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Soñar lo posible. Una lectura de Fratelli tutti. «Una economía con principios éticos»

El papa Francisco, a la hora de escribir su encíclica sobre la fraternidad y amistad social, también ha pensado en la economía.

Lo hace aportando una lectura evangélica a las consecuencias de los abusos de cualquier modelo económico para la gran mayoría de la humanidad.

En la administración eficaz y razonable de los bienes, el Papa acude a la Doctrina Social de la Iglesia y la desarrolla para recordarnos la subordinación de la propiedad privada al principio del destino universal de los bienes creados y, por tanto, insistiendo en su función social.

En estos tiempos hay que promover una nueva regulación de la actividad financiera que impida riquezas especulativas y ficticias. Esta tarea recae en nuestra corresponsabilidad. Todos debemos iniciar procesos y transformaciones hacia una economía real, como sugiere Fratelli tutti.

 

Índice

1. Soñar como una única humanidad.
2. Una nueva cultura basada en la amistad.
3. Las religiones, al servicio de la fraternidad.
4. Ser el buen samaritano.
5. En un mundo oscurecido, nadie puede quedar excluido.
6. Una economía con principios éticos.
7. Los caminos de paz.
8. Unas relaciones internacionales fraternas.
9. La mejor política.
10. Mirar al pasado con misericordia.

 

6ª Clave: Una economía con principios éticos

 

El mundo avanzaba de manera implacable hacia una economía que procuraba reducir los “costos humanos”. Se pretende que la libertad de mercado basta para que todo esté asegurado.

La especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental sigue causando estragos.

Es necesaria una nueva economía más atenta a los principios éticos, una economía integrada en un proyecto político, social, cultural y popular que busque el bien común.

Las políticas económicas deben promover una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial.

El mercado solo no resuelve todo. Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica.

El desarrollo humano integral exige políticas sociales hacia los pobres y con los pobres.

Se debe abrir camino a oportunidades diferentes, que no implican detener la creatividad humana y su sueño de progreso, sino orientar esa energía con cauces nuevos.

Solidaridad es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos. Es también luchar contra las causas estructurales de la pobreza.

Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno. La propiedad privada no es absoluta, tiene una función social.

 

Si la música del Evangelio deja de sonar en nuestras casas,

en nuestras plazas, en los trabajos, en la política y en la economía,

habremos apagado la melodía que nos desafía a luchar por la dignidad de todo hombre y mujer

 

El papa Francisco escribe en Fratelli tuti que hay cosas que se deben cambiar con nuevos planteamientos y transformaciones importantes. La economía no es una excepción.

Hay reglas económicas que resultaron eficaces para el crecimiento, pero no así para el desarrollo humano integral. Aumentó la riqueza, pero no para todos por igual. Nacen nuevos tipos de pobreza. Cuando dicen que el mundo moderno redujo la pobreza, lo hacen midiéndola con criterios de otras épocas no comparables con la realidad actual. La pobreza siempre se analiza y se entiende en el contexto de las posibilidades reales de un momento histórico concreto.

 

Nuevos estilos de vida

  • La pandemia ha llegado en un momento en el que el mundo avanzaba hacia una economía que tenía sus esperanzas en los avances tecnológicos para reducir los costes humanos. Algunos piensan que basta la libertad de mercado para que todo esté asegurado. Sin embargo, el golpe duro e inesperado de esta pandemia ha obligado a volver a pensar en los seres humanos, en todos, más que en el beneficio de algunos (Cf. Ft 33).
  • El dolor, la incertidumbre, el temor y la conciencia de los propios límites que ha despertado la pandemia, hacen plantearse nuestros estilos de vida, nuestras relaciones, la organización de nuestras sociedades y sobre todo el sentido de nuestra existencia (Cf. Ft 33).
  • Es preciso rehabilitar una sana política que no esté sometida al dictado de las finanzas. La dignidad humana está en el centro de todas las relaciones y sobre ese pilar se deben construir las estructuras sociales y económicas alternativas que necesitamos (Cf. Ft 168).

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Diversidad y creatividad

  • La especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental sigue causando estragos. Se necesita una política económica activa que promueva la economía real que favorece la diversidad productiva y la creatividad empresarial. Esto facilita acrecentar los puestos de trabajo en lugar de reducirlos. Además, hay que desarrollar formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, para que el mercado pueda cumplir plenamente su propia función económica (Cf. Ft 168).
  • Es necesario pensar en la participación social, política y económica de todos, sin olvidar a los movimientos populares. Se trata de animar las estructuras de gobierno locales, nacionales e internacionales con ese torrente de energía moral que surge de la incorporación de los excluidos en la construcción del destino común (Cf. Ft 169).
  • Hay cosas que se deben cambiar desde el fondo para abrir caminos a oportunidades diferentes. Sólo una sana política podría liderarlo, convocando a los más diversos sectores y a los saberes más variados. Una economía integrada en un proyecto político, social, cultural y popular que busque el bien común para abrir camino a oportunidades diferentes, que no implican detener la creatividad humana y el sueño de progreso, pero sí orientar esa energía con cauces nuevos (Cf. Ft 179).

El ejemplo de solidaridad que se da entre los que sufren

  • El ejemplo de solidaridad que se vive entre los últimos, los que sufren, o los más pobres nos recuerda un valor que nuestra civilización parece haber olvidado. La solidaridad expresa mucho más que algunos actos de generosidad esporádicos. Solidaridad es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. La solidaridad es un modo de hacer historia (Cf. Ft 116).
  • Esa misma solidaridad se vive en algunos barrios populares, donde existe el espíritu del “vecindario” por el que cada uno siente espontáneamente el deber de acompañar y ayudar al vecino. En estos lugares que conservan esos valores comunitarios, se viven las relaciones de cercanía con notas de gratuidad, solidaridad y reciprocidad, a partir del sentido de un “nosotros”. Ojalá pudiera vivirse esto también entre países cercanos, que sean capaces de construir una vecindad cordial entre sus pueblos. Pero las visiones individualistas se traducen en las relaciones entre países (Ft 152).

