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«Una Iglesia sinodal, una misión renovada» | Carta Pastoral de nuestro arzobispo D. Francisco para este Adviento 2024.

Ya ha empezado el adviento y nuestro arzobispo, don Francisco, nos ha escrito a todos los diocesanos una carta pastoral titulada: “Una Iglesia sinodal, una misión renovada. Adviento 2024“, donde nos llama a una «misión renovada» en la Iglesia, basada en la sinodalidad y la evangelización.

El arzobispo destaca el papel esencial que tiene el Espíritu Santo en este proceso de renovación, señalando que «el Espíritu Santo infundido por el Padre» impulsará a la Iglesia en el camino de la conversión pastoral y misionera. Un proceso que implica una «profunda transformación de las mentalidades, actitudes y estructuras eclesiales».

La carta pastoral enfatiza la necesidad de abrazar la sinodalidad, un camino que busca hacer a la Iglesia «más participativa y misionera» . Nuestro arzobispo nos invita a dejar atrás «la cómoda actitud del espectador escéptico» y las excusas del «siempre se ha hecho así» para avanzar hacia una Iglesia donde todos nos sentamos corresponsables de la misión evangelizadora.

Para el Arzobispo, la misión renovada debe estar «en y desde Cristo». Nos propone tres «leyes» para guiar esta misión: La «ley de la expropiación»: Dejar de hablar en nombre propio y hacerlo en nombre de Cristo y la Iglesia. La «ley de la semilla de mostaza»: Transcender la consciencia de pertenecer a Cristo y a su Cuerpo (la Iglesia). Y la «ley del germen de trigo»: Reconocer que no se ven los resultados inmediatos, y recordando siempre que la ley de los grandes números no es la ley del Evangelio.

En esta carta pastoral, don Francisco también subraya la importancia del encuentro personal con Cristo como base de la misión, citando al Papa Benedicto XVI, quien recordaba que la fe no se puede quedar en un bonito propósito. y añade: «Sólo evangeliza quien se ha dejado evangelizar. No se puede transmitir lo que no se cree y lo que no se vive».

El Arzobispo continúa haciéndonos una llamada a la unidad y a la acción. Reconoce que el camino sinodal requiere una profunda comunión entre los hijos e hijas de Dios, y nos pide «aunar criterios, puntos de vista y acciones en la evangelización» para responder a la fragmentación.

Mons. Francisco Prieto concluye su carta pastoral con un mensaje de esperanza. Afirma que la Iglesia en Santiago de Compostela ha de ser un «oasis de esperanza» donde la vida nueva del Evangelio sea accesible a todos. Nos anima a no sucumbir al pesimismo y a «acoger con responsabilidad la verdadera renovación que nos lleva, como Iglesia, al corazón del Evangelio para convertirnos en evangelizadores con Espíritu».

 


Texto íntegro:

 

Os infundiré un espíritu nuevo (Ez 36,26)

Una Iglesia sinodal, una misión renovada

Adviento 2024

 

A todos los fieles de la Iglesia que peregrina en Santiago de Compostela

Como el pueblo de Israel en el exilio recibía una palabra de aliento, el tiempo de Adviento se nos da como un tiempo de gracia que alienta una renovada esperanza: las promesas de Dios a su pueblo no pueden fallar. El profeta Ezequiel (s. VI aC) llama a la conversión y a la esperanza: Dios en persona apacentará a su pueblo, tanto el que vive en el destierro babilónico como el que permaneció en Judá, y le ofrecerá una alianza nueva y definitiva (cf. Ez 34). En los tiempos nuevos y esperados el pueblo de Dios recibirá del Señor un corazón nuevo y un espíritu nuevo: el corazón del pueblo, el corazón de cada uno de nosotros – “lo que me distingue, me configura en mi identidad espiritual y me pone en comunión con las demás personas”[1] – será renovado por el Señor para palpitar conforme a su voluntad de vida y libertad (corazón de carne) frente a las pétreas actitudes que nos paralizan en lamentos y quejas (corazón de piedra) (cf. Ez 36,26b). Un espíritu nuevo, el espíritu de Dios que será infundido a todo el pueblo, no como mera moda o novedad, sino como don que viene de lo alto, anticipo de la filiación y fraternidad realizadas en Cristo: “Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!»” (Gal 4,6; cf. Rom 8,26; DN 76).

El Espíritu infundido por el Señor “nos impulsa a avanzar juntos en el camino de la conversión pastoral y misionera, que implica una profunda transformación de las mentalidades, actitudes y estructuras eclesiales”[2]. ¿Cómo superar nuestras resistencias, personales y comunitarias al cambio, asumiendo la lógica del Evangelio y dejando de lado las rutinas que nos impiden responder con creatividad y valentía a los desafíos actuales? El Espíritu nos dispone a una permanente conversión del corazón para hacer de todos nosotros piedras vivas de un edificio espiritual (cf. 1 Pe 2,5; LG 6): la Iglesia que se edifica “como un hogar acogedor, como un sacramento de encuentro y salvación, una escuela de comunión para todos los hijos e hijas de Dios” (DF Sínodo Sinodalidad 115).

Con la efusión del Espíritu comienza la nueva creación y nace un pueblo de discípulos misioneros (cf. Jn 20,21-22): “En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar. El Pueblo de Dios es santo por esta unción que lo hace infalible in credendo. Esto significa que cuando cree no se equivoca, aunque no encuentre palabras para explicar su fe. El Espíritu lo guía en la verdad y lo conduce a la salvación” (EG 119). Y aunque decimos en primera persona, creo, esto sólo es posible porque se forma parte de una gran comunión, porque también se dice creemos (cf. Lumen Fidei 39). Ahí reside ese instinto de fe (sensus fidei), en la totalidad de los fieles, de todo el pueblo de Dios, no en mi “yo” solitario que afirmar creer, sino el nosotros creemos pronunciado sinfónicamente por cada uno al decir creo: “En virtud del Bautismo «el pueblo santo de Dios participa de la función profética de Cristo, dando testimonio vivo de Él sobre todo con una vida de fe y de caridad» (LG 12). Gracias a la unción del Espíritu Santo recibida en el Bautismo (cf. 1 Jn 2,20.27), todos los creyentes poseen un instinto para la verdad del Evangelio, llamado sensus fidei” (DF Sínodo Sinodalidad 22).

  • Una misión sinodal

Cada miembro del pueblo de Dios nos convertimos en discípulos misioneros (cf. EG 120). Todos somos llamados a ofrecer a los demás el testimonio explícito del amor salvífico del Señor, a pesar de nuestras imperfecciones y limitaciones, y, por ello, no podemos olvidar que también todos estamos llamados a crecer como evangelizadores, lo que implica un compromiso por formarnos y profundizar nuestro amor al Señor y nuestro testimonio del Evangelio (cf. EG 121): “La misión es un estímulo constante para no quedarse en la mediocridad y para seguir creciendo. El testimonio de fe que todo cristiano está llamado a ofrecer implica decir como san Pablo: «No es que lo tenga ya conseguido o que ya sea perfecto, sino que continúo mi carrera […] y me lanzo a lo que está por delante» (Flp 3,12-13)” (EG 121).

