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Nuevo encuentro pastoral de la Delegación para el Laicado con los responsables de movimientos y asociaciones laicales.

Un encuentro relajado y fraterno, constructivo y esperanzado. Cada vez estoy más convencido que el don de la diversidad es nuestra gran fortaleza como laicado y que nuestro futuro como iglesia es sembrar semillas de sinodalidad y caminar de la mano enriqueciéndonos y dando testimonio de comunión. Ha valido la pena para cargar pilas con todas vosotras y vosotros, sobre todo por reencontrarnos y sentirnos familia.  (Paco Durán. miembro del Equipo de la Delegación del laicado)

 

El pasado sábado 5 de abril, en el Seminario Menor de Belvís en Santiago de Compostela, tuvo lugar un importante ENCUENTRO PASTORAL organizado por la Delegación para el Laicado con representantes de movimientos y asociaciones con implantación en nuestra archidiócesis, donde, en clave sinodal, se presentaron los objetivos pastorales para este año tanto de la Delegación como de la Diócesis, contando con la presencia del Vicario de Pastoral, Javier Porro, y se preparó la celebración jubilar de apostolado seglar coincidiendo con la Vigilia de Pentecostés.

 

 

La reunión empezó con un momento de oración, preparado por María Baldín, de Encuentro y Solidaridad, poniéndonos a la escucha del Espíritu Santo y destacando que como cristianos, ante la vida y enseñanza de Jesús, no podemos quedar indiferentes. Debemos contribuir en la humanidad de este mundo para que se convierta en un lugar más reconciliado, más pacífico, más transparente. Y lo podremos hacer si acogemos sin barreras el mensaje de Jesús que hoy sigue inquietando, atrayendo, cuestionando, liberando… pidiendo al Señor ser evangelios vivos entre nuestros hermanos y hermanas, es decir, esperanza en el mundo de hoy.

Tras la oración y un turno de presentaciones, el Delegado del Laicado de nuestra diócesis, Alfredo Losada, presentó unas pinceladas de los objetivos y las próximas actividades de la Delegación, con especial vinculación con la Presencia en la Vida Pública y los Sínodos diocesano y universal.

Dentro de los OBJETIVOS PASTORALES de la DELEGACIÓN DEL LAICADO para este CURSO PASTORAL 2024-2025 se encuentran:

  1. Favorecer la formación integral y práctica para el apostolado de los seglares, con énfasis en la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia: A este respecto se comenta el curso de formación en Promoción Humana y Desarrollo Integral desde la DSI, sobre la pastoral de trabajo para toda la Iglesia, organizado en colaboración con el ITC ,el ISCCR, Cáritas Diocesana y el Departamento de Pastoral de Trabajo, que se está llevando a cabo en estos momentos. Así mismo, comenta que se propondrá en los arciprestazgos formación en temas de vocación laical, DSI, voluntariado en la Iglesia,  dinamización y corresponsabilidad parroquial, cuidado de la comunidad con el acompañamiento y la escucha.
  2. Acompañar a los movimientos y asociaciones laicales en la diócesis, mediante este tipo de encuentros que hace que crezcamos en comunión, compartiendo y difundiendo las distintas actividades abiertas que realizan tanto por parte de la delegación del laicado como por los distintos movimientos laicales en nuestra archidiócesis. Actividades que no deben coincidir con otras propuestas diocesanas, en las que es muy importante participar.
  3. Animar el proceso que surgió del Congreso de Laicos 2020 con sus distintos itinerarios. En este aspecto, continuar trabajando el «Primer Anuncio» y comenzar a trabajar el siguiente itinerario: «Presencia en la Vida Pública» (presencia pública de la fe), incorporándolo ya en la celebración de la próxima Jornada de Apostolado Seglar.
  4. Organizar actividades para el laicado en colaboración con otras delegaciones diocesanas. Como se viene haciendo con los retiros, Ejercicios Espirituales…
  5. Organizar celebraciones Jubilares Diocesanas como signos de esperanza y comunión con la Iglesia universal y local en este año Jubilar romano. Se están organizando dos: una en Ribeira el 7 de junio, aprovechando la Jornada Diocesana de Apostolado Seglar; y una segunda en Santiago el 7 de noviembre, que sería una celebración Jubilar en torno al mundo del trabajo, con la exposición itinerante: «Rostros do mundo obreiro e do traballo».

A continuación, el delegado del Laicado nos remarcó como próximas ACTIVIDADES PARA LAICOS, desarrolladas desde la Delegación, las siguientes:

  • el Retiro Espiritual de Pascua que tendrá lugar el sábado 31 de mayo de 2025 en Pontevedra en la Casa de la Virgen o del Inmaculado Corazón. Este retiro se está organizando en colaboración con las Delegaciones de familia, misiones, pastoral penitenciaria y Cáritas diocesana, y Departamento Causa de los Santos.
  • la Jornada Diocesana de Apostolado Seglar, con Celebración Jubilar, en la Vigilia de Pentecostés (Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar) el sábado 7 de junio de 2025 en Ribeira.
  • Los Ejercicios Espirituales para Laicos del 19 al 21 de septiembre de 2025. También estarán organizados con distintas delegaciones diocesanas.
  • La Celebración Jubilar  del mundo del trabajo el viernes 7 de noviembre de 2025, con la Exposición itinerante: «Rostros do mundo obreiro e do traballo»

Para concluir, Alfredo nos habló sobre la fase de implementación del sínodo universal sobre la sinodalidad, que tendrá lugar de Junio de 2025  a diciembre de 2026 , con sus itinerarios de implementación en las Iglesias locales donde podemos encontrar varias acciones concretas que se pueden aplicar en nuestra diócesis.  Y terminó comentando que se ha elaborado una encuesta sobre las UPAS (que surgieron precisamente como propuesta del último sínodo diocesano), en la que debemos colaborar y responder en las parroquias este mes de abril de 2025.