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Compartir bienes creados

  • El principio del uso común de los bienes creados para todos es el primer principio de todo el ordenamiento ético-social. Es un derecho natural, originario y prioritario. Todos los demás derechos sobre los bienes necesarios para la realización integral de las personas, incluidos el de la propiedad privada y cualquier otro, no deben estorbar, sino más bien, facilitar su realización (Cf. Ft 120).
  • La labor de los empresarios es producir riqueza y mejorar el mundo para todos. Las capacidades de los empresarios, que son un don de Dios, tendrían que orientarse claramente al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo diversificadas (Cf. Ft 123).
  • Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno. El derecho a la propiedad privada no es absoluto o intocable: la propiedad privada debe tener siempre una función social. El primer principio del el ordenamiento ético y social es el uso común de los bienes creados para todos (Cf. Ft120).
  • Todos los demás derechos sobre los bienes necesarios para la realización integral de las personas, incluidos el de la propiedad privada y cualquier otro, no deben estorbar esa realización personal, sino más bien facilitarla. La propiedad privada es un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados. En ocasiones estos derechos secundarios se sobreponen a los prioritarios y originarios, dejándolos sin relevancia práctica (Cf. Ft120).

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El trabajo cauce de realización personal

  • El gran tema es el trabajo. Lo verdaderamente popular —porque promueve el bien del pueblo— es asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas. Esa es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino hacia una existencia digna.
  • Por ello, ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo. No existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo (Cf. Ft 162).
  • En una sociedad realmente desarrollada el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no sólo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo (Cf Ft 162).

 

 

Fuente: Conferencia Episcopal Española

Soñar lo posible. Una lectura de Fratelli tutti. «En un mundo oscurecido, nadie puede quedar excluido»

El papa Francisco también dedica parte de esta encíclica a reflexionar sobre tendencias actuales que ensombrecen la fraternidad universal:

  • La desesperanza y desconfianza sembradas en la sociedad.
  • Las polarizaciones que no ayudan al diálogo y la convivencia.
  • Las personas que parecen “sacrificables” y se descartan.
  • La desigualdad de derechos y las nuevas formas de esclavitud.
  • El deterioro de la ética y el debilitamiento de los valores espirituales.

Ante estas realidades, el Pontífice nos encamina hacia la esperanza, que mira más allá de la comodidad que nos encierra para abrirse a grandes ideales.

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Índice

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5ª Clave: En un mundo oscurecido, nadie puede quedar excluido

 

Se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos. La idea de unidad crea nuevas formas de egoísmo.

El individualismo consumista provoca mucho atropello. Los otros son meros obstáculos para la propia tranquilidad placentera. Son molestos. Crece la agresividad.

Aumenta la soledad. Estamos más solos que nunca en este mundo que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia.

Partes de la humanidad parecen sacrificables –pobres, discapacitados, no nacidos o ancianos-en beneficio de unos pocos que se creen dignos de vivir sin límites.

Debemos levantar la cabeza para reconocer al vecino como un don y para ponernos al lado del que está caído en el camino.

Cuando se respeta la dignidad del hombre, y sus derechos son reconocidos y tutelados, florece también la creatividad y el ingenio. Entonces el ser humano despliega múltiples iniciativas en favor del bien común.

El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día.

¡Qué bonito sería que a medida que descubrimos nuevos planetas lejanos, volviéramos a descubrir las necesidades del hermano o de la hermana en órbita alrededor de mí!

Dios sigue derramando en la humanidad semillas de bien.

La esperanza nos habla de una realidad enraizada en lo profundo del ser humano, independiente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive.

El anhelo de plenitud eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor.

La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna.

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El bien, el amor, la justicia y la solidaridad han de ser conquistados cada día. Dios sigue derramando en la humanidad semillas de bien.

 

 

La sociedad globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos, advierte el Papa Francisco. Toca hacer un recorrido por las sombras que oscurecen el mundo y reclamar que nadie quede excluido.

Nadie se salva solo; únicamente es posible salvarse juntos. El reto consiste en recuperar la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y de solidaridad, a la cual destinar tiempo, esfuerzo y bienes.

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Una unidad que se rompe

  • Después de décadas en las que parecía que el mundo había aprendido de tantas guerras y fracasos y se dirigía hacia diversas formas de integración, la historia da muestras de estar volviendo atrás. Se encienden de nuevo conflictos que se consideraban superados: resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos (Cf. Ft 10 y 11).
  • No hay que conformarse con los logros del pasado y disfrutarlos. No podemos olvidar que todavía hoy muchos hermanos nuestros sufren situaciones de injusticia que nos reclaman a todos. Por eso, cada generación tiene que hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún. El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día (Cf. Ft 11).

