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Mensaje de Cuaresma del Arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Francisco Prieto

Nuestro arzobispo D. Francisco nos invita a que comencemos este camino de CUARESMA como un camino de encuentro con el Señor a través de la oración. Solo con esa oración y en ese encuentro seremos capaces de reconocer al Señor en el hermano.

 

«La CUARESMA es un tiempo de gracia es también un tiempo de esperanza porque el horizonte es la PASCUA, es Cristo resucitado que es la vida que permanece para siempre»

 

 

 

Fuente: archicompostela.es

Carta Pastoral de nuestro arzobispo D. Francisco en la Jornada Nacional de Manos Unidas

Jornada Nacional de Manos Unidas
LXV Campaña contra el hambre
11 de febrero de 2024
“El efecto ser humano”

 

Recientemente nos recordaba el papa Francisco, en su exhortación apostólica Laudate Deum (Roma 2023), que “por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes”, y “ya no se puede dudar del origen humano —“antrópico”— del cambio climático” (nn. 5 y 11). En la Campaña contra el hambre de 2024, Manos Unidas, organización de la Iglesia en España para la cooperación al desarrollo, en su misión de trabajar por erradicar la pobreza, el hambre, la miseria y luchar por el respeto a los derechos humanos, nos recuerda que “hay una injusticia que encuentra su origen en el propio cambio climático, y exige una justa reparación para que millones de seres humanos puedan vivir dignamente”.

A pesar de los intentos de negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático son una evidencia, y “ya no se trata de una cuestión secundaria o ideológica, sino de un drama que nos daña a todos”, cuyos efectos los “sentiremos en los ámbitos de la salud, las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas, etc.” (Laudate Deum 2 y 3). En el cuidado de la casa común los creyentes tenemos una especial responsabilidad que brota de nuestra fe en el Dios Creador (Gen 1,31: “Dios vio todo lo que había hecho y era muy bueno”): no podemos olvidar que, como don de Dios, “la tierra nos precede y nos ha sido dada” para cuidarla, preservarla y protegerla, porque “la tierra es del Señor” (Sal 24,1), a Él pertenece “la tierra y cuanto hay en ella” (Dt 10,14). Por ello, frente al desaforado consumismo o la pretensión de un “merecido” beneficio económico sin límites, debemos interrogarnos: “en la propia conciencia, y ante el rostro de los hijos que pagarán el daño de sus acciones, aparece la pregunta por el sentido: ¿qué sentido tiene mi vida, qué sentido tiene mi paso por esta tierra, qué sentido tienen, en definitiva, mi trabajo y mi esfuerzo?” (Laudate Deum 33).

En la vida personal y familiar, en los diversos ámbitos sociales donde estamos presentes, en las comunidades y parroquias de nuestra Iglesia diocesana de Santiago, saliendo de la comodidad del pasivo espectador, acojamos la fuerte llamada que Manos Unidas nos hace a un compromiso serio con los “descartados climáticos” y a una implicación en la lucha contra el cambio climático que, para ser justa, debe centrarse en los más vulnerables.

Agradeciendo la disponibilidad y entrega de los voluntarios y colaboradores de Manos Unidas, os invito a una acción urgente, valiente y responsable con la justicia climática, como un camino de reconciliación con el mundo que nos alberga y las personas que lo habitan. En ellos está presente la huella de Dios y en ellos el Creador es alabado.

Un cordial saludo en el Señor de la Vida. Con mi bendición.

 

+ Francisco José Prieto Fernández
Arzobispo de Santiago de Compostela

 

 

Fuente: archicompostela.es

Carta Pastoral de Adviento de nuestro arzobispo Mons. Francisco Prieto

 

Caminemos a la luz del Señor (Is 2, 5)

Orientaciones para un camino de renovación pastoral

Adviento 2023

 

A todos los fieles de la Iglesia que peregrina en Santiago de Compostela

Con el Adviento llega el tiempo de la espera y la esperanza, de las búsquedas y los silencios. El tiempo de mirar alrededor y descubrir que Dios sigue viniendo por caminos insospechados a nuestras vidas. En un periodo de turbulencia para Israel y Judá, en el siglo VIII a.C., el profeta Isaías anuncia la esperanza de la paz definitiva, la nueva humanidad querida por Dios. Hoy, de nuevo, sus palabras nos invitan a emprender un camino que, alejado de las excusas de Nicodemo (cf. Jn 3,4) y del desánimo de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 17-24), hemos de recorrer, como Iglesia diocesana, a la luz del Señor.

Somos convocados a ser y vivir como Pueblo de Dios en camino, sin abstracciones, encarnados en los rostros y vidas de nuestros pueblos y ciudades, con sus gentes que los habitan con sus trabajos y esperanzas, con sus esfuerzos y heridas, labrando tierra y surcando el mar hacia un horizonte que, en ocasiones, aparece desdibujado, en el que hemos de alumbrar aquella luz de la fe suficiente para caminar, sembrar aquella esperanza que nos pone en pie y fortalecer aquella caridad que ni cansa ni se cansa. Todo ello solo tiene un nombre: un mismo Señor, un mismo Dios, un mismo y único Espíritu (cf. 1Cor 12, 5-6.11).