 

 

Seguidamente tomó la palabra nuestro Vicario de Pastoral, Javier Porro, que nos adelantó que el próximo Plan Pastoral Diocesano para los años 2026-2029 será presentado en la Asamblea Diocesana que tendrá lugar el sábado 15 de noviembre de 2025 en Santiago, y a continuación, presentó las líneas de acción diocesanas para 2025, unas orientaciones que partieron de la carta de Adviento del Sr. Arzobispo y de la bula de Convocatoria del Jubileo del año 2025 del Papa Francisco. Estos objetivos pastorales 2025 son 3:

  1. Propiciar experiencia de Dios a través de la oración personal y comunitaria. Se pide que cada arciprestazgo sea una escuela de oración a la escucha del Espíritu Santo… purificando la comunicación con Dios.
  2. Crecer en unidad, sinodalidad y corresponsabilidad.  Se pide que los arciprestazgos sea espacios de encuentro, fraternidad, trabajo en común, donde se viva la corresponsabilidad entre sacerdotes, consagrados   y laicos y sean signos creíbles de esperanza y que las delegaciones y departamentos diocesanos trabajen por la paz, presos, enfermos, jóvenes, ancianos y pobres… mejorando la comunicación entre nosotros.
  3. Descubrir la alegría que nace de nuestra condición de bautizados: somos discípulos elegidos y enviados. Se pide que cada persona, grupo o comunidad tenga la puerta abierta para acoger (peregrinos, turistas, migrantes, heridos…) y para salir (Primer anuncio, presencia vida pública…) y así abrir nuevos canales de comunicación cara la sociedad.

Para concluir, Javier les pidió a los responsables de los movimientos y asociaciones laicales que mantengan vivo el contacto con sus arciprestazgos, se presenten al arcipreste para poder aportar allí también sus dones y sus carismas, y vivir así la fraternidad, la sinodalidad y la corresponsabilidad, que nos ayuda a todos. Les recordó que no se puede guardar para uno mismo los dones recibidos, que hay que empapar los arciprestazgos con ellos.  Desde la diócesis se está caminando en esta dirección, apostando por vivir verdaderas experiencias sinodales en los arciprestazgos donde se plantean pequeños consejos arciprestales con participación de todos (sacerdotes, consagrados, laicos de parroquia y laicos también de asociaciones laicales). Pero para cambiar las estructuras es necesario cambiar nuestra actitud, nuestro compromiso, nuestra acogida y no vivir dos realidades pastorales paralelas la de los movimientos y la de los arciprestazgos sino una única.

 

 

Terminada la intervención del vicario de Pastoral, se abrió un turno de ecos y aportaciones de los asistentes, donde pudieron manifestar sus dudas, sus inquietudes y sus necesidades. Entre ellas destacar la necesidad de encontrar y favorecer espacios donde todos se sientan incluidos y trabajen juntos de forma natural (encuentros de inmigración,, círculos de silencio, encuentros ecuménicos…); y la necesidad de conocerse entre los distintos movimientos y asociaciones laicales en la diócesis de Santiago, sus actividades, sus carismas, su servicio… y así promover acciones en común, siendo generosos y apoyando lo que hace cada movimiento. (a este respecto se informó que en la página web de la Delegación del laicado: laicosarchicompostela.com se pueden encontrar las distintas asociaciones y movimientos laicales presentes en nuestra diócesis con los correspondientes contactos)

Tras unos momentos de descanso para un café, donde también se aprovechó para estrechar lazos y para conocernos más en un ambiente más distendido, volvimos a la reunión para concretar entre todos  la organización de la Celebración Jubilar de Apostolado Seglar del 7 de mayo.

Terminamos el encuentro de la mejor manera posible, orando juntos, de la mano de Alberto Fernández, coordinador de Salesianos Cooperadores de Santiago, que nos invitó a presentar al Señor todas nuestras ilusiones, y esfuerzos, confiando que Él nos guiará por sendas de esperanza, generosidad y servicio.

Y tras 3 horas de encuentro fructífero y muy satisfactorio, nos despedimos con ganas de más.

 

29 DIC | Apertura del Año Jubilar en la Archidiócesis de Santiago de Compostela

La Catedral de Santiago acoge la apertura solemne del Jubileo 2025 en nuestra archidiócesis

 

El Papa Francisco, que abrió el Año Jubilar 2025 en la tarde de este 24 de diciembre, ha dispuesto que en el resto de Diócesis del mundo se haga el 29 de diciembre, como signo de comunión con Roma. En el caso de la Diócesis de Santiago de Compostela, será la catedral la que acoja la ceremonia litúrgica de apertura del Jubileo. «Peregrinos de Esperanza» es el lema elegido para la ocasión, ya que, tal y como indica el Papa en la carta para el Jubileo 2025, «debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras. El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente».

La celebración estará presidida por el Arzobispo, Mons. Francisco Prieto, y dará inicio a las 16:30h, en la iglesia conventual de San Francisco, donde se realizarán los primeros ritos, bajo el nombre de «Collectio».

A continuación, partirá la procesión litúrgica hasta la plaza del Obradoiro, para acceder a la catedral atravesando el Pórtico de la Gloria. La procesión estará encabezada por la cruz jubilar, en este caso la misma cruz que se estrenó para la apertura de la Puerta Santa el 31 de diciembre de 2020. Se trata de una cruz realizada por el taller Ramón González Orfebres, diseñada por el orfebre compostelano Antonio R. González Porto. Aunque contemporánea en su concepción, integra elementos cincelados a modo tradicional en las piezas de plata que enmarcan el tetramorfos tallado en placas de marfil. La figura de la cruz surge de un aparente cruce casual de eslabones de una cadena, que evocan el encuentro entre culturas, razas, lenguas y también individuos que conforman una cruz que quiere acogerlas a todas.

Una vez en el interior de la Catedral, tendrá lugar la Misa Solemne, también presidida por el Arzobispo, con la participación de sacerdotes y laicos de toda la diócesis.

