2 de febrero. Enciende una vela contra la trata de personas.

«Silencio, oración, reflexión y escucha contra la trata de personas»

.

La Conferencia Episcopal Española, a través del departamento de Trata, ha organizado diversos actos  con los que se une este año a la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas para dar visibilidad a este drama «invisible» para la sociedad. Una jornada que se celebra en la Iglesia el 8 de febrero con el lema «La fuerza del cuidado. Mujeres, economía, trata de personas».

Uno de los actos programados es el CÍRCULO DE SILENCIO en el que se podrá participar online a través del canal de YouTube del departamento de Trata y de la página web de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y la Promoción Humana. Será el miércoles 2 de febrero, a las 19.00 horas.

La directora del departamento de Trata de personas, Mª Francisca Sánchez Vara, será el hilo conductor para unir a los participantes en el silencio, la oración, la reflexión y la escucha.

Para la escucha, se escuchará a las víctimas a través del testimonio de dos mujeres supervivientes de la trata a través de Cáritas. Y dos profesionales compartirán su experiencia de acompañamiento.

Para la reflexión, se contará con las intervenciones de Francesca Donà, de la sección de Migrantes y refugiados del Dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral; Carmen Galante, responsable social del área de Justicia y Solidaridad de la CONFER; y el obispo de Vitoria y responsable del departamento de Trata de personas, Mons. Juan Carlos Elizalde, que será el encargado de cerrar el acto.

El silencio vendrá detrás de cada intervención y se irán intercalando los momentos de oración.

Se invita a los participantes a encender una vela contra la Trata durante el tiempo que dure esta celebración.

.

¿Por qué celebra la Iglesia esta Jornada el 8 de febrero?

El papa Francisco convoca esta Jornada desde el año 2015 y eligió el día en el que se recuerda la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, la religiosa sudanesa que padeció durante su vida los sufrimientos de la esclavitud.

En el Ángelus del 8 de febrero de 2015, el Papa manifestaba su deseo: «que cuantos tienen responsabilidades de gobierno tomen decisiones para remover las causas de esta vergonzosa plaga, plaga indigna de una sociedad civil. Que cada uno de nosotros se sienta comprometido a ser portavoz de estos hermanos y hermanas nuestros, humillados en su dignidad».

 

Fuente: conferenciaepiscopal.es

Todos podemos participar intercediendo por la PEJ´22. Únete al proyecto «Orantes de guardia». ¡Inscríbete ya!

El proyecto «ORANTES DE GUARDIA» nace para rezar para que Dios toque el corazón de todas aquellas personas que participen en la PEJ y también para que toda la diócesis se sienta partícipe de esta peregrinación.
.
Se organizará una cadena de oración desde el miércoles de ceniza (2 de marzo de 2022) hasta el día de S. Ignacio de Loyola (31 de julio de 2022).
.
Todas aquellas congregaciones, comunidades religiosas, parroquias, movimientos, grupos, colegios… que quieran pueden participar reservando un día y concretando de qué manera se va a realizar esa intercesión (Eucaristía, rosario, hora santa, etc.) en este formulario.
.
Se publicará un calendario de intercesión con los grupos que están de guardia en la web de la Delegación de Infancia y Juventud de la diócesis: www.depasxuventude.com y en las redes sociales (@depasxuventude).
.
Para cualquier duda puedes escribir a orantesdeguadia.pej22@gmail.com
.
.
También, está disponible la oración oficial de la PEJ 22, compuesta por nuestros arzobispo.
.
.
Noticia extraída de depasxuventude.com

«Ven a Santiago» – Videoclip oficial del himno de la PEJ22

.
El videoclip oficial del himno de la Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ22) ya se puede disfrutar en las distintas plataformas.
.
Este cortometraje musical, producido por Hugh McGinley, contiene imágenes de la ciudad de Santiago, concretamente de la plaza del Obradoiro y la Catedral, además del entorno del Monte do Gozo. Y en él aparecen varios de los jóvenes que serán voluntarios en la Peregrinación Europea de Jóvenes que se celebrará en agosto de 2022 en nuestra ciudad.
.
Este himno  «Ven a Santiago» fue compuesto por Rubén de Lis, natural de Gondomar, en medio de la pandemia.
.
.En una entrevista, Rubén de Lis cuenta que el lema, “Joven, levántate y sé testigo” le suscitó exhortar a los jóvenes para que compartan su fe. En este sentido, afirma que la Peregrinación a Santiago es algo más que un Camino, es un reencuentro, un recomienzo.
.
Del Año Santo, De Lis destaca su espiritualidad. Además de la música, el arte y el paisaje, subraya la posibilidad de la confesión y el poder compartir la fe. Por eso afirma que es importante “vivir la vida sobrenatural de la forma más natural posible”.
.
Rubén de Lis se define a sí mismo como “El guitarrista de Dios”. Es cristiano, compositor, músico versátil, guitarrista y escritor musical. Cuenta con una amplia carrera artística a nivel mundial, además de una extensa formación, tales como “Grado 8” con méritos en la Rock School de Londres, y un Máster en “Guitarra Góspel” por la Escola de Música Cursón de Brasil.
.
Vive transitando entre  España, Brasil y EEUU y otros países. Interpreta canciones de todos sus álbumes con una característica muy especial, versátil y emocionante con sus pedales de efectos, tocando  la guitarra y simulando otros instrumentos en tiempo real e interactuando con el público de una manera espectacular.
.
.
Fuentes: depasxuventude.com y pastoralsantiago.org