Señor, nosotros somos la arcilla y tú nuestro alfarero, todos somos obra de tu mano (Is 64, 7)

Sólo en Cristo que es el camino, hodos, (y también la verdad y la vida) podemos ser verdaderamente synodoi, compañeros de camino. Como dice san Ignacio de Antioquía, “somos compañeros de viaje en virtud de la dignidad bautismal y de la amistad con Cristo” (A los Efesios). Sólo desde Cristo y con Cristo seremos una Iglesia verdaderamente sinodal, sin impostaciones ni abusos retóricos de las expresiones: “Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha, con la conciencia de que escuchar «es más que oír». Es una escucha recíproca en la cual cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, colegio episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo, el «Espíritu de verdad» (Jn 14,17), para conocer lo que él «dice a las Iglesias» (Ap 2,7)”[1].

A los diez años de la publicación de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (=EG) del papa Francisco hagamos nuestras sus palabras: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad” (EG 24).

Cómo dejar atrás los refugios de las rutinas que nos acomodan o los fundamentalismos de cualquier signo que nos atrincheran y nos ciegan. El Sínodo Diocesano de 2016-2017 ha trazado un camino que debemos retomar sin dilación. No es momento de quejas, de resentimientos, de rendirse, sino de preguntarnos si estamos dispuestos a mirar el futuro en clave de Evangelio, evitando caer en el pesimismo estéril de los profetas de calamidades, incapaces de ver en las crisis y dificultades desafíos para crecer (EG 84). Se expresa en lamentos y “habriaqueísmos” que suelen ir unidos a la rutina y al conformismo que afianza una mera pastoral de mantenimiento (EG 96). Es la actitud de quien solo ve lo negativo, con un cierto complejo victimista, y su palabra es la queja permanente y la conciencia de derrota (EG 85). Quejas que generalmente se dirigen a los “otros” para justificar la propia indolencia y el quedarse en lo de “siempre se ha hecho así”. Por eso, es necesario “ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades. Una postulación de los fines sin una adecuada búsqueda comunitaria de los medios para alcanzarlos está condenada a convertirse en mera fantasía” (EG 33).

En el desierto preparadle un camino al Señor (Is 40, 3)

Es Adviento. Hay que abrir camino en el desierto de nuestro individualismo, en el de los miedos e inseguridades que nos paralizan. Hay que allanar los caminos que no conducen al encuentro de todos, a los de distinta cultura, raza o religión, amigos y enemigos. Hay que derrumbar todas las barreras, las montañas de “objeciones razonables” bajo las que hemos atrincherado nuestra vida.

¿Por qué no descubrir el tiempo presente de nuestra Iglesia diocesana como un nuevo kairós? La crisis actual, que abarca todas las dimensiones de la persona y la sociedad, no es sólo hundimiento o catástrofe; es también una situación de cambio y decisión. Toda crisis es un reto, una oportunidad que Dios nos ofrece para sacarle partido. En medio de la desertificación espiritual que vive nuestro mundo hemos de descubrir la alegría y el entusiasmo de creer y aprovechar el tiempo de desierto para redescubrir lo que es esencial. Evangelizar no es hacer proselitismo, ni tener mil argumentos para convencer, sino proponer, con optimismo y naturalidad, a Jesucristo como la razón de nuestra existencia. Esto requiere una fe viva que nos lleva a confiar más en Dios que en nuestras fuerzas y asumir nuestras debilidades y limitaciones.

Desde la realidad de nuestra Iglesia diocesana, con sus fortalezas y debilidades, debemos trazar un camino que vaya perfilando, sin dilaciones y con realismo, el horizonte de una nueva etapa pastoral: los procesos personales y comunitarios son lentos, y sólo tienen lugar si damos la primacía al Espíritu que nos mueve. Tenemos que avanzar por un camino de conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están (cf. EG 25). Un camino al que estamos convocados todos los bautizados, pues en todos “actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar” (EG 119): “Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos «discípulos» y «misioneros», sino que somos siempre «discípulos misioneros»” (EG 120). No podemos olvidar que “todos son corresponsables de la vida y de la misión de la comunidad y todos son llamados a obrar según la ley de la mutua solidaridad en el respeto de los específicos ministerios y carismas, en cuanto cada uno de ellos recibe su energía del único Señor (cfr. 1 Cor 15,45).”[2]

En nuestra extensa geografía diocesana, con 1070 parroquias, sumado a la edad y escasez de los sacerdotes, y de los agentes de pastoral en general, es necesario y urgente configurar una nueva distribución territorial y estructural de toda la pastoral diocesana que refleje una nueva relación entre los fieles y el territorio. El uso de denominaciones como unidades pastorales y zonas pastorales no son un mero cambio de nomenclatura en el que deba consistir la solución a los múltiples problemas y retos que debemos afrontar en nuestras parroquias y arciprestazgos.

En el centro de este inaplazable proceso de renovación está la exigencia de reavivar y establecer aquellas estructuras a través de las cuales se muestre y revitalice la común vocación bautismal de ser discípulos misioneros por parte de todos los que formamos esta comunidad diocesana: obispo, sacerdotes, laicos y vida consagrada. Es preciso que el Consejo Diocesano de Pastoral, el Consejo Presbiteral, el Colegio de Consultores, el Consejo de Asuntos Económicos sean organismos operativos al servicio de la vida sinodal en la diócesis; e igualmente en las parroquias y unidades de pastoral han de ponerse en marcha, allí donde no estén constituidos, los Consejos de Pastoral y de Asuntos Económicos, como expresión y cauce de la corresponsabilidad y la comunión eclesial[3].