En el plural sinfónico con el profesamos, celebramos y vivimos la fe, somos convocados a ser una comunidad diocesana que acoge la sinodalidad como “un camino de renovación espiritual y de reforma estructural para hacer a la Iglesia más participativa y misionera, es decir, para hacerla más capaz de caminar con cada hombre y mujer irradiando la luz de Cristo” (DF Sínodo Sinodalidad 24). Recientemente hemos constituido y renovado los diversos organismos de sinodalidad y comunión en nuestra diócesis: Consejo Presbiteral, Consejo de Asuntos Económicos, Consejo Pastoral Diocesano y Colegio de Arciprestes y Vicearciprestes. Su constitución es, ante todo, una llamada, más que un mero proceso normativo, a vivir de modo efectivo y comprometido la corresponsabilidad eclesial: las estructuras sirven si canalizan y sostienen procesos de conversión personal y pastoral; las rutas y programas de acción pastoral no pueden quedarse en la retórica de los buenos propósitos o en la cómoda actitud del espectador escéptico. Una vez más, debemos dejar atrás la rémora del “siempre se ha hecho así” o del “habriqueísmo”, excusas y lastre de la vida pastoral.

Todo se refiere a la única misión que Cristo ha encomendado a la Iglesia: anunciar el Evangelio a todas las naciones (cf. Mt 28,19-20; Mc 16,15-16). Evangelizar es “la misión esencial de la Iglesia […] es la gracia y la vocación propia de la Iglesia, su identidad profunda” (EN 14). Por eso, “sinodalidad y misión están íntimamente ligadas: la misión ilumina la sinodalidad y la sinodalidad impulsa a la misión” (DF Sínodo Sinodalidad 32). Caminar juntos y en misión como Iglesia diocesana requiere docilidad a la acción del Espíritu y escucha de la Palabra de Dios, contemplación, silencio y conversión del corazón. Así sabremos acoger con gratitud y humildad la variedad de dones y tareas distribuidos por el Espíritu Santo para el servicio del único Señor (cf. 1 Co 12,4-5) en esta Iglesia de Santiago. Sin ambiciones ni envidias, ni deseos de dominio o control, sin afán de señalar ni generar espacios excluyentes, cultivando, ante todo, los mismos sentimientos de Cristo Jesús, que “se despojó de sí mismo asumiendo la condición de siervo” (Flp 2,7). La fecundidad que obra el Espíritu se percibe cuando la vida de la Iglesia está marcada por la unidad y la armonía en la pluriformidad (DF Sínodo Sinodalidad 43). Una de las expresiones más genuinas de la comunión es la aceptación sincera de la diversidad de carismas y realidades que vertebran la vida de nuestras parroquias y comunidades diocesanas. Precisamos adquirir una espiritualidad de la comunión… “rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias. No nos hagamos ilusiones: sin este camino espiritual, de poco servirían los instrumentos externos de la comunión. Se convertirían en medios sin alma, máscaras de comunión más que sus modos de expresión y crecimiento”[3].

  • Una misión renovada en y desde Cristo

Inspirados por el Evangelio, os quisiera proponer a modo de hoja de ruta, tres “leyes evangelizadoras” que nos pueden ayudar a caminar por las sendas de una misión renovada. La primera sería la “ley de la expropiación”, es decir, no hablar en nombre propio sino en nombre de Cristo y de la Iglesia, manteniéndonos firme en el hecho de que “evangelizar no es simplemente una forma de hablar, sino una forma de vivir”: a saber, la clara consciencia de pertenecer a Cristo y a su Cuerpo (la Iglesia) que transciende el propio yo; la segunda es la “ley de la semilla de mostaza”, es decir, la valentía de evangelizar con paciencia y perseverancia, sin pretender obtener resultados inmediatos, y recordando siempre que la ley de los grandes números no es la ley del Evangelio. Y finalmente la “ley del germen de trigo”, es decir, saber que para dar la vida debemos morir a nosotros mismos, debemos aceptar la lógica de la cruz.

Sólo podremos acoger con espíritu nuevo estas actitudes evangelizadoras si reconocemos que el Espíritu es el verdadero protagonista de toda evangelización, porque es el Espíritu quien hace viva la memoria de Jesús, el Evangelio encarnado del Padre; es el que nos lleva a la verdad completa, el que suscita en nosotros –como un gran don- la fe; es el Espíritu quien convierte, quien ora, quien crea comunión: “El Espíritu Santo, por quien la voz del Evangelio resuena viva en la Iglesia, y por ella en el mundo, va induciendo a los creyentes en la verdad entera, y hace que la palabra de Cristo habite en ellos abundantemente (cf. Col 3,16)” (DV 8).

La evangelización solo es posible en la fuerza de lo alto, en la fuerza del Espíritu Santo (cf. Lc 24,27-29; Hch 1,8). El Espíritu Santo guía la misión. Él es el que una y otra vez abre nuevas puertas (cf. Hch 16,6-8; 2 Cor 2,12). Solo si la Iglesia en Santiago está colmada del Espíritu Santo será capaz de ser misionera y evangelizadora.

Redescubrir la alegría y la belleza de creer y encontrar un nuevo entusiasmo en la comunicación de la fe, como nos recordaba el papa Benedicto XVI, se puede quedar en un bonito propósito si cada creyente no acogemos en nosotros la vida nueva que el Padre nos da en Cristo por el Espíritu, o sea, la santidad, la vida nueva de cada cristiano[4]. Sólo evangeliza quien se ha dejado evangelizar. No se puede transmitir lo que no se cree y lo que no se vive. Es necesario que una misión renovada esté acreditada por la propia conducta de vida, por la credibilidad personal y comunitaria de una vida modelada por el Evangelio: “creí, por eso hablé” (2 Cor 4,13).

Pongámonos como Iglesia diocesana a la escucha de Jesús, pongamos al Señor en el centro, que nos invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4,14). Entonces ni la sal de la vida cristiana se volverá sosa ni la luz de Cristo en el creyente se apagará (cf Mt 5,13-16). Por ello, es preciso redescubrir el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios y con el Pan de la Vida (cf. Porta fidei 3) para seguir nutriendo la experiencia de un amor, el de Dios, que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y de gozo, y que nos abre el corazón y la mente para acoger la invitación del Señor a aceptar su Palabra para ser sus discípulos (cf. Porta fidei 7).

La experiencia de Jesucristo ha de ser vivida en la comunidad de la fe, en la que hemos de superar la tentación de creer sin pertenecer, porque un cristiano solo y solitario no es cristiano. Hay que ser cristianos concretos: no se puede perdurar en el aislamiento y en la distancia con los demás creyentes. Y la Iglesia, en sus diversas comunidades, es el espacio ofrecido por Cristo para este encuentro. De aquí deriva la necesidad de que estas comunidades eclesiales sean acogedoras, espacios en donde todos se encuentren “como en casa”. Como nos recuerda el papa Francisco, “no se debería pensar en esta misión de comunicar a Cristo como si fuera solamente algo entre él y yo. Se vive en comunión con la propia comunidad y con la Iglesia. Si nos alejamos de la comunidad, también nos iremos alejando de Jesús. Si la olvidamos y no nos preocupamos por ella, nuestra amistad con Jesús se irá enfriando” (DN 212).

  • La diakonía, lenguaje de una misión renovada

La misión de Jesús debería transparentarse en la nuestra. Y la misión de Jesús era, sobre todo, diaconía de amor hacia los más necesitados: “he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). La diaconía de la fe (beber y ofrecer el agua viva; cf. la samaritana: Jn 4,5-42) debe ser de aquella “fe que actúa en la caridad” (Gal 5,6) (acoger y curar al herido; cf. el samaritano: Lc 10,25-37). Por eso, los apelativos samaritano (diaconía de la caridad) y samaritana (diaconía de la fe) se han convertido, por muchas razones y por lo que implican, para la Iglesia y para cada cristiano, en los sustantivos imprescindibles de nuestra identidad y misión.