 

 

“Sálvese quien pueda”

  • La persona es el valor primero que hay que respetar y amparar, por su misma dignidad. Especialmente aquellos que son pobres o discapacitados, aquellos a los que se considera que “todavía no son útiles” como los no nacidos, o que “ya no sirven” como los ancianos. Partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de un selecto grupo que se cree digno de vivir sin límites (Cf. Ft 18).
  • También el individualismo consumista hace ver al otro como un obstáculo, una molestia. Estas actitudes hacen crecer la agresividad, una agresividad que se acentúa en épocas de crisis y en momentos difíciles donde sale a plena luz el espíritu del “sálvese quien pueda” (Cf. Ft 222).
  • Esta actitud egoísta se extiende también al comportamiento en grupo dentro de la sociedad. El desinterés por el bien común es instrumentalizado para imponer un modelo cultural único que divide a las personas. La globalización nos hace más cercanos, pero no más hermanos. Nos puede pasar que, en un mundo masificado, estemos realmente solos (Cf. Ft 12).

 

 

Promover la equidad y la inclusión social

  • Se ha producido un retroceso en el proyecto de conseguir un mundo más unido y más justo. Observando con atención nuestras sociedades contemporáneas, encontramos numerosas contradicciones que nos llevan a preguntarnos si verdaderamente la igual dignidad de todos los seres humanos, proclamada solemnemente hace 70 años, es reconocida, respetada, protegida y promovida en todas las circunstancias (Cf. Ft 22).
  • Sin embargo, el respeto de estos derechos es condición previa para el mismo desarrollo social y económico de un país. Cuando se respeta la dignidad del hombre, y sus derechos son reconocidos y tutelados, florece también la creatividad y el ingenio, y la personalidad humana puede desplegar sus múltiples iniciativas en favor del bien común (Cf. Ft 22).
  • En este mundo en el que vivimos con la impresión de que se está produciendo un verdadero cisma entre el individuo y la comunidad humana. Sería deseable que con el crecimiento de las innovaciones científicas y tecnológicas se correspondiera también una equidad y una inclusión social cada vez mayores. Que, al mismo tiempo que se descubre nuevos planetas lejanos, se volviera a descubrir las necesidades del hermano o de la hermana en órbita alrededor de mí, que están a nuestro lado (Cf. Ft 31).

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Caminemos en esperanza

  • A pesar de estas sombras densas que no conviene ignorar, conviene hacerse eco de tantos caminos de esperanza. Las sombras están, pero no pueden ocultar la esperanza. Dios sigue derramando en la humanidad semillas de bien. La reciente pandemia nos permitió rescatar y valorar a tantos compañeros y compañeras de viaje que, en el miedo, reaccionaron donando la propia vida. En la pandemia aprendemos que nadie se salva solo (Cf. Ft 54).
  • Independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vivimos, la esperanza nos habla desde los más hondo del ser humano. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor (Cf. Ft 55).
  • La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna. Caminemos en esperanza (Cf. Ft 55).
  • Esta esperanza está puesta en las fuerzas secretas del bien que se siembra. La buena política une al amor la esperanza, la confianza en las reservas de bien que hay en el corazón del pueblo, a pesar de todo. Cada mujer, cada hombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales (Ft 196).
  • Las grandes transformaciones no son fabricadas en escritorios o despachos. Cada uno juega un papel fundamental en un único proyecto creador, para escribir una nueva página de la historia, una página llena de esperanza, llena de paz, llena de reconciliación. Hay también una “artesanía” de la paz que nos involucra a todos. Los caminos de pacificación, de primacía de la razón sobre la venganza, de delicada armonía entre la política y el derecho, no pueden obviar los procesos de la gente (Ft 231).
  • La Iglesia, un hogar entre los hogares, está abierta para testimoniar al mundo actual la fe, la esperanza y el amor al Señor y a aquellos que Él ama con predilección. Una casa de puertas abiertas. La Iglesia es una casa con las puertas abiertas, porque es madre. Queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación (Ft 276).

 

Fuente: Conferencia Episcopal Española

En la Jornada Mundial por los pobres, “tiende tu mano al pobre”

La Iglesia celebra el 15 de noviembre la IV Jornada Mundial de los Pobres. Una Jornada en la que el papa Francisco invita a toda la Iglesia a ser signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados.

Una oportunidad para recordar la predilección de Jesús por los pobres. Una invitación a mantener la mirada fija en quienes tienden sus manos clamando ayuda y pidiendo nuestra solidaridad. “Son nuestros hermanos y hermanas, creados y amados por el Padre celestial” recalcaba el Santo Padre en su mensaje para la I Jornada.

El 19 de noviembre de 2017 se celebró la primera Jornada Mundial de los Pobres. Cada año el Papa nos vuelve a llevar la mirada sobre esta realidad fundamental para la vida de la Iglesia, porque los pobres están y estarán siempre con nosotros (cf. Jn 12,8) para ayudarnos a acoger la compañía de Cristo en nuestra vida cotidiana.

Este año la Jornada Mundial por los Pobres se celebra en medio de una pandemia que ha zarandeado el mundo. Ha dejado al descubierto la fragilidad humana y ha puesto en crisis muchas certezas. Ha puesto nuevos rostros a la pobreza. Ha traído -escribe el Papa en su mensaje- dolor y muerte, desaliento y desconcierto. Pero también hemos visto como a nuestro alrededor se tendían muchas manos.

En este mensaje el Papa Francisco «Tiende tu mano al pobre» nos recuerda que «La comunidad cristiana está llamada a involucrarse en esta experiencia de compartir, con la conciencia de que no le está permitido delegarla a otros. Y para apoyar a los pobres es fundamental vivir la pobreza evangélica en primera persona. No podemos sentirnos “bien” cuando un miembro de la familia humana es dejado al margen y se convierte en una sombra. El grito silencioso de tantos pobres debe encontrar al pueblo de Dios en primera línea, siempre y en todas partes, para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos ante tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas, e invitarlos a participar en la vida de la comunidad.» 

