Mons. Francisco Prieto llama a la conversión del corazón en la Asamblea Diocesana
Este sábado, 16 de noviembre de 2024, la Archidiócesis de Santiago de Compostela llevó a cabo la Asamblea Pastoral Diocesana de Representantes en el Colegio La Salle de Santiago. El evento, convocado por el Arzobispo Mons. Francisco Prieto y organizado por el Vicario de Pastoral D. Javier Porro, junto a su equipo, reunió a una amplia representación de la comunidad diocesana, incluyendo diferentes órganos, agentes de pastoral y realidades significativas.
A la cita acudieron vicarios episcopales, delegados y responsables de departamentos, así como miembros del Consejo Diocesano de Pastoral, el Consejo Presbiteral y el Consejo de Consultores. También estuvieron presentes arciprestes, vicearciprestes y secretarios de los nuevos Arciprestazgos, además de representantes laicos y de la vida religiosa y consagrada. La convocatoria incluyó a los responsables de movimientos, asociaciones, grupos apostólicos laicales y presidentes de cofradías, asegurando una amplia representación de todas las facetas de la vida eclesial.
La jornada comenzó a las 10:00 horas con la llegada de los participantes, seguida por un momento de oración, coordinado y amenizado con canciones por el grupo «Xentes daquí e dacolá», originario de la Pascua Xoven de Arousa.
Entrevista con el Arzobispo, Mons. Francisco José Prieto.
Alejandro López Carballeira, Subdirector de los Servicios Informativos en Corporación Radio e Televisión de Galicia, fue el presentador y moderador de la Asamblea. Condujo una entrevista con el Arzobispo Mons. Francisco José Prieto Fernández, durante la cual se abordaron diversos temas de actualidad para la Iglesia diocesana. En un ambiente distendido y cercano, el Arzobispo respondió a las preguntas de los fieles y del periodista, reflexionando sobre los cambios en la estructura diocesana, la necesidad de una conversión del corazón, el papel de los laicos en la Iglesia y la importancia de la sinodalidad.
El Arzobispo comenzó su intervención destacando la importancia de la renovación de estructuras en la Iglesia, pero subrayó que el verdadero cambio debe provenir de una «conversión del corazón». Explicó que esta conversión implica «dejar de darnos la espalda» y «ponernos frente a frente, no en una mirada que desafía, sino en una mirada que acoge». Para lograr esta conversión, instó a los fieles a reflexionar sobre sus actitudes: «¿Dónde tenemos puestas las raíces de nuestra vida creyente? ¿En lo mínimo o en el banquete del Señor? ¿Qué somos, recolectores o sembradores? ¿Qué buscamos? ¿Beneficios o ponernos en camino siempre juntos?»
El Arzobispo también habló sobre la importancia de la sinodalidad en la Iglesia, un tema central en el pontificado del Papa Francisco. Reconoció que la sinodalidad es una realidad viva en la Iglesia, pero que a veces se ha «olvidado». Instó a los fieles a pasar a una «sinodalidad vivida». Para ello, es necesario «romper esas fronteras que a veces nos impiden descubrir que podemos trabajar juntos», más allá de los nombres y las estructuras.
Además, destacó la importancia de la comunicación, tanto presencial como a través de los medios y las redes sociales. Explicó que el «primer anuncio», es decir, la proclamación del Evangelio, es la razón de ser de la Iglesia y debe estar presente en todas sus acciones. Subrayó la importancia de formar «pastores misioneros» que acompañen a los fieles en un mundo en constante cambio.
La entrevista concluyó con una reflexión por parte del Arzobispo llamando a la acción y a la esperanza, invitando a los fieles a seguir construyendo una Iglesia viva, abierta y misionera.
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Diversas realidades diocesanas se presentan en la Asamblea Pastoral.
Tras un breve descanso a las 12:30, la Asamblea Pastoral Diocesana de la Archidiócesis de Santiago de Compostela retomó sus actividades con la presentación de distintas realidades diocesanas, ofreciendo a los asistentes una visión amplia y renovada de las iniciativas y proyectos en marcha, enriqueciendo aún más el espíritu de comunión y colaboración que marcó toda la jornada, bajo el lema: «Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo» (Ez 36, 26)
El delegado de Comunicaciones, D. Manuel Blanco, acompañado de D. Manuel Ángel García, presentó la nueva y remodelada web de la ArchiDiócesis. Presenta un diseño intuitivo y responsivo, y está adaptada para ser utilizada en cualquier dispositivo, ya sea ordenador, tablet o móvil. Entre las mejoras implementadas destacan menús claros y estructurados que facilitan la búsqueda de información, contenido actualizado sobre actividades, servicios y noticias diocesanas, una mayor integración con redes sociales y opciones de contacto más accesibles, fomentando así una comunicación más fluida con los usuarios.