«Escuchar con los oídos del corazón»

Esta es  la propuesta que el  Papa Francisco ha dado a los periodistas (y a todos) para hacer más humana la comunicación, tal como se recoge en su mensaje, recientemente publicado, para la 56° Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebrará el próximo 29 de mayo de 2022, y que, a continuación compartimos íntegramente:

.

.

Escuchar con los oídos del corazón”:

 

Queridos hermanos y hermanas:

El año pasado reflexionamos sobre la necesidad de “ir y ver” para descubrir la realidad y poder contarla a partir de la experiencia de los acontecimientos y del encuentro con las personas.

Siguiendo en esta línea, deseo ahora centrar la atención sobre otro verbo, “escuchar”, decisivo en la gramática de la comunicación y condición para un diálogo auténtico. En efecto, estamos perdiendo la capacidad de escuchar a quien tenemos delante, sea en la trama normal de las relaciones cotidianas, sea en los debates sobre los temas más importantes de la vida civil.

Al mismo tiempo, la escucha está experimentando un nuevo e importante desarrollo en el campo comunicativo e informativo, a través de las diversas ofertas de podcast y chat audio, lo que confirma que escuchar sigue siendo esencial para la comunicación humana.

A un ilustre médico, acostumbrado a curar las heridas del alma, le preguntaron cuál era la mayor necesidad de los seres humanos. Respondió: “El deseo ilimitado de ser escuchados”.

Es un deseo que a menudo permanece escondido, pero que interpela a todos los que están llamados a ser educadores o formadores, o que desempeñen un papel de comunicador: los padres y los profesores, los pastores y los agentes de pastoral, los trabajadores de la información y cuantos prestan un servicio social o político.

 

Escuchar con los oídos del corazón

En las páginas bíblicas aprendemos que la escucha no sólo posee el significado de una percepción acústica, sino que está esencialmente ligada a la relación dialógica entre Dios y la humanidad. «Shema’ Israel – Escucha, Israel» (Dt 6,4), el íncipit del primer mandamiento de la Torah se propone continuamente en la Biblia, hasta tal punto que San Pablo afirma que «la fe proviene de la escucha» (Rm 10,17).

Efectivamente, la iniciativa es de Dios que nos habla, y nosotros respondemos escuchándolo; pero también esta escucha, en el fondo, proviene de su gracia, como sucede al recién nacido que responde a la mirada y a la voz de la mamá y del papá. De los cinco sentidos, parece que el privilegiado por Dios es precisamente el oído, quizá porque es menos invasivo, más discreto que la vista, y por tanto deja al ser humano más libre.

La escucha corresponde al estilo humilde de Dios. Es aquella acción que permite a Dios revelarse como Aquel que, hablando, crea al hombre a su imagen, y, escuchando, lo reconoce como su interlocutor.

Dios ama al hombre: por eso le dirige la Palabra, por eso “inclina el oído” para escucharlo. El hombre, por el contrario, tiende a huir de la relación, a volver la espalda y “cerrar los oídos” para no tener que escuchar.

El negarse a escuchar termina a menudo por convertirse en agresividad hacia el otro, como les sucedió a los oyentes del diácono Esteban, quienes, tapándose los oídos, se lanzaron todos juntos contra él (cf. Hch 7,57). Así, por una parte está Dios, que siempre se revela comunicándose gratuitamente; y por la otra, el hombre, a quien se le pide que se ponga a la escucha.

El Señor llama explícitamente al hombre a una alianza de amor, para que pueda llegar a ser plenamente lo que es: imagen y semejanza de Dios en su capacidad de escuchar, de acoger, de dar espacio al otro. La escucha, en el fondo, es una dimensión del amor.

Por eso Jesús pide a sus discípulos que verifiquen la calidad de su escucha: «Presten atención a la forma en que escuchan» (Lc 8,18); los exhorta de ese modo después de haberles contado la parábola del sembrador, dejando entender que no basta escuchar, sino que hay que hacerlo bien.

Solo da frutos de vida y de salvación quien acoge la Palabra con el corazón “bien dispuesto y bueno” y la custodia fielmente (cf. Lc 8,15).