La diaconía es el lenguaje que, más que con palabras, se expresa, desde la gratuidad, en las obras de fraternidad, de cercanía y de ayuda a las personas en sus necesidades espirituales y materiales. Una diaconía que nos pide alzar la voz sin miedo en defensa de quienes están sufriendo, hoy, muy graves injusticias, víctimas de las guerras, de la trata, de la violencia, de la falta de un trabajo digno y seguro. No perdamos una mirada y sensibilidad evangélicas ante la necesaria acogida e integración de las personas migradas: es inaceptable utilizar a los migrantes o refugiados como arma política, cuando ya acumulan el dolor por el desarraigo y el abuso de las mafias. Han de ser acogidos desde la legalidad y en fraternidad. En nuestras palabras y gestos debe oírse aquella pregunta de Jesús al ciego Bartimeo: “¿Qué quieres que haga por ti?” (Mc 10, 51). El prójimo siempre tiene rostro concreto y allí el Señor nos espera: los damnificados por la reciente DANA que asoló tantos pueblos y tantas vidas; la dificultad en el acceso a la vivienda de jóvenes y familias; la lacra del paro juvenil o de las adicciones que tanto esclavizan la libertad y la dignidad de las personas.

Precisamos una esperanza encarnada y comprometida que nos permita recuperar una vida en la que vivir sea más que sobrevivir[5].

  • Una misión compartida

Para proclamar con fecundidad el Evangelio se requiere una profunda comunión entre los hijos e hijas de Dios en la Iglesia local. Ese es el signo distintivo que hace creíble y eficaz el anuncio: “Os doy un mandamiento nuevo; que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn 13,34-35).

Es necesario aunar criterios, puntos de vistas y acciones en la evangelización para responder así a los desafíos que hemos de afrontar y para evitar el riesgo de la dispersión y de la fragmentación. Pidamos como don y asumamos como compromiso un clima de comunión que permita ver con un espíritu diferente los desafíos del presente. Se trata de generar unidad, no uniformidad.

Una sinfonía de actitudes y compromisos, basados en la “cercanía, apertura al diálogo, paciencia, y una acogida cordial que no condena” (EG 165) y atentos al otro, reconocido como prójimo, para que no se imponga la verdad y se apele a la libertad (EG 165). Actuar con humildad y respeto cuando evangelizamos, transmitiendo un “anuncio que se comparte con una actitud humilde y testimonial de quien siempre sabe aprender, con la conciencia de que ese mensaje es tan rico y tan profundo que siempre nos supera” (EG 128). Se trata de aprender de la situación vital del interlocutor y aprender de la eficacia y grandeza del mismo mensaje del cual uno es humilde portador. Mostremos, desde una comunicación alegre y vital, con unas notas de alegría, estímulo, vitalidad (cf. EG 165), que somos capaces de reconocer en la vida diocesana una pluralidad de formas y de creatividades: “No hay que pensar que el anuncio evangélico deba transmitirse siempre con determinadas fórmulas aprendidas, o con palabras precisas que expresen un contenido absolutamente invariable. Se transmite de formas tan diversas que sería imposible describirlas o catalogarlas, donde el Pueblo de Dios, con sus innumerables gestos y signos, es sujeto colectivo” (EG 129).

Reconocer la necesidad de un cambio de perspectiva, de una verdadera conversión, obra del Espíritu que nos unge: estar a la escucha. Porque más que analizar el hombre y la sociedad, escuchemos lo que nos quiere decir el hombre de hoy: qué vive, qué espera, que piensa de Dios, de la fe, de la Iglesia, de sí mismo… Así evitaremos estar los mismos con los mismos. Es un cambio de mentalidad, de visión, de percepción de la realidad, que implica posteriormente una nueva forma de comportarse y ser en nuestras comunidades eclesiales y en la sociedad: “De la escucha profunda de las necesidades y de la fe de las personas con las que se encontraba [Jesús], brotaban palabras y gestos que renovaban sus vidas, abriendo el camino a relaciones restauradas. Jesús es el Mesías que «hace oír a los sordos y hablar a los mudos» (Mc 7,37). Nos pide a nosotros, sus discípulos, que nos comportemos de la misma manera y nos da, con la gracia del Espíritu Santo, la capacidad de hacerlo, modelando nuestro corazón según el suyo: sólo «el corazón hace posible cualquier vínculo auténtico, porque una relación que no se construye con el corazón es incapaz de superar la fragmentación del individualismo» (DN 17). Cuando escuchamos a nuestros hermanos, participamos de la actitud en la que Dios, en Jesucristo, sale al encuentro de cada uno” (DF Sínodo Sinodalidad 51).

 

Conclusión

En este tiempo apasionante, la Iglesia en Santiago de Compostela ha de ser un oasis de esperanza donde los cántaros secos de tantos hombres y mujeres sean colmados con el agua de la vida nueva del Evangelio y con la misericordia entrañable de Dios (cf. EG 81). ¡¡Es tiempo de pasión y audacia!! Hay que multiplicar y hacer accesibles a los seres humanos de hoy los pozos en los cuales sean invitados a saciar su sed, a experimentar un oasis en los desiertos de la vida, a encontrarse con Jesús.

Cuando fiamos todo a nuestras fuerzas y posibilidades solemos sucumbir al pesimismo y damos el empeño por perdido. ¿Cómo romper esta inercia? Todo lo que os comparto solo es posible a nivel personal, eclesial y pastoral si lo aceptamos, al mismo tiempo, como don y tarea. Porque sólo de Dios viene la vida nueva, la verdadera renovación que nos lleva, como Iglesia, al corazón del Evangelio para convertirnos en evangelizadores con Espíritu (cf. EG 262). Tenemos la responsabilidad de acoger ese don y hacerlo acontecimiento personal y comunitario para no convertir la vida pastoral en obligaciones simplemente soportadas.

Somos conscientes de que “llevamos un tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros” (2 Cor 4, 7). Y por eso, nunca debemos sentirnos aplastados, desesperados y abandonados (cf. 2 Cor 4,8). Debemos avivar la confianza en la misteriosa fecundidad del Espíritu que “viene en ayuda de nuestra debilidad” (Rm 8,26). No se resume todo en resultados y estadísticas. Como discípulos misioneros nuestra tarea es sembrar: la acción fecunda del Espíritu hará que no se pierda ningún trabajo, ningún esfuerzo, ninguna preocupación sincera y ninguna entrega generosa. Cada uno de los dones y carismas, las diferentes vocaciones eclesiales son expresiones diversas de la única llamada bautismal a la santidad y a la misión. Tienen su origen en la libertad del Espíritu Santo, y no son propiedad exclusiva de quienes los reciben y ejercen, ni pueden ser motivo de reivindicación para sí mismos o para un grupo.

El próximo Jubileo Romano de 2025 nos convoca a caminar en la esperanza en Cristo que no declina y que nos sostiene para seguir recorriendo los senderos de nuestras parroquias y fieles, de nuestras familias y comunidades, de los hombres y mujeres de estas tierras con los que la Iglesia en Santiago quiere compartir vida y plenitud evangélicas, el deseo y compromiso por una justicia y dignidad que edifiquen una sólida paz. Aguardo que podamos hacer juntos, en comunión, este camino que el Señor nos invita a recorrer. Ungidos por el Espíritu Santo, cuya presencia alentadora se sigue irradiando en los creyentes de esta Iglesia diocesana, abramos camino a la Esperanza que, de nuevo, se acerca a nosotros en este tiempo de Adviento[6]. María, Madre de la Esperanza, nos acompaña y ora con nosotros en esta gozosa espera.