Además, la web incorpora nuevos formularios online, diseñados para mejorar y agilizar la comunicación y la gestión de servicios para todos los diocesanos. Esta iniciativa responde a la necesidad de modernizar y simplificar los procesos administrativos y pastorales, ofreciendo a la comunidad una herramienta eficiente y accesible. Los formularios abarcan una amplia gama de servicios, desde solicitudes de sacramentos y registros parroquiales hasta inscripciones para eventos y actividades diocesanas.
Blanco y García invitaron a todos los diocesanos a participar activamente en la nueva web, enviando sus noticias y eventos para enriquecer el contenido y fortalecer el sentido de comunidad. Las contribuciones pueden ser enviadas a través de la sección de contacto disponible en la web.
Dª Laura Ruíz, de la delegación Episcopal para la Juventud y la Infancia, explicó que la Diócesis cuenta con un órgano fundamental para la participación y la sinodalidad: el Consejo Diocesano. Este consejo está compuesto por una amplia representación de la comunidad diocesana, incluyendo al rector del Seminario mayor, sacerdotes, diáconos, miembros de la vida consagrada, laicos y representantes de diversos movimientos y asociaciones.
Ruiz destacó que la función principal del Consejo Diocesano es analizar la situación de la Diócesis, proponer iniciativas, asesorar al Arzobispo y colaborar en la puesta en marcha de las propuestas. Se busca que el trabajo del Consejo no se quede «solo en el papel», sino que se traduzca en acciones concretas que beneficien a toda la Diócesis.
También explicó que uno de los temas centrales que se abordan es el Plan Pastoral Diocesano, que busca dar respuesta a los desafíos pastorales de la Diócesis. El Consejo Diocesano se configura como un espacio de diálogo, escucha y discernimiento, donde todos los miembros de la comunidad diocesana pueden aportar su visión y colaborar en la construcción de una Iglesia más sinodal.
D. Francisco Gómez Canoura, secretario del Consejo Presbiteral, detalló la estructura y funcionamiento de este órgano, que se puede comparar con un senado que asesora al obispo. El Consejo Presbiteral, compuesto por sacerdotes, tiene la función de ayudar al Arzobispo en el gobierno de la Diócesis.
Gómez Canoura explicó que más de la mitad de los miembros del Consejo son elegidos por los propios sacerdotes y se dividen en tres categorías: territoriales, por tipos de sacerdotes y miembros natos. Además, el Arzobispo puede nombrar a otros miembros que considere valiosos para el Consejo.
El Consejo Presbiteral cuenta con diversas comisiones para trabajar en temas específicos. Entre ellas se encuentra la Comisión Permanente, encargada de actualizar los estatutos del Consejo, y varias comisiones de estudio que abordan temas relevantes para la vida diocesana, como la fraternidad y espiritualidad sacerdotal, las unidades pastorales, la iniciación cristiana y la pastoral exequial.
En resumen, Gómez Canoura presentó el Consejo Presbiteral como un organismo esencial para el funcionamiento de la Diócesis, que, a través del diálogo, el estudio y la colaboración, ayuda al Arzobispo a tomar decisiones y a guiar a la comunidad.
Dª Ángeles Santamarta, directora de un colegio en Arzúa y colaboradora en la delegación de Catequesis para personas con discapacidad, expresó su esperanza en la nueva fórmula de Arciprestazgos impulsada por la Diócesis. Su optimismo se basa en la fe en el Señor, quien, según Santamarta, está presente en la Iglesia e infunde su Espíritu a pesar de las dificultades.
La reorganización de los Arciprestazgos, explicó Santamarta, surge de una reflexión sobre la situación demográfica y pastoral de la Diócesis, y busca una mayor unidad, diversidad y coordinación en la acción pastoral. Destacó que el objetivo no es crear estructuras vacías, sino darles vida a través de la colaboración y el compartir los bienes y recursos de cada parroquia.