Solo prestando atención a quién escuchamos, qué escuchamos y cómo escuchamos podemos crecer en el arte de comunicar, cuyo centro no es una teoría o una técnica, sino la «capacidad del corazón que hace posible la proximidad» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 171).

Todos tenemos oídos, pero muchas veces incluso quien tiene un oído perfecto no consigue escuchar a los demás. Existe realmente una sordera interior peor que la sordera física. La escucha, en efecto, no tiene que ver solamente con el sentido del oído, sino con toda la persona. La verdadera sede de la escucha es el corazón.

El rey Salomón, a pesar de ser muy joven, demostró sabiduría porque pidió al Señor que le concediera «un corazón capaz de escuchar» (1 Re 3,9). Y San Agustín invitaba a escuchar con el corazón (corde audire), a acoger las palabras no exteriormente en los oídos, sino espiritualmente en el corazón: «No tengan el corazón en los oídos, sino los oídos en el corazón».[1] Y San Francisco de Asís exhortaba a sus hermanos a «inclinar el oído del corazón».[2]

La primera escucha que hay que redescubrir cuando se busca una comunicación verdadera es la escucha de sí mismo, de las propias exigencias más verdaderas, aquellas que están inscritas en lo íntimo de toda persona. Y no podemos sino escuchar lo que nos hace únicos en la creación: el deseo de estar en relación con los otros y con el Otro. No estamos hechos para vivir como átomos, sino juntos.

 

La escucha como condición de la buena comunicación

Existe un uso del oído que no es verdadera escucha, sino lo contrario: el escuchar a escondidas. De hecho, una tentación siempre presente y que hoy, en el tiempo de las redes sociales, parece haberse agudizado, es la de escuchar a escondidas y espiar, instrumentalizando a los demás para nuestro interés.

Por el contrario, lo que hace la comunicación buena y plenamente humana es precisamente la escucha de quien tenemos delante, cara a cara, la escucha del otro a quien nos acercamos con apertura leal, confiada y honesta.

Lamentablemente, la falta de escucha, que experimentamos muchas veces en la vida cotidiana, es evidente también en la vida pública, en la que, a menudo, en lugar de oír al otro, lo que nos gusta es escucharnos a nosotros mismos. Esto es síntoma de que, más que la verdad y el bien, se busca el consenso; más que a la escucha, se está atento a la audiencia.

La buena comunicación, en cambio, no trata de impresionar al público con un comentario ingenioso dirigido a ridiculizar al interlocutor, sino que presta atención a las razones del otro y trata de hacer que se comprenda la complejidad de la realidad. Es triste cuando, también en la Iglesia, se forman bandos ideológicos, la escucha desaparece y su lugar lo ocupan contraposiciones estériles.

En realidad, en muchos de nuestros diálogos no nos comunicamos en absoluto. Estamos simplemente esperando que el otro termine de hablar para imponer nuestro punto de vista. En estas situaciones, como señala el filósofo Abraham Kaplan,[3] el diálogo es un “duálogo”, un monólogo a dos voces. En la verdadera comunicación, en cambio, tanto el tú como el yo están “en salida”, tienden el uno hacia el otro.

Escuchar es, por tanto, el primer e indispensable ingrediente del diálogo y de la buena comunicación. No se comunica si antes no se ha escuchado, y no se hace buen periodismo sin la capacidad de escuchar. Para ofrecer una información sólida, equilibrada y completa es necesario haber escuchado durante largo tiempo.

Para contar un evento o describir una realidad en un reportaje es esencial haber sabido escuchar, dispuestos también a cambiar de idea, a modificar las propias hipótesis de partida. En efecto, solamente si se sale del monólogo se puede llegar a esa concordancia de voces que es garantía de una verdadera comunicación.

Escuchar diversas fuentes, “no conformarnos con lo primero que encontramos” —como enseñan los profesionales expertos— asegura fiabilidad y seriedad a las informaciones que transmitimos. Escuchar más voces, escucharse mutuamente, también en la Iglesia, entre hermanos y hermanas, nos permite ejercitar el arte del discernimiento, que aparece siempre como la capacidad de orientarse en medio de una sinfonía de voces. Pero, ¿por qué afrontar el esfuerzo que requiere la escucha?

Un gran diplomático de la Santa Sede, el Cardenal Agostino Casaroli, hablaba del “martirio de la paciencia”, necesario para escuchar y hacerse escuchar en las negociaciones con los interlocutores más difíciles, con el fin de obtener el mayor bien posible en condiciones de limitación de la libertad.

Pero también en situaciones menos difíciles, la escucha requiere siempre la virtud de la paciencia, junto con la capacidad de dejarse sorprender por la verdad — aunque sea tan sólo un fragmento de la verdad— de la persona que estamos escuchando. Sólo el asombro permite el conocimiento. Me refiero a la curiosidad infinita del niño que mira el mundo que lo rodea con los ojos muy abiertos.

