Soñar lo posible. Una lectura de Fratelli tutti. «Mirar el pasado con misericordia»

La historia nos muestra hechos contra la dignidad de la persona que desgraciadamente hemos sido capaces de cometer. Observándolos desde la misericordia, debemos lamentar lo ocurrido y disponernos a aprender del pasado para no volver a repetir los mismos errores.

La iniciativa “Soñar lo posible”, al finalizar su recorrido por la encíclica Fratelli tutti, aborda el tema del perdón sincero y de la virtud de la misericordia, ambos fuertemente acentuados en el cristianismo.

Para alcanzar la reconciliación el papa Francisco propone:

  • Superar los conflictos a través del diálogo.
  • Abstenerse de enemistades y del odio mutuo.
  • Dialogar con honestidad, apoyados en el amor a la justicia.
  • No caer en el círculo vicioso de la venganza.

Se trata, en definitiva, de entender y revalorizar el sentido del perdón, siguiendo las enseñanzas del Evangelio que pide perdonar hasta “setenta veces siete” (Mt. 18,22).

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10º Clave: Mirar al pasado con misericordia

 

Cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún. Es el camino.

El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día.

Ignorar la historia, despreciar la experiencia de los mayores y mirar solo al futuro crea personas vacías, desarraigadas y desconfiadas. Así hacen las ideologías.

Los pueblos que olvidan su tradición y, por negligencia o apatía, toleran que se les arrebate el alma, pierden su fisonomía espiritual, su consistencia moral y, finalmente, su independencia.

En tu historia las preguntas son: Cuánto amor puse en mi trabajo, en qué hice avanzar al pueblo, cuánta paz social sembré, qué provoqué en el lugar que se me encomendó.

Hace falta aprender a cultivar una memoria penitencial, capaz de asumir el pasado para liberar el futuro de las propias insatisfacciones, confusiones o proyecciones.

La misericordia de cada persona se extiende a su prójimo, pero la misericordia del Señor alcanza a todos los vivientes.

La comprensión y el compromiso mutuo pueden transformar antiguos conflictos o las tensiones del pasado y alcanzar una unidad en la diversidad que engendra nueva vida.

Es conmovedor ver la capacidad de perdón de algunas personas que han sabido ir más allá del daño sufrido. En todo caso, lo que jamás se debe proponer es el olvido.

No es posible conformarse con lo que ya se ha conseguido en el pasado e instalarse. Todavía muchos hermanos nuestros sufren situaciones de injusticia que nos reclaman a todos.

Mira el pasado con misericordia. Pide la gracia de lamentar lo que hemos sido capaces de hacer, de haber despreciado y destruido nuestra carne ¡Nunca más, Señor, nunca más!

 

El perdón permite buscar la justicia sin caer

en el círculo vicioso de la venganza ni en la injusticia del olvido.

 

Estamos llamados a amar a todos, sin excepción. Si el perdón es gratuito, entonces puede perdonarse aun a quien se resiste al arrepentimiento y es incapaz de pedir perdón.

Cuando hay algo que jamás debe ser tolerado, justificado o excusado, sin embargo, podemos perdonar. Cuando hay algo que por ninguna razón debemos permitirnos olvidar, sin embargo, podemos perdonar. El perdón libre y sincero es una grandeza que refleja la inmensidad del perdón divino.

 

Cultura sin alma

  • No hay que despreciar la historia ni rechazar la riqueza espiritual y humana que se ha ido transmitiendo a lo largo de las generaciones. Tampoco hay que ignorar todo lo que ha pasado, perdiendo así el sentido de la historia. Por eso hay que escuchar la experiencia de los mayores (Cf. Ft 13).
  • Sin embargo, en la cultura actual se percibe una especie de deconstruccionismo para construirlo todo desde cero. Para eso se precisa de persona vacías, desarraigadas, desconfiadas de todo, para instaurar nuevas formas de colonización cultural (Cf. Ft 13).
  • En esta nueva cultura, los pueblos, al abandonar su tradición, toleran que se les arrebate el alma. Grandes palabras como democracia, libertad, justicia, unidad son conceptos manoseados y desfigurados en la actualidad. Se les ha vaciado de contenido para poder justificar así cualquier acción (Cf. Ft 14).
  • En un escenario donde se siembra la división, la enemistad y un escepticismo desolador, se impide construir un proyecto común. Sin embargo, cuando se reflexiona y se mira al futuro aparecen interrogantes como ¿qué aporto a la sociedad? ¿qué lazos tengo con mi comunidad y que iniciativas propongo? ¿cómo contribuyo a fortalecer la paz? ¿cuánto amor pongo en mi trabajo? ¿colaboro a mejorar la convivencia en mi entorno? (Cf. Ft 197).