Durante todo el 2025, la catedral será templo jubilar, en el que obtener la Indulgencia Plenaria, cumpliendo las prescripciones establecidas (confesión sacramental; celebración de la Sagrada Eucaristía y comunión; y oración por las intenciones del Sumo Pontífice).

El Jubileo es el año santo que el papa convoca periódicamente desde 1300 y que convierte a Roma en destino para millones de peregrinos procedentes de todas las partes del mundo. El intervalo entre los Jubileos ha cambiado varias veces a lo largo de la historia, pero actualmente es de 25 años.

 

Libro APERTURA DEL AÑO JUBILAR 2025 en nuestra ARCHIDIÓCESIS DE SANTIAGO

 

Fuente: archicompostela.org

DECRETO sobre las disposiciones diocesanas para el Jubileo 2025 “Peregrinos de la Esperanza”

Con fecha del 9 de mayo de 2023, solemnidad de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, el Papa Francisco hizo pública la convocatoria del Jubileo ordinario de 2025 mediante la Bula Spes non confundit (“La esperanza no defrauda”). Bajo el lema “Peregrinos de Esperanza”, se invita a todos los fieles del mundo a vivir un tiempo privilegiado de conversión, penitencia y renovación espiritual. El Jubileo comenzó el 24 de diciembre de 2024 con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, y concluirá el 6 de enero de 2026.

Siguiendo las indicaciones de la Bula y del Decreto de la Penitenciaría Apostólica de 13 de mayo de 2024, el Santo Padre ha dispuesto que el Jubileo sea celebrado también en todas las Iglesias particulares, permitiendo que todos los fieles puedan beneficiarse de las gracias jubilares en su propia diócesis.

Atendiendo a este Decreto y tomando en cuenta la facultad dada al Obispo diocesano, el Arzobispo de Santiago de Compostela, Mons. Francisco José Prieto Fernández, ha decretado lo siguiente para la Archidiócesis:

 

1. Apertura del Jubileo en la Diócesis:

La apertura solemne será el 29 de diciembre de 2024, festividad de la Sagrada Familia, comenzando a las 16:30 en la iglesia conventual de San Francisco con la “estación” y continuando con una peregrinación a la Catedral de Santiago, donde se celebrará la Eucaristía.

 

2. Templos jubilares en la Diócesis:

  • La Catedral de Santiago.
  • Un templo en cada arciprestazgo durante su “semana jubilar”.
  • Los santuarios marianos: Ntra. Señora de la Barca (Muxía), Ntra. Señora de los Milagros de Amil (Moraña), y Ntra. Señora de Pastoriza (Arteixo).

 

3. Indulgencia plenaria: Los fieles que cumplan con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Papa) podrán obtener la indulgencia plenaria, una vez al día, de varias maneras tal y como se recoge en este Decreto.

 

4. Iniciativas Jubilares Diocesanas:

  • Semanas Jubilares: Los arciprestazgos promoverán “semanas jubilares” con peregrinaciones a templos designados, celebraciones eucarísticas, liturgias penitenciales e iniciativas caritativas y culturales, enfocadas en las obras de misericordia.
  • Sacramento de la Reconciliación: Los sacerdotes facilitarán la experiencia del sacramento de la Reconciliación, poniéndose a disposición de los fieles.
  • Catequesis y Cultura: Se promoverán catequesis sobre el significado del Jubileo e iniciativas culturales que iluminen aspectos del Año Santo.
  • Instrumentos de Esperanza: Parroquias, comunidades religiosas y laicos se convertirán en instrumentos de esperanza a través de obras de caridad y solidaridad, especialmente a favor de los más desfavorecidos.
  • Peregrinación a Roma: La archidiócesis realizará una peregrinación a Roma del 24 al 29 de agosto, cruzando la Puerta Santa de las Basílicas papales.
  • Calendario Temático: Se alienta a participar en eventos como el Jubileo de los Jóvenes, el Jubileo de los Catequistas y el Jubileo de las Familias.

 

5. Clausura del Jubileo en la Diócesis:

De acuerdo con lo establecido por el Papa Francisco, el Año Jubilar concluirá en las Iglesias particulares el domingo 28 de diciembre de 2025, con una solemne celebración eucarística en la Iglesia Catedral, en acción de gracias por todo lo recibido durante este año especial de oración y conversión.

 

Decreto sobre las disposiciones diocesanas para el Jubileo 2025 “Peregrinos de la Esperanza” (PDF)

 

 

Fuente: archicompostela.org

 

 

Jornada de la Sagrada Familia en Cambados

El próximo domingo 29 de diciembre se celebrará la Jornada de la Sagrada Familia, «Familia, fuente de esperanza»  con una Eucaristía en la parroquia de Santa Mariña, en la localidad pontevedresa de Cambados, organizada por la delegación de Pastoral Familiar de nuestra archidiócesis.

La misa será presidida por el arzobispo de Santiago, mons. Francisco José Prieto Fernández y comenzará a las 12.30 h. Como es tradicional, renovarán sus promesas matrimonios que hayan celebrado este año sus bodas de oro o plata. También se reconocerá el compromiso eclesial de los laicos que a lo largo de muchos años han sido colaboradores fieles en el servicio a sus hermanos en el ámbito de sus respectivas parroquias. Se trata de celebrar el gozo de la entrega y la fidelidad en la construcción del Reino de Dios.

Desde la delegación de Familia y Vida nos invitan a todos los bautizados de la Archidiócesis de Santiago a acompañar al arzobispo en esta Eucaristía solemne.

 

 

Bo Nadal 2024 !!!!

Nuestro arzobispo D. Francisco nos felicita la Navidad

En un mensaje navideño dirigido a todos los diocesanos, nuestro Arzobispo de Santiago, Mons. Francisco José Prieto Fernández, nos invita a vivir y hacer resonar la esperanza en nuestros hogares, en nuestras parroquias, en nuestra comunidad diocesana.

