Llamamiento de Fr. Francesco Patton por los cristianos de Tierra Santa

Paz y bien: un año más, la Iglesia universal nos convoca para que seamos solidarios con quienes viven su fe cristiana en Tierra Santa, a través de la COLECTA PONTIFICIA, del Viernes Santo para sostener la obra cultual, educativa, sanitaria, social y cultural que desarrollan las comunidades cristianas que viven en los Santos Lugares.

En este último año, Tierra Santa ha sido puesta a prueba por la pandemia que ha paralizado a todo el mundo. A pesar de la situación, han continuado custodiando los Santos Lugares de nuestra redención y a la pequeña comunidad cristiana que todavía resiste aquí.

A través de las parroquias y las escuelas de Tierra Santa se ha intensificado el compromiso caritativo, la educación, y la oración por el mundo entero.

Por ello, este año más que nunca necesitan de la generosidad de los cristianos de todo el mundo, de la generosidad de cada uno de nosotros, de nuestro corazón, en la medida de nuestras posibilidades para que puedan seguir ayudando a quien más lo necesita.

¡Colabora!

 

 

Fuente: Christian Media Center

Video del Papa. Marzo 2021. Sacramento de la Reconciliación: «Saborear el perdón y la infinita misericordia de Dios”

Recemos para que vivamos el sacramento de la reconciliación con renovada profundidad y para saborear el perdón y la infinita misericordia de Dios. Y recemos para que Dios dé a su Iglesia sacerdotes misericordiosos y no torturadores.

Papa Francisco – Marzo 2021

 

“De la miseria a la misericordia”: para el Papa, la confesión trata de la infinita misericordia de Dios

 

El Video del Papa de marzo busca resaltar la alegría que trae el sacramento de la reconciliación,

y nos recuerda que se trata de un encuentro de amor y de misericordia entre Dios y nosotros.

 

El Video del Papa de marzo ha sido publicado con la intención de oración que el Santo Padre confía a toda la Iglesia Católica a través de la Red Mundial de Oración del Papa. Se trata de un mensaje lleno de esperanza, en el que invita a redescubrir la fuerza de renovación personal que tiene el sacramento de la confesión en nuestra vida. “Recemos para que vivamos el sacramento de la Reconciliación con renovada profundidad y para saborear el perdón y la infinita misericordia de Dios”, pide Francisco. El video de este mes se abre con él mismo yendo a confesarse, “para sanarme, para curar mi alma”.

El centro de la confesión es “Jesús nos espera, nos escucha y nos perdona”

En el corazón de Dios estamos nosotros antes que nuestras equivocaciones», dice el Santo Padre en El Video del Papa, destacando una vez más la fuerza que tiene el amor de Dios sobre nuestro ser y nuestro actuar. Recibir este sacramento no se trata de erigirse ante un juez, sino de acudir a un encuentro de amor ante un Padre que nos recibe y nos perdona siempre. Dios no se cansa de perdonar.  “El centro de la confesión no son los pecados que decimos, sino el amor divino que recibimos y que siempre necesitamos”, agrega Francisco. Y ese amor está antes que todo, antes que los errores, las reglas, los juicios y las caídas.

Que Dios de a su Iglesia sacerdotes misericordiosos

El P. Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, recordó las últimas palabras de Francisco: “Recemos para que Dios dé a su Iglesia sacerdotes misericordiosos y no torturadores”. Y agregó: “No es la primera vez que el Papa pide esta gracia. Como el buen pastor conoce el sufrimiento de la gente, sus pecados, su necesidad de encontrar ‘ministros de la misericordia’. Es el tiempo de la misericordia. En su carta apostólica Misericordia et misera, al concluir el Jubileo extraordinario de la misericordia, invitó a los sacerdotes a ser como Jesús, llenos de compasión y pacientes. Es un camino de conversión para cada sacerdote, ‘ser testigos de la ternura paterna’, ‘prudentes en el discernimiento’, y ‘generosos para dispensar el perdón de Dios’. Pide que el corazón sea cercano al corazón de Jesús, y es una gracia”.

 

 

Fuente: thepopevideo.org

 

La celebración del sacramento de la penitencia en estos tiempos de pandemia

Vistas las llamadas a vicaría general del Arzobispado que están llegando acerca de aplicar la ABSOLUCION GENERAL con motivo de celebrar los preceptos pascuales en el entorno de la SEMANA SANTA, se pasa la siguiente comunicación:

1.- Forma Ordinaria.

La doctrina tradicional y la praxis de la Iglesia con relación a la celebración del sacramento de la penitencia están bien expuestas en el c. 960 del vigente Código de Derecho Canónico:

“La confesión individual e íntegra y la absolución constituyen el único modo ordinario con el que un fiel consciente de que está en pecado grave se reconcilie con Dios y con la Iglesia; sólo la imposibilidad física o moral excusa de esta confesión, en cuyo caso la reconciliación se puede también obtener por otros medios”. La preparación del penitente para esta celebración puede hacerse: de modo personal, o bien en preparación comunitaria.

