¡De gran interés!

 

 

 

 

 

SEMINARIO de VIDA en el ESPÍRITU en Santiago

Encuentro de oración y alabanza abierto a personas que buscan a Dios.

Todos los lunes desde el lunes 15 al lunes 27 de abril a las 18:30 h en el Monasterio de las Benedictinas en Santiago.

Organizado por el grupo Veni Creátor y la Renovación Carismática Católica

Más información e inscripción por WhatsApp: Inma (634 553 714)

 

 

 

Nuevo Encuentro de Oración Ecuménica: «Ruah de Dios» en Santiago

Desde hace dos años, cristianos de diferentes denominaciones, comunidades y movimientos, se reúnen para alabar, proclamar la Palabra e interceder por la sociedad, juntos. Y aprovechan -como no-, para hacer fiesta, compartir, charlar y conocerse cada vez más.

Únete este viernes 12 de abril de 17:00 a 18:30 h en el Monasterio de las Benedictinas en Santiago

 

 

 

Reunión do Espazo de Encontro de Crentes Galeg@s

O pasado sábado 6 de abril, o delegado para o laicado fíxose presente nunha reunión do Espazo de Encontro de Crentes Galeg@s que se celebrou no Antigo Colexio Ramón Cabanillas, no Castiñeiriño, en Santiago de Compostela.

O tema que se abordou foi “A causa das persoas empobrecidas”, baixo un relatorio de Miguel Fernández Blanco, voceiro do Foro Galego de Inmigración, e un posterior coloquio.

A ponencia de Miguel incidiu no lugar teolóxico dos últimos, que hoxe son as persoas migrantes en situación de irregularidade administrativa, en especial as mulleres. Destacou as consecuencias contrarias á dignidade humana das persoas migrantes da Lei de estranxeiría, que non é unha cuestión teórica senón moi prácticas.
Asemade, fixo fincapé no principal problema social na actualidade, que é o problema de acceso á vivenda, que afecta moitísimo a todas as persoas, per con máis incidencia nas persoas migrantes. De aí que non só debe existir o dereito a emigrar senón tamén o dereito a non emigrar.
Por último, fixo un chamamento a ser coidadoso co turismo como unha necesidade, xa que as consecuencias no noso país son especialmente contrarias ás persoas: provocan uns traballos precarios e que non se compadecen coa conciliación da vida familiar, favorecen unha disminución significativa de vivendas en aluguer que repercute nun alza insostible da vida, un aumento de contaminación, etc.

O diálogo foi moi enriquecedor, sinalándose a importancia de implicarse na defensa das persoas migrantes, en especial na participación en iniciativas que promoven as mesmas persoas migrantes, e na obriga de contrapoñer frente aos discursos racistas, a importancia da aportación das persoas migrantes a nivel laboral, social, cultural, relixiosa, etc.

Foi un momento de encontro, de irmandade, que rematou cunha oración pola paz e denuncia das guerras actuais e un xantar fraterno.

 

 

 

 

 

Mensaje de PASCUA de RESURRECCIÓN de nuestro arzobispo D Francisco.

 

El arzobispo de Santiago, mons. Francisco Prieto, nos invita a los diocesanos a proclamar a Cristo Resucitado.

 

 

 

“Es Pascua y todo se ha hecho nuevo en Cristo Resucitado”

 

Cuando el sol de la mañana de Pascua rompe la noche, cuando los sepulcros han sido quebrantados y la muerte ha sido vencida, ha llegado el tiempo de Pascua.

Es el Tiempo de la Vida, el triunfo de la vida sobre la muerte, es Cristo Resucitado. Es la alegría de la Pascua del Nuevo Tiempo, de la primavera en los corazones, porque es el Tiempo Nuevo, de Aquel que resucitado una vez más quiere resucitar la vida de cada uno de nosotros.

Por eso os invito a que, con esa luz del sol, ese sol que es Cristo, el sol de justicia, el sol que ha vencido a la sombra, en ese gozo que trae siempre la vida nueva de Cristo Resucitado, que alboree también en la vida de cada uno de vosotros, de vuestras comunidades, lo nuevo, que alboree la vida de cada uno de vosotros, Aquel Resucitado, que una vez más nos dice que la muerte ha sido vencida.