Escuchar con esta disposición de ánimo —el asombro del niño con la consciencia de un adulto— es un enriquecimiento, porque siempre habrá alguna cosa, aunque sea mínima, que puedo aprender del otro y aplicar a mi vida.

La capacidad de escuchar a la sociedad es sumamente preciosa en este tiempo herido por la larga pandemia. Mucha desconfianza acumulada precedentemente hacia la “información oficial” ha causado una “infodemia”, dentro de la cual es cada vez más difícil hacer creíble y transparente el mundo de la información.

Es preciso disponer el oído y escuchar en profundidad, especialmente el malestar social acrecentado por la disminución o el cese de muchas actividades económicas. También la realidad de las migraciones forzadas es un problema complejo, y nadie tiene la receta lista para resolverlo.

Repito que, para vencer los prejuicios sobre los migrantes y ablandar la dureza de nuestros corazones, sería necesario tratar de escuchar sus historias, dar un nombre y una historia a cada uno de ellos. Muchos buenos periodistas ya lo hacen. Y muchos otros lo harían si pudieran. ¡Alentémoslos! ¡Escuchemos estas historias!

Después, cada uno será libre de sostener las políticas migratorias que considere más adecuadas para su país. Pero, en cualquier caso, ante nuestros ojos ya no tendremos números o invasores peligrosos, sino rostros e historias de personas concretas, miradas, esperanzas, sufrimientos de hombres y mujeres que hay que escuchar.

 

Escucharse en la Iglesia

También en la Iglesia hay mucha necesidad de escuchar y de escucharnos. Es el don más precioso y generativo que podemos ofrecernos los unos a los otros. Nosotros los cristianos olvidamos que el servicio de la escucha nos ha sido confiado por Aquel que es el oyente por excelencia, a cuya obra estamos llamados a participar. «Debemos escuchar con los oídos de Dios para poder hablar con la palabra de Dios».[4]

El teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer nos recuerda de este modo que el primer servicio que se debe prestar a los demás en la comunión consiste en escucharlos. Quien no sabe escuchar al hermano, pronto será incapaz de escuchar a Dios.[5] En la acción pastoral, la obra más importante es “el apostolado del oído”.

Escuchar antes de hablar, como exhorta el apóstol Santiago: «Cada uno debe estar pronto a escuchar, pero ser lento para hablar» (1,19). Dar gratuitamente un poco del propio tiempo para escuchar a las personas es el primer gesto de caridad.

Hace poco ha comenzado un proceso sinodal. Oremos para que sea una gran ocasión de escucha recíproca. La comunión no es el resultado de estrategias y programas, sino que se edifica en la escucha recíproca entre hermanos y hermanas.

Como en un coro, la unidad no requiere uniformidad, monotonía, sino pluralidad y variedad de voces, polifonía. Al mismo tiempo, cada voz del coro canta escuchando las otras voces y en relación a la armonía del conjunto. Esta armonía ha sido ideada por el compositor, pero su realización depende de la sinfonía de todas y cada una de las voces.

Conscientes de participar en una comunión que nos precede y nos incluye, podemos redescubrir una Iglesia sinfónica, en la que cada uno puede cantar con su propia voz acogiendo las de los demás como un don, para manifestar la armonía del conjunto que el Espíritu Santo compone.

Roma, San Juan de Letrán, 24 de enero de 2022, Memoria de san Francisco de Sales.

FRANCISCO

 

[1] «Nolite habere cor in auribus, sed aures in corde» (Sermo 380, 1: Nuova Biblioteca Agostiniana 34, 568).

[2] Carta a toda la Orden: Fuentes Franciscanas, 216.

[3] Cf. The life of dialogue, en J. D. Roslansky ed., Communication. A discussion at the Nobel Conference, North-Holland Publishing Company – Amsterdam 1969, 89-108.

[4] D. Bonhoeffer, Vida en comunidad, Sígueme, Salamanca 2003, 92.

[5] Cf. ibíd., 90-91.

 

Fuente: Vatican News

La Iglesia reza por la paz en Ucrania: «que pueda ver florecer la fraternidad y supere las heridas, los miedos y divisiones”.

 

La Iglesia celebra hoy, miércoles 26 de enero de 2022, una Jornada de oración por la paz en Ucrania convocada por el Papa Francisco el pasado domingo tras el rezo del Ángelus.

El Santo Padre, tras reconocer que sigue «con preocupación el aumento de las tensiones que amenazan con infligir un nuevo golpe a la paz en Ucrania y cuestionan la seguridad en el continente europeo, con repercusiones aún más amplias». Hacía un «sentido llamamiento a todas las personas de buena voluntad, para que eleven oraciones a Dios omnipotente, para que cada acción e iniciativa política esté al servicio de la fraternidad humana, más que a los intereses de las partes. Quien persigue sus propios fines en detrimento de los demás, desprecia su propia vocación de hombre, porque todos hemos sido creados hermanos»

Ante esta situción, y «dadas las tensiones actuales», el papa Francisco proponía para este miércoles una jornada de oración por la paz.