La NOTA publicada por la Penitenciaría Apostólica el 19 de marzo del año 2020, en el apartado 7 reseña: “… en la presente emergencia pandémica, corresponde por tanto al Obispo Diocesano/Eparquial indicar a los sacerdotes y penitentes las prudentes atenciones que deben adoptarse en la celebración individual de la reconciliación sacramental, tales como la celebración en un lugar ventilado fuera del confesionario, la adopción de una distancia adecuada, el uso de mascarillas protectoras, sin perjuicio de la absoluta atención a la salvaguardia del sigilo sacramental y la necesaria discreción”. Con fecha del 5 de mayo del año 2020 y como aplicación a nuestra diócesis, Mons. D. Jesús Fernández González, entonces Obispo Auxiliar de nuestra diócesis, luego de oír a los Sres. Vicarios y a la Delegación Diocesana de Liturgia, volvía a recordar lo dispuesto por la Penitenciaría Apostólica.

2.- Forma Extraordinaria

El c. 961.1 se expresa del siguiente modo: “No puede darse la absolución a varios penitentes a la vez sin previa confesión individual y con carácter general a no ser que “(1º.- amenace un peligro de muerte y 2º.- haya una necesidad grave)”.

El Papa san Juan Pablo II en la c. a. en forma de “motu proprio” MISERICORDIA DEI, en el apartado 4 se expresa así:

*“La absolución a más de un penitente a la vez, sin confesión individual previa, prevista en el c. 961 del CIC, ha de ser entendida y aplicada rectamente a la luz y en el contexto de las normas precedentemente enunciadas. En efecto, dicha absolución “tiene un carácter de excepcionalidad” y no puede impartirse “con carácter general a no ser que: 1º) amenace un peligro de muerte, y el sacerdote o los sacerdotes no tengan tiempo para oír la confesión de cada penitente. 2º) haya una grave necesidad, es decir, cuando, teniendo el número de penitentes, no haya bastantes confesores para oír debidamente la confesión de cada uno dentro de un tiempo razonable, de manera que los penitentes, sin culpa por su parte, se verían privados durante notable tiempo de la gracia sacramental o de la sagrada comunión; pero no se considera suficiente necesidad cuando no se puede disponer de confesores a causa sólo de una gran concurrencia de penitentes, como puede suceder en una gran fiesta o peregrinación”.

*“Juzgar si se dan las condiciones requeridas según el c. 961&1, 2º, no corresponde al confesor sino al Obispo diocesano, “el cual, teniendo en cuenta los criterios acordados con los demás miembros de la Conferencia Episcopal, puede determinar los casos en que se verifica esa necesidad”… (núm. 5).

*En el núm. 4.2º dice el Papa: “Sobre el caso de grave necesidad” precisa cuanto sigue: a) Se trata de situaciones que, objetivamente son excepcionales, como las que pueden producirse en territorios de misión o en comunidades de fieles aisladas. b) Las dos condiciones establecidas en el c. 961 para que se dé la grave necesidad  son inseparables.

*La Conferencia Episcopal Española, el año 1989, se ha pronunciado del siguiente modo: “Estima que, en el conjunto de su territorio, no existen casos generales y previsibles en los que se den los elementos que constituyen la situación de necesidad grave en la que puede recurrir a la absolución sacramental general (c. 961&1) (BOCEE 22, 1989, 59-60).

3.- La Vía  o Camino de la Contrición Perfecta”.

*El Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por san Juan Pablo II el año 1992, en el número 1452 y sus concordantes, trata del perdón de los pecados, y se expresa de la siguiente forma:

“Cuando brota el amor de Dios amado sobre todas las cosas, la contrición se llama “contrición perfecta” (contrición de caridad). Semejante contrición perdona las faltas veniales; obtiene también el perdón de los pecados mortales, si comprende la firme resolución de recurrir tan pronto como sea posible a la confesión sacramental”.

*Con fecha 19 de marzo de 2020 la Penitenciaría Apostólica publicó una “NOTA sobre el Sacramento de la Penitencia en la actual situación de pandemia” y en el apartado 10 contempla:

“Cuando el fiel se encuentra en la dolorosa imposibilidad de recibir la absolución sacramental, debe recordarse que la contrición perfecta, procedente del amor del Dios amado sobre todas las cosas, expresada por una sincera petición de perdón (la que el penitente pueda expresar en ese momento) y acompañada de votum confessionis, es decir, del firme propósito de recurrir cuanto antes a la confesión sacramental, obtiene el perdón de los pecados, incluso mortales” (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1452).

Esta vía merece ser analizada y usada. Para ello, en el marco de una adecuada celebración de la Palabra, debe decirse con claridad a los fieles que no se acude a la “vía excepcional” de la absolución general en sintonía con el Magisterio de la Iglesia, sino que se recupera en estos tiempos de pandemia la “vía tradicional de la contrición perfecta”, acudiendo a la conciencia del fiel para el encuentro con el Dios del Perdón, mediante la oración de la Iglesia.