Cristo ha resucitado, que resucite la vida de todos vosotros, es un Tiempo Nuevo, porque la Pascua siempre novedad en nuestras vidas, es la novedad de Cristo Resucitado, que quiere ser luz en el corazón de cada uno de vosotros, de vuestras familias, de vuestras Parroquias, de toda nuestra Iglesia de diocesana, de toda la Iglesia, de toda la humanidad, porque el corazón de la Pascua es vida en el corazón de los hombres. Es un Tiempo Nuevo, celebrémoslo, gocémoslo, anunciemos, proclamemos a Cristo Resucitado, Aquel que en el camino de la vida una vez más nos dice que está entre nosotros y nos pone en camino para que seamos testigos de la Vida, testigos de la Luz, testigos del Tiempo Nuevo. Es Pascua y todo se ha hecho nuevo en Cristo Resucitado.

 

 

 

Fuente: archicompostela.es

 

¡Ha resucitado!: La vigilia pascual marca el inicio de la Pascua

El Domingo de Pascua, también conocido como Domingo de Resurrección del Señor, Domingo de Gloria o Domingo Santo, es la fiesta más importante para los cristianos de todo el mundo. Es tiempo de alegría y de gozo porque Jesús ha resucitado.

Este año el Tiempo Pascual comienza con la Vigilia Pascual, en la noche del 30 al 31 de marzo. Este tiempo litúrgico son los cincuenta días que van desde el Domingo de Resurrección hasta el Domingo de Pentecostés, que «se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo» (Normas Universales del Año Litúrgico, n 22).

Se renuevan por tanto los sacramentos de iniciación cristiana: el Bautismo y la Confirmación. De acuerdo con las Escrituras, se describe que en cuanto se hizo de día, tres mujeres van al sepulcro donde Jesús estaba enterrado y ven que no está su cuerpo. Un Ángel les comunica que ha resucitado. Este día da paso a una gran celebración para todos.

La mañana del Domingo de Pascua (como el día de Navidad), el Papa da su mensaje pascual y su bendición para el mundo (‘Urbi et Orbi’) desde el balcón de la basílica de San Pedro. El arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal ofrece también su mensaje de Pascua.

Materiales de reflexión para Pascua

En la web de la Conferencia Episcopal, en la sección Creemos, se ha preparado un especial titulado «Pascua» con materiales sobre el significado y símbolos de este tiempo litúrgico. En cuatro apartados se pueden consultar qué sentido tiene el Domingo de Resurrección; preguntas y respuestas de este tiempo tan importante para los cristianos; los signos de Pascua, y las lecturas de los domingos de Pascua, desde este domingo de Resurrección hasta Pentecostés.

 

ESPECIAL PASCUA
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Fuente: conferenciaepiscopal.es

Mensaje de Pascua y Bendición «Urbi et Orbi» 2024 del Papa Francisco

El Papa Francisco dirigió su mensaje pascual a los fieles de la ciudad de Roma y del mundo e impartió la Bendición Urbi et Orbi este Domingo de Resurrección, 31 de marzo, desde el balcón central de la fachada de la Basílica de San Pedro.

En su Mensaje de Pascua el Papa recordó que el Resucitado es el único que puede hacer rodar la piedra de la guerra y de las crisis humanitarias y abrir el camino de la vida. También rezó por las víctimas y los niños de Israel, Palestina y Ucrania, y pidió el intercambio de rehenes y el alto el fuego en la Franja. Asimismo oró por Siria, el Líbano, Haití, el pueblo Rohingyá y los países africanos en dificultades. Y subrayó que con frecuencia el don de la vida es despreciado por el hombre

 

A continuación, el Mensaje Urbi et Orbi del Papa Francisco:

 

Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Pascua!

 

Hoy resuena en todo el mundo el anuncio que salió hace dos mil años desde Jerusalén: “Jesús  Nazareno, el Crucificado, ha resucitado” (cf. Mc 16,6).