Estamos ante un cambio de mentalidad que no será fácil de asumir, porque supone romper con esquemas e inercias aprendidas y cristalizadas. En primer lugar, nos exige a todos estar dispuestos a un trabajo en común, frente a la tentación de hacer de nuestras parroquias islas pastorales; en segundo lugar, nos pide estar dispuestos a entender la responsabilidad como corresponsabilidad, pasando del único liderazgo sacerdotal a un liderazgo compartido, generando equipos pastorales formados por sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos, que asuman el acompañamiento y animación pastoral de las comunidades en clave misionera. En tercer lugar, todos hemos de hacer el esfuerzo de comprender la nueva situación, no como el quedarnos sin el párroco que siempre tuvimos, sino como una apuesta por la proximidad en la que hemos de configurar cada comunidad como una familia de familias en la que toda acción pastoral (anuncio, celebración y caridad) se comparte, desde una sinodalidad vivida, en un discernimiento a la luz de la Palabra y en la institución de los ministerios laicales (lectorado, acolitado y catequista) al servicio de la vida y la misión de las comunidades cristianas, como fruto y expresión de la corresponsabilidad eclesial.

Somos realistas ante un cambio estructural de este calado, porque, evidentemente, no podemos pensar, ingenuamente, que con trazar en un mapa esta nueva configuración diocesana lo tenemos todo hecho. Un cambio estructural comienza con la conversión personal para que generemos, en actitudes y gestos, una nueva cultura eclesial y misionera en la que se patentice el porqué, la razón de ser Iglesia: evangelizar. La estructura pastoral diocesana no cambiará verdaderamente sólo sustituyendo unas realidades por otras sino nos preguntamos sinceramente por la motivación que nos anima. Seamos una comunidad diocesana convencida que “evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda” (EN 14), y que asume la “opción misionera” a la que nos invita el papa Francisco para transformar enteramente nuestra pastoral (cf. EG 27).

Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres (Is 61, 1)

En toda renovación eclesial, el primer anuncio o kerygma debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora. Como dice el papa Francisco, el kerigma es “el fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre… Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar” (EG 164). Es preciso insistir en la necesidad pastoral del primer anuncio con unas características determinadas: “que exprese el amor salvífico de Dios previo a la obligación moral y religiosa, que no imponga la verdad y que apele a la libertad, que posea unas notas de alegría, estímulo, vitalidad, y una integralidad armoniosa que no reduzca la predicación a unas pocas doctrinas a veces más filosóficas que evangélicas. Esto exige al evangelizador ciertas actitudes que ayudan a acoger mejor el anuncio: cercanía, apertura al diálogo, paciencia, acogida cordial que no condena” (EG 165).

Junto a la centralidad del primer anuncio, debe ir la necesidad de elaborar un nuevo Directorio diocesano de Pastoral de la Iniciación Cristiana. Hasta no hace mucho, la fe se podía dar por supuesta como algo natural porque estaba sencillamente presente como parte de la vida. Hoy resulta natural lo contrario. Esta nueva situación obliga a pasar de lo heredado a la propuesta. La Iniciación Cristiana es la expresión más significativa de la misión maternal de la Iglesia al engendrar a la vida a los hijos de Dios; contribuye a la renovación de nuestra Iglesia diocesana, en cuanto que los nuevos cristianos renacidos por la fe y la gracia de los sacramentos son el mejor principio para el crecimiento y rejuvenecimiento de las comunidades y parroquias. Ahora bien, esta misión maternal de la Iglesia se realiza con frecuencia con muchas limitaciones, provenientes en parte de la falta de vigor en el sentido eclesial, fraternal y misionero a la vez, de las propias comunidades cristianas, y también del ámbito de las familias, que acusan los efectos de la ruptura entre la fe y la vida, del debilitamiento del compromiso cristiano y de la práctica sacramental, y por la crisis de la dimensión vocacional de nuestra fe, que tiene como génesis el sacramento del bautismo y como horizonte la llamada a la santidad vivida en la vocación laical, sacerdotal y consagrada[4].

Desde esta situación, y con una adecuada dosis de realismo, sabemos que “la Iniciación Cristiana no se puede reducir a un simple proceso de enseñanza y de formación doctrinal, sino que ha de ser considerada una realidad que implica a toda la persona, la cual ha de asumir existencialmente su condición de hijo de Dios en el Hijo Jesucristo, abandonando su anterior modo de vivir, mientras realiza el aprendizaje de la vida cristiana y entra gozosamente en la comunión de la Iglesia, para ser en ella adorador del Padre y testigo del Dios vivo”. Para ello, es preciso “hacer del proceso de Iniciación Cristiana una verdadera introducción experiencial a la totalidad de la vida de fe creando espacios y propuestas concretas para el primer anuncio y para el replanteamiento de la iniciación cristiana en clave catecumenal”[5]. Una Iniciación Cristiana que ponga en acción el Evangelio y que precisa de una catequesis que conecte la acción misionera, que llama a la fe, con la acción pastoral, que la alimenta continuamente[6].