 

Nueva vida

  • Cuando las personas y las comunidades apuntan más allá de los intereses particulares, la comprensión y el compromiso mutuo se transforman en un ámbito donde los conflictos, las tensiones e incluso los que se podrían haber considerado contrarios en el pasado pueden alcanzar una unidad en la diversidad que engendra nueva vida (Cf. Ft 245).
  • Hace falta aprender a cultivar una memoria capaz de asumir el pasado, a veces desde el arrepentimiento, para liberar el futuro de sus insatisfacciones, confusiones o proyecciones. Sólo desde la verdad histórica de los hechos puede hacerse un esfuerzo constante para comprenderse mutuamente y para comenzar un nuevo camino hacia el bien de todos (Cf Ft 226).

 

Reconciliación sin olvido

  • Pero la reconciliación se debe promover, no imponer al conjunto de una sociedad. Porque ¿quién se puede atribuir el derecho de perdonar en nombre de los demás? No es posible decretar una “reconciliación general”, pretendiendo cerrar por decreto las heridas o cubrir las injusticias con un manto de olvido (Cf. Ft 246).
  • La reconciliación es un hecho personal y es conmovedor ver la capacidad de perdón de algunas personas que han sabido ir más allá del daño sufrido. Como también es humano comprender a quienes no pueden hacerlo. En todo caso, lo que jamás se debe proponer es el olvido (Cf. Ft 246).
  • Un ejemplo es la Shoah –palabra hebrea para referirse al holocausto- no debe ser olvidada. Es el símbolo de hasta dónde puede llegar la maldad del hombre cuando, alimentada por falsas ideologías, se olvida de la dignidad fundamental de la persona, que merece respeto absoluto independientemente del pueblo al que pertenezca o la religión que profese. ¡Nunca más, ¡Señor, nunca más! (Cf. Ft 247).

 

Conciencia colectiva

  • No se puede permitir que las actuales y nuevas generaciones pierdan la memoria de lo que ha pasado. Esa memoria es la garantía y el estímulo para construir un futuro más justo y más fraterno. Se necesita mantener viva la llama de la conciencia colectiva, que recuerde a las generaciones venideras el horror de lo que sucedió. Lo necesitan las mismas víctimas para no ceder a la lógica que lleva a justificar las represalias y cualquier tipo de violencia en nombre del enorme mal que han sufrido (Cf. Ft 248 y 249).
  • El perdón no implica olvido. Pero cuando hay algo que de ninguna manera puede ser negado, relativizado o disimulado, sin embargo, se puede perdonar (Cf. Ft 250).

 

La misericordia del Señor alcanza a todos

  • Dios celestial es misericordioso. Siente compasión por los que sufren, ofreciéndoles su apoyo. A la vez que cuida y perdona a los pecadores. Mientras la misericordia de cada persona llega solo a su prójimo, la misericordia del Señor alcanza a todos. Hace salir el sol sobre buenos y malos. Con este precepto se invita a superar la tendencia de mirar solo a nuestro lado, a los que tenemos siempre más cerca (Cf. Ft 59 y 60).
  • Pido a Dios «que prepare nuestros corazones al encuentro con los hermanos más allá de las diferencias de ideas, lengua, cultura, religión; que unja todo nuestro ser con el aceite de la misericordia que cura las heridas de los errores, de las incomprensiones, de las controversias; la gracia de enviarnos, con humildad y mansedumbre, a los caminos, arriesgados pero fecundos, de la búsqueda de la paz (Cf. Ft 254)

 

 

 

Fuente: Conferencia Episcopal Española