«Que esa tierra pueda ver florecer la fraternidad y supere heridas, los miedos y divisiones»

Hoy, al final de la audiencia general, el Santo Padre ha elevado su plegaria por la paz en Ucrania, pidiendo “al Señor con insistencia que esa tierra pueda ver florecer la fraternidad y supere las heridas, los miedos y divisiones”.

 

 

Fuente: conferenciaepiscopal.es

 

Octavario por la Unidad de los Cristianos día a día. Último día.

Día 8: De las rutas cotidianas de la división a los nuevos caminos de Dios.

«Regresaron a su país por otro camino» (Mt 2, 12)

 

Lecturas

    • Jr 31, 31-34       Pactaré una nueva alianza con Israel y con Judá.
    • Sal 16                    Tú me muestras el camino de la vida.
    • Ef 4, 20-23        Dad lugar a la renovación espiritual de vuestra mente.
    • Mt 11, 25-30     Porque has ocultado todo esto a los sabios y entendidos y se lo has revelado a los sencillos.

Reflexión

No sabemos lo que pensaron los Sabios —expertos en astronomía y travesías— cuando se les advirtió que regresaran por otra ruta. Probablemente quedaran confundidos, pero la misma luz que iluminó su viaje les mostró que había otro camino, otra posibilidad. Estaban llamados a cambiar de dirección.

Nosotros nos sentimos a menudo encorsetados por una determinada manera de hacer las cosas o por nuestra visión particular del mundo. Cuando nos damos cuenta de que estos caminos o «rutas» están cerrados, nos preguntamos cómo actuar y continuar con nuestro viaje. La providencia de Dios siempre sale a nuestro encuentro para mostrarnos que hay otro rumbo posible preparado para nosotros. Dios está ahí para renovar su alianza y sacarnos de la frustración que experimentamos ante los obstáculos. Solo tenemos que confiar en que el Eterno que nos dio la luz siempre nos muestra una nueva manera de avanzar cuando nuestros caminos se bloquean. Siempre es posible un nuevo comienzo cuando estamos dispuestos y abiertos a la acción del Espíritu. Como Iglesias, miramos al pasado para encontrar la iluminación necesaria, y miramos al futuro para buscar nuevos senderos por los que la luz del Evangelio siga brillando con una energía renovada, y así podamos acogernos unos a otros como el mismo Cristo nos acoge para mayor gloria de Dios.

Por nuestros antiguos caminos las comunidades cristianas han acabado separadas unas de otras. En los nuevos caminos a los que Dios nos llama, los cristianos han de caminar juntos y descubrirse compañeros de peregrinación. Encontrar estos nuevos caminos exige discernimiento, humildad y coraje. Ahora es el momento de la conversión y la reconciliación.

Oración

Dios misericordioso, tú sales a nuestro encuentro cuando nosotros nos obstinamos en seguir un camino a pesar de saber que está bloqueado, cayendo en la desesperación. Eres el Dios de las promesas renovadas. Te encontramos inventando un nuevo sendero que para nosotros era impensable. Te damos gracias porque continuamente superas nuestras expectativas. Te damos gracias por tu infinita sabiduría que sobrepasa nuestra inteligencia. Te damos gracias por tus caminos creativos que nos abren a posibilidades imprevistas. Sigue siendo, Señor, nuestro guía cuando en nuestros mapas no encontremos rutas por las que avanzar. Te lo pedimos por medio de Jesucristo, nuestro Señor, en la comunión del Espíritu Santo, que una y otra vez nos hace retornar a ti.
Amén.

 

Fuente: conferenciaepiscopal.es

Octavario por la Unidad de los Cristianos día a día

Día 7: Los dones de la comunión.

«Sacaron luego los tesoros que llevaban consigo y le ofrecieron oro, incienso y mirra» (Mt 2, 11)

 

Lecturas

    • Os 6, 1-6              Porque quiero amor y no sacrificio.
    • Sal 100                Cruzad sus puertas dando gracias, sus atrios con alabanzas.
    • Hch 3, 1-10         No tengo plata ni oro, pero te daré lo que poseo.
    • Mt 6, 19-21        Pues donde tengas tu riqueza, allí tendrás también el corazón.

Reflexión

En nuestro camino a Belén, la ciudad del pan, podemos ver a los Sabios que peregrinan para adorar al Niño Dios. Al encontrarlo abrieron los cofres de sus tesoros y ofrecieron al rey recién nacido sus dones de oro, incienso y mirra.