Con el nuevo Directorio se pretende ubicar debidamente la Iniciación Cristiana en el dinamismo evangelizador y comunitario de las parroquias, teniendo presente la pluralidad de situaciones. Por ello, hemos de hacer una opción por los itinerarios, que responderán a los diversos casos iniciáticos, y por los procesos, por los cuales los itinerarios se articulan y realizan de manera concreta. Los itinerarios harán referencia a los diversos caminos con los cuales se inicia a las personas según las situaciones concretas.

Caminemos en nuestra Iglesia diocesana a la luz del Señor (Is 2,5)  para ser una escuela de comunión en la que aprendamos a acoger la diversidad como un don de Dios (NMI 43), y así anunciar, celebrar y vivir la fe corresponsablemente; una Iglesia en la comunión sea fuente de alegría que nos permita testimoniar lo que creemos y celebramos: el amor entrañable y misericordioso de Dios; una Iglesia en la que la comunión vivida nos debe llevar a superar los individualismos y el pesimismo para asumir con gozo los criterios diocesanos en la vida pastoral, apostar por el trabajo en común, sin que ello anule la singularidad de cada comunidad y de cada fiel cristiano.

Superemos rutinas que paralizan y discursos que desgastan los ánimos y cierran los oídos del corazón. Son tiempos de oportunidad y de compromiso, de ponerse manos a la obra. Es el momento de aprender la gramática de la simplicidad, y no instalarnos en el reino de la retórica (EG 232), de acoger el ritmo de la espera, acompañar a los desesperados, de recuperar las entrañas de misericordia, ir a buscar el huésped.

El camino por el que debemos salir y seguir: llevar a todos la vida nueva de Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador. Para que esto suceda, alejados de una pura cosmética, Jesús ha de ser el centro vital y real de la comunidad eclesial, de los evangelizadores, como diría san Pablo, “hasta que Cristo se forme en vosotros” (Gal 4, 19). No se trata de identificarnos con una causa, sino dejarnos seducir por su persona, establecer con él una relación personal y comunitaria de mayor calidad, de más verdad y más fidelidad, para que resplandezca “la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado” (EG 36).

Porque queremos que Dios sea el primero y el centro de nuestra vida os invito a vivir el próximo 2024 como el Año de la Oración que el papa Francisco ha convocado como preparación del Jubileo Romano 2025. Necesitamos recuperar el deseo de estar con el Señor: frente a las urgencias cotidianas, debemos detenernos en una oración de escucha de la Palabra que nos lleve a la acción (cf. EG 262). En la oración personal y comunitaria el Espíritu Santo transformará nuestra mente y corazón para llevar a la practica la conversión pastoral que todos anhelamos. Te invito a ser discípulo orante a los pies del Resucitado para que aquellos que no lo conocen encuentren en ti un maestro de oración (cf. EG 266). Animo a que todas nuestras parroquias y comunidades sean escuelas de oración que faciliten el encuentro real con Cristo vivo en la Iglesia.

Es la razón de ser y de existir de la Iglesia (cf. EN 14). Si nos dejamos llevar de dudas y temores, seremos espectadores de su estancamiento infecundo (cf. EG 119). Seamos actores de la misteriosa fecundidad del Espíritu (cf. EG 280). Como fue María Nuestra Madre, como fue el Apóstol Santiago. Que ellos nos acompañen y nos alcancen del Señor un chover miudiño de fe, esperanza y caridad.

 

+ Francisco José Prieto Fernández
Arzobispo de Santiago de Compostela

3 de diciembre de 2023

 

[1] Francisco, Discurso en la Conmemoración del 50 aniversario de la Institución del Sínodo de los Obispos (Roma 2015).

[2] Comisión Teológica Internacional, La sinodalidad en la vida y misión de la Iglesia (Roma 2018), nº 22. Cf. nº 70.

[3] Comisión Teológica Internacional, La sinodalidad …, nº 80-84.

[4] Conferencia Episcopal Española, La Iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones (Madrid 1998) nº 62.

[5] Conferencia Episcopal Española, La Iniciación cristiana…, nº 18-19.

[6] Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, Directorio para la catequesis (Roma 2020) nº 69.

 

Fuente: archicompostela.es

Día de la Iglesia Diocesana, en Santiago de Compostela. Mensaje de nuestro arzobispo, Mons. Francisco Prieto

 

 

 

Toma de posesión de los nuevos Vicarios Episcopales de la Archidiócesis de Santiago de Compostela

 

La sede del Arzobispado de Santiago acogió en el día de ayer, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, la ceremonia en la que tomaron posesión de sus cargos los nuevos Vicarios Episcopales: D. José Andrés Fernández Farto, como Vicario General y Moderador de la Curia; D. Francisco Javier Porro Martínez, Vicario Episcopal de Pastoral; D. Juan González-Redondo Neira, Vicario Episcopal Territorial de Santiago; D. Jesús Andrés López Calvo, Vicario Episcopal Territorial de A Coruña; D. Luis Seoane Ares, Vicario Episcopal Territorial de Pontevedra; y D. Daniel Carlos Lorenzo Santos, Vicario Judicial.