 

Francisco José Prieto Fernández
Arzobispo de Santiago de Compostela

1 de diciembre de 2024
I Domingo de Adviento

 

[1] Francisco, Carta encíclica «Dilexit nos». Sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo (=DN) (Roma, 24 de octubre de 2024) 14.

[2] XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Segunda sesión (2-27 octubre 2024), Por una Iglesia Sinodal: comunión, participación, misión. Documento final (DF Sínodo Sinodalidad) (26 octubre 2024), 14.

[3] Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte (Roma, 6 de enero de 2001) 43.

[4] Cf. Benedicto XVI, Porta fideiCarta apostólica en forma de “motu proprio” con la que se convoca el Año de la fe (Roma, 11 de octubre de 2011) 7.

[5] Cf. Byung-Chul Han, El espíritu de la esperanza (Barcelona 2024).

[6] Francisco, Spes non confundit. Bula convocatoria del Jubileo ordinario del año 2025 (Roma, 9 de mayo de 2024) 3.

 

 

Fuente: archicompostela.org

 

Acto de inicio del servicio pastoral de los nuevos delegados y directores de departamentos de la Archidiócesis

  • El Arzobispo de Santiago, monseñor Francisco Prieto, presidió el acto de juramento.
  • La Diócesis de Santiago reorganiza su estructura

 

La sede del Arzobispado de Santiago acogió el 15 de diciembre, el acto de inicio del servicio pastoral de los nuevos delegados y directores de departamentos, con la presencia de los miembros del Consejo Episcopal: el Arzobispo, el Vicario General, los Vicarios episcopales y el Secretario Canciller del Obispado.

Tras un momento de oración, mons. Francisco José Prieto Fernández se dirigió a todos los que hoy se incorporaban a una responsabilidad diocesana en los distintos ámbitos de la realidad pastoral, haciéndonos eco de aquellas palabras de Jesús: “Id y anunciad el Evangelio”: “el anuncio del Evangelio de la Buena Noticia tiene que ser siempre una respuesta que llegue al corazón de cada hombre y mujer de todo tiempo.” El Arzobispo agradeció a los nuevos delegados y directores su disponibilidad y generosidad por haber respondido a esa invitación del Señor y les indicó que no es una opción ad intra, sino que les invitó a comprometerse y a procurar una presencia significativa y transformadora conforme a los valores del Evangelio.

 

 

Con estas incorporaciones, el Arzobispo invita los diocesanos, tal como lo ha expresado en la Carta pastoral con motivo del Adviento, a una renovación pastoral de la Archidiócesis. El futuro diocesano depara importantes retos. En esta línea se entiende la remodelación de algunas delegaciones de pastoral, la creación de nuevos departamentos y los nombramientos que ahora se hacen públicos.

Mons. Prieto anima a caminar juntos, a que la sinodalidad no sea una palabra de moda, sino que vaya calando en la pastoral ordinaria, empezando por los nombramientos y estructuras de trabajo. De ahí que se está intentando que cada delegación trabaje en red con otras afines en proyectos compartidos y que en torno a cada delegado haya un equipo que pueda desarrollar sus objetivos al servicio de la Iglesia diocesana. Estos equipos de trabajo se irán configurando paulatinamente a partir de ahora.

En esta línea de trabajo en común se crea un Departamento para la Pastoral de la Carretera dentro de la Delegación para la Pastoral del Turismo y un Departamento para las Personas Mayores vinculado a la Delegación para la Familia y la Vida.

Tal y como destacó en la Carta Pastoral de Adviento, el Arzobispo entiende que es prioritario el Primer Anuncio, por lo que se crea esta delegación que tiene un carácter transversal con todas las demás.

Siguiendo las orientaciones de los últimos documentos pontificios también se crea la Delegación para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que incluirá los departamentos para la Pastoral de la Salud, Ecología Integral y Semanas Sociales.

Otra novedad es la reorientación que se le da a la Delegación de Pastoral Vocacional que, siguiendo los criterios de la Conferencia Episcopal Española de trabajo conjunto entre las comisiones episcopales de Clero, Vida Consagrada, Laicos, Familia y Misiones, ayudará a que se entienda la vocación no sólo orientada al ministerio ordenado, sino como una respuesta de todo bautizado a la llamada de Dios a la santidad.

 

 

De esta manera, y a la espera de algunos nombramientos más en el futuro, vivamos todo desde la continuidad y la renovación, conscientes de que los cambios nos exigen a todos una conversión personal y pastoral. Sin esta conversión, puede ser que los cambios no cambien nada.

Los responsables de las delegaciones episcopales recibieron por escrito su nombramiento e iniciarán su servicio pastoral haciendo pública Profesión de fe y Juramento de Fidelidad al Obispo y a la Iglesia en el cumplimiento de sus responsabilidades y funciones.

A continuación, el listado completo de los nuevos delegados episcopales y responsables de departamentos.

 

.1. Delegación episcopal para el Clero: Rvdo. Sr. D. Víctor Manuel Blanco Naveira (delegado), Rvdo. Sr. D. Rubén Aramburu Molet (vicedelegado Vicaría de A Coruña), Rvdo. Sr. D. Calixto    Cobo Franco (vicedelegado Vicaría de Pontevedra)

Departamento para el Diaconado Permanente: D. Rafael Carlos Casás Salgado (director)

2. Delegación episcopal para el Ecumenismo y el Diálogo interreligioso: Rvdo. Sr. D. José Antonio Seoane Ares (delegado).

3. Delegación episcopal para el Primer Anuncio: Rvdo. Sr. D. Javier García Rodríguez (delegado).

4. Delegación episcopal para las Peregrinaciones y Caminos de Santiago: Rvdo. Sr. D. Ricardo Vázquez Freire (delegado).

5. Delegación episcopal para Santuarios y Piedad Popular: Rvdo. Sr. D. Daniel Pérez Méndez (delegado).

6. Delegación episcopal para las Misiones: Dª Fátima Noya Varela (delegada).

7. Delegación episcopal de Liturgia: Ilmo. Sr. D. Elisardo Temperán Villaverde (delegado), D. Rafael Carlos Casás Salgado (vicedelegado).

Departamento para la Causa de los Santos: Rvdo. Sr. D. Carlos Miramontes Seijas (director).

8. Delegación episcopal de Cáritas Diocesana: Rvdo. Sr. D. Santiago Fernández González (delegado), Dª Pilar Farjas Abadía (directora

9. Delegación episcopal para el Servicio del Desarrollo Humano Integral: D. José Ramón Amor Pan (delegado).

10. Delegación episcopal para la Pastoral del Turismo: Rvdo. Sr. D. Juan Ventura Martínez Reboiras (delegado).

Departamento para la Pastoral de la Carretera: Rvdo. Sr. D. Rubén Diéguez Gutiérrez (director).

11. Delegación episcopal para el Laicado: D. Alfredo Losada Suárez (delegado).

12. Delegación episcopal para la Pastoral Vocacional: Rvdo. Sr. D. Juan José Bermúdez Abuín (delegado).

13. Delegación episcopal para la Familia y la Vida: Dª. Ana Robles González y D. Antonio Gutiérrez González (delegados).

Departamento para las Personas Mayores: Dª María del Rosario Corona Manzanedo (directora).