Nuestras divisiones históricas, nuestras posturas erróneas consolidadas, reglamentadas y ritualizadas, y nuestra preocupación por asuntos mundanos, han destruido la comunión y nos han distanciado. Podríamos preguntarnos, ¿cuáles son los dones que hemos preparado para ofrecer al rey que viene a iluminar nuestra vida y a traernos el regalo de la unidad? Sabemos que Dios no quiere nuestras riquezas ni nuestras ofrendas vacías, sino que ejerce su poder sirviéndose de nuestra pobreza.: «No tengo plata ni oro». El Señor desea un corazón apasionado y enamorado: corazones repletos de amor hacia él y hacia nuestros hermanos y hermanas en Cristo, de quienes vivimos separados; corazones de los que manan obras de misericordia; y corazones verdaderamente arrepentidos y deseosos de conversión.

Preparemos para Dios el don de un corazón rebosante de amor. Arrodillarse en adoración requiere un corazón contrito por el pecado que nos divide y obediente al Señor, a quien servimos. Esta obediencia revive, sana y reconcilia todo lo que está roto o herido en nosotros, a nuestro alrededor y entre los cristianos.

Cristo ya le ha otorgado el don de la unidad a su Iglesia. Crecemos en comunión en la medida en que compartimos los dones recibidos en 44 Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2022 nuestras diversas tradiciones eclesiales, reconociendo que la fuente de todos estos dones es el Señor.

Oración

Toda alabanza, gloria y acción de gracias a ti, oh, Dios. Tú te has revelado en la epifanía de tu Hijo al pueblo que esperaba tu venida desde antiguo, y a aquellos que no te esperaban. Tú, Señor, conoces el sufrimiento que nos rodea y el dolor causado por las divisiones. Contemplas este mundo en lucha y ves la penosa situación de Próximo Oriente, el lugar donde escogiste nacer, el lugar santificado por tu presencia. Te pedimos, Señor, que permitas que nuestro corazón y nuestra mente lleguen a conocerte. Y al unirnos a los Reyes Magos en su peregrinación desde tierras lejanas, oramos para que se abran nuestros corazones al amor por los hermanos y hermanas que nos rodean. Concédenos la determinación y los medios para trabajar en la transformación de este mundo, y para estar dispuestos a compartir nuestros dones para crecer en comunión. Regálanos, Señor, tus infinitos dones y bendiciones. Acoge nuestra oración en el nombre de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo.
Amén.

 

Fuente: conferenciaepiscopal.es

La Palabra de Dios alimenta la vida. ¿Cómo leer la Palabra de Dios?

«La Palabra de Dios alimenta la vida» es el título que ha elegido Francisco Julián Romero, director del Secretariado de la Comisión para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado, para el texto de presentación de este Domingo de la Palabra de Dios 2022. Un título con el que une esta jornada a la celebración del Sínodo que celebra la Iglesia. «La Palabra -explica- es el alimento para la vida que precisamos en este caminar juntos como pueblo de Dios. Ella es como la sabia que en nuestro interior nos da ilusión, esperanza y deseo firme para seguir por el sendero de Dios y hacer presente su reino». Además, invita «a leerla en comunidad y con el sentir de la Iglesia».

Ante los interrogantes que plantea la rutina diaria de la vida personal y eclesial, propone buscar la respuesta en la Palabra de Dios que es «la luz que resuelve sus dudas, que afianza sus convicciones, que responde a sus preguntas y que refuerza sus inquietudes».

Además, ofrece algunas recetas para que acercarse a la Palabra produzca estos frutos. Y lo hace acudiendo a Benedicto XVI, san Agustín y el papa Francisco: dejar un espacio a la Palabra de Dios en nuestro día a día y leer la Biblia entablando una conversación con Dios, sabiendo que allí está el Señor para hablarnos y para revelarnos sus secretos más íntimos.

Francisco Julián Romero termina su presentación reclamando que esta Jornada no se quede en una efeméride si no que sea una ocasión para afianzar «en la vida personal, comunitaria y pastoral el valor de la Palabra de Dios y la inquietud por leerla, meditarla y convertirla en alimento para la vida personal, comunitaria y pastoral». Especialmente en este tiempo de Sínodo, «afiancemos de este modo el camino sinodal que estamos recorriendo. De esta manera tendrá una mayor fecundidad nuestro caminar juntos».

¿Cómo leer la Palabra de Dios? Método de la lectio divina

La lectio divina es una antigua práctica que enseña a leer, meditar y vivir un texto de la Palabra de Dios por medio de un método muy sencillo que consiste en seguir varios pasos. Este método se incluye entre los materiales para la preparación de esta Jornada.

Preparación previa

Como preparación previa hay que buscar la lectura que se va a meditar junto con aquello que vamos a necesitar de ayuda o apoyo para la comprensión del texto, su profundización y reflexión. Después, se hace la señal de la cruz, y tras un momento de silencio, la Oración de preparación.