«Que resuene la esperanza en esta sociedad, en esta humanidad que la necesita»

 

Y de una manera significativa graba este mensaje desde el Pórtico de la Gloria en la Catedral de Santiago, renombrándolo, con permiso del maestro Mateo, como Pórtico de la Esperanza, la esperanza en la historia de la Salvación, la esperanza en Cristo el Señor.

«Os deseo de corazón a todos que la celebración de la Navidad en familia, en parroquia, sea la celebración de Aquel que viene, de Aquel que el Padre nos da una vez más, como la Palabra que ilumina el corazón del hombre, como la Esperanza que no declina, como el Amor que siempre nos vincula y nos compromete en una fraternidad que tenemos que construir entre todos»

 

Nuestro arzobispo, D. Francisco, también nos pide que, en estos días de Navidad,  hagamos un hueco en nuestra mesa para Cristo, que se hace presente en el prójimo, al que tenemos que extender nuestra mano para seguir acompañando con esperanza en el camino de la vida, sobre todo a los más vulnerables, a los mayores, jóvenes, niños..

«A todos vos desexo de corazón un Bo Nadal… Que as mesas do noso Nadal sexan mesas de fraternidade bendecidas polo Señor».

 

 

 

 

Celebraciones de Navidad en la Catedral

Martes 24 de diciembre: MISA DE MEDIANOCHE o del GALLO.

A medianoche. Misa Estacional. Preside el Excmo. Sr. Arzobispo, Don Francisco Prieto. Capilla Musical.

Miércoles 25 de diciembre: NATIVIDAD DEL SEÑOR

11:40 h. Procesión solemne, chirimías y Botafumeiro. A continuación, Misa Estacional. Preside el Excmo. Sr. Arzobispo, Don Francisco Prieto. Capilla Musical.

Domingo 29 de diciembre: Solemne Apertura del AÑO JUBILAR ROMANO

16:30 h. Procesión desde San Francisco. 17:00 h Misa Solemne en la Catedral. Preside el Excmo. Sr. Arzobispo, Don Francisco Prieto. Coro Cardenal Quiroga.

Lunes 30 de diciembre: FIESTA DE LA TRASLACIÓN DEL APÓSTOL SANTIAGO.

11:40 h. Procesión solemne, chirimías y Botafumeiro. A continuación, Misa Estacional con Ofrenda Nacional al Apóstol Santiago el Mayor. Preside el Excmo. Sr. Arzobispo, Don Francisco Prieto. Capilla Musical.

Miércoles 1 de enero: SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS. JORNADA MUNDIAL POR LA PAZ.

12:00 h. Misa Estacional. Preside el Excmo. Sr. Arzobispo, Don Francisco Prieto.

Lunes 6 de enero: SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR.

11:40 h. Procesión solemne, chirimías y Botafumeiro. A continuación, Misa Estacional. Preside el Excmo. Sr. Arzobispo, Don Francisco Prieto. Acompañamiento musical por parte de la Escolanía.

Domingo 12 de enero: FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR.

12:00 h. Misa Estacional. Preside el Excmo. Sr. Arzobispo, Don Francisco Prieto.

 

***Aviso: los días 25 de diciembre y 1 de enero se suprime la misa de las 7:30 h. a.m. La Catedral abre a las 9:00 h.

Apertura del Año Jubilar 2025 | Carta Pastoral de nuestro arzobispo mons. Francisco Prieto

Nuestro arzobispo de Santiago de Compostela, d. Francisco, nos ha escrito una Carta Pastoral a todos los diocesanos con motivo de la próxima apertura del Año Jubilar 2025, en la que nos llama a vivir este tiempo de gracia con un espíritu de esperanza.

Por este motivo y, en comunión con el papa Francisco, el arzobispo invita a todos los fieles a participar en la celebración de la Eucaristía que tendrá lugar el domingo 29 de diciembre como apertura solemne del Año Jubilar en la Iglesia diocesana de Santiago de Compostela. Los ritos iniciales se celebrarán a las 16:30 en la iglesia de San Francisco y continuará con la procesión hasta la Catedral.

Mons. Prieto recuerda que este Jubileo, que coincide con la Navidad, es un tiempo propicio para «dejarnos iluminar por la gracia y misericordia» del Señor.

 

CARTA PASTORAL del ARZOBISPO D. FRANCISCO | APERTURA AÑO JUBILAR 2025

 

Fuente: archicompostela.org

«Una Iglesia sinodal, una misión renovada» | Carta Pastoral de nuestro arzobispo D. Francisco para este Adviento 2024.

Ya ha empezado el adviento y nuestro arzobispo, don Francisco, nos ha escrito a todos los diocesanos una carta pastoral titulada: “Una Iglesia sinodal, una misión renovada. Adviento 2024“, donde nos llama a una «misión renovada» en la Iglesia, basada en la sinodalidad y la evangelización.

El arzobispo destaca el papel esencial que tiene el Espíritu Santo en este proceso de renovación, señalando que «el Espíritu Santo infundido por el Padre» impulsará a la Iglesia en el camino de la conversión pastoral y misionera. Un proceso que implica una «profunda transformación de las mentalidades, actitudes y estructuras eclesiales».

La carta pastoral enfatiza la necesidad de abrazar la sinodalidad, un camino que busca hacer a la Iglesia «más participativa y misionera» . Nuestro arzobispo nos invita a dejar atrás «la cómoda actitud del espectador escéptico» y las excusas del «siempre se ha hecho así» para avanzar hacia una Iglesia donde todos nos sentamos corresponsables de la misión evangelizadora.

Para el Arzobispo, la misión renovada debe estar «en y desde Cristo». Nos propone tres «leyes» para guiar esta misión: La «ley de la expropiación»: Dejar de hablar en nombre propio y hacerlo en nombre de Cristo y la Iglesia. La «ley de la semilla de mostaza»: Transcender la consciencia de pertenecer a Cristo y a su Cuerpo (la Iglesia). Y la «ley del germen de trigo»: Reconocer que no se ven los resultados inmediatos, y recordando siempre que la ley de los grandes números no es la ley del Evangelio.