 

 

 

Tras el acto formal de toma de posesión y juramento, Fernández Farto hizo uso de la palabra en nombre de todos los Vicarios que hoy iniciaron esta misión al servicio de la Archidiócesis de Santiago de Compostela manifestando fundamentalmente tres sentimientos: gratitud, debilidad y disponibilidad

 

 

 

Finalmente, el Arzobispo de Santiago, mons. Francisco Prieto, cerró el acto dirigiéndose a los nuevos Vicarios Episcopales con palabras de gratitud a los que han trabajado a lo largo de estos años y a los nuevos que tomaron posesión.

“Sois el rostro, sois las manos, sois los pies, sois el corazón extendido de esta iglesia Diocesana de Santiago de Compostela (…). Porque cuando de Iglesia hablamos, hablamos de misión, hablamos de vocación, hablamos de envío». – les dijo el arzobispo y les incidió en que «Id y anunciad el Evangelio» es lo que debe seguir resonando en el corazón de todos y cada uno de vosotros, en el corazón de las comunidades parroquiales, grupos y movimientos unidos en la diversidad por el mismo Espíritu , el único protagonista de esta acción evangelizadora”.

Mons. Prieto les pidió seguir trabajando siempre con generosidad, disponibilidad y entrega. para seguir adelante con nuevos retos, horizontes, en nuestra Diócesis y que sigan haciendo ese camino día a día”.

 

 

 

Una vez terminado el acto se realizó la foto oficial del arzobispo D. Francisco con los 6 nuevos vicarios:

 

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Noticia completa en pastoralsantiago.org

Comunicado de Prensa del Arzobispado de Santiago de Compostela. Nombramientos.

 

Esta mañana, el Arzobispo de Santiago de Compostela, Mons. Francisco José Prieto Fernández, ha hecho públicos los nombramientos de los nuevos Vicarios Episcopales de la Diócesis de Santiago de Compostela. A su vez, ha mostrado su gratitud a los Vicarios Episcopales anteriores, por su trabajo y desvelos al frente de las respectivas Vicarías. La lista de los nuevos Vicarios es la siguiente:

– D. José Andrés Fernández Farto, Vicario General y Moderador de la Curia.

– D. Francisco Javier Porro Martínez, Vicario Episcopal de Pastoral.

– D. Juan González-Redondo Neira, Vicario Episcopal Territorial de Santiago.

– D. Jesús Andrés López Calvo, Vicario Episcopal Territorial de A Coruña.

– D. Luis Seoane Ares, Vicario Episcopal Territorial de Pontevedra.

– D. Daniel Carlos Lorenzo Santos, Vicario Judicial.

Tomarán posesión de sus cargos el día 14 de septiembre de 2023, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, a las 12.00 horas en la Curia del Arzobispado de Santiago de Compostela.

 

Datos biográficos de los nuevos Vicarios Episcopales

 

Vicario General y Moderador de la Curia

D. José Andrés Fernández Farto nació el 22 de mayo de 1973 en Pontevedra. Cursó los estudios de Bachiller en Teología en el Instituto Teológico Compostelano y al finalizarlos fue ordenado sacerdote el 4 de julio de 1998.

Al año siguiente, es nombrado Administrador Parroquial de la parroquia de Santa María de Viceso con su unida de Santa María de Ons. En el año 2000, se traslada a la ciudad de Roma para continuar sus estudios en la Universidad Lateranense de Roma donde realizó la licenciatura en Teología y Ciencias Patrísticas y, posteriormente, el doctorado en Teología y Ciencias Patrísticas en el año 2006. También es Diplomado en Biblioteconomía y Documentación por la Escuela Vaticana de Biblioteconomía de la Ciudad del Vaticano y Diplomado en Paleografía Griega por la Escuela Vaticana de Paleografía, Diplomática y Archivística de la Ciudad del Vaticano, ambas titulaciones realizadas en el año 2006.

Al regresar a la Diócesis, en el año 2006, es nombrado Director de la Residencia universitaria San Martín Pinario durante los cursos académicos 2006-2007 y 2007-2008 y Administrador parroquial de San Esteban de Covas desde el 7 de septiembre de 2006. En el 2008, es nombrado también Párroco de Santa María de Viceso con su unida de Santa María de Ons, que ya había regentado en el año 1999. Posteriormente se licenció en Filosofía por la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia de Salamanca en el año 2011.

En el año 2012, cesa en la labor pastoral en esas parroquias, al ser nombrado Director del Instituto Superior Compostelano de Ciencias Religiosas, cargo que ejercerá hasta el año 2018.

Desde el 14 de septiembre de 2012, ejerce como Secretario de la Provincia Eclesiástica de Santiago de Compostela, y desde el 2 de abril de 2014, como Capellán de las MM. Mercedarias Descalzas de Santiago de Compostela.

Desde el año 2006 es profesor encargado de cátedra en el Instituto Teológico Compostelano. También es profesor estable del Instituto Superior Compostelano de Ciencias Religiosas donde imparte diversas materias de índole filosófica y teológica.

Es también profesor de la materia Fundamentos Patrísticos de la DSI en el Máster Oficial de Doctrina Social de la Iglesia, impartido por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología como fruto de la colaboración entre la Universidad Pontificia de Salamanca y la Fundación Pablo VI en Madrid desde el curso 2017-2018.