.

Empezamos: GUÍA PASO A PASO

1. Lectura de la Palabra de Dios: ¿qué dice el texto?

Leemos el texto las veces que sea necesario hasta que comprendamos bien lo que en él se dice. Hay que hacer una lectura pausada. Este momento es de suma importancia. Es necesaria la comprensión de lo que la Palabra narra.

2. ¿Qué me dice Dios con este texto?:

Tras otra lectura nos detenemos a preguntarnos lo que el Señor nos ha dicho por medio del texto. Es el momento de la profundización de la Palabra de Dios para acogerla en nuestro interior. Dios cuando inspiró al autor quiso hablar a los hombres. Intentamos descubrir el mensaje divino contenido en el texto: ¿qué me dice el Señor?, ¿qué mensaje particular me quiere Dios hacer llegar? Tomamos el tiempo necesario para descubrirlo. Lo hacemos con serenidad y paz.

3. Ora. Habla con Dios sobre lo que te ha comunicado:

Dialoga con el Señor sobre lo que has descubierto en este texto. Puedes, si es necesario y lo quieres expresar, darle gracias, pedir perdón, alabarle, adorarle, hacerle alguna petición… dile todo lo que esté en tu corazón. Cuéntaselo con sinceridad.

4. Contemplación:

Queda unos instantes en silencio en la presencia de Dios. No digas nada. Solamente pon tu pensamiento y tus afectos en el Señor.

5. Acción

Es el momento de concretar lo que el Señor quiere que vivas de lo que te ha dicho. No hay que ponerse muchos propósitos. Intenta concretar y decide realizar una acción o a lo sumo dos. Ve cómo la(s) puedes poner en práctica en tu vida real y concreta.

6. Terminamos con una oración final de acción de gracias.

Da gracias al Señor por esta lectio divina que has vivido.

 

 

Fuente:conferenciaepiscopal.es

Domingo de la Palabra de Dios: 23 de enero de 2022.

Este domingo, 23 de enero, por tercer año consecutivo, la Iglesia celebra en todo el mundo el Domingo de la Palabra de Dios.

El Papa Francisco instituyó esta jornada el año 2019, para que se celebrase todos los años cada tercer domingo del Tiempo Ordinario. Lo hacía a través del motu proprio Aperuit Illis. En este documento explicaba los motivos por los que el Pontífice propone este Domingo dedicado completamente a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios:

  • Para comprender la riqueza inagotable  que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo.
  • Para que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable.
  • Para que nunca falte la relación decisiva con la Palabra viva que el Señor nunca se cansa de dirigir a su Esposa, para que pueda crecer en el amor y en el testimonio de fe.

Además, la celebración se ha hecho coincidir con la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Un tiempo «en el que estamos invitados a fortalecer los lazos con los judíos y a rezar por la unidad de los cristianos. No se trata de una mera coincidencia temporal: celebrar el Domingo de la Palabra de Dios expresa un valor ecuménico, porque la Sagrada Escritura indica a los que se ponen en actitud de escucha el camino a seguir para llegar a una auténtica y sólida unidad».

 

 

En realidad, cada domingo tenemos la oportunidad de encontrarnos con la Palabra de Dios a través de las lecturas que se proclaman en las celebraciones dominicales, y de la homilía que viene a continuación de ellas. Pero en este Domingo de la Palabra se nos pide que, con gestos sencillos y significativos, promovamos la lectura de las Sagradas Escrituras y la concienciación entre los fieles de la presencia e importancia de la Palabra de Dios en sus diversas expresiones. Además de las Sagradas escrituras, la Tradición, el Magisterio, la liturgia, el testimonio de los santos y de los mártires, la cultura cristiana y la belleza expresa en tantas obras de arte presentes en nuestros templos y fuera de ellos (cf. Directorio para la Catequesis, 2020, nn. 90-109).

Señalamos sólo algunos de estos gestos e iniciativas que se pueden realizar:

  • introducir en la celebración de la Misa con una procesión solemne el Leccionario dominical desde el que se proclaman las lecturas, y que lo entronicemos en un lugar destacado y visible para toda la comunidad;
  • promover una pública lectura continua de la entera Biblia durante todo el día, hecha por medio de turnos de voluntarios; incluso realizada en varias lenguas, entre las que se pueden encontrar las lenguas bíblicas, hebreo, arameo y griego;
  • Que se realice una lectura orante de la Palabra de Dios, o lectio divina, bien en grupos parroquiales o en las casas con la familia;
  • Finalmente, que se distribuyan los santos Evangelios y/o la Biblia entre los fieles.

 

El área de Pastoral Bíblica de la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado ha editado unos materiales para contribuir a la celebración de esta Jornada. Entre ellos está una presentación del director del secretariado de esta Comisión, Francisco Julián Romero, y un método para ayudar a leer la Palabra de Dios.