En esta carta pastoral, don Francisco también subraya la importancia del encuentro personal con Cristo como base de la misión, citando al Papa Benedicto XVI, quien recordaba que la fe no se puede quedar en un bonito propósito. y añade: «Sólo evangeliza quien se ha dejado evangelizar. No se puede transmitir lo que no se cree y lo que no se vive».

El Arzobispo continúa haciéndonos una llamada a la unidad y a la acción. Reconoce que el camino sinodal requiere una profunda comunión entre los hijos e hijas de Dios, y nos pide «aunar criterios, puntos de vista y acciones en la evangelización» para responder a la fragmentación.

Mons. Francisco Prieto concluye su carta pastoral con un mensaje de esperanza. Afirma que la Iglesia en Santiago de Compostela ha de ser un «oasis de esperanza» donde la vida nueva del Evangelio sea accesible a todos. Nos anima a no sucumbir al pesimismo y a «acoger con responsabilidad la verdadera renovación que nos lleva, como Iglesia, al corazón del Evangelio para convertirnos en evangelizadores con Espíritu».

 


Texto íntegro:

 

Os infundiré un espíritu nuevo (Ez 36,26)

Una Iglesia sinodal, una misión renovada

Adviento 2024

 

A todos los fieles de la Iglesia que peregrina en Santiago de Compostela

Como el pueblo de Israel en el exilio recibía una palabra de aliento, el tiempo de Adviento se nos da como un tiempo de gracia que alienta una renovada esperanza: las promesas de Dios a su pueblo no pueden fallar. El profeta Ezequiel (s. VI aC) llama a la conversión y a la esperanza: Dios en persona apacentará a su pueblo, tanto el que vive en el destierro babilónico como el que permaneció en Judá, y le ofrecerá una alianza nueva y definitiva (cf. Ez 34). En los tiempos nuevos y esperados el pueblo de Dios recibirá del Señor un corazón nuevo y un espíritu nuevo: el corazón del pueblo, el corazón de cada uno de nosotros – “lo que me distingue, me configura en mi identidad espiritual y me pone en comunión con las demás personas”[1] – será renovado por el Señor para palpitar conforme a su voluntad de vida y libertad (corazón de carne) frente a las pétreas actitudes que nos paralizan en lamentos y quejas (corazón de piedra) (cf. Ez 36,26b). Un espíritu nuevo, el espíritu de Dios que será infundido a todo el pueblo, no como mera moda o novedad, sino como don que viene de lo alto, anticipo de la filiación y fraternidad realizadas en Cristo: “Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!»” (Gal 4,6; cf. Rom 8,26; DN 76).

El Espíritu infundido por el Señor “nos impulsa a avanzar juntos en el camino de la conversión pastoral y misionera, que implica una profunda transformación de las mentalidades, actitudes y estructuras eclesiales”[2]. ¿Cómo superar nuestras resistencias, personales y comunitarias al cambio, asumiendo la lógica del Evangelio y dejando de lado las rutinas que nos impiden responder con creatividad y valentía a los desafíos actuales? El Espíritu nos dispone a una permanente conversión del corazón para hacer de todos nosotros piedras vivas de un edificio espiritual (cf. 1 Pe 2,5; LG 6): la Iglesia que se edifica “como un hogar acogedor, como un sacramento de encuentro y salvación, una escuela de comunión para todos los hijos e hijas de Dios” (DF Sínodo Sinodalidad 115).

Con la efusión del Espíritu comienza la nueva creación y nace un pueblo de discípulos misioneros (cf. Jn 20,21-22): “En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar. El Pueblo de Dios es santo por esta unción que lo hace infalible in credendo. Esto significa que cuando cree no se equivoca, aunque no encuentre palabras para explicar su fe. El Espíritu lo guía en la verdad y lo conduce a la salvación” (EG 119). Y aunque decimos en primera persona, creo, esto sólo es posible porque se forma parte de una gran comunión, porque también se dice creemos (cf. Lumen Fidei 39). Ahí reside ese instinto de fe (sensus fidei), en la totalidad de los fieles, de todo el pueblo de Dios, no en mi “yo” solitario que afirmar creer, sino el nosotros creemos pronunciado sinfónicamente por cada uno al decir creo: “En virtud del Bautismo «el pueblo santo de Dios participa de la función profética de Cristo, dando testimonio vivo de Él sobre todo con una vida de fe y de caridad» (LG 12). Gracias a la unción del Espíritu Santo recibida en el Bautismo (cf. 1 Jn 2,20.27), todos los creyentes poseen un instinto para la verdad del Evangelio, llamado sensus fidei” (DF Sínodo Sinodalidad 22).

  • Una misión sinodal

Cada miembro del pueblo de Dios nos convertimos en discípulos misioneros (cf. EG 120). Todos somos llamados a ofrecer a los demás el testimonio explícito del amor salvífico del Señor, a pesar de nuestras imperfecciones y limitaciones, y, por ello, no podemos olvidar que también todos estamos llamados a crecer como evangelizadores, lo que implica un compromiso por formarnos y profundizar nuestro amor al Señor y nuestro testimonio del Evangelio (cf. EG 121): “La misión es un estímulo constante para no quedarse en la mediocridad y para seguir creciendo. El testimonio de fe que todo cristiano está llamado a ofrecer implica decir como san Pablo: «No es que lo tenga ya conseguido o que ya sea perfecto, sino que continúo mi carrera […] y me lanzo a lo que está por delante» (Flp 3,12-13)” (EG 121).