También nuestro arzobispo D. Julián se ha unido a esta iniciativa y nos escribe una Carta Pastoral a todos los diocesanos. En esta carta, que tiene por lema «Los pobres, luz del Evangelio en nuestro camino», monseñor Julián Barrio asegura que “hay una pobreza visible en las calles y hay otra que permanece oculta entre las paredes de los hogares» y que «nuestra actitud no debe ser la pasividad y la inactividad sino tender la mano al pobre, que significa, como nos dice el Papa, invitarnos a la responsabilidad y es un compromiso directo de todos aquellos que se sienten parte del mismo destino, llevando las cargas de los más débiles, y dejándose conmover por la pobreza de la que a menudo somos también cómplices» y añade que «hay que pasar de una política “hacia” los pobres a una política “con” y “de” los pobres”

 

En los siguientes enlaces se facilitan algunos materiales para reflexionar y preparar esta Jornada:



Galería de fotos:

 

 

 

Fuentes (texto y fotos): Conferenciaepiscopal.es y archicompostela.es

 

Soñar lo posible. Una lectura de Fratelli tutti. «Ser buen samaritano»

FRATELLI TUTTI  llama a ser parte activa en la rehabilitación de las sociedades heridas, que al ser arrastradas por el determinismo o fatalismo pretenden justificar la indiferencia. Desentenderse de los demás es frecuente en nuestros días, lo que fomenta una exclusión a la que gran parte de la sociedad mira con indiferencia.

Para un cristiano no es “todos debemos ser iguales”. Todos somos iguales porque todos somos hijos e hijas de un mismo Padre. Esta igualdad es la fuente de la irrenunciable dignidad de todo ser humano. Y las implicaciones concretas de esta común dignidad es la que expone la encíclica.

El amor sabe de compasión y de dignidad. El amor rompe cadenas y tiende puentes. Al amor no le importa si el hermano herido es de aquí o de allá…

Índice

4ª clave: Ser buen samaritano

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Todos somos o hemos sido como estos personajes: todos tenemos algo de herido, algo de salteador, algo de los que pasan de largo y algo del buen samaritano.

Cuando se ama no se mira si el hermano herido o necesitado es de aquí o es de allá. El amor rompe las cadenas que nos aíslan y separan, tendiendo puentes.

El amor permite construir una gran familia donde todos podemos sentirnos en casa. Es un amor que sabe de compasión y de dignidad.

El buen samaritano nos invita a renovar nuestra vocación de ciudadanos del propio país y del mundo entero, constructores de un nuevo vínculo social.

La parábola del buen samaritano orienta al hombre para que la sociedad se encamine a la consecución del bien común, reconstruyendo una y otra vez su orden político y social, su tejido de relaciones, su proyecto humano.

La existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro.

Para reconstruir este mundo que nos duele, ante tanto dolor, ante tanta herida, la única salida es ser como el buen samaritano. No hay otra opción que compadecerse del dolor del hombre herido en el camino.

Se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres, que se hacen prójimos, que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión.

Dios confía en lo mejor del espíritu humano y le alienta a que se adhiera al amor, reintegre al dolido y construya una sociedad digna de tal nombre.

Cuidemos la fragilidad de cada hombre, de cada mujer, de cada niño y de cada anciano, con esa actitud solidaria y atenta, la actitud de proximidad del buen samaritano.

El amor al prójimo es realista y no desperdicia nada que sea necesario para una transformación de la historia que beneficie a los últimos.

 

«Jesús no nos invita a preguntarnos quiénes son los que están cercar de nosotros,

sino a volvernos nosotros cercanos”.

En medio de la oscuridad que estamos viviendo en nuestros días, el Papa busca luz en la parábola del buen samaritano. Esta parábola nos la enseñó Jesús hace dos mil años, pero hoy sigue interpelando a las personas de buena voluntad, más allá de sus convicciones religiosas.

¿Quién es el prójimo? Jesús pone el ejemplo del buen samaritano. Otros pasaron de largo, pero él paró conmovido al ver en el camino a un hombre herido. Se acercó, vendó y curó sus heridas. Atendió sus necesidades y lo trató con misericordia.

Hoy Jesús nos sigue diciendo que tenemos que ir y hacer lo mismo con los hombres de nuestro tiempo.

Cada vez hay más heridos

  • Hoy, y cada vez más, hay heridos. Cada día nos enfrentamos a la opción de ser buenos samaritanos o ser viajantes indiferentes que pasan de largo. Si cada uno mira en su propia historia podrá reconocerse en los personajes de la parábola: todos tenemos algo de herido, algo de los que pasan de largo y algo del buen samaritano. En nuestro recorrido diario siempre encontraremos a una persona herida, postrada en nuestro camino, que precisa de nuestra fraternidad humana (Cf. Ft 69).
  • Por eso el Papa va más allá. Si vemos a la persona herida con amor no vamos a considerar si el hermano herido es de aquí o es de allá. El amor es el que rompe las cadenas que nos aíslan y separan, tendiendo puentes. El amor nos permite construir una gran familia donde todos podamos sentirnos en casa. El amor sabe de compasión y de dignidad (Cf. Ft 62).
  • La propuesta es hacerse presentes ante el que necesita ayuda, sin importar si es parte del propio círculo de pertenencia. La propuesta es que demos a nuestra capacidad de amar una dimensión universal, capaz de traspasar todos los prejuicios, todas las barreras históricas o culturales, todos los intereses mezquinos (Cf. Ft 81 y 83).