 

Vicario Episcopal de Pastoral

D. Francisco Javier Porro Martínez nació en Ferrol (A Coruña) el 16 de febrero de 1962. Hijo de Emiliano y Corina, el pequeño de cuatro hermanos, estudió en las Discípulas de Jesús y en el colegio Tirso de Molina de los PP. Mercedarios de su ciudad natal.

Se licenció en Historia del Arte por la Universidad de Santiago de Compostela en 1986. Durante tres años publicó críticas de arte en periódicos y revistas. Fue profesor de Historia y Subdirector del Internado en el Colegio Manuel Peleteiro de Santiago. En ese período de tiempo se vinculó a la parroquia de San Fernando y escuchó la llamada a ser sacerdote en la Jornada Mundial de la Juventud de 1989.

Entró en el Seminario Mayor Compostelano con 30 años. Como seminarista estuvo en las parroquias de Ares, Muros y San Jorge de A Coruña, donde fue ordenado sacerdote por D. Julián Barrio Barrio, arzobispo emérito de Santiago de Compostela, el 2 de agosto de 1998.

Siempre vivió y trabajo en equipo pastoral: primero en las parroquias de Salto, Zas y comarca, durante casi cinco años; en el Milladoiro, Loimil, Orazo y Dornelas, un año aproximadamente; fue Delegado de Infancia y Juventud durante nueve años a la vez que atendió la parroquia de san Martín de Noia durante ese último curso.

Desde noviembre de 2012 es párroco in-solidum de Santa María la Mayor de Pontevedra. En el año 2015 es nombrado Delegado Diocesano de Apostolado Seglar en nuestra Archidiócesis; en 2018 administrador parroquial de Santiago Peregrino de O Burgo y Santa María de Alba, del arciprestazgo de Lérez y, desde 2020, es Consiliario de Cáritas Interparroquial de Pontevedra.

 

Vicario Episcopal Territorial de A Coruña

D. Jesús Andrés López Calvo nació en Pontedeume (A Coruña) el 25 de diciembre de 1963. Es sacerdote desde 1989. Realizó sus estudios eclesiásticos en el Instituto Teológico Compostelano y en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma, donde obtuvo el doctorado en Teología con especialidad en Catequética.

En la actualidad ejerce como párroco en Mera (Oleiros – A Coruña), y anteriormente también lo hizo en las zonas de Pontedeume y A Maía.

Además de estos servicios parroquiales, fue formador en el Seminario Menor de Belvís, Director del Secretariado Diocesano de Catequesis y ejerció la docencia en el Instituto Superior Compostelano de Ciencias Religiosas y en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de A Coruña.

 

Vicario Episcopal Territorial de Santiago de Compostela

D. Juan González-Redondo Neira nació en Ferrol (A Coruña) el 5 de septiembre de 1980, aunque residió siempre en Mondoñedo hasta que se marchó a estudiar Historia a Santiago. Allí descubrió su vocación e ingresó al Seminario Mayor Compostelano. Realizó sus estudios eclesiásticos en el Instituto Teológico Compostelano, culminando con el Bachillerato en Teología en el año 2099. Es licenciado en Teología Fundamental en el mismo Instituto Teológico Compostelano en 2016.

Fue ordenado sacerdote el 16 de mayo de 2010. Ese mismo año fue enviado como párroco a las tierras de Mesía y Frades, en concreto a las parroquias de Xanceda, Albizoi, Vitre y Lanza. Posteriormente a Cumbraos y Castro.

Desde el año 2016 es capellán del Centro Penitenciario de Teixeiro, y durante dos años del Centro de Reforma de menores de A Coruña. Colabora en la Curia de la Archidiócesis en la Oficina Diocesana de Sociología. Es consiliario de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica).

 

Vicario Episcopal Territorial de Pontevedra

D. Luis Seoane Ares. Nació en 1961 en la Parroquia de San Xulián de Grixalba, en Sobrado dos Monxes (A Coruña), donde recibió los Sacramentos de la Iniciación Cristiana.

De 1980 a 1986 estudió los cursos de Filosofía y Teología en el Instituto Teológico Compostelano y recibió la formación correspondiente en el Seminario Mayor Compostelano. Fue ordenado sacerdote el 14 de marzo de 1987. Durante 10 años (1986-1996) formó parte del equipo de formación del Seminario Menor y colaboró ​​con la Delegación de Pastoral Vocacional. De 1996 a 2003 coordinó la Delegación de Pastoral Juvenil.

Desde septiembre de 2003 hasta la actualidad ha sido Párroco de O Bo Pastor en Monteporreiro, fundada en 1990, que celebró la Consagración del Templo el 9 de octubre de 2010. Ha colaborado en la Pastoral de otras parroquias de la zona (Santa Mariña de Bora, Santa María de Alba y Santiago Peregrino do Burgo). También trabajó en el ámbito educativo, como profesor de Religión en Secundaria y Bachillerato. En los últimos años ha acompañado, como Consiliario, al Voluntariado de Manos Unidas en la Delegación de Pontevedra.

 

Vicario Judicial

D. Daniel Carlos Lorenzo Santos, nació en Pobra do Caramiñal (A Coruña), el día 11 de abril de 1963. Ordenado sacerdote el día 20 de mayo de 1995.

Es licenciado en Derecho en la USC y la UNED, en Teología en el Instituto Teológico Compostelano y en Derecho Canónico en la UPSA.