En el plural sinfónico con el profesamos, celebramos y vivimos la fe, somos convocados a ser una comunidad diocesana que acoge la sinodalidad como “un camino de renovación espiritual y de reforma estructural para hacer a la Iglesia más participativa y misionera, es decir, para hacerla más capaz de caminar con cada hombre y mujer irradiando la luz de Cristo” (DF Sínodo Sinodalidad 24). Recientemente hemos constituido y renovado los diversos organismos de sinodalidad y comunión en nuestra diócesis: Consejo Presbiteral, Consejo de Asuntos Económicos, Consejo Pastoral Diocesano y Colegio de Arciprestes y Vicearciprestes. Su constitución es, ante todo, una llamada, más que un mero proceso normativo, a vivir de modo efectivo y comprometido la corresponsabilidad eclesial: las estructuras sirven si canalizan y sostienen procesos de conversión personal y pastoral; las rutas y programas de acción pastoral no pueden quedarse en la retórica de los buenos propósitos o en la cómoda actitud del espectador escéptico. Una vez más, debemos dejar atrás la rémora del “siempre se ha hecho así” o del “habriqueísmo”, excusas y lastre de la vida pastoral.

Todo se refiere a la única misión que Cristo ha encomendado a la Iglesia: anunciar el Evangelio a todas las naciones (cf. Mt 28,19-20; Mc 16,15-16). Evangelizar es “la misión esencial de la Iglesia […] es la gracia y la vocación propia de la Iglesia, su identidad profunda” (EN 14). Por eso, “sinodalidad y misión están íntimamente ligadas: la misión ilumina la sinodalidad y la sinodalidad impulsa a la misión” (DF Sínodo Sinodalidad 32). Caminar juntos y en misión como Iglesia diocesana requiere docilidad a la acción del Espíritu y escucha de la Palabra de Dios, contemplación, silencio y conversión del corazón. Así sabremos acoger con gratitud y humildad la variedad de dones y tareas distribuidos por el Espíritu Santo para el servicio del único Señor (cf. 1 Co 12,4-5) en esta Iglesia de Santiago. Sin ambiciones ni envidias, ni deseos de dominio o control, sin afán de señalar ni generar espacios excluyentes, cultivando, ante todo, los mismos sentimientos de Cristo Jesús, que “se despojó de sí mismo asumiendo la condición de siervo” (Flp 2,7). La fecundidad que obra el Espíritu se percibe cuando la vida de la Iglesia está marcada por la unidad y la armonía en la pluriformidad (DF Sínodo Sinodalidad 43). Una de las expresiones más genuinas de la comunión es la aceptación sincera de la diversidad de carismas y realidades que vertebran la vida de nuestras parroquias y comunidades diocesanas. Precisamos adquirir una espiritualidad de la comunión… “rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias. No nos hagamos ilusiones: sin este camino espiritual, de poco servirían los instrumentos externos de la comunión. Se convertirían en medios sin alma, máscaras de comunión más que sus modos de expresión y crecimiento”[3].

  • Una misión renovada en y desde Cristo

Inspirados por el Evangelio, os quisiera proponer a modo de hoja de ruta, tres “leyes evangelizadoras” que nos pueden ayudar a caminar por las sendas de una misión renovada. La primera sería la “ley de la expropiación”, es decir, no hablar en nombre propio sino en nombre de Cristo y de la Iglesia, manteniéndonos firme en el hecho de que “evangelizar no es simplemente una forma de hablar, sino una forma de vivir”: a saber, la clara consciencia de pertenecer a Cristo y a su Cuerpo (la Iglesia) que transciende el propio yo; la segunda es la “ley de la semilla de mostaza”, es decir, la valentía de evangelizar con paciencia y perseverancia, sin pretender obtener resultados inmediatos, y recordando siempre que la ley de los grandes números no es la ley del Evangelio. Y finalmente la “ley del germen de trigo”, es decir, saber que para dar la vida debemos morir a nosotros mismos, debemos aceptar la lógica de la cruz.

Sólo podremos acoger con espíritu nuevo estas actitudes evangelizadoras si reconocemos que el Espíritu es el verdadero protagonista de toda evangelización, porque es el Espíritu quien hace viva la memoria de Jesús, el Evangelio encarnado del Padre; es el que nos lleva a la verdad completa, el que suscita en nosotros –como un gran don- la fe; es el Espíritu quien convierte, quien ora, quien crea comunión: “El Espíritu Santo, por quien la voz del Evangelio resuena viva en la Iglesia, y por ella en el mundo, va induciendo a los creyentes en la verdad entera, y hace que la palabra de Cristo habite en ellos abundantemente (cf. Col 3,16)” (DV 8).

La evangelización solo es posible en la fuerza de lo alto, en la fuerza del Espíritu Santo (cf. Lc 24,27-29; Hch 1,8). El Espíritu Santo guía la misión. Él es el que una y otra vez abre nuevas puertas (cf. Hch 16,6-8; 2 Cor 2,12). Solo si la Iglesia en Santiago está colmada del Espíritu Santo será capaz de ser misionera y evangelizadora.

Redescubrir la alegría y la belleza de creer y encontrar un nuevo entusiasmo en la comunicación de la fe, como nos recordaba el papa Benedicto XVI, se puede quedar en un bonito propósito si cada creyente no acogemos en nosotros la vida nueva que el Padre nos da en Cristo por el Espíritu, o sea, la santidad, la vida nueva de cada cristiano[4]. Sólo evangeliza quien se ha dejado evangelizar. No se puede transmitir lo que no se cree y lo que no se vive. Es necesario que una misión renovada esté acreditada por la propia conducta de vida, por la credibilidad personal y comunitaria de una vida modelada por el Evangelio: “creí, por eso hablé” (2 Cor 4,13).

Pongámonos como Iglesia diocesana a la escucha de Jesús, pongamos al Señor en el centro, que nos invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4,14). Entonces ni la sal de la vida cristiana se volverá sosa ni la luz de Cristo en el creyente se apagará (cf Mt 5,13-16). Por ello, es preciso redescubrir el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios y con el Pan de la Vida (cf. Porta fidei 3) para seguir nutriendo la experiencia de un amor, el de Dios, que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y de gozo, y que nos abre el corazón y la mente para acoger la invitación del Señor a aceptar su Palabra para ser sus discípulos (cf. Porta fidei 7).