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Miremos el modelo del buen samaritano

  • Todos estamos muy concentrados en nuestras propias necesidades. Ver a alguien sufriendo nos molesta, nos perturba, porque no queremos perder nuestro tiempo por culpa de los problemas ajenos. Estos son síntomas de una sociedad enferma, porque busca construirse de espaldas al dolor. No caigamos en esa miseria. Siguiendo el modelo del buen samaritano. Él, con sus gestos, reflejó que la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro. Seamos constructores de un nuevo vínculo social, revivamos nuestra vocación de ciudadanos capaces de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones (Cf. Ft 65-66 y 77).
  • Es posible comenzar de abajo y de a uno, pugnar por lo más concreto y local, hasta el último rincón de la patria y del mundo. Sin olvidar que la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro. Estamos invitados a convocar y encontrarnos en un “nosotros” que sea más fuerte que la suma de pequeñas individualidades. El todo es más que la parte, y también es más que la mera suma de ellas (Cf. Ft 66 y 78).

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Sin esperar nada a cambio

  • La entrega y la generosidad no debe esperar nada a cambio; ni reconocimientos ni gratitudes. Para el buen samaritano, la entrega al servicio fue su satisfacción frente a su Dios y a su vida, y por eso, un deber. Todos tenemos responsabilidad sobre el herido que es el pueblo mismo y todos los pueblos de la tierra. Cualquier otra opción termina o bien al lado de los salteadores o bien al lado de los que pasan de largo, sin compadecerse del dolor del hombre herido en el camino (Cf. Ft 67 y 79).
  • La historia del buen samaritano se repite: se torna cada vez más visible que la desidia social y política hace de muchos lugares de nuestro mundo un camino desolado, donde las disputas internas e internacionales y los saqueos de oportunidades dejan a tantos marginados, tirados a un costado del camino. Sin embargo, Jesús confía en lo mejor del espíritu humano y con la parábola lo alienta a que se adhiera al amor, reintegre al dolido y construya una sociedad digna de tal nombre (Cf. Ft 71).
  • En su parábola, Jesús no plantea vías alternativas, como ¿Qué hubiera sido de aquel malherido o del que lo ayudó, si la ira o la sed de venganza hubieran ganado espacio en sus corazones? Él confía en lo mejor del espíritu humano y con la parábola lo alienta a que se adhiera al amor, reintegre al dolido y construya una sociedad digna de tal nombre. (Cf. Ft 71). Una sociedad que huya del desencanto y de la desesperanza no dejándose engañar por el “todo está mal” y “nadie puede arreglarlo” (Cf. Ft 75).

Quitarse las máscaras

  • El papa Francisco es contundente al escribir que solo hay dos tipos de personas: las que se hacen cargo del dolor y las que pasan de largo. Nuestras múltiples máscaras, nuestras etiquetas y nuestros disfraces se caen: es la hora de la verdad. ¿Nos inclinaremos para tocar y curar las heridas de los otros? ¿Nos inclinaremos para cargarnos al hombro unos a otros? (Cf. Ft 70).
  • Este es el desafío presente, al que no hemos de tenerle miedo. En los momentos de crisis la opción se vuelve acuciante: podríamos decir que, en este momento, todo el que no es salteador o todo el que no pasa de largo, o bien está herido o está poniendo sobre sus hombros a algún herido (Cf. Ft 70).
  • El samaritano del camino se fue sin esperar reconocimientos ni gratitudes. La entrega al servicio era la gran satisfacción frente a su Dios y a su vida, y por eso, un deber. Todos tenemos responsabilidad sobre el herido que es el pueblo mismo y todos los pueblos de la tierra. Cuidemos la fragilidad de cada hombre, de cada mujer, de cada niño y de cada anciano, con esa actitud solidaria y atenta, la actitud de proximidad del buen samaritano. La propuesta es la de hacerse presentes ante el que necesita ayuda, sin importar si es parte del propio círculo de pertenencia (Cf. Ft 79-81).
  • Para ello es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos (Cf. Ft 86).

Fuente: Conferencia Episcopal Española

Soñar lo posible. Una lectura de Fratelli tutti. «Las religiones al servicio de la fraternidad»

Las distintas religiones ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad. Así lo desarrolla el papa Francisco en su tercera encíclica Fratelli tutti:

  • El punto de partida debe ser la mirada de Dios, que mira con el corazón.
  • La violencia no encuentra fundamento en las convicciones religiosas.
  • El culto a Dios sincero y humilde lleva al respeto de la vida, de la dignidad y la libertad.

La tercera semana de recorrido por la encíclica se detiene en el tema, “Las religiones, al servicio de la fraternidad”.

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Soñar lo posible. Una lectura de Fratelli tutti: «Una nueva cultura basada en la amistad»

Continuamos el recorrido por la encíclica Fratelli Tutti propuesto por la Conferencia Episcopal Española: «Soñar lo posible». En la segunda semana, siguiendo el índice de la propuesta, nos paramos en el tema 2: una nueva cultura basada en la amistad.

“Soñar lo imposible”: Índice
  • 1. Soñar como una única humanidad.
  • 2. Una nueva cultura basada en la amistad.
  • 3. Las religiones, al servicio de la fraternidad.
  • 4. Ser el buen samaritano.
  • 5. En un mundo oscurecido, nadie puede quedar excluido.
  • 6. Una economía con principios éticos.
  • 7. Los caminos de paz.
  • 8. Unas relaciones internacionales fraternas.
  • 9. La mejor política.
  • 10. Mirar al pasado con misericordia.

El papa Francisco nos propone una nueva cultura basada en la amistad. El camino es la cercanía y la cultura del encuentro. Buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos.

2ª clave: «Una nueva cultura basada en la amistad»

Dios ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos.

Seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras, frente a las diversas formas de eliminar o de ignorar a otros.