La motivación que se debe hacer al pueblo fiel que desea participar en la Eucaristía, se hará acudiendo a los textos bíblicos de carácter penitencial y recordando el amor de Dios nuestro Señor en el marco de una Celebración de la Palabra.

*El “Ritual de la Penitencia”, promulgado el 25 de enero de 1975 por la Congregación para el Culto Divino, en aplicación de las disposiciones emanadas de la Constitución Sacrosanctum Concilium, tiene unos Prenotandos en la edición típica, que son una hermosa reflexión teológica y unas consideraciones pastorales emanadas de la Conferencia Episcopal Española del año 1978. En la parte expositiva el Ritual recoge diversos textos bíblicos que se pueden usar para las celebraciones de la Palabra. También recordar: que la celebración de la Palabra que acompañe a la motivación pastoral para acudir a la vía de la contrición perfecta no se imparte en ella la absolución sacramental.

Santiago, 26 de marzo de 2021.

EL VICARIO GENERAL

 

 

Noticia extraída de: archicompostela.es

 

El Papa en el Domingo de Ramos: Pidamos la gracia de asombrarnos.

El Papa Francisco celebró en el Vaticano este 28 de marzo, la Misa del Domingo de Ramos, que conmemora la entrada del Señor Jesús a Jerusalén, en la que nos invitó a todos en esta Semana Santa a contemplar con asombro los misterios de la pasión y muerte de Jesús.

  • Hermanos y hermanas, hoy Dios continúa sorprendiendo nuestra mente y nuestro corazón. Dejemos que este estupor nos invada, miremos al Crucificado y digámosle también nosotros: ‘Realmente eres el Hijo de Dios. Tú eres mi Dios’”

Volver a comenzar desde el asombro, mirando al Crucificado: es a lo que anima el Papa Francisco en su homilía. Dejarse sorprender por Jesús, dice el Santo Padre, «para volver a vivir», porque la grandeza de la vida no está en el tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados por Dios.

 

A continuación, la homilía íntegra pronunciada por el Papa Francisco:

 

Esta Liturgia suscita cada año en nosotros un sentimiento de asombro. Pasamos de la alegría que supone acoger a Jesús que entra en Jerusalén al dolor de verlo condenado a muerte y crucificado. Es un sentimiento profundo que nos acompañará toda la Semana Santa. Entremos entonces en este estupor.

Jesús nos sorprende desde el primer momento. Su gente lo acoge con solemnidad, pero Él entra en Jerusalén sobre un humilde burrito. La gente espera para la Pascua al libertador poderoso, pero Jesús viene para cumplir la Pascua con su sacrificio. Su gente espera celebrar la victoria sobre los romanos con la espada, pero Jesús viene a celebrar la victoria de Dios con la cruz. ¿Qué le sucedió a aquella gente, que en pocos días pasó de aclamar con hosannas a Jesús a gritar “crucifícalo”? ¿Qué sucedió?

En realidad, aquellas personas seguían más una imagen del Mesías, que al Mesías real. Seguían una imagen, no al Mesías. Admiraban a Jesús, pero no estaban dispuestas a dejarse sorprender por Él. El asombro es distinto de la simple admiración. La admiración puede ser mundana, porque busca los gustos y las expectativas de cada uno; en cambio, el asombro permanece abierto al otro, a su novedad. También hoy hay muchos que admiran a Jesús, porque habló bien, porque amó y perdonó, porque su ejemplo cambió la historia. Lo admiran, pero sus vidas no cambian. Porque admirar a Jesús no es suficiente. Es necesario seguir su camino, dejarse cuestionar por Él, pasar de la admiración al asombro.

¿Y qué es lo que más sorprende del Señor y de su Pascua? El hecho de que Él llegue a la gloria por el camino de la humillación. Él triunfa acogiendo el dolor y la muerte, que nosotros, rehenes de la admiración y del éxito, evitaríamos. Jesús, en cambio —nos dice san Pablo—, «se despojó de sí mismo, […] se humilló a sí mismo» (Flp 2,7.8). Sorprende ver al Omnipotente reducido a nada. Verlo a Él, la Palabra que sabe todo, enseñarnos en silencio desde la cátedra de la cruz. Ver al rey de reyes que tiene por trono un patíbulo. Ver al Dios del universo despojado de todo. Verlo coronado de espinas y no de gloria. Verlo a Él, la bondad en persona, que es insultado y pisoteado. ¿Por qué toda esta humillación? Señor, ¿por qué dejaste que te hicieran todo esto? Y esta pregunta nos asombra.

