El Papa a los jóvenes en la Misa de envío de la JMJ Lisboa 2023: ¿Qué nos llevamos con nosotros volviendo a la vida cotidiana?

 

 

 

“Lisboa permanecerás en la memoria de estos jóvenes como casa de fraternidad y ‘ciudad de los sueños”, fue el agradecimiento del Papa Francisco a la ciudad que este fin de semana reunió a 1.500.000 de peregrinos en el “Campo de Gracia” para la Vigilia de Oración y la Misa de envío.

Luego de una noche marcada por el momento de adoración Eucarística, y el descanso bajo las estrellas, los jóvenes despiertan con la oración matutina y la alegría de la música que prepara el inicio la Misa que presidió el Papa Francisco.

Entre los sectores donde están ubicados a los jóvenes, los más cercanos al altar son los jóvenes con discapacidades o capacidades diversas -algunos de ellos en sillas de ruedas asistidos por los voluntarios-. Otros seguían las indicaciones del lenguaje de señas, participando así de la gran fiesta de la juventud. Otros jóvenes en la gran Parque Tejos en Lisboa seguían la ceremonia a través de grandes pantallas.

«Señor, ¡qué bien estamos aquí!» (Mt 17,4) dijo el Papa al comienzo de su homilía, recordado las palabras del apóstol Pedro en el monte de la Transfiguración, y también la experiencia de la Jornada Mundial de Juventud en el encuentro con Cristo: “Es hermoso lo que estamos experimentando con Jesús, lo que hemos vivido juntos y es hermoso cómo hemos rezado, y con tanta alegría de corazón”.

Y les preguntó a los jóvenes de la JMJ: 

 

¿qué nos llevamos con nosotros volviendo a la vida cotidiana?

 

“Quisiera responder a este interrogante con tres verbos, siguiendo el Evangelio que hemos escuchado. ¿Qué nos llevamos? Resplandecer, escuchar y no tener miedo. ¿Qué nos llevamos?, respondo con estas tres palabras: Resplandecer, escuchar y no tener miedo”, dijo el Papa.

 

Resplandecer, la primera palabra, sean luminosos, escuchar, para no equivocarse el camino, y al final, la tercera palabra, no tener miedo. No tengan miedo. Una palabra que en la Biblia se repite tanto, en los Evangelios, no tengan miedo. Estas fueron las últimas palabras que en este momento de la transfiguración Jesús dijo a los discípulos: No tengan miedo».

 

 

Jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud, Lisboa 2023

 

El intenso sol de la mañana en Lisboa hacía de la ceremonia una luminosa celebración acompañada por 1.500.000 peregrinos, entre ellos 10.000 sacerdotes y 700 obispos concelebrantes.

Una peregrina mexicana, Luisa, nos comenta que para ella la invitación del Papa a “Resplandecer” es una invitación a “testimoniar con la vida la fe que vivimos, incluso con las debilidades, pero siempre confiados en Dios”.

Otro peregrino, Ricardo de España, que hacía cantos junto a su grupo de amigos, dijo a Vatican News que para él la exhortación del Santo Padre a “Escuchar” es “dejarse iluminara por la Palabra de Dios, y crecer en el amor a leer el Evangelio cada día”.

También Estefanía de República Dominicana, compartió su apreciación sobre la invitación a “No tener miedo”, considerando que “la mejor manera es tener a Cristo en el corazón, sin dejarlo a un lado”.

 

Nuestra Señora de Fátima, Madre de los JMJ

 

Los organizadores portugueses en el Campo de Gracia, ya vivían la alegría de la tarea bien cumplida de la JMJ 2023. Y el Papa les agradecía: “obrigado”, junto a todos los jóvenes, autoridades del país, la Iglesia en Portugal, y de manera espacial también recordó a San Juan Juan Pablo II: “que dio vida a las Jornadas Mundiales de la Juventud”.

Para luego anunciar las próximas citas internacionales de la juventud católica, invitándolos primero a Roma (Italia) en el 2025 para el Jubilo de los Jóvenes. Y en el 2027 en Seúl (Corea del Sur) la próxima Jornada Mundial de la Juventud: “desde la frontera occidental de Europa se trasladará al Lejano Oriente: ¡este es un hermoso signo de la universalidad de la Iglesia y del sueño de unidad del que ustedes son testigos!”, expresó el Papa.

Luego de la bendición, la gran multitud de peregrinos comenzaron a dejar el campo de Gracia para volver a sus patrias a dar respuestas personales de lo que se llevan de la JMJ.

 

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Texto completo de la homilia:

 

“Señor, ¡qué bien estamos aquí!” (Mt 17,4). Estas palabras, le dijo el apóstol Pedro a Jesús en el monte de la Transfiguración, y también las queremos hacer nuestras después de estos días intensos. Es hermoso lo que estamos experimentado con Jesús, lo que hemos vivido juntos y es hermoso cómo hemos rezado, con tanta alegría de corazón. Y entonces nos podemos preguntar: ¿qué nos llevamos con nosotros volviendo a la vida cotidiana?