Desempeña su ministerio en el Tribunal Eclesiástico Metropolitano de Santiago desde el año 1998, ejerció los oficios de Promotor de justicia, Defensor del vínculo y Juez diocesano; en el año 2004 fue nombrado Vicario Judicial Adjunto; asumiendo, en el año 2006, la Presidencia del Tribunal como Vicario Judicial. Entre los años 1999 y 2004 fue Vicario Judicial de la diócesis de Lugo.

Es profesor de Derecho Canónico del Instituto Teológico Compostelano desde el año 2000 y lo fue del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Santiago.

Es miembro de la Asociación Española de Canonistas. Participó como ponente en congresos y jornadas de esa área de conocimiento y sobre la conservación y protección del Patrimonio cultural de la Iglesia y su gestión.

Desde el año 2006, párroco de San Pedro de Bugallido en A Maía.

En junio del año 2009 se incorpora al Cabildo de la S.A.M.I. Catedral de Santiago de Compostela, asumiendo la presidencia de la Comisión de Cultura (2010) y el oficio de Fabriquero (2011); desde el año 2011 es Director de la Fundación Catedral de Santiago. En el año 2021 asume el oficio de Canónigo Doctoral.

Miembro de número de la Real Academia Galega de Belas Artes y del Plenario do Consello da Cultura Galega.

 

 

Noticia extraída de: archicompostela.es

 

Nuestro arzobispo D. Francisco en la JMJ de Lisboa

Nuestro arzobispo de Santiago de Compostela, D. Francisco, es uno de los 70 obispos españoles que acompañan a los jóvenes de sus diócesis en esta Jornada Mundial de la Juventud, JMJ Lisboa 2023.

 

Ya antes de vivir en plenitud la JMJ,  D. Francisco se desplazó a la villa portuguesa de Aveiro donde los peregrinos de Galicia estuvieron viviendo la experiencia de los “Días en las Diócesis” siendo acogidos por familias. Allí se encontró con ellos y celebró una Eucaristía recordándoles que la JMJ tenía que ser una experiencia auténtica de fe y que toda la diócesis de Santiago de Compostela rezaba por ellos.

 

 

Y en los propios días de la JMJ (1 al 6 agosto) D. Francisco está participando en varios actos con nuestros jóvenes diocesanos acompañados por sacerdotes y monitores del equipo de Pastoral Juvenil diocesano  (Rise Up, Eucaristías…)

 

 

Asi en la agenda de este jueves 3 de agosto tuvo un momento para el encuentro para compartir testimonios, música y reflexionar juntos con jóvenes de habla hispana (Rise Up). Mons. Francisco Prieto estuvo en la Parroquia de Cruz Quebrada-Dafundo, en el Parque de Santa Catarina con un grupo de jóvenes de las Diócesis de Galicia y a otros jóvenes de Nicaragua, México y Cuba. Después de la catequesis, que se basó en el texto evangélico de las Bodas de Caná, hubo un trabajo por grupos y una puesta en común.

A continuación se celebró la Eucaristía, presidida por el propio arzobispo de Santiago. En la homilía pidió a los jóvenes que tengan sencillez de corazón manifestada en el deseo de dejarse sorprender por Dios. Y afirmó: “Dios cuenta contigo: hecha las redes y provoca el encuentro con Él. Mantengamos el corazón joven, sencillo, profundo. No temamos: María se pone en camino con nosotros cada día”.

 

 

 

El viernes 4 de agosto por la mañana, mons. Francisco Prieto y el equipo de Pastoral Juvenil diocesano asistieron a la catequesis en la parroquia de la Santísima Trinidad de Lisboa. Es aquí donde a los jóvenes de la Diócesis de Santiago les han pedido el servicio de animar el encuentro. Hubo tiempo para la adoración, para las confesiones y para meditar sobre la misericordia.

 

 

 

 

Comienza la JMJ de Lisboa

 

España será el que más peregrinos envíe a la Jornada Mundial de la Juventud, que comienza hoy y se extiende hasta el domingo.
Más de 500 jóvenes de las Diócesis gallegas participarán en la JMJ.

 

Semana grande en la Jornada Mundial de la Juventud. Más de 75.000 jóvenes españoles ya están en Lisboa participando en la JJMJ que se celebrará en la capital portuguesa, del 1 al 6 de agosto de 2023, con la presencia del papa Francisco.

El arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Francisco Prieto, participarán en ella junto a otros 70 obispos españoles, que además serán los encargados de dinamizar las 25 catequesis de habla hispana por día. La Subcomisión para la Juventud  y la Infancia de la Conferencia Episcopal Española ha sido la coordinadora de los peregrinos españoles que acuden a este evento eclesial.

 

 

 

 

Fuente: pastoralsantiago.org

Encuentro del arzobispo de Santiago con jóvenes de la JMJ en Aveiro

Antes de vivir en plenitud la JMJ, del 1 al 6 de agosto, los peregrinos de Galicia están viviendo la experiencia de los “Días en las Diócesis” en Aveiro, donde están siendo acogidos por familias.

 

 

Por este motivo, el Arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Francisco Prieto, se desplazó a esta villa portuguesa para encontrarse con un grupo de jóvenes gallegos que peregrinarán a Lisboa.