Lo hizo por nosotros, para tocar lo más íntimo de nuestra realidad humana, para experimentar toda nuestra existencia, todo nuestro mal. Para acercarse a nosotros y no dejarnos solos en el dolor y en la muerte. Para recuperarnos, para salvarnos. Jesús subió a la cruz para descender a nuestro sufrimiento. Probó nuestros peores estados de ánimo: el fracaso, el rechazo de todos, la traición de quien le quiere e, incluso, el abandono de Dios. Experimentó en su propia carne nuestras contradicciones más dolorosas, y así las redimió, las transformó. Su amor se acerca a nuestra fragilidad, llega hasta donde nosotros sentimos más vergüenza. Y ahora sabemos que no estamos solos. Dios está con nosotros en cada herida, en cada miedo. Ningún mal, ningún pecado tiene la última palabra. Dios vence, pero la palma de la victoria pasa por el madero de la cruz. Por eso las palmas y la cruz están juntas.

Pidamos la gracia del estupor. La vida cristiana, sin asombro, es monótona. ¿Cómo se puede testimoniar la alegría de haber encontrado a Jesús, si no nos dejamos sorprender cada día por su amor admirable, que nos perdona y nos hace comenzar de nuevo? Si la fe pierde su capacidad de sorprenderse se queda sorda, ya no siente la maravilla de la gracia, ya no experimenta el gusto del Pan de vida y de la Palabra, ya no percibe la belleza de los hermanos y el don de la creación. Y no tiene otra alternativa que refugiarse en el legalismo, en el clericalismo, en todas estas cosas que Jesús condena en el capítulo 23 de Mateo.

En esta Semana Santa, levantemos nuestra mirada hacia la cruz para recibir la gracia del estupor. San Francisco de Asís, mirando al Crucificado, se asombraba de que sus frailes no llorasen. Y nosotros, ¿somos capaces todavía de dejarnos conmover por el amor de Dios? ¿Por qué hemos perdido la capacidad de asombrarnos ante él? Tal vez porque nuestra fe ha sido corroída por la costumbre. Tal vez porque permanecemos encerrados en nuestros remordimientos y nos dejamos paralizar por nuestras frustraciones. Tal vez porque hemos perdido la confianza en todo y nos creemos incluso fracasados. Pero detrás de todos estos “tal vez” está el hecho de que no nos hemos abierto al don del Espíritu, que es Aquel que nos da la gracia del estupor.

Volvamos a comenzar desde el asombro; miremos al Crucificado y digámosle: “Señor, ¡cuánto me amas, qué valioso soy para Ti!”. Dejémonos sorprender por Jesús para volver a vivir, porque la grandeza de la vida no está en tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados. Esta es la grandeza de la vida descubrirse amados y la grandeza de la vida está en la belleza de amar. En el Crucificado vemos a Dios humillado, al Omnipotente reducido a un despojo. Y con la gracia del estupor entendemos que, acogiendo a quien es descartado, acercándonos a quien es humillado por la vida, amamos a Jesús. Porque Él está allí, en los últimos, en los rechazados, en aquellos que nuestra cultura farisea condena.

Hoy el Evangelio nos muestra, justo después de la muerte de Jesús, la imagen más hermosa del estupor. Es la escena del centurión que, al verlo «expirar así, exclamó: “¡Realmente este hombre era Hijo de Dios!”» (Mc 15,39). Se dejó asombrar por el amor. ¿Cómo había visto morir a Jesús? Lo había visto morir amando, y esto lo asombró. Sufría, estaba agotado, pero seguía amando. Esto es el estupor ante Dios, quien sabe llenar de amor incluso el momento de la muerte. En este amor gratuito y sin precedentes, el centurión, un pagano, encuentra a Dios. ¡Realmente este hombre era Hijo de Dios! Su frase ratifica la Pasión. Muchos antes de él en el Evangelio, admirando a Jesús por sus milagros y prodigios, lo habían reconocido como Hijo de Dios, pero Cristo mismo los había mandado callar, porque existía el riesgo de quedarse en la admiración mundana, en la idea de un Dios que había que adorar y temer en cuanto potente y terrible. Ahora ya no, ante la cruz no hay lugar a malas interpretaciones. Dios se ha revelado y reina sólo con la fuerza desarmada y desarmante del amor.

Hermanos y hermanas, hoy Dios continúa sorprendiendo nuestra mente y nuestro corazón. Dejemos que este estupor nos invada, miremos al Crucificado y digámosle también nosotros: “Realmente eres el Hijo de Dios. Tú eres mi Dios”.