Quisiera responder a este interrogante con tres verbos, siguiendo el Evangelio que hemos escuchado: ¿qué nos llevamos? Resplandecer, escuchar y no tener miedo. ¿Qué nos llevamos? Respondo con estas tres palabras: resplandecer, escuchar y no tener miedo.

Primera: Resplandecer. Jesús se transfigura. El Evangelio dice que “su rostro resplandecía como el sol” (Mt 17,2). Hacía poco que había anunciado su pasión y su muerte en la cruz, y con esto rompía la imagen de un Mesías poderoso, mundano, y frustra las expectativas de los discípulos. Ahora, para ayudarlos a recoger el proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros, Jesús toma a tres de ellos —Pedro, Santiago y Juan—, los conduce a un monte y se transfigura y este baño de luz los prepara para la noche de la pasión.

Amigos, queridos jóvenes, también hoy nosotros necesitamos algo de luz, un destello de luz que sea esperanza para afrontar tantas oscuridades que nos asaltan en la vida, tantas derrotas cotidianas, para afrontarlas con la luz de la resurrección de Jesús. Porque Él es la luz que no se apaga, es la luz que brilla aun de noche. Nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos, dice el sacerdote Esdras. Nuestro Dios ilumina: Ilumina nuestra mirada, ilumina nuestro corazón, ilumina nuestra mente, ilumina nuestras ganas de hacer algo en la vida, siempre con la luz del Señor. Pero quisiera decirles que no nos volvemos luminosos cuando nos ponemos debajo de los reflectores. No, eso encandila. No nos volvemos luminosos. No nos volvemos luminosos cuando mostramos una imagen perfecta, bien prolijitos, bien terminaditos, no, no. Aunque nos sintamos fuertes y exitosos. Fuertes, exitosos pero no luminosos. Nos volvemos luminosos, brillamos, cuando acogiendo a Jesús aprendemos a amar como Él. Amar como Jesús, eso nos hace luminosos, eso nos lleva a hacer obras de amor. No te engañes, amiga, amigo: vas a ser luz el día que hagas obras de amor. Pero cuando en vez de hacer obras de amor hacia afuera, mirás a vos mismo como un egoísta, ahí la luz se apaga.

El segundo verbo es escuchar. En el monte, una nube luminosa cubrió a los discípulos, y qué, esa nube desde la cual habla el Padre, ¿qué dice? Escúchenlo, este es mi Hijo amado, escúchenlo.

Y está todo aquí, y todo eso que hay que hacer en la vida está en esta palabra: Escúchenlo. Escuchar a Jesús. Todo el secreto está ahí. Escuchá qué te dice Jesús. Yo no sé qué me dice, agarrá el Evangelio y lee lo que dice Jesús y lo que dice en tu corazón, porque Él tiene palabras de vida eterna para nosotros, Él revela que Dios es Padre, es amor. Él nos enseña el camino del amor, escuchalo a Jesús porque por ahí nosotros con buena voluntad emprendemos caminos que parecen ser del amor pero en definitiva son egoísmos disfrazados de amor. Tener cuidado con los egoísmos disfrazados de amor. Escuchalo, porque Él te va a decir cuál es el camino del amor. Escuchalo.

Resplandecer, la primera palabra, sean luminosos, escuchar para no equivocarse el camino y al final la tercera palabra: No tener miedo. No tengan miedo.

Una palabra que en la Biblia se repite tanto, en los Evangelios: no tengan miedo.

Estas fueron las últimas palabras que en ese momento de la Transfiguración, Jesús le dijo a los discípulos “no tengan miedo”.

A ustedes jóvenes que han vivido este gozo, estaba por decir esta gloria, y bueno algo de gloria es este encuentro con nosotros. Ustedes que cultivan sueños grandes pero a veces ofuscados por el temor de no verlos realizarse; a ustedes que a veces piensan que no serán capaces —un poco de pesimismo se nos mete a veces—, a ustedes, jóvenes, tentados en este tiempo por el desánimo, por juzgarse quizás fracasados o por intentar esconder el dolor disfrazándolo con una sonrisa; a ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo, y está bien que quieran cambiar el mundo.

A ustedes que quieren cambiar el mundo y que quieren luchar por la justicia y la paz; a ustedes, jóvenes, que le ponen ganas y creatividad a la vida, pero que les parece que no es suficiente; a ustedes, jóvenes, que la Iglesia y el mundo necesitan la tierra, necesita la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes, jóvenes, hoy les dice: no tengan miedo, no tengan miedo.

En un pequeño silencio, cada uno repita para sí mismo, en su corazón, estas palabras: No tengan miedo.

Queridos jóvenes, quisiera mirar a los ojos de cada uno de ustedes y decirles: no tengan miedo, no tengan miedo. Es más, les digo algo muy hermoso: ya no soy yo, es Jesús mismo el que los está mirando en este momento, los está mirando. Él los conoce, conoce el corazón de cada uno de ustedes, conoce la vida de cada uno de ustedes, conoce las alegrías, conoce las tristezas, los éxitos y los fracasos. Conoce el corazón de ustedes. Ve nuestros corazones. Y Él hoy les dice aquí en Lisboa, en esta Jornada Mundial de la Juventud: no tengan miedo, no tengan miedo, anímense, no tengan miedo.

 

 

Fuente: vaticannews.va