 

 

Mons. Prieto, en su homilía, invitó a los jóvenes a ser amigos y testigos de Jesús, recordándoles que la JMJ tiene que ser una experiencia auténtica de fe y que toda la diócesis de Santiago de Compostela rezará por ellos.

 

 

 

 

Fuente: pastoralsantiago.org

Así se vivió la Solemnidad del Apóstol Santiago este año 2023

 

 

El Arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Francisco José Prieto, presidió ayer la celebración litúrgica de la Solemnidad del Apóstol Santiago, durante la cual se presentó la Ofrenda Nacional al Apóstol Santiago. En esta ocasión, el Delegado regio fue el presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, en representación del pueblo español, quien renovó la tradicional ofrenda al Apóstol, dando continuidad a esta tradición, instaurada por Felipe IV en 1643.

 

 

Al inicio de la Eucaristía, el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Bernardito Auza, impuso a mons. Francisco Prieto el palio arzobispal, un distintivo que portan los arzobispos y que es símbolo de la comunión de estos con el Papa. El arzobispo de Santiago recibió el pasado 29 de junio este palio bendecido por el Papa Francisco en la Solemne Eucaristía que se celebró en la Basílica de San Pedro.

 

 

En su homilía, monseñor Prieto afirmó que la aportación de los creyentes, y de la Iglesia en su conjunto, a la sociedad tiene que ser profética, nunca acomodaticia, y tiene que responder a las necesidades y a las inquietudes del presente, vividos a menudo de forma dramática por la sociedad: “Hay una manera profética de estar en el mundo, opuesta por un lado al espiritualismo, y por otro al peligro de erigirnos en árbitros o jueces del mundo. Una dimensión profética realizada con verdad, con lenguaje atractivo y mirada amable, hasta con un sano sentido del humor y una inteligencia suficiente que sepa distinguir lo importante de lo secundario”.

En este sentido, aseguró que “temos que amar sinceiramente a cada home e muller cos que compartimos cidade, vida e espazo, poñendo tanto empeño en defender o xusto como en denunciar o inxusto, en rexeitar o malo como en promover o bo”.

 

 

Mons. Francisco Prieto aseguró que es necesario ser testigos al servicio de una vida más humanizada, entendida como don de Dios y como tarea humana, promotores de una cultura de la vida digna del hombre y de todo hombre (sin abstracciones): “Non é en soidade e illamento, senón en irmandade onde o home, cada persoa, pode respirar con folgura para baleirarse de excesos e colmar os baleiros. Os cristiáns temos aquí unha responsabilidade única no medio desta ágora: ser testemuñas da paternidade de Deus e da fraternidade de Cristo”.

El arzobispo compostelano acogió la Ofrenda de Alfonso Rueda encomendando “á intercesión do Apóstolo Santiago a todos os pobos do mundo, especialmente os que seguen sufrindo o drama da guerra, da fame que tantos exilios forzados provoca; a todos os pobos  e xentes de España, da nosa querida Galicia, ás nosas familias, que sigan sendo, nestes momentos de crises e incerteza, berce da vida e da fe, onde todos, especialmente os nosos nenos e anciáns, sexan coidados, queridos e consolados.”

 

 

No faltó en su homilía un recuerdo a las víctimas del accidente ferroviario de Angrois y sus familias: “quero lembrar ás vítimas e ás súas familias desde a esperanza que nos vén do Deus da Vida, desde o consolo que brota do corazón do Pai misericordioso”.

El prelado compostelano encomendó a los jóvenes que ya están inscritos y preparados para peregrinar a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebrará en Lisboa, del 1 al 6 de agosto, con la presencia del papa Francisco, para que sean testimonios Cristo. En ella participará el arzobispo de Santiago junto a otros 70 obispos españoles, que además serán los encargados de dinamizar las 25 catequesis de habla hispana por día.

Mons. Prieto pidió por los que fueron elegidos en las recientes elecciones generales para que dediquen sus mejores esfuerzos a las exigencias del bien común y al empeño por construir una sociedad en paz, cimentada en la verdad, la justicia y la libertad, donde servir sea siempre el horizonte de la responsabilidad política, por encima de las legítimas diferencias políticas.

El Arzobispo finalizó su homilía con estas palabras: “por intercesión do Santo Apóstolo Santiago, pido ao Señor que bendiga ás súas Maxestades e á Familia Real; tamén á vosa Excelencia, Sr. Oferente, á súa familia e aos seus colaboradores. Que, de novo desde Santiago, renaza a esperanza que nunca decae e que sempre nos sostén”.

La solemne celebración terminó con el botafumeiro y la bendición

 

 

Concelebraron con monseñor Prieto, el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Bernardito Auza; el cardenal arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela; mons. Julián Barrio, el arzobispo emérito de Santiago de Compostela; mons Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo; mons. José Rodríguez Carballo, Arzobispo de Belcastro; el arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo Martínez; monseñor Luis Quinteiro Fiuza, Obispo de Tui-Vigo; el Obispo de Lugo, monseñor Alfonso Carrasco; el titular de la Diócesis de Ourense, monseñor José Leonardo Lemos Montanet; y el obispo de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, mons. Fernando García Cadiñanos.

 

 

 

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Fuente: archicompostela.es