 

 

Fuentes: aciprensa.com y vaticannews.va

Semana Santa 2021: Actos litúrgicos en la Catedral de Santiago de Compostela

 

S.A.M.I. CATEDRAL DE SANTIAGO
Semana Santa
Semana del 28 de marzo al 4 de abril de 2021

 

Domingo 28 de marzo: Domingo de Ramos

12:00 h.: Misa estacional, bendición de Ramos: M. I. Mons. Domato Búa

Misa 19:30 h.: Ilmo. Sr. Fernández Lago

 

Lunes Santo 29 de marzo:

Misa 12:00 h.: M. I. Sr. Lorenzo Santos

Misa 19:30 h.: M. I. Sr. Otero Outes

 

Martes Santo 30 de marzo:

Misa 12:00 h.: M. I. Sr. Lorenzo Santos

Misa 19:30 h.: M. I. Sr. Otero Outes

 

Miércoles Santo 31 de marzo:

Misa 12:00 h.: M. I. Sr. Lorenzo Santos

Misa 19:30 h.: M. I. Sr. Otero Outes

20:00 h. Vía Crucis: Coordinadora de Asociaciones Religiosas de Santiago

 

Jueves Santo 1 de abril:

12:00 h.: Celebración Penitencial: Ilmo. Sr. Fernández Lago

18:00 h.: Misa de la Cena del Señor: Ilmo. Sr. Fernández Lago

 

Viernes Santo 2 de abril:

12:00 h.: Celebración Penitencial: Ilmo. Sr. Fernández Lago

18:00 h.: Celebración de la Pasión del Señor: Ilmo. Sr. Fernández Lago

 

Sábado Santo 3 de abril:

12:00 h.: Liturgia de las Horas: Ilmo. Sr. Fernández Lago

18:00 h.: Vía Crucis y Sermón de la Soledad

20:00 h.: Solemne Vigilia Pascual: M. I. Mons. Domato Búa

 

Domingo de Pascua 4 de abril

12:00 h.: Misa estacional: M. I. Sr. Pérez López

Misa 19:30 h.: Ilmo. Sr. Fernández Lago

 

Jueves 15 de abril

11:00 h.: Misa Crismal: presidida por el Excmo. Sr. Arzobispo

 

Fuente: archicompostela.es

Programación especial de Trece y Cope para Semana Santa 2021

Trece y Cope emiten en directo la programación religiosa especial de Semana Santa. Desde el Domingo de Ramos ambas cadenas retransmitirán los actos litúrgicos del papa Francisco, pero también celebraciones desde catedrales y templos españoles de gran significado.

 

Programación en RADIO

 

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Programación en TELEVISIÓN

 

 

Fuente: conferenciaepiscopal.es

Celebraciones del Papa en Semana Santa 2021

 

La Oficina de prensa del Vaticano ha informado de las celebraciones que presidirá el Santo Padre durante la Semana Santa. 

Las ceremonias litúrgicas se desarrollarán siguiendo las medidas restrictivas sanitarias por la pandemia con una presencia limitada de fieles en el «respeto de las medidas sanitarias previstas».  Un ejemplo de ello, será la ausencia de la muchedumbre de fieles que normalmente llenaba la Plaza de San Pedro, y el Coliseo, en la Semana Mayor.

El Pontífice celebrará los ritos de la Semana Santa en el Altar de la Cátedra, en la Basílica de San Pedro, y el Viernes Santo presidirá el Via Crucis desde la Plaza de San Pedro.

 

Domingo de Ramos

El 28 de marzo, Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, el Papa presidirá la celebración de la Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén y Santa Misa, a las 10:30 h. de la mañana.

 

Triduo Pascual

Por lo que se refiere al Triduo Pascual, el jueves 1 de abril a las 10:00 h. de la mañana tendrá lugar la Santa Misa Crismal, presidida por el Pontífice.

A las 18:00 h., no está previsto que el Santo Padre presida la Santa Misa en la Cena del Señor, in Coena Domini; en su lugar presidirá la ceremonia litúrgica el cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio.

Mientras que el 2 de abril, Viernes Santo, a las 18:00 h., tendrá lugar la Celebración de la Pasión del Señor. Ese mismo día, a las 21:00 h., el Pontífice presidirá el Via Crucis en la Plaza de San Pedro. Este año, según informó el director de la Oficina de Prensa vaticana, Matteo Bruni, la preparación de las meditaciones fue confiada al Grupo Scout Agesci «Foligno» de Umbria, y a la Parroquia Romana de los Santos Mártires de Uganda. Serán de particular atención las imágenes que acompañarán las distintas estaciones, dibujos hechos por chicos de la Casa Famili «Mater Divini Amoris» y de la Casa Familia “Tetto Casal Fattoria”, ambas romanas, la primera seguida y administrada por las Hijas de la Virgen del Divino Amor, y la segunda por una asociación de voluntarios.

En lo que respecta a la Vigilia Pascual en la Noche Santa, se celebrará el Sábado Santo, 3 de abril a las 19:30 h.

 

Domingo de Pascua y Bendición

Finalmente, la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice dio a conocer que la Santa Misa del Domingo de Pascua y de la Resurrección del Señor se celebrará el 4 de abril a las 10:00 h. de la mañana. Al final de la Santa Misa el Santo Padre impartirá la bendición «Urbi et Orbi».

Al día siguiente, Lunes del Ángel, el Papa presidirá el rezo del Regina coeli, desde la Biblioteca del Palacio Apostólico.