La Iglesia revive el asombro de las mujeres que fueron al sepulcro al amanecer del primer día  de la semana. La tumba de Jesús había sido cerrada con una gran piedra; y así también hoy hay rocas  pesadas, demasiado pesadas, que cierran las esperanzas de la humanidad: la roca de la guerra, la roca  de las crisis humanitarias, la roca de las violaciones de los derechos humanos, la roca del tráfico de  personas, y otras más. También nosotros, como las mujeres discípulas de Jesús, nos preguntamos unos  a otros: “¿Quién nos correrá estas piedras?” (cf. Mc 16,3).

Y he aquí el gran descubrimiento de la mañana de Pascua: la piedra, aquella piedra tan grande,  ya había sido corrida. El asombro de las mujeres es nuestro asombro. La tumba de Jesús está abierta  y vacía. A partir de ahí comienza todo. A través de ese sepulcro vacío pasa el camino nuevo, aquel  que ninguno de nosotros sino sólo Dios pudo abrir: el camino de la vida en medio de la muerte, el  camino de la paz en medio de la guerra, el camino de la reconciliación en medio del odio, el camino  de la fraternidad en medio de la enemistad.  

Hermanos y hermanas, Jesucristo ha resucitado, y sólo Él es capaz de quitar las piedras que  cierran el camino hacia la vida. Más aún, Él mismo, el Viviente, es el Camino; el Camino de la vida,  de la paz, de la reconciliación, de la fraternidad. Él nos abre un pasaje que humanamente es imposible,  porque sólo Él quita el pecado del mundo y perdona nuestros pecados. Y sin el perdón de Dios esa  piedra no puede ser removida. Sin el perdón de los pecados no es posible salir de las cerrazones, de  los prejuicios, de las sospechas recíprocas o de las presunciones que siempre absuelven a uno mismo  y acusan a los demás. Sólo Cristo resucitado, dándonos el perdón de los pecados, nos abre el camino  a un mundo renovado.

Sólo Él nos abre las puertas de la vida, esas puertas que cerramos continuamente con las  guerras que proliferan en el mundo. Hoy dirigimos nuestra mirada ante todo a la Ciudad Santa de  Jerusalén, testigo del misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, y a todas las comunidades  cristianas de Tierra Santa.

Mi pensamiento se dirige principalmente a las víctimas de tantos conflictos que están en curso  en el mundo, comenzando por los de Israel y Palestina, y en Ucrania. Que Cristo resucitado abra un  camino de paz para las martirizadas poblaciones de esas regiones. A la vez que invito a respetar de  los principios del derecho internacional, hago votos por un intercambio general de todos los  prisioneros entre Rusia y Ucrania: ¡todos por todos!

Además, reitero el llamamiento para que se garantice la posibilidad del acceso de ayudas  humanitarias a Gaza, exhortando nuevamente a la rápida liberación de los rehenes secuestrados el  pasado 7 de octubre y a un inmediato alto el fuego en la Franja.

No permitamos que las hostilidades en curso continúen afectando gravemente a la población  civil, ya de por sí extenuada, y principalmente a los niños. Cuánto sufrimiento vemos en sus ojos.  Con su mirada nos preguntan: ¿por qué? ¿Por qué tanta muerte? ¿Por qué tanta destrucción? La guerra  es siempre un absurdo y una derrota. No permitamos que los vientos de la guerra soplen cada vez más  fuertes sobre Europa y sobre el Mediterráneo. Que no se ceda a la lógica de las armas y del rearme.  La paz no se construye nunca con las armas, sino tendiendo la mano y abriendo el corazón.

No nos olvidemos de Siria, que lleva catorce años sufriendo las consecuencias de una guerra  larga y devastadora. Muchísimos muertos, personas desaparecidas, tanta pobreza y destrucción  esperan respuestas por parte de todos, también de la Comunidad internacional.

Mi mirada se dirige hoy de modo especial al Líbano, afectado desde hace tiempo por un  bloqueo institucional y por una profunda crisis económica y social, agravados ahora por las  hostilidades en la frontera con Israel. Que el Resucitado consuele al amado pueblo libanés y sostenga  a todo el país en su vocación a ser una tierra de encuentro, convivencia y pluralismo.