 

 

 

 

 

Noticia extraída de: archicompostela.es

 

Tenemos nuevo delegado de nuestra Delegación del Laicado de la Archidiócesis de Santiago de Compostela

Mediante el siguiente comunicado de prensa se ha hecho público los nuevos nombramientos en distintas delegaciones (algunas de nueva creación) de la Archidiócesis de Santiago por parte de nuestro arzobispo D. Francisco.

Y entre ellos, se encuentra el nuevo delegado de esta Delegación del Laicado: D. Alfredo Losada Suarez. 

Siguiendo las directrices del arzobispo que nos anima a caminar juntos, el nuevo delegado contará con un equipo de trabajo para desarrollar los objetivos de esta delegación al servicio de nuestra Iglesia diocesana, trabajando en red con otras delegaciones episcopales en proyectos compartidos, contribuyendo y avanzando en el camino de renovación pastoral donde todos nos sintamos convocados y corresponsables como nos alienta D. Francisco: uno en escucha de los otros y todos en escucha del Espíritu Santo.

Muy agradecidos, oramos por los frutos de su labor en este desempeño.

 

COMUNICADO DE PRENSA ÍNTEGRO (extraído de archicompostela.es)

 

En la mañana del 13 de diciembre, la Vicaría general del arzobispado de Santiago de Compostela hace público los nuevos nombramientos realizados por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo metropolitano de Santiago de Compostela, D. Francisco José Prieto Fernández.

La publicación de la Constitución Apostólica Praedicate evangelium (19.3.2022) del Papa Francisco, además de actualizar la configuración de la curia romana y su servicio a la Iglesia en el mundo, ha puesto en evidencia algunos principios y criterios que ayudan de manera eficaz a seguir avanzando en la conversión misionera de la Iglesia y su comprensión sinodal. Algunos de esos criterios han sido adoptados ya por la Conferencia Episcopal Española en su nueva estructura organizativa y son perfectamente aplicables a la configuración de la curia de nuestra Archidiócesis, como la prioritaria orientación evangelizadora, la mayor corresponsabilidad de los laicos, el mayor protagonismo de la mujer en tareas de gobierno y la limitación temporal de los cargos.

Con el deseo de recoger esos principios para dar a la curia diocesana una orientación más evangelizadora y sinodal, el Sr. Arzobispo nos invita, tal como lo ha expresado en la Carta pastoral con motivo del Adviento, a una renovación pastoral de nuestra Archidiócesis. El futuro diocesano nos depara importantes retos que debemos afrontar con serenidad y confianza entre todos los que formamos esta Iglesia particular. En esta línea se entiende la remodelación de algunas delegaciones de pastoral, la creación de nuevos departamentos y los nombramientos que ahora se hacen públicos.

El Sr. Arzobispo nos anima a caminar juntos, a que la sinodalidad no sea una palabra de moda, sino que vaya calando en nuestra pastoral ordinaria, empezando por los nombramientos y estructuras de trabajo. De ahí que se está intentando que cada delegación trabaje en red con otras afines en proyectos compartidos y que en torno a cada delegado haya un equipo que pueda desarrollar sus objetivos al servicio de nuestra Iglesia diocesana. Estos equipos de trabajo se irán configurando paulatinamente a partir de ahora.

En esta línea de trabajo en común se crea un Departamento para la Pastoral de la Carretera dentro de la Delegación para la Pastoral del Turismo y un Departamento para las Personas Mayores vinculado a la Delegación para la Familia y la Vida.

Tal y como destacó en la Carta Pastoral de Adviento, el Sr. Arzobispo entiende que es prioritario el Primer Anuncio, por lo que se crea esta delegación que tiene un carácter transversal con todas las demás.

Siguiendo las orientaciones de los últimos documentos pontificios también se crea la Delegación para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que incluirá los departamentos para la Pastoral de la Salud, Ecología Integral y Semanas Sociales.

Otra novedad es la reorientación que se le da a la Delegación de Pastoral Vocacional que, siguiendo los criterios de la Conferencia Episcopal Española de trabajo conjunto entre las comisiones episcopales de Clero, Vida Consagrada, Laicos, Familia y Misiones, ayudará a que se entienda la vocación no sólo orientada al ministerio ordenado, sino como una respuesta de todo bautizado a la llamada de Dios a la santidad.

De esta manera, y a la espera de algunos nombramientos más en el futuro, vivamos todo desde la continuidad y la renovación, conscientes de que los cambios nos exigen a todos una conversión personal y pastoral. Sin esta conversión, puede ser que los cambios no cambien nada.

Es el mismo Papa Francisco el que nos urge a los cambios “justos y necesarios”, sabiendo que todos, con humildad y paciencia, tenemos que hacerlos realidad y rezar mucho para que acertemos por el bien de nuestra Iglesia que camina en Santiago.

En orden al acto de inicio del servicio pastoral de los nuevos delegados y directores de departamentos, tendrá lugar en la mañana del viernes 15 de diciembre, a las 11.00 horas, en la sede del Arzobispado de Santiago, con la presencia de los miembros del Consejo Episcopal: Sr. Arzobispo, Vicario General, Vicarios episcopales y Secretario Canciller del Obispado. Tras un momento de oración y unas palabras de saludo del Sr. Arzobispo, D. Francisco José Prieto Fernández, los responsables de las delegaciones episcopales recibirán por escrito su nombramiento e iniciarán su servicio pastoral haciendo pública Profesión de fe y Juramento de Fidelidad al Obispo y a la Iglesia en el cumplimiento de sus responsabilidades y funciones.

A continuación, el listado completo de los nuevos delegados episcopales y responsables de departamentos.

  1. Delegación episcopal para el Clero: Rvdo. Sr. D. Víctor Manuel Blanco Naveira (delegado), Rvdo. Sr. D. Rubén Aramburu Molet (vicedelegado Vicaría de A Coruña), Rvdo. Sr. D. Calixto Cobo Franco (vicedelegado Vicaría de Pontevedra)

Departamento para el Diaconado Permanente: D. Rafael Carlos Casás Salgado (director)

  1. Delegación episcopal para el Ecumenismo y el Diálogo interreligioso: Rvdo. Sr. D. José Antonio Seoane Ares (delegado).
  2. Delegación episcopal para el Primer Anuncio: Rvdo. Sr. D. Javier García Rodríguez (delegado).
  3. Delegación episcopal para las Peregrinaciones y Caminos de Santiago: Rvdo. Sr. D. Ricardo Vázquez Freire (delegado).
  4. Delegación episcopal para Santuarios y Piedad Popular: Rvdo. Sr. D. Daniel Pérez Méndez (delegado).
  5. Delegación episcopal para las Misiones: Dª Fátima Noya Varela (delegada).
  6. Delegación episcopal de Liturgia: Ilmo. Sr. D. Elisardo Temperán Villaverde (delegado), D. Rafael Carlos Casás Salgado (vicedelegado).

Departamento para la Causa de los Santos: Rvdo. Sr. D. Carlos Miramontes Seijas (director).

  1. Delegación episcopal de Cáritas Diocesana: Rvdo. Sr. D. Santiago Fernández González (delegado), Dª Pilar Farjas Abadía (directora).
  2. Delegación episcopal para el Servicio del Desarrollo Humano Integral: D. José Ramón Amor Pan (delegado).
  3. Delegación episcopal para la Pastoral del Turismo: Rvdo. Sr. D. Juan Ventura Martínez Reboiras (delegado).

Departamento para la Pastoral de la Carretera: Rvdo. Sr. D. Rubén Diéguez Gutiérrez (director).