 

Fuente: conferenciaepiscopal.es

Nota de los obispos de la CEE sobre la Semana Santa 2021

Después de un año entero, nuestro mundo sigue afrontando la lucha contra la pandemia del COVID-19 y sus consecuencias, auténtico drama que ha afectado a casi todas las dimensiones de la vida de las personas.

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos nos recuerda que la pandemia también ha influido en la vida litúrgica de la Iglesia, y que “las normas y directrices contenidas en los libros litúrgicos, concebidas para tiempos normales, no son enteramente aplicables en tiempos excepcionales de crisis como estos”[1].

De cara a las celebraciones de la Semana Santa y del Triduo Pascual, en este año 2021, que por segunda vez se desarrollan estas circunstancias difíciles, la Comisión Episcopal para la Liturgia de la Conferencia Episcopal Española quiere acoger las indicaciones de la Congregación para dichas celebraciones, publicadas en la Nota para los Obispos y las conferencias episcopales sobre la Semana Santa 2021, del pasado 17 de febrero.

Se ha hecho un esfuerzo para adaptarlas a la realidad y circunstancias de nuestro país, y ofrecerlas a los Obispos de España, máximos responsables y moderadores de la vida litúrgica en sus respectivas diócesis, como instrumento y orientación para vivir el momento central del Año Litúrgico y de la vida de la Iglesia.

Con esa finalidad, y teniendo en cuenta la situación de la pandemia en España en este año 2021, se proponen a continuación las siguientes observaciones de carácter general y las de cada una de las celebraciones de la Semana Santa y del Triduo Pascual.

a) Observaciones de carácter general.

    1. Siempre que sea posible, desde un discernimiento responsable que ha de hacer cada fiel, se recomienda la participación presencial en la celebración, formando parte activa de la asamblea.
    2. Aquellos fieles que, por razón de edad, enfermedad, o de prudencia sanitaria, no puedan participar presencialmente en las celebraciones, síganlas por los medios de comunicación[2].
    3. En todas las celebraciones se deberán respetar las normas emanadas de las autoridades sanitarias en la lucha contra el virus: el aforo de los templos, las recomendaciones sanitarias e higiénicas para hacer de los lugares de culto espacios sanos y seguros, el uso de la mascarilla, disponibilidad de gel hidroalcohólico, distancia social, ventilación de los espacios, etc.
    4. Prepárense con sumo cuidado las celebraciones, eligiendo bien las alternativas que propone la Liturgia y acogiendo de buen grado las indicaciones para adaptarlas a este tiempo de pandemia.
    5. En las distintas celebraciones se ha de reducir al mínimo necesario el número de ministros que intervienen –acólitos, lectores, etc.–, sin que ello desdiga de la dignidad de la celebración.
    6. El canto no está prohibido, siempre y cuando no exista alguna indicación expresa de las autoritarias sanitarias y se haga con las medidas de precaución adecuadas –uso de mascarilla en todo momento y distancia de seguridad entre las personas–. No es aconsejable el canto o la música grabados.
    7. Evítese la distribución de subsidios para el canto en soporte de papel, o cualquier tipo de folleto explicativo de la celebración, por el riesgo que conllevan ante un posible contagio.
    8. Instrúyase a los fieles para recibir la comunión de manera segura y ordenada, atendiendo a las disposiciones del Obispo diocesano, procurando que este gesto central de la celebración se haga de la mejor manera posible.
    9. Para el bien de los fieles, en el caso de que los aforos permitidos en las iglesias sean un grave problema para la participación, el Obispo diocesano puede autorizar a que se hagan varias celebraciones en el mismo templo en horas sucesivas, siempre y cuando esto se haga verdaderamente para utilidad de los fieles y en circunstancias de real necesidad.
    10. De cara a que los enfermos y las personas en confinamiento o de alto riesgo puedan seguir las celebraciones desde sus casas, se anima a que sean retransmitidas las presididas por el Obispo en la catedral, como signo de unidad de la diócesis. Procúrese que estas celebraciones sean verdaderamente ejemplares en su preparación y desarrollo. Se excluyen, en cualquier caso, las grabaciones en diferido de las mismas.
    11. Cuando no se puedan realizar las celebraciones con participación del pueblo, ofrézcase a los fieles la posibilidad de celebrar la Liturgia de las Horas, especialmente las Laudes y las Vísperas de cada día y el Oficio de Lectura. A tal efecto el subsidio La Hora de Jesús, que contiene los textos de las celebraciones de la Semana Santa y que incluye también la Liturgia de las Horas para estos días, puede ser un instrumento muy útil. También se recuerda que se puede hacer uso de la aplicación oficial de la Liturgia de las Horas para dispositivos móviles, recientemente publicada por la Conferencia Episcopal.
    12. Los sacerdotes que estén afectados por el virus y estén confinados procuren también celebrar los distintos ritos, en la medida de lo posible y si su salud se lo permite.
    13. Se recomienda vivamente que se cuide y fomente el Sacramento de la Penitencia. Se ruega a los sacerdotes una mayor disponibilidad para que los fieles puedan celebrar este Sacramento, con todas las medidas de precaución, distancia social y discreción.

b) Domingo de Ramos en la Pasión del Señor.