El cultivo de la amistad es el cultivo de una reciprocidad estable, de un consenso que madura con el tiempo. Trata de construir verdaderamente un “nosotros” que tiende puentes y une a la humanidad.

Nuestra relación, si es sana y verdadera, nos abre a los otros que nos amplían y enriquecen.

El amor que es auténtico, que ayuda a crecer, y las formas más nobles de la amistad, residen en corazones que se dejan completar.

La pareja y el amigo son para abrir el corazón en círculos, para volvernos capaces de salir de nosotros mismos hasta acoger a todos.

El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida.

Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos.

Reconocer a cada ser humano como un hermano y buscar la amistad social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles.

Procurar la amistad social implica también la búsqueda de un reencuentro con los sectores más empobrecidos y vulnerables.

 

La amistad es un regalo de la vida y un don de Dios. A través de los amigos el Señor nos va puliendo y nos va madurando.

 

Entre las preocupaciones del papa Francisco siempre han estado las cuestiones relacionadas con la fraternidad y la amistad social, temas a los que se ha referido reiteradas veces en distintos lugares.

Aquí, en este documento pontificio, nos llama ahora a salir de nosotros mismos, nos invita a ampliar el círculo de nuestras relaciones, incluso más allá de nuestras fronteras, reencontrándonos con los sectores más empobrecidos y vulnerables, sin olvidar la importancia de la verdadera amistad en la era digital.

 

San Francisco de Asís como inspiración

 

  • Para escribir sobre la amistad, el Papa vuelve a inspirarse en San Francisco de Asís, que se sentía hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne (Cf. Ft 2).

 

  • El santo de Asís entendió el sentido de la amistad más profundo: acercarse al otro en su movimiento propio, no para retenerlos en el suyo, sino para ayudarles a ser más ellos mismos. Acogió la verdadera paz en su interior, se liberó de todo deseo de dominio sobre los demás, se hizo uno de los últimos y buscó vivir en armonía con todos (Cf. Ft 4)

 

Salir de nosotros mismos

 

  • El ser humano no puede prescindir de relacionarse con los demás. No hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas. Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás. Ni siquiera llega a reconocer a fondo su propia verdad si no es en el encuentro con los otros. La vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad. Para ello, el hombre tiene que llevar a cabo esta empresa: salir de sí mismo (Cf. Ft 87-88).

 

  • La vida no se puede reducir a la relación con un pequeño grupo, ni siquiera a la relación con la propia familia. Es imposible entenderse uno mismo sin un tejido más amplio de relaciones. Mi relación con una persona que aprecio no puede ignorar que esa persona no vive sólo por su relación conmigo, ni yo vivo sólo por mi referencia a ella. Nuestra relación, si es sana y verdadera, nos abre a los otros que nos amplían y enriquecen (…) El amor que es auténtico, que ayuda a crecer, y las formas más nobles de la amistad, residen en corazones que se dejan completar. La pareja y el amigo son para abrir el corazón en círculos, para volvernos capaces de salir de nosotros mismos hasta acoger a todos (Cf. Ft 89).

 

El amor se extiende más allá de nuestras fronteras

 

  • El papa Francisco amplía el círculo de las relaciones para llegar a lo que denomina “amistad social” en cada ciudad o en cada país. El amor se extiende más allá de las fronteras. Cuando es genuina, esta amistad social dentro de una sociedad es una condición de posibilidad de una verdadera apertura universal. (Cf. Ft 99)
  • Hay un reconocimiento básico, esencial para caminar hacia la amistad social y la fraternidad universal: percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia. Este es un principio elemental de la vida social que suele ser ignorado de distintas maneras por quienes sienten que no aporta a su cosmovisión o no sirve a sus fines (Cf. Ft 106).
  • Hay que mirar lo global, que nos rescata de la mezquindad casera. La fraternidad universal y la amistad social dentro de cada sociedad son dos polos inseparables y coesenciales. Separarlos lleva a una deformación y a una polarización dañina (Cf. Ft 142).

  • Reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amistad social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles (Cf. Ft 180).
  • El papa Francisco en la encíclica nos marca algunos caminos para dar sentido a una naciente cultura basada en la amistad social: un reencuentro con los sectores más empobrecidos y vulnerables. La paz «no sólo es ausencia de guerra sino el compromiso incansable de reconocer, garantizar y reconstruir concretamente la dignidad tantas veces olvidada o ignorada de hermanos nuestros (Cf. Ft 233).

 

El encuentro en el ambiente digital

 

  • Hablando de relaciones y de amistad, en nuestros días toca aludir a las comunicaciones digitales que eximen del laborioso cultivo de una amistad, presentado una apariencia de sociabilidad. No construyen verdaderamente un “nosotros” sino que suelen disimular y amplificar el individualismo. La conexión digital no basta para tender puentes, no alcanza para unir a la humanidad.

  • El sentarse a escuchar a otro, característico de un encuentro humano, es un paradigma de actitud receptiva, de quien supera el narcisismo y recibe al otro, le presta atención, lo acoge en el propio círculo. A veces la velocidad del mundo moderno nos impide escuchar bien lo que dice otra persona. No hay que perder la capacidad de escucha. San Francisco de Asís escuchó la voz de Dios, escuchó la voz del pobre, escuchó la voz del enfermo, escuchó la voz de la naturaleza. Y todo eso lo transforma en un estilo de vida (Cf. Ft 48).
  • Todos nosotros, personas humanas estamos naturalmente abiertos a las relaciones, a establecer vínculos unos con otros. Estamos necesitados de trascender a nosotros mismos y el camino es el encuentro con los otros (Cf. Ft 111).
  • Sin duda, lo que el Papa nos pide es que seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras (Cf. Tt 6)

Soñar lo posible. Una lectura de Fratelli Tutti. «Soñar como una única humanidad».