  1. Delegación episcopal para el Laicado: D. Alfredo Losada Suárez (delegado).
  2. Delegación episcopal para la Pastoral Vocacional: Rvdo. Sr. D. Juan José Bermúdez Abuín (delegado).
  3. Delegación episcopal para la Familia y la Vida: Dª. Ana Robles González y D. Antonio Gutiérrez González (delegados).

Departamento para las Personas Mayores: Dª María del Rosario Corona Manzanedo (directora).

 

Día de la Iglesia Diocesana, en Santiago de Compostela. Mensaje de nuestro arzobispo, Mons. Francisco Prieto

 

 

 

Toma de posesión de los nuevos Vicarios Episcopales de la Archidiócesis de Santiago de Compostela

 

La sede del Arzobispado de Santiago acogió en el día de ayer, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, la ceremonia en la que tomaron posesión de sus cargos los nuevos Vicarios Episcopales: D. José Andrés Fernández Farto, como Vicario General y Moderador de la Curia; D. Francisco Javier Porro Martínez, Vicario Episcopal de Pastoral; D. Juan González-Redondo Neira, Vicario Episcopal Territorial de Santiago; D. Jesús Andrés López Calvo, Vicario Episcopal Territorial de A Coruña; D. Luis Seoane Ares, Vicario Episcopal Territorial de Pontevedra; y D. Daniel Carlos Lorenzo Santos, Vicario Judicial.

 

 

 

Tras el acto formal de toma de posesión y juramento, Fernández Farto hizo uso de la palabra en nombre de todos los Vicarios que hoy iniciaron esta misión al servicio de la Archidiócesis de Santiago de Compostela manifestando fundamentalmente tres sentimientos: gratitud, debilidad y disponibilidad

 

 

 

Finalmente, el Arzobispo de Santiago, mons. Francisco Prieto, cerró el acto dirigiéndose a los nuevos Vicarios Episcopales con palabras de gratitud a los que han trabajado a lo largo de estos años y a los nuevos que tomaron posesión.

“Sois el rostro, sois las manos, sois los pies, sois el corazón extendido de esta iglesia Diocesana de Santiago de Compostela (…). Porque cuando de Iglesia hablamos, hablamos de misión, hablamos de vocación, hablamos de envío». – les dijo el arzobispo y les incidió en que «Id y anunciad el Evangelio» es lo que debe seguir resonando en el corazón de todos y cada uno de vosotros, en el corazón de las comunidades parroquiales, grupos y movimientos unidos en la diversidad por el mismo Espíritu , el único protagonista de esta acción evangelizadora”.

Mons. Prieto les pidió seguir trabajando siempre con generosidad, disponibilidad y entrega. para seguir adelante con nuevos retos, horizontes, en nuestra Diócesis y que sigan haciendo ese camino día a día”.

 

 

 

Una vez terminado el acto se realizó la foto oficial del arzobispo D. Francisco con los 6 nuevos vicarios:

 

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Noticia completa en pastoralsantiago.org

Comunicado de Prensa del Arzobispado de Santiago de Compostela. Nombramientos.

 

Esta mañana, el Arzobispo de Santiago de Compostela, Mons. Francisco José Prieto Fernández, ha hecho públicos los nombramientos de los nuevos Vicarios Episcopales de la Diócesis de Santiago de Compostela. A su vez, ha mostrado su gratitud a los Vicarios Episcopales anteriores, por su trabajo y desvelos al frente de las respectivas Vicarías. La lista de los nuevos Vicarios es la siguiente:

– D. José Andrés Fernández Farto, Vicario General y Moderador de la Curia.

– D. Francisco Javier Porro Martínez, Vicario Episcopal de Pastoral.

– D. Juan González-Redondo Neira, Vicario Episcopal Territorial de Santiago.

– D. Jesús Andrés López Calvo, Vicario Episcopal Territorial de A Coruña.

– D. Luis Seoane Ares, Vicario Episcopal Territorial de Pontevedra.

– D. Daniel Carlos Lorenzo Santos, Vicario Judicial.

Tomarán posesión de sus cargos el día 14 de septiembre de 2023, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, a las 12.00 horas en la Curia del Arzobispado de Santiago de Compostela.

 

Datos biográficos de los nuevos Vicarios Episcopales

 

Vicario General y Moderador de la Curia

D. José Andrés Fernández Farto nació el 22 de mayo de 1973 en Pontevedra. Cursó los estudios de Bachiller en Teología en el Instituto Teológico Compostelano y al finalizarlos fue ordenado sacerdote el 4 de julio de 1998.

Al año siguiente, es nombrado Administrador Parroquial de la parroquia de Santa María de Viceso con su unida de Santa María de Ons. En el año 2000, se traslada a la ciudad de Roma para continuar sus estudios en la Universidad Lateranense de Roma donde realizó la licenciatura en Teología y Ciencias Patrísticas y, posteriormente, el doctorado en Teología y Ciencias Patrísticas en el año 2006. También es Diplomado en Biblioteconomía y Documentación por la Escuela Vaticana de Biblioteconomía de la Ciudad del Vaticano y Diplomado en Paleografía Griega por la Escuela Vaticana de Paleografía, Diplomática y Archivística de la Ciudad del Vaticano, ambas titulaciones realizadas en el año 2006.

Al regresar a la Diócesis, en el año 2006, es nombrado Director de la Residencia universitaria San Martín Pinario durante los cursos académicos 2006-2007 y 2007-2008 y Administrador parroquial de San Esteban de Covas desde el 7 de septiembre de 2006. En el 2008, es nombrado también Párroco de Santa María de Viceso con su unida de Santa María de Ons, que ya había regentado en el año 1999. Posteriormente se licenció en Filosofía por la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia de Salamanca en el año 2011.

En el año 2012, cesa en la labor pastoral en esas parroquias, al ser nombrado Director del Instituto Superior Compostelano de Ciencias Religiosas, cargo que ejercerá hasta el año 2018.

Desde el 14 de septiembre de 2012, ejerce como Secretario de la Provincia Eclesiástica de Santiago de Compostela, y desde el 2 de abril de 2014, como Capellán de las MM. Mercedarias Descalzas de Santiago de Compostela.

Desde el año 2006 es profesor encargado de cátedra en el Instituto Teológico Compostelano. También es profesor estable del Instituto Superior Compostelano de Ciencias Religiosas donde imparte diversas materias de índole filosófica y teológica.

Es también profesor de la materia Fundamentos Patrísticos de la DSI en el Máster Oficial de Doctrina Social de la Iglesia, impartido por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología como fruto de la colaboración entre la Universidad Pontificia de Salamanca y la Fundación Pablo VI en Madrid desde el curso 2017-2018.

 

Vicario Episcopal de Pastoral

D. Francisco Javier Porro Martínez nació en Ferrol (A Coruña) el 16 de febrero de 1962. Hijo de Emiliano y Corina, el pequeño de cuatro hermanos, estudió en las Discípulas de Jesús y en el colegio Tirso de Molina de los PP. Mercedarios de su ciudad natal.

Se licenció en Historia del Arte por la Universidad de Santiago de Compostela en 1986. Durante tres años publicó críticas de arte en periódicos y revistas. Fue profesor de Historia y Subdirector del Internado en el Colegio Manuel Peleteiro de Santiago. En ese período de tiempo se vinculó a la parroquia de San Fernando y escuchó la llamada a ser sacerdote en la Jornada Mundial de la Juventud de 1989.