    1. Para la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén se evitará la forma primera descrita por el Misal –procesión–.
    2. En las catedrales se utilizará la forma segunda –entrada solemne–, al menos en la misa principal. Los fieles permanecerán en sus lugares y se hará la bendición y la proclamación del evangelio desde un lugar, dentro de la iglesia, en el que los fieles puedan ver el rito. En la procesión al altar puede participar una representación de los fieles junto con el Obispo y los ministros.
    3. En las parroquias y demás lugares de culto se utilizará la forma tercera –entrada simple–.

c) Misa crismal.

    1. A juicio del Obispo la fecha de la Misa crismal puede trasladarse al día que parezca más adecuado.
    2. Si las normas sobre aforos no permiten la asistencia de todos los sacerdotes de la diócesis y es necesario también limitar el número de fieles, procure el Obispo que al menos pueda hacerlo una representación del presbiterio –por ejemplo, el consejo episcopal, o el consejo presbiteral, o los arciprestes– y un grupo de fieles, y que la celebración sea retransmitida, de modo que quienes hubiesen querido asistir, muy en particularmente el resto del clero, puedan al menos seguirla por estos medios.

d) Jueves Santo.

    1. De forma excepcional, al igual que el año pasado, los sacerdotes tienen la facultad de celebrar este día la Misa sin el pueblo, si concurren circunstancias que así lo aconsejen –por ejemplo, el contagio con el virus del propio sacerdote o el confinamiento de una población–. Quienes no tengan la posibilidad de celebrar la Misa rezarán preferentemente las Vísperas.
    2. Ha de omitirse el rito del lavatorio de los pies.
    3. Dado que este año la celebración se hará, en la mayor parte de los casos, con alguna participación del pueblo, no se omita la procesión y la reserva del Santísimo Sacramento para la adoración y la comunión al día siguiente. Facilítese, en la medida de lo posible, que los fieles puedan dedicar un tiempo de adoración, respetando siempre los horarios de restricción de la libre circulación de los ciudadanos que se establezcan en cada lugar.
    4. Si se van a celebrar varias Misas de la Cena del Señor en la misma iglesia, háganse siempre por la tarde, y omítase, salvo en la última, la reserva solemne del Santísimo.
    5. Si no se va a celebrar el Triduo completo en alguna iglesia, no se haga la reserva eucarística solemne. Además, si no se ha celebrado la Misa vespertina de la Cena del Señor, evítese una adoración eucarística desvinculada de dicha celebración.
    6. Si la celebración es sin participación del pueblo, se omite la procesión, y la reserva se hace en el sagrario habitual.

e) Viernes Santo.

    1. Se ha de asegurar la celebración de la Pasión del Señor, por lo menos, en la Catedral, en los templos parroquiales, al menos en los principales, y en aquellos de mayor capacidad dentro de las zonas pastorales establecidas en cada Diócesis.
    2. En la oración universal se utilizará el formulario habitual con el añadido de la intención especial que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el pasado año (Decreto Prot. N. 155/20). El texto de la intención, que se añade entre la IX y la X, es el siguiente:

IXb. Por quienes sufren en tiempo de pandemia.

Oremos también por todos los que sufren las consecuencias de la pandemia actual: para que Dios Padre conceda la salud a los enfermos, fortaleza al personal sanitario, consuelo a las familias y la salvación a todas las víctimas que han muerto.

Oración en silencio. Prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno,

singular protector en la enfermedad humana,

mira compasivo la aflicción de tus hijos

que padecen esta pandemia;

alivia el dolor de los enfermos,

da fuerza a quienes los cuidan,

acoge en tu paz a los que han muerto

y, mientras dura esta tribulación,

haz que todos

puedan encontrar alivio en tu misericordia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

    • En el momento de la adoración de la cruz el celebrante lo hará con una genuflexión o una inclinación profunda. El resto de la asamblea lo hará por medio de una genuflexión o inclinación profunda cuando la cruz sea mostrada, y lo harán cada uno sin moverse de su lugar. Se podría invitar, también, a todos los participantes a la liturgia a que hagan un momento de oración, en silencio, mientras se contempla la cruz. Se evitará, en cualquier caso, la procesión de los fieles en este momento de la celebración.