¡Qué importante es soñar juntos! nos exhorta el papa Francisco en “Fratelli tutti”. Por eso, una de las propuestas que lanza en su escrito es “soñar como única humanidad”.

Feliz quien ame al otro tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él. Necesitamos un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio.

Estamos llamados a una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física. Más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite.

Para ello pedimos un corazón sin confines, capaz de ir más allá de las distancias de procedencia, nacionalidad, color o religión.

«Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios» (1 Jn 4,16). De ese modo fue se despierta el sueño de una sociedad fraterna.

Sólo el hombre que acepta acercarse a otros seres en su movimiento propio, no para retenerlos en el suyo, sino para ayudarles a ser más ellos mismos, se hace realmente padre.

Todos los seres humanos hemos sido creados por Dios iguales. Iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad. Él nos ha llamado a convivir como hermanos.

He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente.

Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos!

Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos.

Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos.

Cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos.

 

Para un cristiano no es que todos “debemos” ser iguales, es que ya, ahora, todos somos iguales, porque todos somos hijos e hijas de un mismo Padre. Esta igualdad es la fuente de la irrenunciable dignidad de todo ser humano. Esa común dignidad sostiene la esperanza de que un mundo mejor es posible.

 

A cada paso, la encíclica nos anima a superar barreras, diferencias, opiniones y darnos cuenta del elemento común de todos los hombres y mujeres de esta humanidad: una igual dignidad, un mismo valor intrínseco. Así se respira en la encíclica y esta mirada nueva a toda la humanidad puede animar nuestra oración, nuestra reflexión y la vida de la Iglesia.

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El sueño: una fraternidad abierta

 

  • «Fratelli tutti», escribía san Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio. El poverello de Asís señala que la felicidad está en quien ama al otro, «tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él». Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite (Cf. Ft 1).
  • Francisco de Asís buscaba comunicar el amor de Dios. Había entendido las palabras del apóstol Juan: «Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios» (1Jn 4,16). Así despierta el sueño de una sociedad fraterna. Francisco acogió la verdadera paz en su interior, se liberó de todo deseo de dominio sobre los demás, se hizo uno de los últimos y buscó vivir en armonía con todos (Cf. Ft 3).

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Dios camina junto a ti y te ofrece una esperanza

 

  • Dios sigue derramando en la humanidad semillas de bien. La reciente pandemia nos permitió rescatar y valorizar a tantos compañeros y compañeras de viaje que, en el miedo, reaccionaron donando la propia vida.
  • Nos damos cuenta de que nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes que, sin lugar a dudas, escribieron los acontecimientos decisivos de nuestra historia compartida: médicos, enfermeros y enfermeras, farmacéuticos, empleados de los supermercados, personal de limpieza, cuidadores, transportistas, hombres y mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas… comprendieron que nadie se salva solo (Cf. Ft 54).
  • Existe una una realidad enraizada en lo profundo del ser humano, independiente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos. Nos habla de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor. La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna» (Cf. Ft 55).

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Reaccionar para ofrecer a otros este sueño de fraternidad

 

  • El objetivo de esta encíclica es reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras. Una reflexión escrita desde las convicciones cristianas del Papa Francisco, y abierta al diálogo con todas las personas de buena voluntad (Cf. Ft 6).
  • Que pueda surgir de nuevo, en esta época que nos toca vivir, el sentimiento de una fraternidad profunda. Que podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad, reconociendo la dignidad de cada persona humana. He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura: Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos (Cf. Ft 8).
  • Hay dos tipos de personas: las que se hacen cargo del dolor y las que pasan de largo; las que se inclinan reconociendo al caído y las que distraen su mirada y aceleran el paso. En efecto, nuestras múltiples máscaras, nuestras etiquetas y nuestros disfraces se caen: es la hora de la verdad. ¿Nos inclinaremos para tocar y curar las heridas de los otros? ¿Nos inclinaremos para cargarnos al hombro unos a otros? Este es el desafío presente, al que no hemos de tenerle miedo. En los momentos de crisis la opción se vuelve acuciante: podríamos decir que, en este momento, todo el que no pasa de largo ante el dolo ajeno, o bien es porque él mismo está herido o bien es porque está poniendo sobre sus hombros a algún herido (Cf. Ft 70).

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Un sueño que tiene su esencia en el amor: el otro es uno conmigo

 

  • En un intento de precisar en qué consiste la experiencia de amar que Dios hace posible con su gracia, santo Tomás de Aquino la explicaba como un movimiento que centra la atención en el otro «considerándolo como uno consigo». La atención afectiva que se presta al otro, provoca una orientación a buscar su bien gratuitamente. Todo esto parte de un aprecio, de una valoración, que en definitiva es lo que está detrás de la palabra “caridad”: el ser amado es “caro” para mí, es decir, «es estimado como de alto valor». Y «del amor por el cual a uno le es grata la otra persona depende que le dé algo gratis» (Cf. Ft 93)
  • El amor va más allá de acciones benéficas. El amor surge de una unión que inclina más y más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro por ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos (Cf. Ft 94)

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Desearles a todos lo mejor y hacerlo posible

 