Entró en el Seminario Mayor Compostelano con 30 años. Como seminarista estuvo en las parroquias de Ares, Muros y San Jorge de A Coruña, donde fue ordenado sacerdote por D. Julián Barrio Barrio, arzobispo emérito de Santiago de Compostela, el 2 de agosto de 1998.

Siempre vivió y trabajo en equipo pastoral: primero en las parroquias de Salto, Zas y comarca, durante casi cinco años; en el Milladoiro, Loimil, Orazo y Dornelas, un año aproximadamente; fue Delegado de Infancia y Juventud durante nueve años a la vez que atendió la parroquia de san Martín de Noia durante ese último curso.

Desde noviembre de 2012 es párroco in-solidum de Santa María la Mayor de Pontevedra. En el año 2015 es nombrado Delegado Diocesano de Apostolado Seglar en nuestra Archidiócesis; en 2018 administrador parroquial de Santiago Peregrino de O Burgo y Santa María de Alba, del arciprestazgo de Lérez y, desde 2020, es Consiliario de Cáritas Interparroquial de Pontevedra.

 

Vicario Episcopal Territorial de A Coruña

D. Jesús Andrés López Calvo nació en Pontedeume (A Coruña) el 25 de diciembre de 1963. Es sacerdote desde 1989. Realizó sus estudios eclesiásticos en el Instituto Teológico Compostelano y en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma, donde obtuvo el doctorado en Teología con especialidad en Catequética.

En la actualidad ejerce como párroco en Mera (Oleiros – A Coruña), y anteriormente también lo hizo en las zonas de Pontedeume y A Maía.

Además de estos servicios parroquiales, fue formador en el Seminario Menor de Belvís, Director del Secretariado Diocesano de Catequesis y ejerció la docencia en el Instituto Superior Compostelano de Ciencias Religiosas y en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de A Coruña.

 

Vicario Episcopal Territorial de Santiago de Compostela

D. Juan González-Redondo Neira nació en Ferrol (A Coruña) el 5 de septiembre de 1980, aunque residió siempre en Mondoñedo hasta que se marchó a estudiar Historia a Santiago. Allí descubrió su vocación e ingresó al Seminario Mayor Compostelano. Realizó sus estudios eclesiásticos en el Instituto Teológico Compostelano, culminando con el Bachillerato en Teología en el año 2099. Es licenciado en Teología Fundamental en el mismo Instituto Teológico Compostelano en 2016.

Fue ordenado sacerdote el 16 de mayo de 2010. Ese mismo año fue enviado como párroco a las tierras de Mesía y Frades, en concreto a las parroquias de Xanceda, Albizoi, Vitre y Lanza. Posteriormente a Cumbraos y Castro.

Desde el año 2016 es capellán del Centro Penitenciario de Teixeiro, y durante dos años del Centro de Reforma de menores de A Coruña. Colabora en la Curia de la Archidiócesis en la Oficina Diocesana de Sociología. Es consiliario de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica).

 

Vicario Episcopal Territorial de Pontevedra

D. Luis Seoane Ares. Nació en 1961 en la Parroquia de San Xulián de Grixalba, en Sobrado dos Monxes (A Coruña), donde recibió los Sacramentos de la Iniciación Cristiana.

De 1980 a 1986 estudió los cursos de Filosofía y Teología en el Instituto Teológico Compostelano y recibió la formación correspondiente en el Seminario Mayor Compostelano. Fue ordenado sacerdote el 14 de marzo de 1987. Durante 10 años (1986-1996) formó parte del equipo de formación del Seminario Menor y colaboró ​​con la Delegación de Pastoral Vocacional. De 1996 a 2003 coordinó la Delegación de Pastoral Juvenil.

Desde septiembre de 2003 hasta la actualidad ha sido Párroco de O Bo Pastor en Monteporreiro, fundada en 1990, que celebró la Consagración del Templo el 9 de octubre de 2010. Ha colaborado en la Pastoral de otras parroquias de la zona (Santa Mariña de Bora, Santa María de Alba y Santiago Peregrino do Burgo). También trabajó en el ámbito educativo, como profesor de Religión en Secundaria y Bachillerato. En los últimos años ha acompañado, como Consiliario, al Voluntariado de Manos Unidas en la Delegación de Pontevedra.

 

Vicario Judicial

D. Daniel Carlos Lorenzo Santos, nació en Pobra do Caramiñal (A Coruña), el día 11 de abril de 1963. Ordenado sacerdote el día 20 de mayo de 1995.

Es licenciado en Derecho en la USC y la UNED, en Teología en el Instituto Teológico Compostelano y en Derecho Canónico en la UPSA.

Desempeña su ministerio en el Tribunal Eclesiástico Metropolitano de Santiago desde el año 1998, ejerció los oficios de Promotor de justicia, Defensor del vínculo y Juez diocesano; en el año 2004 fue nombrado Vicario Judicial Adjunto; asumiendo, en el año 2006, la Presidencia del Tribunal como Vicario Judicial. Entre los años 1999 y 2004 fue Vicario Judicial de la diócesis de Lugo.

Es profesor de Derecho Canónico del Instituto Teológico Compostelano desde el año 2000 y lo fue del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Santiago.

Es miembro de la Asociación Española de Canonistas. Participó como ponente en congresos y jornadas de esa área de conocimiento y sobre la conservación y protección del Patrimonio cultural de la Iglesia y su gestión.

Desde el año 2006, párroco de San Pedro de Bugallido en A Maía.

En junio del año 2009 se incorpora al Cabildo de la S.A.M.I. Catedral de Santiago de Compostela, asumiendo la presidencia de la Comisión de Cultura (2010) y el oficio de Fabriquero (2011); desde el año 2011 es Director de la Fundación Catedral de Santiago. En el año 2021 asume el oficio de Canónigo Doctoral.

Miembro de número de la Real Academia Galega de Belas Artes y del Plenario do Consello da Cultura Galega.

 

 

Noticia extraída de: archicompostela.es

 

Nuestro arzobispo D. Francisco en la JMJ de Lisboa

Nuestro arzobispo de Santiago de Compostela, D. Francisco, es uno de los 70 obispos españoles que acompañan a los jóvenes de sus diócesis en esta Jornada Mundial de la Juventud, JMJ Lisboa 2023.

 

Ya antes de vivir en plenitud la JMJ,  D. Francisco se desplazó a la villa portuguesa de Aveiro donde los peregrinos de Galicia estuvieron viviendo la experiencia de los “Días en las Diócesis” siendo acogidos por familias. Allí se encontró con ellos y celebró una Eucaristía recordándoles que la JMJ tenía que ser una experiencia auténtica de fe y que toda la diócesis de Santiago de Compostela rezaba por ellos.

 

 

Y en los propios días de la JMJ (1 al 6 agosto) D. Francisco está participando en varios actos con nuestros jóvenes diocesanos acompañados por sacerdotes y monitores del equipo de Pastoral Juvenil diocesano  (Rise Up, Eucaristías…)

 

 

Asi en la agenda de este jueves 3 de agosto tuvo un momento para el encuentro para compartir testimonios, música y reflexionar juntos con jóvenes de habla hispana (Rise Up). Mons. Francisco Prieto estuvo en la Parroquia de Cruz Quebrada-Dafundo, en el Parque de Santa Catarina con un grupo de jóvenes de las Diócesis de Galicia y a otros jóvenes de Nicaragua, México y Cuba. Después de la catequesis, que se basó en el texto evangélico de las Bodas de Caná, hubo un trabajo por grupos y una puesta en común.