Mi pensamiento se orienta en particular a la Región de los Balcanes Occidentales, donde se  están dando pasos significativos hacia la integración en el proyecto europeo. Que las diferencias  étnicas, culturales y confesionales no sean causa de división, sino fuente de riqueza para toda Europa  y para el mundo entero.

Asimismo, aliento las conversaciones entre Armenia y Azerbaiyán para que, con el apoyo de  la Comunidad internacional, puedan proseguir el diálogo, ayudar a las personas desplazadas, respetar  los lugares de culto de las diversas confesiones religiosas y llegar cuanto antes a un acuerdo de paz  definitivo.

Que Cristo resucitado abra un camino de esperanza a las personas que en otras partes del  mundo sufren a causa de la violencia, los conflictos y la inseguridad alimentaria, como también por  los efectos del cambio climático. Que dé consuelo a las víctimas de cualquier forma de terrorismo.  Recemos por los que han perdido la vida e imploremos el arrepentimiento y la conversión de los  autores de estos crímenes.

Que el Resucitado asista al pueblo haitiano, para que cese cuanto antes la violencia que lacera  y ensangrienta el país, y pueda progresar en el camino de la democracia y la fraternidad.  Que conforte a los Rohinyá, afligidos por una grave crisis humanitaria, y abra el camino de la  reconciliación en Myanmar, país golpeado desde hace años por conflictos internos, para que se  abandone definitivamente toda lógica de violencia.

Que abra vías de paz en el continente africano, especialmente para las poblaciones exhaustas  en Sudán y en toda la región del Sahel, en el Cuerno de África, en la región de Kivu en la República  Democrática del Congo y en la provincia de Cabo Delgado en Mozambique, y ponga fin a la  prolongada situación de sequía que afecta a amplias zonas y provoca carestía y hambre.

Que el Resucitado haga resplandecer su luz sobre los migrantes y sobre todos aquellos que  están atravesando un período de dificultad económica, brindándoles consuelo y esperanza en los  momentos de necesidad. Que Cristo guíe a todas las personas de buena voluntad a unirse en la  solidaridad, para afrontar juntos los numerosos desafíos que conciernen a las familias más pobres en  su búsqueda de una vida mejor y de la felicidad.

En este día en que celebramos la vida que se nos da en la resurrección del Hijo, recordamos  el amor infinito de Dios por cada uno de nosotros, un amor que supera todo límite y toda debilidad.  Y, sin embargo, con cuánta frecuencia se desprecia el don precioso de la vida. ¿Cuántos niños ni  siquiera pueden ver la luz? ¿Cuántos mueren de hambre o carecen de cuidados esenciales o son  víctimas de abusos y violencia? ¿Cuántas vidas se compran y se venden por el creciente comercio de  seres humanos?

En el día en que Cristo nos ha liberado de la esclavitud de la muerte, exhorto a cuantos tienen  responsabilidades políticas para que no escatimen esfuerzos en combatir el flagelo de la trata de seres  humanos, trabajando incansablemente para desmantelar sus redes de explotación y conducir a la  libertad a quienes son sus víctimas. Que el Señor consuele a sus familias, sobre todo a las que esperan  ansiosamente noticias de sus seres queridos, asegurándoles conforto y esperanza.

Que la luz de la resurrección ilumine nuestras mentes y convierta nuestros corazones,  haciéndonos conscientes del valor de toda vida humana, que debe ser acogida, protegida y amada.  ¡Feliz Pascua a todos!

 

 

 

Fuente: vaticannews.va

Vía Crucis del Papa Francisco: «En oración con Jesús en el camino de la cruz»

El Papa Francisco siguió el VÍA CRUCIS desde la Casa Santa Marta, unido a la oración de 25000 personas presentes en el Coliseo de Roma:

 

“Jesús, en la cruz tienes sed, es sed de mi amor y de mi oración”

 

 

Con esta oración dio comienzo el Vía Crucis en el Coliseo de Roma:

“Señor Jesús, al mirar tu cruz comprendemos tu entrega total por nosotros. Te consagramos y ofrecemos este tiempo. Queremos pasarlo junto a ti, que rezaste desde el Getsemaní hasta el Calvario. En el Año de la oración nos unimos a tu camino orante”

 

Después las meditaciones escritas por el Santo Padre fueron leídas en cada estación por una religiosa, un eremita, laicos, sacerdotes, migrantes, personas con discapacidad, familias, catequistas, miembros de un grupo de oración, una mujer dedicada a la pastoral sanitaria, y miembros de casa de acogida y asistencia social.