La experiencia de Jesucristo ha de ser vivida en la comunidad de la fe, en la que hemos de superar la tentación de creer sin pertenecer, porque un cristiano solo y solitario no es cristiano. Hay que ser cristianos concretos: no se puede perdurar en el aislamiento y en la distancia con los demás creyentes. Y la Iglesia, en sus diversas comunidades, es el espacio ofrecido por Cristo para este encuentro. De aquí deriva la necesidad de que estas comunidades eclesiales sean acogedoras, espacios en donde todos se encuentren “como en casa”. Como nos recuerda el papa Francisco, “no se debería pensar en esta misión de comunicar a Cristo como si fuera solamente algo entre él y yo. Se vive en comunión con la propia comunidad y con la Iglesia. Si nos alejamos de la comunidad, también nos iremos alejando de Jesús. Si la olvidamos y no nos preocupamos por ella, nuestra amistad con Jesús se irá enfriando” (DN 212).

  • La diakonía, lenguaje de una misión renovada

La misión de Jesús debería transparentarse en la nuestra. Y la misión de Jesús era, sobre todo, diaconía de amor hacia los más necesitados: “he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). La diaconía de la fe (beber y ofrecer el agua viva; cf. la samaritana: Jn 4,5-42) debe ser de aquella “fe que actúa en la caridad” (Gal 5,6) (acoger y curar al herido; cf. el samaritano: Lc 10,25-37). Por eso, los apelativos samaritano (diaconía de la caridad) y samaritana (diaconía de la fe) se han convertido, por muchas razones y por lo que implican, para la Iglesia y para cada cristiano, en los sustantivos imprescindibles de nuestra identidad y misión.

La diaconía es el lenguaje que, más que con palabras, se expresa, desde la gratuidad, en las obras de fraternidad, de cercanía y de ayuda a las personas en sus necesidades espirituales y materiales. Una diaconía que nos pide alzar la voz sin miedo en defensa de quienes están sufriendo, hoy, muy graves injusticias, víctimas de las guerras, de la trata, de la violencia, de la falta de un trabajo digno y seguro. No perdamos una mirada y sensibilidad evangélicas ante la necesaria acogida e integración de las personas migradas: es inaceptable utilizar a los migrantes o refugiados como arma política, cuando ya acumulan el dolor por el desarraigo y el abuso de las mafias. Han de ser acogidos desde la legalidad y en fraternidad. En nuestras palabras y gestos debe oírse aquella pregunta de Jesús al ciego Bartimeo: “¿Qué quieres que haga por ti?” (Mc 10, 51). El prójimo siempre tiene rostro concreto y allí el Señor nos espera: los damnificados por la reciente DANA que asoló tantos pueblos y tantas vidas; la dificultad en el acceso a la vivienda de jóvenes y familias; la lacra del paro juvenil o de las adicciones que tanto esclavizan la libertad y la dignidad de las personas.

Precisamos una esperanza encarnada y comprometida que nos permita recuperar una vida en la que vivir sea más que sobrevivir[5].

  • Una misión compartida

Para proclamar con fecundidad el Evangelio se requiere una profunda comunión entre los hijos e hijas de Dios en la Iglesia local. Ese es el signo distintivo que hace creíble y eficaz el anuncio: “Os doy un mandamiento nuevo; que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn 13,34-35).

Es necesario aunar criterios, puntos de vistas y acciones en la evangelización para responder así a los desafíos que hemos de afrontar y para evitar el riesgo de la dispersión y de la fragmentación. Pidamos como don y asumamos como compromiso un clima de comunión que permita ver con un espíritu diferente los desafíos del presente. Se trata de generar unidad, no uniformidad.

Una sinfonía de actitudes y compromisos, basados en la “cercanía, apertura al diálogo, paciencia, y una acogida cordial que no condena” (EG 165) y atentos al otro, reconocido como prójimo, para que no se imponga la verdad y se apele a la libertad (EG 165). Actuar con humildad y respeto cuando evangelizamos, transmitiendo un “anuncio que se comparte con una actitud humilde y testimonial de quien siempre sabe aprender, con la conciencia de que ese mensaje es tan rico y tan profundo que siempre nos supera” (EG 128). Se trata de aprender de la situación vital del interlocutor y aprender de la eficacia y grandeza del mismo mensaje del cual uno es humilde portador. Mostremos, desde una comunicación alegre y vital, con unas notas de alegría, estímulo, vitalidad (cf. EG 165), que somos capaces de reconocer en la vida diocesana una pluralidad de formas y de creatividades: “No hay que pensar que el anuncio evangélico deba transmitirse siempre con determinadas fórmulas aprendidas, o con palabras precisas que expresen un contenido absolutamente invariable. Se transmite de formas tan diversas que sería imposible describirlas o catalogarlas, donde el Pueblo de Dios, con sus innumerables gestos y signos, es sujeto colectivo” (EG 129).

Reconocer la necesidad de un cambio de perspectiva, de una verdadera conversión, obra del Espíritu que nos unge: estar a la escucha. Porque más que analizar el hombre y la sociedad, escuchemos lo que nos quiere decir el hombre de hoy: qué vive, qué espera, que piensa de Dios, de la fe, de la Iglesia, de sí mismo… Así evitaremos estar los mismos con los mismos. Es un cambio de mentalidad, de visión, de percepción de la realidad, que implica posteriormente una nueva forma de comportarse y ser en nuestras comunidades eclesiales y en la sociedad: “De la escucha profunda de las necesidades y de la fe de las personas con las que se encontraba [Jesús], brotaban palabras y gestos que renovaban sus vidas, abriendo el camino a relaciones restauradas. Jesús es el Mesías que «hace oír a los sordos y hablar a los mudos» (Mc 7,37). Nos pide a nosotros, sus discípulos, que nos comportemos de la misma manera y nos da, con la gracia del Espíritu Santo, la capacidad de hacerlo, modelando nuestro corazón según el suyo: sólo «el corazón hace posible cualquier vínculo auténtico, porque una relación que no se construye con el corazón es incapaz de superar la fragmentación del individualismo» (DN 17). Cuando escuchamos a nuestros hermanos, participamos de la actitud en la que Dios, en Jesucristo, sale al encuentro de cada uno” (DF Sínodo Sinodalidad 51).