  • El deseo y la búsqueda del bien de los demás y de toda la humanidad implican también procurar una maduración de las personas y de las sociedades en los distintos valores morales que lleven a un desarrollo humano integral. Se trata de procurar lo excelente, lo mejor para los demás: su maduración, su crecimiento en una vida sana, el cultivo de los valores y no sólo el bienestar material. Hay una expresión latina semejante: bene-volentia, que significa la actitud de querer el bien del otro. Es un fuerte deseo del bien, una inclinación hacia todo lo que sea bueno y excelente, que nos mueve a llenar la vida de los demás de cosas bellas, sublimes, edificantes (Cf. Ft 112).
  • Se trata de promover el bien, para nosotros mismos y para toda la humanidad, y así alcanzar un crecimiento genuino e integral. Cada sociedad necesita asegurar que los valores se transmitan, porque si esto no sucede se difunde el egoísmo, la violencia, la corrupción en sus diversas formas, la indiferencia y, en definitiva, una vida cerrada a toda trascendencia y clausurada en intereses individuales (Cf. Ft 113)
  • Reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amistad social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles. Cualquier empeño en esta línea se convierte en un ejercicio supremo de la caridad. Porque un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en «el campo de la más amplia caridad, la caridad política». Se trata de avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad social (Cf. Ft. 180).

 

Fuente: Conferencia Episcopal Española

Soñar lo posible: claves para entender la nueva encíclica del Papa

La Conferencia Episcopal Española (CEE) y los medios de comunicación de la Iglesia (EcclesiaCOPE y TRECE) se unen para ofrecer materiales para la reflexión sobre las grandes propuestas de la tercera encíclica del papa Francisco “Fratelli tutti”, dedicada a la fraternidad y la amistad social.

Con el nombre Soñar lo posible esta propuesta busca ofrecer claves de lectura de la encíclica y animar a leerla para encontrar los caminos en que cada uno, personas o instituciones, pueden ponerla en práctica.

La campaña, que preparará textos y diferente material audiovisual durante diez semanas, se difundirá en redes sociales bajo los hashtags #SoñarloPosible y #FratelliTutti1de10. Esta última etiqueta irá cambiando cada semana hasta llegar al 10de10.

El papa Francisco firmó esta encíclica en Asís, ante la tumba de San Francisco, el pasado 3 de octubre. Con ella propone, a todos los hombres de buena voluntad, a “que seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras”. Por ello, la CEE y los medios eclesiales se unen con esta iniciativa a la difusión de este mensaje papal.

Así nos invita el Santo Padre:

  • Detenerse en la dimensión universal de la doctrina sobre el amor fraterno,
  • Reflexionar para reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social.
  • Soñar como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana.

El texto completo de la encíclica lo puedes ver aquí. Y lo puedes descargar aquí en word y también en formato pdf.

Las diez claves se recopilarán cada semana bajo estos títulos:
  1. Soñar como una única humanidad. (21 de octubre)
  2. Una nueva cultura basada en la amistad. (28 de octubre)
  3. Las religiones, al servicio de la fraternidad. (4 de noviembre)
  4. Ser el buen samaritano. (11 de noviembre)
  5. En un mundo oscurecido, nadie puede quedar excluido. (18 de noviembre)
  6. Una economía con principios éticos. (25 de noviembre)
  7. Los caminos de paz. (2 de diciembre)
  8. Unas relaciones internacionales fraternas. (9 de diciembre)
  9. La mejor política. (16 de diciembre)
  10. Mirar al pasado con misericordia. (23 de diciembre)

Además de esta acción de la Iglesia, se ha invitado a todas las diócesis, congregaciones religiosas y movimientos a compartir también las propuestas de la encíclica que ya se realizan en sus instituciones y a compartir esas historias con los hashtags señalados.

 

Fuente: Conferencia Episcopal Española

Video del Papa en octubre: «Más mujeres laicas en instancias de responsabilidad de la Iglesia»

La Red Mundial de Oración del Papa (Apostolado de la Oración) ha hecho público este jueves El Vídeo del Papa : «MUJERES EN INSTANCIAS DE RESPONSABILIDAD DE LA IGLESIA», que recoge la intención de oración del Papa Francisco para este mes de octubre, mes misionero. En esta ocasión, está dedicada a los fieles laicos y, especialmente, a las mujeres, con el deseo de que el papel de estas últimas en la toma de decisiones de la Iglesia sea cada vez más relevante. Leer más

“Fratelli tutti”, la encíclica social del Papa Francisco.

En la fiesta de S. Francisco de Asís, el Papa Francisco hace pública la tercera encíclica de su pontificado con el título “Fratelli Tutti” sobre la fraternidad y la amistad social. El texto de la encíclica fue firmado en Asís, el 3 de octubre, tras la celebración de la eucaristía presidida por el Papa con la comunidad franciscana.

 

¿Cuáles son los grandes ideales, pero también los caminos concretos a recorrer para quienes quieren construir un mundo más justo y fraterno en sus relaciones cotidianas, en la vida social, en la política y en las instituciones? Esta es la pregunta a la que pretende responder, principalmente “Fratelli tutti”, que el Papa define como una “Encíclica social”, en sus ocho capítulos:

  1. Las sombras de un mundo cerrado
  2. Un extraño en el camino
  3. Pensar y gestar un mundo abierto
  4. Un corazón abierto al mundo entero
  5. La mejor política
  6. Diálogo y amistad social
  7. Caminos de reencuentro
  8. Las religiones al servicio de la fraternidad del mundo

 

 

«»Fratelli tutti», escribía san Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio…» Así comienza esta tercera encíclica del Papa Francisco.

Una encíclica que pretende promover una aspiración mundial a la fraternidad y la amistad social, a partir de una pertenencia común a la familia humana, del hecho de reconocernos como hermanos porque somos hijos de un solo Creador, todos en la misma barca, y por tanto necesitados de tomar conciencia de que en un mundo globalizado e interconectado sólo podemos salvarnos juntos.