 

MEDITACIONES VIACRUCIS 2024

 

Mientras la cruz que presidía el Viacrucis recorría el Coliseo de Roma, las meditaciones ofrecían una súplica por un mundo herido por la guerra, la indiferencia y el pecado:

 

“Jesús, nosotros también cargamos nuestras cruces, a veces muy pesadas: una enfermedad, un accidente, la muerte de un ser querido, una decepción amorosa, un hijo que se perdió, la falta de trabajo, una herida interior que no cicatriza, el fracaso de un proyecto, una esperanza más que se malogra… Jesús, ¿cómo rezar ahí? ¿Cómo hacerlo cuando me siento aplastado por la vida, cuando un peso oprime mi corazón, cuando estoy bajo presión y ya no tengo fuerzas para reaccionar? Tu respuesta se encuentra en una invitación: «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré» (Mt 11,28)”

 

 

Y al meditar como Jesús fue clavado en la cruz, el Papa Francisco en su meditación escribe:

“Jesús, te perforan las manos y los pies con clavos, lacerando tu carne, y justo ahora, mientras el dolor físico se hace más insoportable, brota de tus labios la oración imposible, perdonas al que te está hundiendo los clavos en las muñecas. Y no sólo una vez, sino muchas veces, como recuerda el Evangelio, con ese verbo que indica una acción repetida, decías ‘Padre, perdona’. Por eso, contigo, Jesús, también yo puedo encontrar el valor de elegir el perdón que libera el corazón y relanza la vida».

 

 

Luego de muerte de Jesús en la Cruz, el Papa Francisco también hizo presente en su meditación la perseverancia de María que recibe en sus brazos a su Hijo muerto y destrozado:

“María, después de tu ‘sí’ el Verbo se hizo carne en tu seno; ahora yace en tu regazo su carne torturada. Aquel niño que tuviste en tus brazos ahora es un cadáver destrozado. Sin embargo, ahora, en el momento más doloroso, resplandece la ofrenda de ti misma: una espada atraviesa tu alma y tu oración sigue siendo un ‘sí’ a Dios”.

 

 

Y final de la meditación, el Papa invita a suplicar de manera personal al Señor, y pronunciando el nombre de Jesús con las siguientes invocaciones:

 

Jesús, tu nombre salva, porque tú eres nuestra salvación.

Jesús, tú eres mi vida y para no perderme en el camino te necesito a ti, que perdonas y levantas, que sanas mi corazón y das sentido a mi dolor.

Jesús, tú tomaste sobre ti mi maldad, y desde la cruz no me señalas con el dedo, sino que me abrazas; tú, manso y humilde de corazón, sáname de la amargura y del resentimiento, líbrame del prejuicio y de la desconfianza.

Jesús, te contemplo en la cruz y veo que se despliega ante mis ojos el amor, que da sentido a mi ser y es meta de mi camino. Ayúdame a amar y a perdonar, a vencer la intolerancia y la indiferencia, a no quejarme.

Jesús, en la cruz tienes sed, es sed de mi amor y de mi oración; los necesitas para llevar a cabo tus planes de bien y de paz.

Jesús, te doy gracias por los que responden a tu invitación y tienen la perseverancia de rezar, la valentía de creer y la constancia para seguir adelante a pesar de las dificultades.

Jesús, te encomiendo a los pastores de tu pueblo santo: su oración sostiene el rebaño; que encuentren tiempo para estar ante ti y que asemejen su corazón al tuyo.

Jesús, te bendigo por las contemplativas y los contemplativos, cuya oración, oculta al mundo, es agradable a ti. Protege a la Iglesia y a la humanidad.

Jesús, traigo ante ti las familias y las personas que han rezado esta noche desde sus casas; a los ancianos, especialmente a los que están solos; a los enfermos, gemas de la Iglesia que unen sus sufrimientos a los tuyos.