 

Conclusión

En este tiempo apasionante, la Iglesia en Santiago de Compostela ha de ser un oasis de esperanza donde los cántaros secos de tantos hombres y mujeres sean colmados con el agua de la vida nueva del Evangelio y con la misericordia entrañable de Dios (cf. EG 81). ¡¡Es tiempo de pasión y audacia!! Hay que multiplicar y hacer accesibles a los seres humanos de hoy los pozos en los cuales sean invitados a saciar su sed, a experimentar un oasis en los desiertos de la vida, a encontrarse con Jesús.

Cuando fiamos todo a nuestras fuerzas y posibilidades solemos sucumbir al pesimismo y damos el empeño por perdido. ¿Cómo romper esta inercia? Todo lo que os comparto solo es posible a nivel personal, eclesial y pastoral si lo aceptamos, al mismo tiempo, como don y tarea. Porque sólo de Dios viene la vida nueva, la verdadera renovación que nos lleva, como Iglesia, al corazón del Evangelio para convertirnos en evangelizadores con Espíritu (cf. EG 262). Tenemos la responsabilidad de acoger ese don y hacerlo acontecimiento personal y comunitario para no convertir la vida pastoral en obligaciones simplemente soportadas.

Somos conscientes de que “llevamos un tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros” (2 Cor 4, 7). Y por eso, nunca debemos sentirnos aplastados, desesperados y abandonados (cf. 2 Cor 4,8). Debemos avivar la confianza en la misteriosa fecundidad del Espíritu que “viene en ayuda de nuestra debilidad” (Rm 8,26). No se resume todo en resultados y estadísticas. Como discípulos misioneros nuestra tarea es sembrar: la acción fecunda del Espíritu hará que no se pierda ningún trabajo, ningún esfuerzo, ninguna preocupación sincera y ninguna entrega generosa. Cada uno de los dones y carismas, las diferentes vocaciones eclesiales son expresiones diversas de la única llamada bautismal a la santidad y a la misión. Tienen su origen en la libertad del Espíritu Santo, y no son propiedad exclusiva de quienes los reciben y ejercen, ni pueden ser motivo de reivindicación para sí mismos o para un grupo.

El próximo Jubileo Romano de 2025 nos convoca a caminar en la esperanza en Cristo que no declina y que nos sostiene para seguir recorriendo los senderos de nuestras parroquias y fieles, de nuestras familias y comunidades, de los hombres y mujeres de estas tierras con los que la Iglesia en Santiago quiere compartir vida y plenitud evangélicas, el deseo y compromiso por una justicia y dignidad que edifiquen una sólida paz. Aguardo que podamos hacer juntos, en comunión, este camino que el Señor nos invita a recorrer. Ungidos por el Espíritu Santo, cuya presencia alentadora se sigue irradiando en los creyentes de esta Iglesia diocesana, abramos camino a la Esperanza que, de nuevo, se acerca a nosotros en este tiempo de Adviento[6]. María, Madre de la Esperanza, nos acompaña y ora con nosotros en esta gozosa espera.

 

Francisco José Prieto Fernández
Arzobispo de Santiago de Compostela

1 de diciembre de 2024
I Domingo de Adviento

 

[1] Francisco, Carta encíclica «Dilexit nos». Sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo (=DN) (Roma, 24 de octubre de 2024) 14.

[2] XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Segunda sesión (2-27 octubre 2024), Por una Iglesia Sinodal: comunión, participación, misión. Documento final (DF Sínodo Sinodalidad) (26 octubre 2024), 14.

[3] Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte (Roma, 6 de enero de 2001) 43.

[4] Cf. Benedicto XVI, Porta fideiCarta apostólica en forma de “motu proprio” con la que se convoca el Año de la fe (Roma, 11 de octubre de 2011) 7.

[5] Cf. Byung-Chul Han, El espíritu de la esperanza (Barcelona 2024).

[6] Francisco, Spes non confundit. Bula convocatoria del Jubileo ordinario del año 2025 (Roma, 9 de mayo de 2024) 3.

 

CARTA PASTORAL del ARZOBISPO D. FRANCISCO para el ADVIENTO 2024 (en PDF)
CARTA PASTORAL do ARCEBISPO D. FRANCISCO para o ADVENTO 2024 (galego, en PDF)

 

Fuente: archicompostela.org

 

Delegación de Pastoral Familiar | Calendario de Adviento 2024

Desde la Delegación de Pastoral Familiar comparten este Calendario de Adviento! Está diseñado para que, durante cada día del Adviento, se pueda realizar una acción especial que ayude a los niños a prepararse para la llegada de Jesús. Estas actividades son pequeñas pero significativas, y están pensadas para vivir este tiempo con alegría, amor y compromiso cristiano en familia.

Cada día, ha de buscarse la actividad correspondiente en el calendario y realizarla con entusiasmo. Algunos días invitarán a rezar, otros a compartir con sus seres queridos, y otros los animarán a hacer gestos de generosidad con quienes les rodean. Lo importante es que vivan cada acción como un regalo que los acerca a Dios y a los demás.

Invitan a compartir este calendario con todos, recordando que el Adviento es un tiempo para fortalecer la fe, la esperanza y la unidad en el hogar.

¡Preparémonos con alegría y corazón abierto para recibir a Jesús en esta Navidad!