 

Presentación y método para ayudar a la lectura de la Palabra de Dios

 

Y además en este domingo 23 enero de 2022, el papa Francisco celebrará una Misa en la Basílica de San Pedro a las 9:30 h, dentro de la cual se realizará la institución de los ministerios de Lector y también el de Catequista. Se puede seguir en el siguiente enlace

 

Se trata de un evento significativo ya que, por primera vez, se confiere el ministerio de catequista, desde que el pasado mes de mayo el Papa lo instituyese para toda la iglesia. A esta celebración acudirán cerca de 150 catequistas provenientes de diferentes partes del mundo, entre los que también estará una catequista española.

Con esta celebración se cumple un gesto que ayuda a visibilizar la importancia de la proclamación de la Palabra de Dios en la liturgia. Sin duda, entre los grandes anunciadores y maestros de la Palabra de Dios, los catequistas ocupan un lugar privilegiado. Damos gracias a Dios porque no deja de hablar a sus hijos de muchas maneras, y porque lo ha hecho a través de su Hijo Jesucristo, la Palabra que se ha hecho carne de nuestra carne. Gracias a los catequistas por su generosidad y tiempo a la hora de proclamarla incansablemente a las nuevas generaciones.

Buen domingo a todos.

 

Fuentes: catequesisdegalicia.org    y   conferenciaepiscopal.es

Octavario Unidad de los Cristianos día a día

Día 6: Reunidos en oración al único Señor.

«Vieron al niño con su madre María y, cayendo de rodillas, lo adoraron» (Mt 2, 11)

 

Lecturas

    • Ex 3, 1-6                  Moisés sintió miedo de mirar a Dios y se tapó la cara.
    • Sal 84                      ¡Qué gratas son tus moradas, oh, Señor del universo!
    • Ap 4, 8-11               Adorar al que vive por siempre.
    • Mt 28, 16-20        Encontraron a Jesús y lo adoraron.

Reflexión

Desde países muy lejanos, los Reyes Magos llegaron a Belén y, al ver al niño con su madre, lo adoraron. Ante la revelación de Dios, sus ojos se desploman y sus rodillas se doblan, del mismo modo en que Moisés se 42 Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2022 tapó la cara temeroso de mirar a Dios ante la zarza que ardía sin consumirse. También cuando los discípulos encontraron a Cristo resucitado en el monte de Galilea, se sorprendieron y dudaron, y, a pesar de todo, lo adoraron. Igualmente, en la liturgia celeste, los veinticuatro ancianos se postran ante aquel que se sienta en el trono. Es así como respondemos ante la presencia de Dios: contemplando, con estupor y adorando. ¿Realmente lo vemos y lo contemplamos?, ¿nos llenamos de estupor y asombro?, ¿lo adoramos? ¿Cuántas veces vemos sin ver, y nuestros ojos permanecen ciegos ante la presencia de Dios? ¿Cómo podremos entonces adorar, si no somos capaces de contemplar a Dios? Nuestra mirada es tan estrecha que solo nos permite mirar la confusión de nuestros desacuerdos, olvidando que el único Señor es el que ha derramado su gracia salvífica sobre todos nosotros y que compartimos el mismo Espíritu que nos conduce a la unidad.

Frecuentemente nuestro orgullo hace que sigamos nuestras propias leyes y nuestras tradiciones, ignorando así el amor que estamos llamados a compartir como un solo pueblo justificado por la sangre de Cristo, que profesa una misma fe en Jesús, nuestro Salvador. A medida que el Espíritu Santo revitaliza la comunidad, nuestras Iglesias nos impulsan a caminar juntos hacia el Niño Dios para adorarlo como un solo pueblo. El Espíritu de compasión nos conduce al encuentro fraterno, y nos guía a todos hacia el que es nuestro único Señor. Solo siguiendo a este guía podremos «adorar en espíritu y verdad». Nuestro futuro en Dios es un futuro de unidad y amor; y nuestro caminar hacia esta meta debe ser reflejo de la unidad en Cristo.

Oración

Dios compasivo, que das a los ciegos la posibilidad de reconocerte como a su Salvador, haz que nosotros nos arrepintamos y pidamos perdón. Por tu misericordia, quita las escamas de nuestros ojos y haz que te adoremos como a nuestro Dios y Redentor. En medio de nuestra aflicción y a pesar de la gravedad de nuestros pecados, haz que seamos capaces de amarte con todo nuestro corazón. Guíanos con tu luz en nuestro caminar, con un solo corazón y una sola mente, como los primeros discípulos. Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo descienda sobre nosotros, para que juntos te glorifiquemos en la comunión del Espíritu y demos testimonio de ti a todos nuestros hermanos.

AMÉN.

 

 

Fuente: conferenciaepiscopal.es