A continuación se celebró la Eucaristía, presidida por el propio arzobispo de Santiago. En la homilía pidió a los jóvenes que tengan sencillez de corazón manifestada en el deseo de dejarse sorprender por Dios. Y afirmó: “Dios cuenta contigo: hecha las redes y provoca el encuentro con Él. Mantengamos el corazón joven, sencillo, profundo. No temamos: María se pone en camino con nosotros cada día”.

 

 

 

El viernes 4 de agosto por la mañana, mons. Francisco Prieto y el equipo de Pastoral Juvenil diocesano asistieron a la catequesis en la parroquia de la Santísima Trinidad de Lisboa. Es aquí donde a los jóvenes de la Diócesis de Santiago les han pedido el servicio de animar el encuentro. Hubo tiempo para la adoración, para las confesiones y para meditar sobre la misericordia.

 

 

 

 

Comienza la JMJ de Lisboa

 

España será el que más peregrinos envíe a la Jornada Mundial de la Juventud, que comienza hoy y se extiende hasta el domingo.
Más de 500 jóvenes de las Diócesis gallegas participarán en la JMJ.

 

Semana grande en la Jornada Mundial de la Juventud. Más de 75.000 jóvenes españoles ya están en Lisboa participando en la JJMJ que se celebrará en la capital portuguesa, del 1 al 6 de agosto de 2023, con la presencia del papa Francisco.

El arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Francisco Prieto, participarán en ella junto a otros 70 obispos españoles, que además serán los encargados de dinamizar las 25 catequesis de habla hispana por día. La Subcomisión para la Juventud  y la Infancia de la Conferencia Episcopal Española ha sido la coordinadora de los peregrinos españoles que acuden a este evento eclesial.

 

 

 

 

Fuente: pastoralsantiago.org

Encuentro del arzobispo de Santiago con jóvenes de la JMJ en Aveiro

Antes de vivir en plenitud la JMJ, del 1 al 6 de agosto, los peregrinos de Galicia están viviendo la experiencia de los “Días en las Diócesis” en Aveiro, donde están siendo acogidos por familias.

 

 

Por este motivo, el Arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Francisco Prieto, se desplazó a esta villa portuguesa para encontrarse con un grupo de jóvenes gallegos que peregrinarán a Lisboa.

 

 

Mons. Prieto, en su homilía, invitó a los jóvenes a ser amigos y testigos de Jesús, recordándoles que la JMJ tiene que ser una experiencia auténtica de fe y que toda la diócesis de Santiago de Compostela rezará por ellos.

 

 

 

 

Fuente: pastoralsantiago.org

Así se vivió la Solemnidad del Apóstol Santiago este año 2023

 

 

El Arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Francisco José Prieto, presidió ayer la celebración litúrgica de la Solemnidad del Apóstol Santiago, durante la cual se presentó la Ofrenda Nacional al Apóstol Santiago. En esta ocasión, el Delegado regio fue el presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, en representación del pueblo español, quien renovó la tradicional ofrenda al Apóstol, dando continuidad a esta tradición, instaurada por Felipe IV en 1643.

 

 

Al inicio de la Eucaristía, el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Bernardito Auza, impuso a mons. Francisco Prieto el palio arzobispal, un distintivo que portan los arzobispos y que es símbolo de la comunión de estos con el Papa. El arzobispo de Santiago recibió el pasado 29 de junio este palio bendecido por el Papa Francisco en la Solemne Eucaristía que se celebró en la Basílica de San Pedro.

 

 

En su homilía, monseñor Prieto afirmó que la aportación de los creyentes, y de la Iglesia en su conjunto, a la sociedad tiene que ser profética, nunca acomodaticia, y tiene que responder a las necesidades y a las inquietudes del presente, vividos a menudo de forma dramática por la sociedad: “Hay una manera profética de estar en el mundo, opuesta por un lado al espiritualismo, y por otro al peligro de erigirnos en árbitros o jueces del mundo. Una dimensión profética realizada con verdad, con lenguaje atractivo y mirada amable, hasta con un sano sentido del humor y una inteligencia suficiente que sepa distinguir lo importante de lo secundario”.

En este sentido, aseguró que “temos que amar sinceiramente a cada home e muller cos que compartimos cidade, vida e espazo, poñendo tanto empeño en defender o xusto como en denunciar o inxusto, en rexeitar o malo como en promover o bo”.

 

 

Mons. Francisco Prieto aseguró que es necesario ser testigos al servicio de una vida más humanizada, entendida como don de Dios y como tarea humana, promotores de una cultura de la vida digna del hombre y de todo hombre (sin abstracciones): “Non é en soidade e illamento, senón en irmandade onde o home, cada persoa, pode respirar con folgura para baleirarse de excesos e colmar os baleiros. Os cristiáns temos aquí unha responsabilidade única no medio desta ágora: ser testemuñas da paternidade de Deus e da fraternidade de Cristo”.

El arzobispo compostelano acogió la Ofrenda de Alfonso Rueda encomendando “á intercesión do Apóstolo Santiago a todos os pobos do mundo, especialmente os que seguen sufrindo o drama da guerra, da fame que tantos exilios forzados provoca; a todos os pobos  e xentes de España, da nosa querida Galicia, ás nosas familias, que sigan sendo, nestes momentos de crises e incerteza, berce da vida e da fe, onde todos, especialmente os nosos nenos e anciáns, sexan coidados, queridos e consolados.”

 

 

No faltó en su homilía un recuerdo a las víctimas del accidente ferroviario de Angrois y sus familias: “quero lembrar ás vítimas e ás súas familias desde a esperanza que nos vén do Deus da Vida, desde o consolo que brota do corazón do Pai misericordioso”.

El prelado compostelano encomendó a los jóvenes que ya están inscritos y preparados para peregrinar a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebrará en Lisboa, del 1 al 6 de agosto, con la presencia del papa Francisco, para que sean testimonios Cristo. En ella participará el arzobispo de Santiago junto a otros 70 obispos españoles, que además serán los encargados de dinamizar las 25 catequesis de habla hispana por día.

Mons. Prieto pidió por los que fueron elegidos en las recientes elecciones generales para que dediquen sus mejores esfuerzos a las exigencias del bien común y al empeño por construir una sociedad en paz, cimentada en la verdad, la justicia y la libertad, donde servir sea siempre el horizonte de la responsabilidad política, por encima de las legítimas diferencias políticas.

El Arzobispo finalizó su homilía con estas palabras: “por intercesión do Santo Apóstolo Santiago, pido ao Señor que bendiga ás súas Maxestades e á Familia Real; tamén á vosa Excelencia, Sr. Oferente, á súa familia e aos seus colaboradores. Que, de novo desde Santiago, renaza a esperanza que nunca decae e que sempre nos sostén”.

La solemne celebración terminó con el botafumeiro y la bendición

 

 

Concelebraron con monseñor Prieto, el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Bernardito Auza; el cardenal arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela; mons. Julián Barrio, el arzobispo emérito de Santiago de Compostela; mons Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo; mons. José Rodríguez Carballo, Arzobispo de Belcastro; el arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo Martínez; monseñor Luis Quinteiro Fiuza, Obispo de Tui-Vigo; el Obispo de Lugo, monseñor Alfonso Carrasco; el titular de la Diócesis de Ourense, monseñor José Leonardo Lemos Montanet; y el obispo de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, mons. Fernando García Cadiñanos.

 

 

 

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Fuente: archicompostela.es