Hizo un llamada a la participación de todos, incluyendo a los niños y jóvenes, cuyas voces y sueños también son importantes en la Iglesia. Animó a no tener miedo a levantar la mano, a ofrecerse para servir y a prepararse para las tareas que se les encomienden. Recordó que todos somos válidos y que la Iglesia somos todos.
Finalmente, Santamarta invitó a ver las dificultades como oportunidades para crecer y a no desanimarse ante los obstáculos. Concluyó con un mensaje de esperanza y una llamada a la acción: «La Iglesia somos todos, todos tenemos una vocación, no somos unos más que otros, y aunque haya que tirar por un sacerdote, tiremos».
El rector del Seminario Mayor Interdiocesano, D. José Antonio Castro Lodeiro, destacó la importancia del Seminario Mayor Interdiocesano, formado los seminaristas y formadores de las Diócesis de Santiago, Tui-Vigo y Mondoñedo-Ferrol.
Castro Lodeiro subrayó que el Seminario, a diferencia de otras entidades diocesanas centradas en el presente, está orientado hacia el futuro. Los seminaristas, que estaban también presentes en el acto, representan “el porvenir de la Iglesia”.
El rector hizo una llamada crucial a las delegaciones y miembros diocesanos, pidiendo su colaboración para evitar el aislamiento del Seminario y enriquecer la formación de los futuros sacerdotes. Manifestó su preocupación de que el Seminario pudiera convertirse en una «burbuja» aislada de la realidad diocesana y enfatizó la necesidad de la participación activa de todas las áreas de la Iglesia, incluyendo delegaciones, familias, vida religiosa, pastoral juvenil y laicos.
Castro Lodeiro insistió en la necesidad de una formación integral para los seminaristas, que incluya experiencias más allá de la vida en el Seminario, interactuando con las diversas realidades diocesanas.
Dª Fátima Noya compartió su experiencia y visión sobre el trabajo en la delegación de misiones. Destacó la labor ejemplar de los misioneros, tanto los que están en la diáspora como los que han regresado.
Explicó que las delegaciones funcionan como «consejerías» encargadas de servicios específicos durante un tiempo determinado, y enfatizó la importancia de trabajar en equipo y colaborar con quienes desean participar.
Reconoció los desafíos de trabajar en equipo debido a diferencias personales y visiones pastorales, pero resaltó la importancia de aprender a trabajar en red y en fraternidad, siguiendo la llamada del Papa Francisco.
Noya concluyó su intervención animando a todos a colaborar en las distintas áreas de la Diócesis, recordando que ninguna parcela pastoral debe ser ajena a nadie.
D. Luis García Bernadal, del servicio de atención a víctimas de abusos, subrayó la importancia del trabajo en equipo y la creación de una cultura de respeto hacia los más vulnerables. Utilizó una analogía de los discípulos de Jesús para resaltar la relevancia de colocar a los más vulnerables en el centro de la sociedad.
Bernadal abordó el tema del abuso sexual, de poder y de conciencia dentro de la Iglesia, afirmando que no existe dilema entre defender la imagen de la Iglesia y a las víctimas. Subrayó que la Iglesia debe ofrecer a las víctimas un servicio integral que responda a todas sus necesidades: psicológicas, legales, pastorales y espirituales. Concluyó agradeciendo el trabajo de los presentes y asegurando el apoyo del servicio de víctimas los 365 días del año, las 24 horas del día.
D. Santiago Romero, Delegado Diocesano para el Año Santo 2025, explicó en detalle el Año Jubilar, destacándolo como un «acontecimiento de gracia» que debe vivirse con profundidad y sencillez tanto a nivel personal como comunitario. El lema del Año Jubilar, «Peregrinos de Esperanza», elegido por el Papa Francisco, anima a la Iglesia a redescubrir la esperanza tras un periodo de dificultades.
Romero subrayó que, aunque Roma será el centro del Jubileo, este evento tiene una dimensión universal y se vivirá en todas las Diócesis del mundo. Detalló que se promoverán peregrinaciones a Roma para diversos grupos, así como una gran peregrinación diocesana en agosto de 2025.
La Catedral de Santiago será un templo jubilar, acogiendo numerosas celebraciones.