f) Vigilia Pascual

    1. Se procurará su celebración al menos en la Catedral y en las iglesias parroquiales principales, que posean un aforo suficiente para que puedan participar los fieles con seguridad.
    2. Dependiendo de las normas civiles que se hayan establecido en cada lugar sobre restricción de la libre circulación de los ciudadanos, elíjase una hora adecuada para el comienzo de la celebración que facilite a los fieles la participación en la misma y el regreso a sus casas al finalizar.
    3. El “inicio de la vigilia o lucernario” se puede hacer a la entrada del templo. El celebrante principal deberá estar acompañado por un número limitado de ministros, mientras todos los fieles se mantendrán en sus lugares. Se bendice el fuego, se hacen los ritos de preparación y se enciende el cirio tal como indica el Misal. El sacerdote y los ministros, manteniendo la distancia de seguridad, hacen la procesión por el pasillo central y se cantan las tres invocaciones “Luz de Cristo”. No es recomendable repartir entre los fieles las velas y que las vayan encendido del cirio y luego pasen la luz unos a otros. Después de las invocaciones se canta el Pregón Pascual.
    4. Sigue la “Liturgia de la palabra”. Por razones de brevedad puede acortarse el número de las lecturas, pero procúrese darle la relevancia adecuada a este momento de la celebración. En ningún caso se debería reducir a una Liturgia de la Palabra normal de un domingo, únicamente con tres lecturas.
    5. La “Liturgia bautismal” se celebra tal y como viene indicada en el Misal. La presencia de la asamblea aconseja no omitir el rito de la aspersión después de la renovación de las promesas bautismales. Tómese la precaución, sin embargo, de evitar el contacto con el agua que se va a bendecir cuando esta se prepare, y que el sacerdote higienice las manos con gel hidroalcohólico antes de la aspersión.
    6. No parece aconsejable, dadas las circunstancias, celebrar el bautismo de niños durante la Vigilia Pascual. Si se han de administrar los sacramentos de la Iniciación Cristiana a adultos o si al final se celebra el bautismo de algún niño, hágase con todas las medidas higiénicas y sanitarias que garanticen que los signos y ritos se hagan adecuadamente, pero de forma segura, especialmente los que implican el contacto, como las unciones.
    7. Quienes no puedan participar en la solemne Vigilia Pascual pueden rezar el Oficio de lectura indicado para el Domingo de Pascua en la resurrección del Señor, con el deseo de unirse a toda la Iglesia en la celebración del misterio pascual.

Esperando que estas orientaciones sean acogidas de buen grado en las Iglesias particulares que peregrinan en España, seguimos rezando por el fin de la pandemia, por los difuntos, los enfermos y sus familias, y por todos los que dedican su esfuerzo a paliar las consecuencias de esta crisis que estamos viviendo, esperando que la celebración de los días de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor sean un auténtico encuentro con Él, que fortalezca la fe, esperanza y caridad de todos los fieles.

 

Madrid, 3 de marzo de 2021

 

+ José Leonardo Lemos, obispo de Ourense. Presidente de la CEL

Antonio, Cardenal Cañizares, arzobispo de Valencia

+ Ángel Fernández, obispo de Albacete

+ Jesús Murgui, obispo de Orihuela-Alicante

+ Manuel Sánchez, obispo de Santander

+ Juan Antonio Aznárez, obispo auxiliar de Pamplona  y Tudela

+ Julián López, obispo emérito de León

+ Ángel Rubio, obispo emérito de Segovia

 


[1] Nota para los Obispos y las conferencias episcopales sobre la Semana Santa 2021 (Prot. N. 96/21)

[2] cf. Carta del Cardenal Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos a los Presidentes de las Conferencias Episcopales ¡Volvamos con alegría a la Eucaristía!, 15 de agosto de 2020, Prot. N. 432/20.

 

Noticia extraída de conferenciaepiscopal.es

Día Internacional de la Vida 2021.

El día 25 de marzo, coincidiendo con el Día Internacional de la Vida, la Asociación Católica de Propagandistas y la Escuela de Magisterio CEU de Vigo, han organizado una conferencia «Consideraciones médicas sobre el final de la vida» y una mesa redonda «Consideraciones jurídicas y éticas sobre el final de la vida»

Ambas se podrán seguir desde las 18:00 h en el siguiente enlace https://www.youtube.com/watch?v=eUyX7Y0-ouQ

 

 

Fuente: pastoralsantiago.org

Mensaje de los obispos de la CEE para Jornada por la vida 2021.

El próximo 25 de marzo se celebra la Jornada por la Vida. Este año, bajo el lema, “Custodios de la vida”. El objetivo de esta jornada es explicar que la vida es un bien fundamental para el hombre, sin el cual no cabe la existencia ni el disfrute de los demás bienes.

¿Cuál es el mensaje de los obispos?

Los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida  realizan una atenta mirada a la sociedad actual con el avance de la cultura de la muerte, por la proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia, que la CEE respondió en su día con una nota oficial. Ante esta situación, reflexionan sobre cuál debe ser la respuesta de los cristianos en este momento histórico. Ante esta cultura de la muerte, “debemos ser custodios de la vida” porque, como afirmaba San Juan Pablo II, “la vida es siempre un bien”.

 

 

 

Fuente: conferenciaepiscopal.es