Jesús, que esta oración de intercesión abrace a los hermanos y hermanas de tantas partes del mundo que sufren persecución a causa de tu nombre; a los que padecen la tragedia de la guerra y a los que, sacando fuerzas de ti, cargan con pesadas cruces.

Jesús, por tu cruz has hecho de todos nosotros una sola cosa: reúne en comunión a los creyentes, infúndenos sentimientos fraternos y pacientes, ayúdanos a cooperar y a caminar juntos; mantén a la Iglesia y al mundo en la paz.

Jesús, juez santo que me llamarás por mi nombre, líbrame de juicios temerarios, chismes y palabras violentas y ofensivas.

Jesús, que antes de morir dijiste “todo se ha cumplido”. Yo, en mi miseria, no podré decirlo nunca. Pero confío en ti, porque eres mi esperanza, la esperanza de la Iglesia y del mundo.

Jesús, una palabra más quiero decirte y seguir repitiéndote: ¡Gracias! Gracias, Señor mío y Dios mío.

 

 

 

 

Fuente: vaticannews.va

Jornada Diocesana «Ecos del Encuentro del Primer Anuncio»

Ayer sábado 23 de marzo, tuvo lugar en la Casa de Ejercicios de Santiago de Compostela el encuentro diocesano “Ecos del Primer Anuncio”.

 

El comienzo de la jornada, a las 10:00hs., fue orante. En la capilla, Reme, de Talleres de Oración y Vida, guio la oración.

 

 

Ya en la sala de reuniones. Alfredo Losada, delegado para el laicado, presentó la importancia del Primer Anuncio en la vida cotidiana. Y para eso son necesarios 4 momentos: el primero, estar presentes (Presencia) en los “entornos donde nos movemos, hacer una lectura creyente de la realidad, analizar las situaciones desde la mirada de Jesús”. Después, ser testigos (Testimonio) de la bondad infinita del Dios-Amor, con hechos concretos. En tercero lugar, hablar con las personas (Diálogo) puesto que “es en los otros cuando nos encontramos” con el “Otro”. Y tras esos pasos, si el momento es propicio, anunciar (Anuncio) el amor de Dios, de la manera que cada uno vea, de un “Dios que nos acompaña, que nos salva, nos libera y nos llama a construir el Reino”. Se trata de ir a lo fundamental, a lo nuclear, al Primer encuentro con Jesucristo: “Necesitamos comunidades que les acojan, preparadas. Quizá debemos implementar equipos de acogida”.

Posteriormente cuatro personas enviadas al Encuentro de primer anuncio de Madrid, compartieron el que vivieron: el diácono Ignacio, de Fisterra, dos laicas: Marina, de la parroquia de Santa María de Pontevedra, y Romina, de la parroquia de San Fernando de Santiago, y el arzobispo de Santiago mons. Francisco Prieto, que no solo compartió también su experiencia, sino que animó a los presentes a cultivar el encuentro con Jesús: “vivamos el cuidado mutuo en las comunidades y la alegría Pascual de una manera esperanzadora”.

 

 

Tras el descanso, el delegado para lo Primero Anuncio, Javier García, compartió la necesidad de que en el centro de la acción pastoral esté el Primer Anuncio: “Es importante discernir como introducir elementos kerygmáticos en las actividades pastorales. Pero también conviene que haya estructuras de Primer Anuncio en la Diócesis”.

Finalmente, un trabajo por grupos donde salieron acciones pastorales comunes con elementos del kerygma (grupos de acogida en la parroquia, vivencia de la enfermedad con esperanza, oratorio para niños y niñas de catequesis, etc.) con otras acciones de primer anuncio en salida (estar presentes con voz profética, visibilidad en los medios de comunicación, transmitir alegría y escucha activa y respetuosa).

 

 

Una mañana provechosa, en la que se discernió la importancia de una Iglesia en salida y abierta, y en la que en especial laicos y laicas tenemos la responsabilidad de la misión de evangelizar en la Iglesia y en el mundo.

Alfredo Losada, Delegado del Laicado

 

 

 

Fuente: pastoralsantiago.org