Insistió en que el Año Jubilar no debe reducirse a peregrinaciones y celebraciones, sino que debe estar vinculado a las obras de misericordia, animando a las Parroquias y Arciprestazgos a realizar acciones que lleven la gracia del Jubileo a los más necesitados. Concluyó invitando a los fieles a vivir el Jubileo en su realidad local y recordó que este año debe transformar la vida cotidiana de los fieles hacia una experiencia más profunda de la esperanza en Dios.
Gesto y vídeo.
En un acto cargado de simbolismo, Mons. Francisco José Prieto Fernández entregó un báculo al final de cada intervención. Este gesto, lleno de significado, representa la unión de los representantes en la misión común de la Iglesia, trabajando juntos bajo la guía y el cuidado pastoral del obispo.
En el transcurso de la Asamblea se proyectó un vídeo, que capturó la atención de los asistentes, en donde se recogen distintas realidades pastorales de la Diócesis: refleja el dinamismo y la diversidad de las iniciativas pastorales que se llevan a cabo en las parroquias, movimientos y asociaciones que conforman la Diócesis. La pieza audiovisual subraya el compromiso y dedicación de todos los agentes de pastoral en su misión de evangelización y servicio comunitario.
Eucaristía en la Catedral de Santiago.
Este espacio de convivencia y diálogo fue el preámbulo perfecto para culminar la jornada con una solemne Misa celebrada en la Catedral de Santiago a las 17:00 horas.
La Eucaristía fue presidida por el Arzobispo de Santiago, Mons. Francisco José Prieto Fernández, acompañado por el Arzobispo emérito, Mons. Julián Barrio, así como por el Vicario General, D. Andrés Fernández Farto, el Vicario de Pastoral, D. Javier Porro, vicarios territoriales, delegados y otros sacerdotes.
En su homilía, Mons. Prieto reflexionó sobre la Eucaristía como el corazón palpitante de la vida de la Iglesia y la fuente que alimenta la misión encomendada por Dios: «En la Eucaristía encontramos y descubrimos ese centro de la vida de nuestra Iglesia, de la Iglesia diocesana, de nuestras Parroquias y comunidades. Ahí nos reconocemos como hijos y como hermanos», afirmó el Arzobispo, subrayando la importancia de este sacramento para la comunidad de fe.
Recordando las palabras del profeta Ezequiel, Mons. Prieto animó a los presentes con un mensaje de esperanza y unidad: «La palabra del profeta Ezequiel también hoy es una palabra que a todos nos anima… nos lleva a confesar una vez más… una sola fe, un solo Señor, un solo espíritu». Esta llamada a la unidad resonó profundamente en la asamblea, invitando a renovar la fe y la esperanza en el Señor, quien precede, convoca y guía a la Iglesia.
El Arzobispo enfatizó que el Señor debe ser el centro de la vida diocesana: «Es saber que el Señor, el único Señor, en la única fe que confesamos, es el centro y tiene que serlo de nuestra vida como Iglesia diocesana». Además, hizo una ferviente llamada a la colaboración y al trabajo en equipo, rechazando cualquier forma de exclusión dentro de la Iglesia: «En la Iglesia, en nuestras comunidades, no caben esos posesivos particulares, no caben espacios excluyentes porque no son nuestros, no son propiedad».
Mons. Prieto también subrayó la importancia de la vocación bautismal como el fundamento de la vida cristiana y la misión de la Iglesia: «Desde ahí, la vida de nuestras Parroquias y la vida de nuestra Diócesis se hacen una tarea con el espíritu que obra en cada uno de nosotros desde la vocación fundante por el bautismo recibido».
Finalmente, el el prelado compostelano exhortó a la asamblea a ser una «Iglesia en camino«, comprometida a servir a los más necesitados, especialmente a los pobres, a quienes describió como «el mayor regalo que Dios nos hace»: «No olvidemos a los pobres en nuestra vida, en la vida de nuestra iglesia diocesana; son el mayor regalo que Dios nos hace porque nos son confiados, nos son entregados para que sean acompañados, escuchados y sostenidos», expresó con fervor.
La homilía de Mons. Prieto concluyó con una invitación a abrir el corazón a la acción del Espíritu Santo y a seguir celebrando la Eucaristía como fuente de vida y alimento para la misión. Esta llamada a la renovación espiritual y al compromiso comunitario marcó el cierre de una jornada significativa de reflexión, comunión y esperanza para toda la comunidad diocesana.
Noticia extraída de: archicompostela.org